Comunicado del Grupo Internacional
de la Izquierda Comunista GIIC
(16 de Julio 2016)
Después del atentado de Niza y el
intento de golpe militar en Turquía. Explosión de las contradicciones del
capitalismo mundial. [Advertencia: este texto ha sido traducido por un
compañero nativo hispánico que reside en Francia, quien no lo pudo corregir y
ni siquiera verificarlo. Entonces, más allá de su posible "pesada"
legibilidad, si el lector encuentra alguna confusión política o error, le
sugerimos que se remita a la versión francesa].
El atentado de Niza (84 muertos) de
anteayer y el golpe militar en Turquía esta noche (al parecer abortado a la hora
en que estamos escribiendo) son las últimas manifestaciones después del Brexit
británico de hace tres semanas, de la exacerbación de las contradicciones del
capitalismo y de su estallido abierto en múltiples acontecimientos de mayor
importancia. En apariencia, «el golpe de estado [en Turquía], así como
los atentados del Estado islámico y el voto británico para salir de la Unión
Europea, dejaron la impresión de acontecimientos escapándose de cualquier control» (The
Guardian[1],
16/07/2016).
Pero no es así.
Todos estos acontecimientos son el producto, directo o indirecto, de la
dinámica según las leyes objetivas
del capitalismo en crisis terminal
y que, a su turno, se vuelven factores
adicionales de esta debacle histórica. En este sentido, atentados como
el perpetrado en el semanario francés de izquierdas “Charlie Hebdo” el 7 de enero de 2015 en París, son
las últimas expresiones del nuevo periodo que la reacción de la clase dominante
en aquella ocasión (estado de emergencia todavía vigente hoy, manifestación callejera del 11 de enero y recrudecimiento
de las intervenciones militares en Irak y Siria),
habían anunciado.
El imperialismo y la guerra
dictan las decisiones de la clase capitalista
La incapacidad para sobrepasar la
crisis económica de 2008 y sus consecuencias, hace que la crisis histórica del
capitalismo haya golpeado directamente su centro afectando a las fracciones políticas
más experimentadas de la burguesía mundial. En primer lugar, el mantenimiento
de la crisis abierta en el seno de las grandes potencias de América del Norte y
Europa Occidental, así como el colapso de un posible relevo económico procedente
de los países llamados emergentes —tales como China o Brasil—, han agudizado las
rivalidades internacionales entre los países comprometidos en ellas: cada capital
nacional imperialista está más y más sometido al "pánico" ante las
amenazas de su propia supervivencia. Así, junto con los ataques contra las
condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera —forzados por la última
recesión terminal del sistema en los países de la cadena imperialista—, se han
desatado las rivalidades y guerras en territorios de países dependientes, que así se han convertido en Estados
fallidos. Como es el caso de Afganistán,
Iraq, Haití, Somalia, Yemen, Timor Oriental, Paquistán y las Islas Salomón, donde cada fracción del capital internacional trata de imponer sus
propias decisiones. En este negocio están empeñados los Estados Unidos, que fracasan
en todos sus planes económicos imperialistas tradicionales, pero son los más
enjundiosos busca-guerras ya que su fuerza militar es el principal si no el
único medio eficaz de dominio[2].
La agudeza de las
contradicciones capitalistas: causa principal del Brexit y del golpe de Estado
en Turquía
Aun cuando todavía no tenemos las
informaciones necesarias que posibiliten un análisis preciso del golpe militar
turco, no cabe duda que la orientación de la política exterior de ese país es
uno de sus retos; cualquiera sea la conciencia de sus protagonistas: «Los
militares no quieren ser enviados sobre el terreno en Siria (…). Y apoyados por
los EE.UU. quieren intensificar la lucha contra el PKK [el partido kurdo
activo en ese país]» (ídem[3]).
Aun habiendo sido abortado, el golpe de Estado en Turquía es un acontecimiento de
máxima importancia por el lugar y el papel geoestratégico de ese país. Es el segundo
ejército de la OTAN después de los Estados Unidos, en haber comprendido que el
tiempo de las opciones bélicas se acerca.
Es especialmente
significativa la
diferencia de tono entre Obama, quien «llama a apoyar al presidente Erdogan»
y Merkel, quien «condena el golpe pero se distancia de
Erdogan» (El Mundo, 18/07/2016) en cuanto a la posible aplicación de
la pena de muerte a raíz del golpe militar. Pero más importante aún y más lleno
de significados y consecuencias —en cuanto al curso de los acontecimientos históricos
y a los retos del periodo abierto a partir de 2015—, es el caso de la burguesía
británica y su ruptura con la Unión Europea. Que fuese querido o no por el
conjunto de la burguesía inglesa, el Brexit[4] tiene
una significación de mayor trascendencia que el ejemplo turco. La burguesía
inglesa siendo la más experimentada del mundo, puede resultar extraño que
apareciera como particularmente desorientada, después del resultado en el
referéndum. Teniendo en cuenta que fracciones mayoritarias en sus filas no querían
en este momento dar el paso de salir de la Unión Europea. Pensando incluso que
sea contraria a algunos de sus intereses económicos inmediatos.
Sin embargo, unas tres semanas después
aparece claramente con el nuevo gobierno de Theresa
May, que la burguesía inglesa va a asumir completamente la salida de
la UE y que se presenta ante ella en una actitud de desafío, e incluso de provocación.
Lo manifiesta la nominación de Boris
Johnson como ministro, quien sin embargo parecía muerto políticamente
después de su rechazo a proponerse como Primer Ministro. Esto quiere decir que
la tendencia histórica de fondo del imperialismo inglés, de oposición a una
Europa continental reunida hoy alrededor de la principal potencia alemana, y su
alineamiento histórico al lado del imperialismo norteamericano, se impone definitivamente
precisamente en las condiciones contradictorias de hoy en día. El
proceso hacia la guerra interimperialista generalizada, pasa por una
polarización cada vez más marcada, que los acontecimientos le han impuesto, tal
vez más pronto que previsto al capitalismo británico. Cualquiera sea la
conciencia de los políticos burgueses en ese país, fueron obligados a escoger
definitivamente a los Estados Unidos en detrimento de la Unión Europea, en el
curso ineluctable de las rivalidades imperialistas conducidas hacia una 3ª
guerra mundial…
Salvo que la clase revolucionaria, el
proletariado internacional, logre oponerse al capitalismo y derrumbarlo. Porque
lo cierto es que el otro factor de la situación mundial y de su curso, es
efectivamente la clase explotada, que como en Turquía nada tiene que ganar y
todo por perder optando entre Erdogan y los militares golpistas. Que se hayan inspirado
en la huelga masiva de la ciudad de Bursa (mayo
2015), es el mejor medio para defender lo mejor posible sus intereses de clase.
Asimismo, es muy probable que las reticencias de una buena parte del aparato
político de la burguesía inglesa, para optar por el Brexit ahora mismo,
radican en saber que el conjunto del proletariado británico no está dispuesto a
aceptar sin respuesta las implicaciones políticas y económicas, en cuanto a
sacrificios y sumisión que implica el Brexit. La burguesía inglesa toma pues
así un riesgo, presentándose tan pronto tan "anti-europea" y
"pro-americana". Así desvela su presentimiento ante los ojos de
muchos: la guerra generalizada a plazo. He aquí otra contradicción fundamental:
la burguesía mundial presionada por la crisis y la perspectiva de guerra al
mismo tiempo, no puede jugar optando por uno de los dos elementos para
confrontar y alistar ideológicamente al proletariado —en nombre de la paz o en
nombre de la prosperidad por venir—, mientras está forzada a atacar sus
condiciones de vida y de trabajo cada vez más insoportablemente.
Gran Bretaña, Francia y Europa
occidental están en el centro de las contradicciones del capitalismo mundial, después
haber sido rechazadas durante décadas por los países de la periferia dependiente
en lo esencial de sus consecuencias. Así es cómo todas las contradicciones del
capitalismo vuelven a golpear directamente su corazón. Europa occidental —particularmente
las viejas potencias coloniales como Francia y Gran Bretaña—, se encuentran en
el epicentro del huracán histórico que viene y cuyas primeras ráfagas de viento
ya se hacen sentir: crisis y guerras se alimentan mutuamente unas a las otras,
mientras la clase obrera tiende a oponerse al capital, a su crisis, y a sus
fracciones enfrentadas por la competencia, derivada de la propiedad privada
sobre los medios de producción y de cambio a escala planetaria. Y las fracciones
más combativas y conscientes de esa clase obrera revolucionaria de vanguardia,
empiezan a plantearse la necesidad de destruir al capitalismo —como se acaba de
demostrar en Francia durante la lucha "contra la reaccionaria reforma
laboral de Myriam El Khomri".
Las burguesías inglesa y francesa históricamente declinantes, se resienten
y viven aún más directa y duramente la explosión abierta de todas esas
contradicciones, porque tienen un impacto inmediato sobre su capacidad, limitándola
políticamente al mínimo efecto, hasta ponerlas en un segundo orden en relación
con los USA, Alemania y todavía más a un grado menor, respecto de China y Rusia
en el escenario imperialista. Y esto sucede mientras que, a diferencia de otros
actores como los Estados Unidos, por ejemplo, el peso de las tradiciones y
experiencias de lucha de su proletariado respectivo, como es el europeo en
general, continúa representando un peligro y un obstáculo.
«No puede haber un contraste más grande
entre una sociedad como la francesa, rota internamente por el auge del
populismo del Frente Nacional de Marine Le Pen, los conflictos laborales y las
amargas pugnas políticas [el periodista español se refiere a los 4
meses de lucha y manifestaciones obreras, violentamente reprimidas, contra la ley
del trabajo] tanto dentro de la izquierda como de la derecha, y la seriedad
del desafío terrorista que enfrentan. Este ensañamiento del yihadismo con
Francia, tiene que ver con el legado de la política exterior implementada por ese
país —potencia colonial en toda la región, desde Marruecos hasta Siria— pero
también con los problemas de integración de la minoría musulmana y la condición
del país, como emblema del laicismo y los valores republicanos». (“El
País”, José Ignacio Torreblanca, 15 de Julio 2016,
subrayamos).
Efectivamente, la burguesía francesa
se encuentra, por su historia como vieja potencia imperialista declinante —particularmente
expuesta a la explosión de las contradicciones del capitalismo—, rivalizando muy
dificultosamente con sus competidores directos en el plano económico, obligada
a alinearse como simple teniente subalterno de Alemania, intentando mal que
bien mantener su rango y limitar su pérdida de influencia histórica, evocando sus
criminales intervenciones militares colonialistas en África y Medio Oriente.
Pero históricamente, se encuentra también confrontada con una clase obrera nacional
que, aun cuando ha sufrido retrocesos importantes a lo largo de las últimas
décadas, ha conservado una combatividad y una experiencia particular proveniente
de la huelga masiva de 1968, que se ha quedado en todas las memorias obreras.
También para la burguesía francesa, crisis
y guerra se presentan directa y concretamente, sin duda más directamente
aún que para sus colegas europeos y de manera particularmente aguda. Esto
debilita su capacidad ideológica y política para enfrentar al proletariado. Sin
duda estos antecedentes son los que explican la violencia, inédita desde hace mucho
tiempo, de la represión durante las manifestaciones y huelgas de la pasada primavera.
Lo que a su turno se volvió un factor de "radicalización política"
entre amplias capas del proletariado en este país.
El papel histórico de las minorías de
proletarios más conscientes y combativas del partido comunista internacional,
si como es cierto que el periodo abierto en 2015 obligó a las clases dominantes
a elecciones económicas, políticas, imperialistas, cada vez más tajantes, pasa
lo mismo para la clase obrera de hoy, sus fracciones más combativas y experimentadas
y sus minorías políticas revolucionarias de vanguardia. Para las unas como para
las otras, ante el riesgo de serias turbaciones, el "término medio pequeño
burgués puede aplicarse cada vez menos". La consciencia de que el capitalismo no es reformable
y que lleva a cada vez más miserias, a los sacrificios y a las guerras, vuelve
a extenderse entre las filas obreras. Es la enseñanza principal que se puede
sacar de la lucha obrera en Francia esta primavera.
El retorno en las consciencias
obreras, tan confusas como puedan ser, acerca de la necesidad de la destrucción
del capitalismo y de la posibilidad de otra sociedad, se vuelve un factor de
voluntad y determinación en la lucha así como de los medios y las consignas
inmediatas por avanzar. El que la guerra, al igual que la crisis, se concreten
afectando a las masas obreras, acompañados ambos flagelos por la represión
creciente, evidencia ante los ojos y las consciencias de muchos la dimensión
esencialmente política del combate de clase. Porque, ante la cada vez más
crítica e insoportable situación económico-social de hoy en día, la
confrontación de los explotados con los aparatos del Estado capitalista en sus
respectivos países, será inevitable. Tal como lo previera genialmente y dejara
negro sobre blanco Marx, en carta a Engels el 30 de abril de 1868:
<<En fin, dando por sentado que estos tres elementos:
salario del trabajo, ganancia e interés, son las tres fuentes de ingresos de
las tres clases, a saber, la de los terratenientes, la de los capitalistas y la
de los asalariados —como conclusión la LUCHA DE CLASES en la cual el movimiento
se descompone y que es el desenlace de toda esta mierda>> (“Cartas sobre El Capital”. Ed. Política.
La Habana/1983 Pp. 218).
Para las fracciones más combativas y
determinadas del proletariado, el reagrupamiento se decide en las empresas, en
los lugares de trabajo y, si no es posible allí, en los comités de lucha o de
acción entre empresas y lugares de trabajo. Se trata de asumir el liderazgo de
los combates de clase, de organizarlos en huelgas y manifestaciones callejeras, de
modo que asuman la confrontación política contra las fuerzas del Estado burgués
en el medio obrero, partidos de izquierda y sindicatos, organizándose para el control y la dirección de su lucha mientras
aseguran la oposición contra la represión masiva y particularmente violenta del
Estado. Ya que la respuesta y el enfrentamiento con la violencia
estatal burguesa se vuelve una cuestión central y directa para las grandes masas
del proletariado, incluso y sobre todo en los países llamados "democráticos".
Asimismo, no deben vacilar para contactar entre sí los grupos políticos
revolucionarios y comunistas, apoyándose sobre sus posiciones políticas; y discutir
con ellos en la perspectiva de reagrupar todas las energías revolucionarias
alrededor del programa comunista y de las consignas de insurrección obrera, de
destrucción del capitalismo y de dictadura democrática del proletariado, que
proporcionan los medios y el método para los combates del periodo que se ha
abierto.
Para las minorías comunistas de
vanguardia, es tiempo de acabar con las vacilaciones en cuanto a la capacidad
revolucionaria del proletariado ante los retos de la situación que se vislumbra.
La pérdida de confianza en la perspectiva revolucionaria que afectó a toda la
clase obrera desde el derrumbe del estalinismo en la ex URSS, se ha traducido
en una pérdida de confianza entre los militantes y organizaciones revolucionarias
y comunistas. Las organizaciones de la Izquierda Comunista también han sufrido
esto, hasta el punto de que hoy en día se encuentran más dispersas y aún más
aisladas de las grandes masas de la clase. Además, están divididas entre las
fuerzas que obran más o menos de manera decidida para el reagrupamiento, con
miras a la constitución del partido mundial de mañana y las fuerzas, a menudo
más numerosas, que dan la espalda a este combate y se unen más o menos
explícitamente al medio anti-partido de tipo consejista o economista —dicho
esto para referirnos a corrientes anti-políticas y anti-organización de la experiencia
e historia del movimiento obrero.
Las primeras, luchando por el partido
son ellas mismas a menudo demasiado vacilantes y timoratas —políticamente por
cierto—, como para comprometerse de manera decidida en este combate con vistas
al reagrupamiento, por medio de confrontaciones y debates políticos con las
demás organizaciones y corrientes. A menudo, no siempre, faltas de consciencia,
convicción y confianza en la determinación política revolucionaria en cuanto a
su papel y a lo que representan históricamente. "Seamos realistas, no somos
nada y tan pequeños" se nos dice con frecuencia. Como si ser pequeños y
débiles cambiaran algo los problemas históricos. Las segundas dan la espalda a
la dimensión política del combate de clase y a sus implicaciones como un todo
para los comunistas: por una parte, caen en las trampas e ilusiones
"democráticas" avanzadas por la burguesía, como por ejemplo el fetichismo de la asamblea general [después
la apología de la ideología del movimiento de los indignados en España. Esto lo
vimos de nuevo durante la organización de las nuit
debout (noche de pie) en París]; por otra parte, analizando
los grupos de la Izquierda Comunista, su tradición y su combate por el partido
pertenecen al pasado y debemos liberarnos de ellos.
Aquí también, no es el caso de
cuestionarse la necesidad del reagrupamiento revolucionario y de las organizaciones
comunistas; aún menos del partido. Al igual que la ideología ciudadana y
republicana de "nuit debout" ha pasado al segundo plano a partir del
mes de mayo en Francia —después de las huelgas y los enfrentamientos con el
Estado y su policía. Pero tampoco debiéramos desenterrar los supuestos fracasos
del pasado sino ir al combate decidido para asumir la lucha política histórica
del proletariado, de la cual la organización comunista es la herramienta
principal e indispensable.
«Necesitamos crear un movimiento que
unifique a todos aquellos quienes puedan comprender los problemas tratados aquí.
Este movimiento (o partido) debe ser guiado por una visión clara de la sociedad
en que vivimos, requisito sin el cual es imposible saber a ciencia cierta la
que debemos y queremos construir. Lo llamaremos "el programa
comunista". (…) Hoy en día, hay muchos grupos e individuos en el mundo
quienes, como nosotros, defienden esto; pero, estamos demasiado dispersos, o sea
demasiado divididos, para tomar la iniciativa de formar tal movimiento unificado.
Algunos se oponen, por principio a la formación de tal movimiento, porque
piensan que las iniciativas espontáneas se bastan a sí mismas. Nos gustaría
compartir esta confianza. Pero el inmediatismo de cualquier tarea sin el previo
conocimiento fehaciente de lo
que es objetivamente necesario hacer, jamás ha conducido a parte alguna que
valga la pena. Decía Marx que:
<<Una araña ejecuta operaciones que recuerdan a las del
tejedor, y una abeja avergonzaría, por la construcción de las celdillas de su
panal, a más de un maestro albañil. Pero lo que distingue ventajosamente al
peor maestro albañil de la mejor abeja, es que el primero ha modelado la
celdilla en su cabeza antes de construirla en cera. Al consumarse el proceso de
trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquél ya existía en la imaginación
del obrero, o sea idealmente. El obrero no sólo efectúa un
cambio de forma de lo natural; en lo natural, al mismo tiempo, efectiviza su
propio objetivo, objetivo que él sabe que determina, como una ley,
el modo y manera de su accionar y al que tiene que subordinar su voluntad>>.
(K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. V. Aptdo. 1: Proceso de trabajo y proceso
de valorización. Ed. Siglo XXI/ 1976 Pp. 216).
Pues, bien, el conocimiento vocacional de lo que es objetivamente necesario hacer se llama conciencia, que es el fundamento
de cualquier disciplina científica. Y la conciencia de una determinada realidad
es el principio activo que mueve a la acción transformadora y no
admite dudas ni discrepancias. Por eso Lenin decía que:
<<Sin
teoría (científica
compartida), no puede haber política
revolucionaria (eficaz y efectiva). Nunca
se insistirá bastante sobre esta idea en un tiempo en que a la prédica en boga
del oportunismo, va unido un apasionamiento por las formas más estrechas de
la actividad práctica, Y, para la socialdemocracia rusa, la importancia
de la teoría es mayor aun, debido a tres
circunstancias que se olvidan con frecuencia, a saber: primeramente por el
hecho de que nuestro partido (socialdemócrata ruso) sólo ha empezado a formarse, sólo ha empezado a elaborar su fisonomía, y
dista mucho de haber ajustado sus cuentas con las otras tendencias del
pensamiento revolucionario, que amenazan con desviar al movimiento del
pensamiento justo. Por el contrario, precisamente estos últimos tiempos se han
distinguido [como hace ya mucho predijo Axelrod a los “economistas”] por una reanimación de las tendencias
revolucionarias no socialdemócratas. En estas condiciones, un error (teórico) “sin importancia” a primera vista, puede causar los más
desastrosos efectos, y sólo gente miope puede encontrar inoportunas o
superfluas las discusiones fraccionales y la delimitación rigurosa de los
matices. De la consolidación de tal o cual “matiz” (teórico), puede depender el porvenir de la
socialdemocracia rusa por años y años>>. (V. I: Lenin: “¿Qué hacer?” Cap. I. Febrero
de 1902. Ed. Progreso Pp. 25. El subrayado y lo entre paréntesis nuestros)
La pereza intelectual de Stalin y sus secuaces que le
sucedieron siguiendo su mal ejemplo; el oportunismo y avidez de poder que les
caracterizó a todos ellos, fue lo que aniquiló en su espíritu la necesaria
enjundia por el conocimiento de la realidad como condición para transformarla, acabando
por malograr la Revolución Rusa. Un proceso que discurrió entre la muerte de
Lenin el 24 de Enero de 1924 y el 8 de diciembre de 1991, fecha esta última cuando
los presidentes de las repúblicas socialistas federativas soviéticas (RSFS) de
Rusia, RSS de Ucrania y RSS de Bielorrusia,
se reunieron en secreto firmando el Tratado de Belavezha
por el que se disolvió la Unión Soviética. Y a propósito de tal despropósito, cabe
destacar dos frases que David Riazánov dirigió a Stalin:
1) Cuando le oyó criticar a Trotsky: “¡Déjalo Koba! No te pongas
en ridículo. Todo el mundo sabe muy bien que la teoría no es tu fuerte”.
2) Cuando Stalin le reprochara que sobre las paredes de su despacho tuviera
retratos de Marx, Engels y Lenin, pero no de él, ante lo cual Riazánov
respondió: “Marx y Engels son mis maestros. Lenin fue mi
camarada. Pero, ¿qué eres tú para mí?”.
El
02 de marzo de 1925, el carpintero Tretiakov dirigió a Stalin una carta, donde
resumió el sentimiento de las masas obreras rusas en ese momento:
<<Has jurado delante del pueblo
hacer realidad las ideas del comunismo y cumplir todos los deseos de Lenin.
¿Por qué eso no se ve en la vida? Tienes en las manos todo el poder y toda la
fuerza. ¿Por qué tenemos casi dos
millones de personas sin trabajo, que las mayorías de un modo irresistible
sufren en las más espantosas condiciones? Muchos no pueden soportar el paro y
la miseria y se suicidan. ¿Por qué el salario de los obreros manuales es de 8,
10, 12 o 15 rublos al mes? ¿Acaso no es un enemigo del pueblo el hombre que ha
inventado unos salarios tan bajos? No son suficientes para que viva un solo
individuo y, por lo tanto, ¿cómo van a mantenerse los que están cargados de
familia? ¿Por qué los administrativos y los especialistas reciben de 100 a 150
rublos, o hasta 300 rublos al mes? Con tales sumas se puede vivir de lujo. ¿Es
admisible que haya lujo para unos y hambre, enfermedades, miseria y paro para
otros? ¿Por qué el partido de los comunistas habla de igualdad y fraternidad y
admite unas diferencias tan insoportables? Stalin no respondió a esa carta. Y
se ignora lo que fue del autor>> (Jean-
Jacques Marie: “Stalin” Cap. XIV Ed. Palabra S.A./2003 Pp. 320. Cita de
A. Keslev y E. Chaguine en: “Jrestomatia po ochestvennoi istorii” 1914-1945”
Ed. Vlados/1996 Pp. 301-302).
«Deberíamos trabajar juntos en las luchas no
con el fin de reclutar a tal o cual individuo para nuestra propia organización,
sino para compartir la consciencia
de lo que significa realmente la lucha de la clase obrera por su emancipación humana. Y según lo
que acabamos de explicar, no hacerlo sería suicida» [Editorial de Revolutionary Perspectives
#59, publicación de la “Tendencia
Comunista Internacionalista” (TCI) en Gran Bretaña, 2011, traducido por el Grupo
Internacional de la Izquierda Comunista (Revolución o Guerra), 16 de
Julio 2016]. En http://www.igcl.org/Crisis-economica-y-guerras-se. Escribir
a: intelftcom@gmail.com.
El texto de este comunicado ha sido corregido y aumentado por el GPM: www.nodo50.org/gpm/.
[1] El diario inglés cita a un especialista, Kemal Kirisci, director del “Turkey Project at Brookings”.
[2] «La
economía americana, lejos de haber sobrepasado esta crisis devastadora que
ella-misma había provocado, sobrevive a sus males rechazando sus efectos
negativos a los cuatro rincones del mercado mundial. Está en guerra permanente
sobre diferentes frentes internacionales, de África a Medio-Oriente, aun cuando
la administración Obama prefiere actuar indirectamente utilizando el "soft power" y los financiamientos para las fuerzas políticas
que participan en las diferentes guerras civiles que ella misma ha provocado.
Combate en los mercados financieros para que el dólar pueda seguir siendo la
divisa dominante y un refugio tranquilizador para la especulación. Pero, a
pesar del desembolso de 3.300 de billones de dólares al servicio de los bancos,
el capital no se dirige hacia la economía real que tiene dificultades para
relanzarse. La especulación está todavía aquí, la deuda pública aumenta (130%),
el déficit federal es de 15.000 billones de dólares, el desempleo es al menos
el doble de la cifra oficial, 6.2%, y el riesgo de explosiones de nuevas
burbujas especulativas está al orden del día» (traducido
por nosotros del italiano del artículo de la TCI que acaba de ser publicado
sobre su sitio web : http://www.leftcom.org/it/articles/2016-07-15/considerazioni-sui-fatti-di-dallas)..
[3] El diario inglés cita a Stephen Flanagan antiguo consejero del gobierno Obama y hoy especialista en la Rand corporation.
[4] Vea
nuestra toma de posición del 24 de junio pasado: ¡Después de la victoria
de Brexit, las contradicciones del capitalismo
estallan a todo nivel! ¡Sólo
la revolución proletaria internacional le puede poner fin!