El móvil de las guerras en el Medio Oriente y Ucrania
01. Introducción
En nuestro trabajo publicado en setiembre pasado bajo el
título: “Últimos vientos de guerra”, citábamos al
joven ex empleado de la CIA, Edward
Snowden —refugiado en Rusia—, quien había denunciado en julio que la organización
terrorista islámica “Al Qaeda”, tanto como el derrumbe de las “Torres Gemelas”
en New York el 11 de setiembre de 2001, fueron una iniciativa de los servicios secretos
de inteligencia norteamericanos (CIA), en colaboración con los de Israel y el
Reino Unido. De no haber sido así, la fatídica mañana y a la misma hora en que
sucedieron aquellos terribles sucesos, el semblante de George Walker Bush Jr. asistiendo a una escuela
de párvulos en el Estado de Florida, no hubiera sido el que reflejó la sugerente
imagen recogida por la Agencia “France Presse” de noticias, escuchando ávidamente
lo que al oído le susurraba el por entonces Jefe de
su gabinete presidencial, Andrew Hill Card Jr.
Sabido es que
la destrucción y matanza del 11-S fue perpetrada por los EE.UU., con el fin de
justificar la no menos destructiva y criminal intervención militar en
Afganistán iniciada el 14 de octubre de 2001, seguida por la de Irak en 2003 donde
los yanquis contaron con el apoyo de las fuerzas armadas británicas y
españolas. Dos guerras de rapiña que costaron cientos de miles de vidas y billones
de dólares en pérdidas materiales. En cuanto al curso actual de la guerra
civil en Siria que comenzó a principios de 2011, decir que su
territorio también fue convertido en otro infierno bélico —también montado por
la gran burguesía norteamericana en alianza con la Israelí—, para sacar réditos geopolíticos y económicos
sembrando la destrucción y el genocidio en el Medio Oriente.
Según
denunció Julián Paul Assange desde su refugio en el edificio
londinense de la Embajada ecuatoriana, corría el mes de febrero de 2010 cuando el
General sirio Ali Mamluk en su calidad de jefe del aparato
de inteligencia de ese país, junto al Viceministro de Exteriores, Faisal al
Miqdad, se reunieron en Damasco con una comitiva norteamericana encabezada por Daniel Benjamín, quien por entonces
desempeñaba el cargo de “Coordinador del grupo antiterrorista del Departamento
de Estado de los EE.UU.”. Según los cables, fue esa la primera vez que un
representante del espionaje Sirio se reunía con una delegación extranjera. Algo
así no había sucedido antes siquiera con países supuestamente aliados de Siria, como Gran Bretaña o Francia.
Durante la reunión, Mamluk se ofreció a colaborar “amistosamente” con
Washington en la tarea de mantener la seguridad de su frontera con Irak. Pero al
respecto señaló, que aun cuando su país detenía todos los días a centenares de
terroristas que intentaban penetrar en Irak, no había podido evitar que la
filtración continúe, lamentando críticamente que la experiencia de su país con
la CIA para tal propósito, hasta ese momento no pudo ser satisfactoria.
Tras la
declaración de Mamluk intervino su colega Faisal Al Miqdad, quien reincidió
sobre lo mismo destacando que su país estaba respaldado por tres décadas de
lucha antiterrorista y buen conocimiento de los respectivos grupos extremistas.
Seguidamente hizo hincapié en tres condiciones
sobre las cuales, a su juicio, debía pivotar el posible acuerdo exitoso de
cooperación con EE.UU. para la seguridad en esa región. 1) Que cualquier
operativo de tal naturaleza en la frontera de Siria con Irak, estuviera
supervisado por el ejército Sirio. 2) Que la administración de la seguridad en
el Transporte (TSA) a cargo de EE.UU., debía excluir a
Siria de la lista de los 14 países patrocinadores de terrorismo, pasibles
de someterse a una inspección escrupulosa, argumentando que semejante calificación
contradice la confianza mutua para tal acuerdo de seguridad. 3) Que para convencer
a los sirios de que apoyen la posible cooperación con EE.UU., era necesario,
además, que Washington mostrase su disposición a derogar las sanciones
económicas impuestas contra Damasco.
Benjamín no
aceptó la propuesta ensanchando el cauce de la guerra en ese país. El 11 de
setiembre de 2013, el diario “The Washington Post”
publicó un artículo titulado: “La CIA empieza el suministro de armamento a los rebeldes
sirios”. El día 02 de agosto de 2014, Hillary Clinton declaró del
modo más cínico —sólo superable por su propio cinismo—, que:
<<El
fracaso (de EE.UU.) a
la hora de ayudar a construir una fuerza de combate creíble con los autores de las
protestas contra el presidente sirio, Bashar al Assad, […] dejó un gran vacío
que los yihadistas ahora han llenado", afirmó Hillary Clinton, ex secretaria
de Estado de EE.UU. durante la primera Administración del presidente Obama, en
una entrevista concedida a la revista 'The Atlantic'>>. (Lo entre paréntesis
nuestro).
Hoy en día, la milicia del Estado
Islámico sigue matando y destruyendo en combate contra los ejércitos
de Irak y Siria, donde controlan una región que se extiende desde la ciudad de
Alepo en Siria, hasta Faluya, Mosul y Tal Afar
en Irak. Los EE.UU. y demás fuerzas de la OTAN, se han puesto a la retaguardia de esa lucha,
delegándola por primera vez en los fanáticos takfiríes de la fracción musulmana suní,
a cuyos jefes financian secretamente sin que sus bases lo sepan, aparentando
combatirles simulando bombardeos sobre sus territorios en incursiones aéreas
periódicas. Unas operaciones que solo suceden en las imágenes de laboratorio,
creadas y difundidas por los más influyentes medios propagandísticos de alcance
mundial a su servicio.
El 09 de
agosto de 2014, el ex presidente libanés Émil
Lahoud, se ha sumado a
confirmar que:
<<…el grupo terrorista Estado
Islámico de Irak y el Levante (EIIL o Daesh en árabe) es un proyecto diseñado por el
régimen israelí financiado por EE.UU., y otros países árabes.
Durante una entrevista concedida al canal
libanés Al-Manar, el ex mandatario ha asegurado que si no fuera por el apoyo
del Movimiento de Resistencia Islámica de El
Líbano (Hezbolá) al Ejército sirio en su lucha contra el terrorismo, los
elementos de Daesh probablemente hubieran entrado en el
Palacio presidencial de El Líbano>>. http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article72308
Tras
el asedio de Mosul a la segunda ciudad de Irak, el Estado Islámico se convirtió
en la organización terrorista más adinerada del mundo, superando a los de Al
Qaeda. Allí, los insurgentes se apoderaron de enormes cantidades de
dinero en efectivo y lingotes de oro de algunos bancos. En
total, se hicieron con 500 millones de dinares (unos 429 millones de dólares). Las
autoridades iraquíes estiman que los fondos de financiación del grupo terrorista,
alcanzan ya los 2.000 millones de dólares. Según el canal alemán Deutsche Welle, el Gobierno iraquí dominado
por chiíes, acusa a Arabia Saudita de apoyar a los yihadistas del Estado
Islámico.
Según declaró hace
dos meses el primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, Arabia Saudita "es
responsable de la ayuda financiera y moral que reciben los grupos insurgentes".
Como era de esperar, EE.UU., el aliado más importante de Arabia Saudita
en esa zona del Mundo, rechazó las acusaciones lanzadas por el jefe de Gobierno
iraquí. Para Günter Meyer, director del Centro para la Investigación sobre
el Mundo Árabe de la Universidad de Maguncia (Alemania), resulta obvio quién
financia a estos radicales: "La
fuente más importante de financiación del Estado Islámico hasta la fecha proviene
de los países del golfo Pérsico, sobre todo de Arabia Saudita, pero también
de Catar, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos", aliados tradicionales
de los EE.UU., explicó Meyer, quien agregó que la motivación de estos países,
es apoyar la lucha contra el Gobierno
del presidente sirio, Bashar al Assad. Expertos estiman también que el Estado
Islámico ingresa cerca de un millón de dólares diarios a través de la venta de crudo procedente
de pozos bajo su control. Por su parte, el analista del sector energético,
Robin Mills, afirma que si el grupo yihadista logra controlar los territorios
sobre los que sus milicias están avanzando, sus ingresos podrían ascender
hasta los 3 millones diarios y alcanzar los 100 millones de
dólares al mes.
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