Como en las “Palabras para Julia”
de Paco Ibáñez
Estimada y querida NN:
¿Recuerdas la explicación que te di aquélla tarde-noche
corriendo el mes de agosto de 2012 en casa de tu madre, acerca de la tendencia económica
prevista por Marx, que acabaría dando al traste con el capitalismo como sistema
económico-social de vida tolerable? ¿Recuerdas que esa tendencia hunde sus
raíces en el desarrollo técnico de
las fuerzas sociales productivas, incorporado a los medios materiales
de producción? ¿Recuerdas que ese desarrollo técnico aumenta cada vez más el
gasto en maquinaria de última generación, sustituyendo el empleo en mano de
obra? ¿Recuerdas que tal proceso económico es objetivo, o sea, que no depende
de la voluntad de nadie, y que disminuye
hasta el agotamiento la transformación por el trabajo humano de salario
en ganancia capitalista, dejando al sistema sin sentido económico y social de
seguir existiendo?
Esto es lo que ha vuelto a suceder ahora mismo en el Mundo,
y a mí me consta que a ti, este sencillo razonamiento científico de Marx entró
por uno de tus oídos e inmediatamente salió por el otro. Como si fuera algo
completamente alejado de la realidad. Sin darte cuenta de la insensatez que
estabas cometiendo. Tal como yo durante buena parte de mi juventud, también tú has
desperdiciado el tiempo dedicándolo al servicio del pensamiento único, el mismo que han venido impartiendo los
aparatos ideológicos de cada Estado nacional y sus medios de comunicación de
masas a escala planetaria, desde la segunda década del siglo XIX.
Pues bien, las dolorosas consecuencias de penuria por las
que tú ahora mismo estás atravesando, junto a centenares de millones en el
Mundo, sometidos a las mismas condiciones lamentables de vida por falta de
trabajo, son el resultado de las mismas causas previstas por Marx; o sea, el producto
más genuino de este sistema irracional, explotador y potencialmente genocida de
vida, que atraviesa hoy su fase
postrera de existencia. Sólo en España, la presente recesión económica
se llevó por delante a más de 400.000 empresas,
sembrando la miseria en más de seis millones de hogares como el tuyo, NN.
Esta misma deriva decadente del sistema capitalista, es la que
padecieron las clases subalternas en todas partes a fines de la década de los
años veinte el siglo pasado, y que la burguesía internacional sólo pudo superar
a instancias de la enorme destrucción
bélica de riqueza y vidas humanas, jamás antes experimentada, provocada
por la Segunda Guerra Mundial. Muerte humana y destrucción material por
doquier, que permitió a la burguesía retrotraer
el capitalismo hacia etapas de su historia ya superadas, pudiendo así prolongar
su existencia como clase dominante.
Tal como sucediera entre 1929 y 1945, la
humanidad atraviesa hoy la más profunda y prolongada recesión económica en la
era moderna. Y si tenemos en cuenta 1)
que la propiedad privada
sobre los medios de producción y de cambio es la condición de existencia de la competencia intercapitalista y, 2) que a su vez la competencia fatalmente
desemboca en crisis económicas periódicas y guerras fratricidas de alcance
mundial, de aquí cabe deducir, 3) que
dado el desarrollo científico-técnico incorporado actualmente a los medios
bélicos, su capacidad mortífera y destructiva ha llegado al extremo, de que una
nueva guerra mundial pueda acabar con la vida humana sobre la faz de la Tierra.
Y el caso es que ante la posible emergencia de un holocausto nuclear semejante ahora mismo estamos abocados. Pero hete aquí que esta
tendencia genocida propia de los capitalistas en la era del poder atómico, dio pábulo a la
doctrina de “la destrucción mutua asegurada”, es decir, que como
advierte el citado artículo:
<<Esta
guerra realmente acabaría con todas las guerras, porque en el mundo NO quedará
gente para empezar otras guerras>>.
Así
las cosas, la burguesía internacional en tanto que clase social explotadora y
belicosa por excelencia, hecha a la medida del sistema, se debate hoy, pues, entre
optar por suicidarse junto al resto de sus súbditos asalariados y clases
intermedias, provocando el holocausto nuclear, o bien capitular por las buenas como tal clase
social dominante corrupta y retrógrada, aceptando prolongar su vida como seres
humanos despojados de sus privilegios,
reconvertidos así a la condición progresiva
universal en igualdad de derechos con el resto de sus semejantes,
propia de todo ser humano genérico.
Aportar al logro de esta finalidad ha venido siendo mi
compromiso ante la decadente sociedad en que sigo vivo, y pienso que también tú
debieras asumir el mismo deber de algún modo. Dicho esto último con total convicción
personal y, al mismo tiempo comprensión de tus limitaciones dictatorialmente impuestas
por la puta “democracia” en que vivimos. Y digo esto sin acritud ninguna sino
al contrario, plenamente consciente como soy, de las subliminales e
intimidantes amenazas del poder despótico que magistralmente saben utilizar, las bestias pardas que todavía
siguen moviendo este maldito tinglado del capitalismo. Espero pues de ti que, ahora,
como en las “Palabras para Julia”
de Paco Ibáñez, estas mías que te dedico aquí no vuelvan a ser papel mojado. FF.