Por el camino hacia la emancipación social del ser humano genérico.
<< ¡Hay
que dar vuelta el viento como la taba, el que no cambia
todo, no cambia nada! >>. “Triunfo
Agrario”. Alfredo Zitarrosa.
En homenaje a su vida y obras. A la sabiduría que puso en el canto sencillo
y directo de todas sus alegorías musicales: G.P.M.
01. Introducción
Hemos venido,
con Marx, insistiendo en esta moraleja del poeta cantautor, desde 1997. Ahora vamos
a ratificar aquí brevemente la exigencia
que tarda en cumplirse, destapando la
sustancia putrefacta del sistema capitalista, según lo sucedido en España
tras el estallido en 2007 de la última crisis
económica mundial, que tuvo por escenario a los EE.UU. y cuya consecuente
recesión todavía no ha podido
ser superada.
El martes 11
de mayo de 2010 por la mañana, el Presidente norteamericano Barack Obama ordenó
concertar una comunicación telefónica con el por entonces Presidente del
gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, pretextando interesarse por el
estado de salud del ex Rey Juan Carlos Primero, quien acababa de ser sometido a
una intervención quirúrgica. En realidad, el interés de Obama surgió a raíz de
lo que Zapatero había conversado tres días antes con el vicepresidente Joe Biden, acerca de la
necesidad o no de reformar el sistema
financiero internacional, tema que se tenía previsto abordar en la
próxima reunión del G-20 que tuvo lugar ese mismo año el 26 y 27 de junio en
Toronto, cuyo tema de discusión giró en torno a las decisiones políticas para estimular la recuperación económica,
con vistas a superar políticamente
la recesión todavía hoy en curso.
En noviembre
de 2008, el gobierno del P.S.O.E. había puesto en marcha el espectacular
llamado “Plan E” que movilizó más de 50.000 millones de Euros destinados a
inversión pública, para absorber el paro que estaba generando el capital
privado, por falta de rentabilidad suficiente. Siguiendo la teoría anti cíclica
de Keynes, Zapatero trató de emular la política económica del Gobierno de Roosevelt en
los EE.UU. tras el estallido de la gran crisis mundial en 1929, para “fomentar el empleo” y la “modernización de la economía”. Y a
propósito de tal episodio histórico, hay que recordar aquí que aquél dispendio
de 480 mil millones de Dólares, que Roosevelt empleó para financiar la
inversión pública en obras de infraestructura, ayuda a los bancos y subsidio a
los parados, acabó en 1934 generando la quiebra
presupuestaria y el impago de la deuda interna del país. Una situación
insostenible, que ni siquiera pudo ser superada mediante la política de
convertir la industria civil en industria de guerra entre 1937 y 1941, exportando
material bélico a los países beligerantes que preparaban la Segunda
Guerra Mundial. Hoy la deuda pública que
pesa sobre los norteamericanos, supera
los 17,8 billones de dólares, de modo que teniendo en cuenta el actual
salario medio en ese país, para poder pagarla sus asalariados deberían trabajar
sólo para eso, como si fueran
autómatas, durante 398 millones de años. Éste es el legado político que dejó
Lord Keynes con su teoría de la “demanda agregada”.
Es fácil
comprender la preocupación de Obama por lo que la delegación española pudiera proponer
en ese cónclave, teniendo en cuenta lo que Zapatero había dicho en agosto de
2007, como aquello de que “España está a
salvo de la crisis financiera”, o ese otro exabrupto con el que se
superó a sí mismo en su mediocridad intelectual el 14 de enero de 2008,
sentenciando que “La
crisis es una falacia, puro catastrofismo”. Llegando al colmo de su
irracionalidad política el 10 de setiembre de 2009, al proclamar que: “el
gobierno ha situado a España en la Champions League de las economías del mundo”.
Pero lo cierto es que, al momento de sostener esa conversación telefónica con
Obama, la semiparálisis del sistema
económico en los países de la
cadena imperialista —uno de cuyos eslabones más débiles sin duda es
España— la recesión ya se había trasladado a los distintos aparatos de sus
respectivos Estados nacionales,
convertida en una crisis presupuestaria
cuyos déficits fiscales crecientes, amenazaban peligrosamente con paralizar su funcionamiento
por carencia de fondos líquidos, afectando a sus más importantes instituciones
ministeriales, como es el caso de las que hacen a los servicios de salud,
educación, dependencia y hasta el propio régimen jubilatorio.
Bajo tales
circunstancias, el cinismo de este falsificador profesional de la realidad llegó
a ser, por entonces, efectivamente de campeonato. Presumía de ser su gobierno un
garante del Estado del Bienestar, al mismo tiempo que decidía por decreto
congelar los ingresos a 6 millones de pensionistas, alargando la jubilación a
los 67 años. Suprimió la retroactividad de las prestaciones por dependencia y los
2.500 Euros del “cheque-bebé”. Recortó el presupuesto de los Ayuntamientos y
Comunidades Autónomas. Abarató los despidos propiciando un descenso general de
salarios por la vía de los contratos a tiempo parcial. Precisamente por esos
días de mayo, comenzamos nosotros la redacción del trabajo publicado en julio
bajo el título: “Nueva
fase de la crisis mundial: del salvataje bancario a la bancarrota fiscal”,
donde contribuimos a poner en evidencia el decadente sistema capitalista de
vida y la necesidad de acabar con él.