Riqueza burguesa y miseria obrera: ¿hasta
cuándo?
<<Todas las sociedades
anteriores al capitalismo, han discurrido en el antagonismo entre clases
opresoras y oprimidas: Pero para poder oprimir a una clase, es preciso
asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su
existencia de esclavitud. El siervo bajo el feudalismo en pleno régimen de servidumbre,
llegó a ser miembro de la Comuna, lo mismo que el pequeñoburgués llegó a
elevarse a la categoría de burgués bajo el yugo del absolutismo decadente. El obrero
moderno bajo el capitalismo, por el contrario, lejos de elevarse con el
progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las
condiciones de vida de su propia clase. El trabajador asalariado cae en
la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la
riqueza. Es, pues, evidente, que la burguesía no puede seguir desempeñando
el papel dominante de la sociedad, ni de imponer a ésta como ley reguladora las
condiciones de existencia de su clase. No es capaz de dominar, porque no es
capaz de asegurar a su esclavo la existencia ni siquiera dentro del marco de la
esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener que
mantenerle en lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo
esa dominación; lo que equivale a decir que la existencia de la burguesía es,
en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad.
La condición esencial de la
existencia y dominación de la clase burguesa, es la acumulación de riqueza
en manos de particulares, la formación y el acrecentamiento del capital. La
condición de existencia del capital es el trabajo asalariado. El trabajo
asalariado descansa exclusivamente sobre la competencia de los obreros entre
sí. El progreso de la industria, del que la burguesía incapaz de oponérsele, es
agente involuntario, sustituye el aislamiento de los obreros resultante de la
competencia, por su unión revolucionaria mediante la asociación. Así el
desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía, las bases
sobre las que ésta produce y se apropia lo producido. La burguesía produce,
ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del
proletariado son igualmente inevitables>>. (K. Marx y F. Engels: “Manifiesto del Partido Comunista”. Obra publicada en 1850 por “El republicano rojo”. Versión
castellana de 1989 Ed. L’eina. Lo entre corchetes y el subrayado nuestros).
El único
medio de alcanzar la verdad es abordar de cara los principios fundamentales.
Remontémonos de golpe a la fuente de donde proceden los gobiernos mismos.
Llegando así al origen de la cosa, encontraremos que toda forma de gobierno,
que toda injusticia social y gubernamental provienen del sistema social
actualmente en vigor: de la institución
de la propiedad tal como hoy existe (the institution of property as it at
present exist), y que, por tanto a
fin de acabar para siempre con las injusticias y las miserias existentes, es
preciso subvertir totalmente el estado
actual de la sociedad…Cada persona tiene el derecho indudable a todo lo que
puede procurarse con su honrado trabajo. Apropiándose así de los frutos de su
trabajo, no comete ninguna injusticia contra otras personas, porque no usurpa a
nadie el derecho a proceder de ese modo…Todos los conceptos de superioridad
y de inferioridad entre patronos propietarios y asalariados desposeídos de toda
propiedad, son debidos al desprecio de los principios fundamentales y a la consiguiente desigualdad en la posesión (and to the consequent rise of inequality of possessions). Mientras se mantenga
la desigualdad será imposible desarraigar
tales ideas o derribar las instituciones basadas en ellas. Hasta ahora
muchos abrigan la vana esperanza de remediar el antinatural estado de cosas hoy
dominante, destruyendo la desigualdad
existente sin tocar la causa de la desigualdad [entre propietarios y
desposeídos]; pero nosotros demostraremos
al punto que el gobierno no es una causa, sino un efecto, que él no crea,
sino que es creado; que, en una palabra, es el
resultado de la desigualdad de posesión (the
offspring of inequality of possessions), y
que la desigualdad de posesión está
inseparablemente ligada al sistema social basado
en la propiedad privada que es la verdadera causa de la desigualdad[hoy
todavía vigente].
La ganancia
del empresario será siempre una pérdida para el obrero, hasta que los cambios
[acordados en el contrato de trabajo] entre las partes, sean iguales; y los
cambios no pueden ser iguales mientras la sociedad esté dividida entre
capitalistas [propietarios] y productores [desposeídos], dado que los últimos
viven de su trabajo, en tanto que los primeros engordan a cuenta de
beneficiarse del trabajo ajeno. Es claro pues que, cualquiera sea la forma de
gobierno que establezcáis…, por mucho que prediquéis en nombre de la moral y
del amor fraterno…, la reciprocidad es incompatible con la desigualdad en los
cambios. La desigualdad de los cambios, fuente de la desigualdad en la
posesión, es el enemigo secreto que nos devora (No reciprocity can exist where
dere are unequal exchanges. Inequality of exchanges, as
being the cause of inequality of possessions, is the secret enemy devours
us)>>. (John
Francis Bray: “Los males del trabajo y su
remedio” Pp. 53-55. Párrafo citado por Marx en su obra titulada: “Miseria de la Filosofía. Respuesta a la
‘Filosofía de la Miseria del señor
Proudhon’”. Ed. Progreso-Moscú. Pp. 61. El subrayado y lo entre corchetes
nuestro. La traducción del trabajo de Karl Marx “Miseria de la filosofía” está
hecha de acuerdo con la edición francesa de 1847, teniendo en cuenta las
enmiendas introducidas en las ediciones alemanas de 1885 y 1892 y en la
francesa de 1896).
Tal como sucedió en la historia
humana y nosotros hemos venido alternativamente insistiendo en nuestras
publicaciones, a lo largo de su historia cada formación social en el mundo fue cursando
progresivamente diferentes actividades económicas y organizaciones sociales,
de modo que sus habitantes evolucionaron
con sus trabajos organizados entre sí de formas sociales también diversas, desde
el comunismo primitivo —donde debido al desamparo en que se encontraban los
individuos aislados en la naturaleza—
no concibieron otra forma de propiedad sobre la tierra y demás medios de
producción que la colectiva, pasando seguidamente por el esclavismo y el feudalismo,
donde ya entonces durante los siglos VIII y XV sí la propiedad privada pudo prevalecer
el histórico vínculo que derivó en la propiedad
privada burguesa sobre los medios de producción y el dinero bancario, que
dio pábulo a la consecuente competencia
entre los distintos propietarios, quienes han sido y siguen siendo los
dos impulsores de los principios
activos bajo el capitalismo, que han venido proyectando la explotación
de trabajo salariado y la producción de riqueza, para los fines de acumular capital en detrimento de los trabajadores.
Y si como es cierto que principio
activo es todo aquello que mueve a la realización de un fin, no es
menos cierto que la finalidad del movimiento social que ha hecho al sistema capitalista, es la acumulación de
ganancia económica explotando trabajo
ajeno, finalidad que ha determinado la cada vez más desigual distribución de la riqueza en el Mundo.
Pero
contradictoriamente y según ha ido avanzando el proceso de la sociedad
capitalista, ese mismo vínculo en movimiento entre la propiedad privada y la
competencia interburguesa, ambos principios activos inevitablemente han impulsado
el desarrollo científico técnico
incorporado a los instrumentos del
trabajo humano, lo cual ha venido sustituyendo
cada vez más ese trabajo asalariado —única fuerza creadora de valor económico en forma de lucro—, por instrumentos mecánicos cada vez
más eficaces que, contablemente, se
limitan a trasladar su costo dinerario al producto fabricado en forma
de amortización por desgaste. O sea, que no
generan ganancia ninguna. Así las cosas, la tendencia histórica objetiva del movimiento social capitalista,
inducido por la combinación entre la
propiedad privada y la competencia interburguesa, ese vínculo entre
ambos principios activos sin mediar
la voluntad de nadie, ha procedido en dirección inevitable hacia el automatismo mecánico, como sustituto de
trabajo humano por máquinas en las distintas ramas de la producción; un
hecho que aproximó el capitalismo hacia el fin definitivo de su existencia.
Y el
caso es que hoy día, aunque todavía no ha presupuesto para la humanidad un
futuro prometedor sino al contrario, esa tendencia es ya casi una realidad
consumada. Porque la sustitución de
trabajo humano por trabajo mecánico, determina objetivamente que la
ganancia burguesa remita no menos fatalmente hasta desaparecer por completo. Y
es que la sustitución de puestos de trabajo por maquinaria, no sólo tiende a
reducir hasta el cero absoluto el plusvalor ganancial que ha venido
justificando al capitalismo, sino que a su paso ha sembrado también la exclusión social profunda entre
los sectores asalariados mayoritarios en la sociedad, cada vez más más numerosos y desfavorecidos, un fenómeno que
así, de haber sido una excepción durante las
cíclicas recesiones económicas periódicas precedentes, ahora mismo
amenaza con pasar a ser una norma
permanente que induce del m9ismo modo a un cambio radical sistémico de vida social en todo el mundo.
Pero
sucede que los intelectuales pequeñoburgueses —férreamente aquerenciados en el
sistema capitalista entendido por ellos como el non plus ultra eterno de la convivencia humana—, se
inventaron eso de la Renta Básica Universal a la que definieron como “el derecho de todo ciudadano y residente acreditado, a
percibir una cantidad periódica de dinero que cubra, al menos, sus necesidades
vitales sin que por ello deba aportar contraprestación alguna”4 5. Omitiendo deliberadamente
pararse a pensar, que la producción
acumulativa de ganancia no es eterna. Precisamente porque resulta
ser histórica y absolutamente
incompatible con el principio activo de la competencia
entre propietarios de los medios de producción, dado que al acelerar la
sustitución de trabajo humano por medios técnicos, acaba dejando totalmente sin
sentido ninguno el funcionamiento del sistema explotador capitalista, por
carencia cada vez más acelerada de trabajo explotado ganancial.
Bajo
tales condiciones económicas objetivas terminales deletéreas
del capitalismo descritas aquí, cabe preguntarse: ¿de dónde los distintos
Estados nacionales podrán obtener la tan cacareada Renta Básica Universal, si
no es engrosando sine die la deuda pública por falta de recursos materiales
genuinos que respalden la emisión monetaria? Y ya sabemos lo que sucede cuando
la economía capitalista se prolonga a caballo de semejante realidad: Y es que desde
el estallido de la última gran crisis económica en 2007, cuando la deuda
financiera de los principales países de Occidente había crecido hasta llegar a
los 57 billones de dólares, diez años
después esa deuda sumando la de los EE.UU., Reino Unido, Francia, Alemania,
Países bajos, Luxemburgo, Japón, Italia, Irlanda, Canadá, Suiza y China, llegó
a superar los 132 billones trecientos quince mil millones (132.315.000.000.000). Así las
cosas, ahora mismo todo parece indicar que vamos hacia otra debacle financiera,
como parte constitutiva del fatal e inevitable proceso hacia un obligado cambio revolucionario
del sistema, que sin duda acabará
para siempre con la creciente desigualdad del capitalismo en el reparto
de la riqueza.
En
medio de semejante situación, buena parte de jóvenes y no tan jóvenes intelectuales
pequeñoburgueses del mundo en cada
país sin excepción —que previamente instruidos urbi et orbi por los
respectivos aparatos ideológicos estatales
del capitalismo— han venido sosteniendo
la falsa idea de que este sistema es
eterno—, pudiendo hasta hoy medrar disputándose entre ellos el
ejercicio del poder gubernamental, al interior de sus respectivas instituciones
públicas en cada país, negociando corruptamente
con la grande, mediana y pequeñoburguesía comercial e industrial actuantes en
la sociedad civil. Todo ello para los mismos fines del mutuo
enriquecimiento. Eh aquí a la verdadera “democracia” con la que estos
empresarios y políticos profesionales en constante y sustantivo contubernio, ya
no saben cómo hacer frente a las inevitables noxas
sociales de la presente recesión económica terminal, ahora
definitivamente sin salida posible que les pueda seguir garantizando el
acrecentamiento de su riqueza a expensas de las mayorías sociales: https://datosmacro.expansion.com/deuda/espana.
Esta “democracia” desde sus orígenes literariamente entendida
y sistémicamente difundida por estos sujetos humanamente degenerados, como “el
gobierno del pueblo”, no ha sido desde sus orígenes evolutivos más que una
dictadura económica, social y política por ellos compartida y dirigida, desde
los orígenes de la revolución
industrial tardía bajo el capitalismo hasta hoy:
<<Las
relaciones burguesas de producción y de cambio [bancario], las relaciones burguesas de propiedad, toda esa sociedad burguesa
moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción
y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias
infernales que ha desencadenado con sus conjuros. Desde hace algunas décadas la
historia de la industria y el comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas
productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las
relaciones de propiedad que condicionan
la existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionara las crisis
comerciales que, con su retorno periódico, plantean en forma cada vez más
amenazante, la cuestión de la existencia de la sociedad burguesa. Durante cada
crisis comercial se destruye sistemáticamente, no sólo una parte de productos
elaborados, sino incluso de las fuerzas productivas ya creadas [como
empresas]. Durante las crisis, una
epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda, se
extiende sobre la sociedad: la epidemia de la superproducción. La sociedad se
encuentra súbitamente retrotraída a un estado de súbita barbarie: diríase que
el hambre, que una guerra devastadora mundial la han privado de todos sus
medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados. Y todo
eso ¿por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización; demasiados
medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas
productivas de que dispone la burguesía no favorecen ya el régimen de su propiedad,
por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones, que
constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada vez que salvan este
obstáculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan su
existencia. Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener
las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vende esta crisis la burguesía? De una
parte por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra,
por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los
antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más
violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.
Las
armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelven
ahora contra ella, que no ha forjado solamente las armas que deben darle
muerte; ha producido también hombres que empuñarán esas armas: los obreros
modernos, los proletarios>>. ((K. Marx y
F. Engels: “Manifiesto del Partido
Comunista”. Obra publicada en 1850 por “El republicano rojo”. Versión
castellana de 1989 Ed. L’eina. Lo entre corchetes y el subrayado nuestros).
GPM.
En España, la recuperación económica tras la crisis ha
favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres. Y en el
mundo, el número de multimillonarios aumentó como nunca hasta ahora desde que
existen registros: uno nuevo cada dos días. Oxfam Intermón pide al Gobierno
español medidas para reducir la precariedad laboral, que afecta principalmente
a las mujeres y a los jóvenes. En España, las trabajadoras cobran de media un
20% menos que los trabajadores.
En el marco del Foro Económico Mundial
en Davos, que reúne de nuevo en Suiza a las élites políticas y empresariales.
Oxfam Intermón en España— publica hoy el informe “Premiar el trabajo, no
la riqueza”, en el que denuncia que el 82% de la riqueza
mundial generada durante el pasado año 2017, fue a parar a manos del 1%
más rico de la población mundial, mientras que el 50% más pobre —3.700
millones de personas— no se benefició lo más mínimo de dicho crecimiento. En
España, este reparto siguió la misma tendencia: el 1% más rico acaparó el 40%
de la riqueza creada mientras que el 50% más pobre apenas consiguió
repartirse un 7%.
Premiar el trabajo, no la riqueza muestra con detalle cómo la
economía mundial posibilita que los más ricos sigan acumulando vastas fortunas,
mientras que cientos de millones de personas deben luchar cada día para
sobrevivir con salarios de pobreza mínimos alimentando la actual crisis de desigualdad
global. Así, entre 2006 y 2015, la riqueza de esta élite económica ha
crecido en un promedio del 13% al año; seis veces más rápido que los salarios
de las personas trabajadoras que apenas han aumentado de media anual en un 2%.
Entre
marzo de 2016 y marzo de 2017 se produjo el mayor aumento de la historia en el
número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un
nuevo milmillonario cada dos días. Dentro de nuestras fronteras, en el
último año 4 nuevos multimillonarios españoles entraron a formar
parte de la lista creada por la revista Forbes. Hoy ya son 25.
La tendencia de esta concentración de
la riqueza en pocas manos es similar en otros rincones del planeta. En América
Latina y el Caribe, en 2017 el 10% más rico de la población concentraba el 68%
de la riqueza total, mientras que el 50% más pobre solo accedía al 3.5%.
"El boom de los
milmillonarios no es signo de una economía próspera, sino un síntoma del
fracaso en el proceso del sistema económico. Se explota a las personas que
fabrican nuestras ropas, ensamblan nuestros teléfonos y cultivan los alimentos
que consumimos para garantizar un suministro constante de productos baratos,
así como para engrosar los beneficios de las grandes empresas y sus adinerados
inversionistas”, lamenta el director general de Oxfam Intermón, José María Vera.
<<
¿Cuáles son, en términos generales, los síntomas distintivos de una situación
revolucionaria? Estamos seguros de no equivocarnos cuando señalamos los
siguientes tres síntomas principales: 1) cuando es imposible para las clases
gobernantes mantener su dominación, ante una crisis en una u otra forma
entre las “clases altas”; una crisis en la política de la clase dominante, que
abre una hendidura por la que irrumpen el descontento y la indignación de las
clases oprimidas. Para que estalle la revolución no basta, por lo general, que
los de abajo no quieran seguir viviendo como antes, sino que también es
necesario que “los de arriba no
puedan vivir como hasta entonces”; 2) cuando los sufrimientos y las
necesidades de las clases oprimidas se han hecho más agudos que habitualmente;
3) cuando como consecuencia de las causas mencionadas, hay una considerable
intensificación de la actividad de las masas, las cuales en tiempos “pacíficos”
se dejan expoliar sin quejas, pero en tiempos agitados son impulsadas, tanto por
todas las circunstancias de las crisis como por las mismas “clases altas”, a la
acción histórica independiente transformadora de la realidad.
Sin estos cambios objetivos
que son independientes de la voluntad, no sólo de determinados grupos o
partidos sino también de determinadas clases, una revolución es, por regla
general, imposible. El conjunto de estos cambios objetivos es,
precisamente, lo que se llama situación revolucionaria. Tal situación
existió en Rusia en 1905 y en todos los períodos revolucionarios en Occidente;
también existió en la década de los sesenta el pasado siglo [XVIII] en Alemania, y en Rusia en 1859-1861 y 1879-1880, sin que se produjeran
revoluciones en esos momentos. ¿Por qué? Porque la revolución no se produce en
cualquier situación revolucionaria; se produce sólo ante una situación donde
los cambios objetivos citados son acompañados por un cambio subjetivo [en
la conciencia de los explotados] como es
la habilidad de la clase revolucionaria
para realizar acciones revolucionarias de masas suficientemente fuertes como para desbaratar (o
dislocar) el viejo gobierno, que jamás “caerá” si no se lo “hace caer”>> (V.
I. Lenin: “La bancarrota de la IIª
Internacional” Ed. “Akal”/1977. Obras Completas. Tomo XXII Pp. 310. Escrito
entre la segunda quincena de mayo y la primera de junio en 1915. Lo entre
corchetes y el subrayado nuestros).
03/09/2019 - 16:07h
La evasión de impuestos como única forma
de aumentar la riqueza de los empresarios
El acaudalado fundador de Inditex,
Amancio
Ortega EFE
El
número de "superricos" en España, aquellos que declaran poseer bienes
susceptibles de pagar el impuesto de patrimonio por valor de más de treinta
millones de euros, alcanzó los 611 en 2017 según los datos publicados este martes por
la Agencia Tributaria.
Este es
uno de los tributos cedidos a las comunidades autónomas, que pueden llegar a
evitar por completo su cobro. Es el caso de la Comunidad de Madrid, acusada
habitualmente de aprovechar las ventajas de la capitalidad para atraer a millonarios y empresas (lo que se
conoce como "dumping
fiscal").
Si se
compara la cifra de superricos de este año con la que se recogió en 2007, los
grandes patrimonios se han casi triplicado, al crecer más de un 162%. Un año
antes, en 2006, sólo hubo 200 contribuyentes en ese tramo, con lo que la subida
ha sido de más del triple. Durante ese mismo periodo se ha producido una crisis
económica que, entre otras cosas, ha supuesto un aumento de la brecha de
desigualdad de la riqueza en España.
De esos
611 multimillonarios, un total de 413 se ahorraron 406 millones de euros en
concepto de bonificaciones autonómicas, la mayoría en la Comunidad de Madrid,
donde nadie paga impuesto de patrimonio, no importa cuál sea su riqueza.
Si se
tiene en cuenta al total de potenciales declarantes, no solo los que tienen más
de 30 millones, las bonificaciones autonómicas ese ejercicio ascendieron a
1.008 millones. Casi el 99% de las mismas se produjo en la Comunidad de Madrid
(cuyo nuevo gobierno ha prometido otra bajada "histórica" de impuestos).
Es prácticamente la misma cantidad que se recaudó en toda España en 2017, que
ascendió a 1.112 millones de euros.
Así, desde
entonces y en la región española que ahora preside Isabel Díaz Ayuso,
por ejemplo16.856 potenciales
declarantes del impuesto de patrimonio, (con carácter general aquellos
con más de 700.000 euros exceptuando hasta 300.000 euros de la vivienda
habitual), dejaron de pagar a Hacienda en 2017 la suma de 995,5 millones: 995.500.000.000.
Consejos útiles sobre gestión
empresarial y actualidad legal
¿Qué es el
dumping fiscal y por qué las diferentes autonomías estatales se pelean por
atraer a las empresas?
17 febrero, 2017 3 minutos de lectura
Todas
las empresas buscan ajustar el pago de sus impuestos al mínimo posible. Una de
las cuestiones que marca de forma importante cuánto van a pagar puede depender
de dónde tiene su sede social. En España, las diferentes autonomías tienen
margen para regular determinados impuestos. De esta forma, la misma empresa
puede pagar menos tasas si se ubica en una comunidad u otra. Es lo que se
conoce como dumping fiscal, que provoca que las diferentes autonomías se
peleen por atraer a las empresas.
¿Cuál
sería la oferta para los empresarios? Una fiscalidad más amable, es decir, con
unos tipos impositivos más bajos en los impuestos que tienen que pagar las
empresas. Esto hace que muchas sitúen sus sedes sociales en estos
territorios, aunque luego los centros de producción o distribución estén
repartidos por todo el territorio nacional.
Para
las autonomías supone una fuente de ingresos extras, ya que de otra forma estas
firmas no tendrían su sede en su territorio, quedándose allí donde tengan su
centro operativo. Este movimiento provoca tensiones importantes entre las
diferentes comunidades, que ven cómo sus empresas se mudan a otra autonomía
buscando un mejor tratamiento fiscal.
¿A qué impuestos afecta el
dumping fiscal?
Las
Comunidades Autónomas actúan sobre determinados impuestos que afectan tanto
a personas como a empresas. A esto hay que añadir que el País Vasco y
Navarra tienen un concierto económico especial. En este caso quedarían fuera de
lugar en la comparación. Los impuestos en los que las autonomías pueden decidir
subir o bajar son:
La autonomía fiscal y la competencia
con Europa
Lo
cierto es que en muchas empresas la queja se deriva más de la competencia
que se ejerce con otros países de la Unión Europea, que dan un tratamiento
fiscal más beneficioso a las grandes empresas. Luego éstas, a través de
diferentes mecanismos de ingeniería fiscal, derivan sus ganancias obtenidas en
los diferentes territorios de la Unión hacia la empresa ubicada en el que
tenga un mejor tratamiento fiscal. Irlanda y Luxemburgo están en el
disparadero por este tipo de situaciones.
Ejemplos
hay muchos, como el de Apple en España, que paga muchos menos impuestos que los que paga una pyme
[Pequeña y Mediana Empresa] con ingresos inferiores, al
ubicar su sede principal para Europa en Irlanda con un tipo real efectivo del
0,005%. Esto supone una dura competencia para otras empresas tecnológicas que
tratan de competir.
Para
evitar este tipo de situaciones, tanto en el caso de personas como de empresas,
lo que se reclama es que existan unos límites máximos y mínimos
que los diferentes estados, pero también las autonomías, puedan aplicar,
evitando que, en este caso, la tributación pueda producir grandes
desigualdades.
En
otros casos lo que se reclama es una mayor autonomía fiscal por parte de las
diferentes comunidades, algo que tendrá que negociarse de forma conjunta
como un nuevo pacto de financiación autonómica. De esta forma se competiría
entre ellas por captar empresas a cambio de una mejor fiscalidad. Esto
beneficiaría sobre todo a las comunidades con más recursos, ya que tienen más
margen para poder ajustar sus impuestos.
No es la
clase media; es la mayoritaria clase baja
Los ciudadanos con rentas menores
alcanzan casi el 40%, 12 puntos más que antes de la crisis anterior desde 1
Un mendigo junto a un cajero en
Madrid, en 2013. G. JULIEN AFP / Getty
El
porcentaje de personas que ha llegado a formar parte de la clase baja de la sociedad
española durante la Gran Recesión (años 2007 a 2013, últimos datos disponibles)
subió casi un 12 puntos porcentuales: del 26,6% de la población al 38,5%. Este
es el problema principal de la sociedad española, no el de las clases medias,
por otra parte muy significativo. Lo que ha sucedido es que en los largos años
de la bonanza, pocos ciudadanos querían definirse de clase baja por un factor
de emulación; una amplia porción de la población se sentía ascendente, con un
incremento del consumo y el acceso a una vivienda en propiedad, gracias al
aumento de los ingresos personales y familiares y también debido a un
endeudamiento sin límites facilitado por unos tipos de interés muy bajos. La
"ilusión monetaria" de buena parte de esas aparentes clases medias se
quebró con la crisis económica y apareció el eslogan de "hemos vivido por
encima de nuestras posibilidades".
Un
magnífico estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de
Investigaciones Económicas ( Distribución de la renta, crisis económica y
políticas redistributivas ) ha puesto negro sobre blanco algunas de las
tendencias de la estratificación social: 1) la renta per cápita y por hogar al
inicio de la segunda década del siglo XXI ha retrocedido a los niveles de
finales del siglo pasado; 2) no solo ha caído la renta sino que el reparto de
la misma ha empeorado sustancialmente desde el inicio de la crisis, con máximos
históricos de desigualdad; 3) el aumento sin parar de esta desigualdad unido a
la caída importante de los ingresos conlleva que los estratos inferiores en la
distribución han visto disminuir sus niveles de vida de forma drástica.
"Ello ha generado", dice el informe, "situaciones de pobreza y
exclusión social que, hace unos años, parecían desterrados de nuestra sociedad".
Más pobres,
más desiguales, menos protegidos y más precarios. Esta es la herencia
estructural que deja en nuestro país la crisis y la gestión de la misma (la
política económica aplicada, y reformas como las laborales, aprobadas en este
periodo). Si se tuviera que establecer una clasificación del modo en que se han
reducido las rentas reales, esta sería la siguiente: el 30% de las rentas
menores han perdido alrededor de un 20% de sus ingresos; las clases medias han
perdido alrededor del 6%-7%, mientras que las rentas muy altas han subido
(Lisdata; elaboración de Kiko Llaneras a partir de un gráfico de Branko
Milanovic).
Según
el informe de la Fundación BBVA y el
IVIE, la renta media
disponible de las familias pasó en el periodo contemplado de alrededor de
28.000 euros en 2007 a 22.000 euros, y las personas que se consideraban de
clase media bajaron del 60,6% al 52,3%, lo que supone unos tres millones de
ciudadanos. El Banco Mundial ha utilizado el concepto de
"vulnerables" para referirse a aquellas personas o familias que un
día se sintieron parte de la clase media y que la crisis económica ha bajado de
escalón. Son clases muy móviles. En el año 1997, el gran economista Rudi Dornbusch,
profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ya desaparecido, publicó
un artículo de referencia titulado "Bye, bye, middle class",
en el que preanunciaba lo que podía suceder, mucho antes de la llegada de la
Gran Recesión. Este texto se olvidó en sociedades como las de algunos países
del sur de Europa, España entre ellos, y buena parte del continente
latinoamericano, en donde las clases medias emergieron con fuerza durante la
parte alta del ciclo económico. El artículo de Dornbusch ha vuelto a ponerse de
actualidad, pero lo más lacerante de la cartografía social está más abajo: en
ese casi 40% de la población de clase desfavorecida que vive "situaciones
de pobreza y exclusión que hace unos años parecían desterradas de nuestra
sociedad".
Como ya
hemos adelantado en exponer, Marx sostuvo que el gobierno democrático es esencialmente inviable en una sociedad
capitalista, y que solo sería posible con una transformación de las bases mismas en la sociedad. Esta idea
partió de su argumentación sobre el Estado, sosteniendo que para la tradición
liberal es un representante de la comunidad (o lo público) en su conjunto,
frente a los objetivos y preocupaciones
privadas de los individuos. Pero, de acuerdo con Marx y Engels, esta
idea es ilusoria. Al tratar formalmente igual a todo el mundo, de acuerdo con
principios que protegen la libertad
individual y su derecho a la propiedad, el Estado puede que actúe
«neutralmente», pero genera efectos que son parciales. Es decir, defiende inevitablemente los privilegios
de los propietarios privados.
Para
Marx el movimiento en favor del sufragio
universal y de la igualdad política era, en términos
generales, un paso adelante de suma importancia. Sin embargo, su potencial emancipador universal estaba severamente limitado por
las desigualdades entre las clases sociales y las restricciones que los
burgueses imponían en la elección política, económica y social de muchas
personas. Según su premisa
clave, el voto es un instrumento incapaz de marcar el devenir
del Estado (de donde ha nacido el eslogan: «Si
votar sirviera de algo, estaría prohibido»). Y aunque es cierto que en los
escritos de Marx existen diferentes visiones sobre esta materia, la dominante
es la que apunta al Estado y a la burocracia como instrumentos dominantes que
surgieron para coordinar una sociedad, donde prevalece el interés de la clase burguesa dirigente. Los
argumentos más elaborados sobre esta cuestión están presentes en su obra
titulada: El
18 Brumario de Luis Bonaparte.
Esta
obra es un análisis elocuente de la subida al poder político en Francia, entre 1848 y 1852 de Luis Napoleón
Bonaparte. En ella
describe la forma en que ese poder se
acumuló en manos del ejecutivo a expensas de la sociedad civil y los
representantes políticos de la clase capitalista. Este estudio sirvió a Marx
para poner distancia respecto a la idea del Estado como «instrumento de
intuición universal» o «comunidad ética”» ante el desorden. Marx señalaba que
el aparato del Estado, es simultáneamente un cuerpo parásito en la sociedad civil y una fuente autónoma
de acción política, describiéndolo como un inmenso conjunto de instituciones
con capacidad para modelar a la sociedad civil, e incluso para restringir la
capacidad de la burguesía, a la que le concedía cierta autonomía frente a la
sociedad, donde los resultados políticos han sido la trabazón entre coaliciones
complejas y disposiciones constitucionales.
Pero Karl
Marx plantea en El 18 Brumario que los agentes del estado no solo
coordinan la vida política en interés
de la clase burguesa dominante de la sociedad civil. El ejecutivo, en
determinadas circunstancias, tiene la capacidad de tomar la iniciativa
política. Pero el interés de Marx incluso al discutir esta idea, era referirse
esencialmente al Estado como fuerza coercitiva. Destacaba la importancia de su
red de información como un mecanismo de vigilancia, y la forma en que su
autonomía política se entrelaza con su capacidad para minar los movimientos
sociales que cuestionan el statu quo —básicamente el obrero—. Más aun,
la dimensión represiva del Estado se complementa con su capacidad para
sostener la creencia en la inviolabilidad de ese mismo statu quo. Lejos
de ser, por tanto, el fundamento para la articulación del interés público, el Estado transforma «las metas universales
en otra forma: la del interés privado burgués».
Sin embargo, pese a conceder este
hecho, existieron ciertos límites fundamentales respecto a las iniciativas que
Bonaparte podía tomar sin arrastrar a la sociedad a una gran crisis. La
conclusión central de Marx que sigue siendo clave en sus obras, es que el Estado en el capitalismo no puede
dejar de depender de la sociedad y, por encima de todo, de los que poseen y
controlan los procesos de producción, es decir, los empresarios. Las
políticas globales del Estado tienen que ser compatibles a largo plazo, pues,
con los objetivos de los industriales y comerciantes, porque de otra forma se
comprometería la sociedad civil y la estabilidad del Estado mismo. Por ello, a
pesar de que Bonaparte usurpó el poder político a los representantes de la
burguesía, protegió su existencia y poder
absoluto material. Consecuentemente, Napoleón III estaba obligado a apoyar el interés económico a largo
plazo de la burguesía, independientemente de lo que decidiera hacer desde el
gobierno:
<<El
proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su lucha contra la
burguesía comienza con su surgimiento.
Al
principio, su lucha es entablada por obreros aislados, después por los obreros
de una misma fábrica, más tarde por los
obreros del mismo oficio de la localidad contra el burgués individual que los
explota directamente. No se contentan con dirigir sus ataques contra las
relaciones burguesas de producción, y los dirigen contra los mismos
instrumentos de producción: destruyen las mercancías extranjeras que les hacen
competencia, rompen las máquinas, incendian las fábricas, intentan reconquistar
por la fuerza la posición perdida del artesano de la Edad Media.
En esta
etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y disgregada por
la competencia. Si los obreros forman masas compactas, esta acción no es
todavía consecuencia de su propia unión, sino de la unión de la burguesía, que
para alcanzar sus propios fines políticos debe —y por ahora aún puede— poner en
movimiento a todo el proletariado. Durante esta etapa, los proletarios no
combaten, por tanto, sino contra los enemigos de sus enemigos, es decir, contra
los restos de la monarquía absoluta, los propietarios territoriales, los
burgueses no industriales y los pequeños burgueses. Todo el movimiento
histórico se concentra, de esta suerte, en manos de la burguesía; toda victoria
alcanzada en estas condiciones es una victoria de la burguesía.
Pero la
industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el número de proletarios, sino
que les concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y adquieren mayor
conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de existencia de los
proletarios se igualan cada vez más a medida que la máquina va borrando las
diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un
nivel igualmente bajo. Como resultados de la creciente competencia de los
burgueses entre sí y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios
son cada vez más fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de
la máquina coloca al obrero en situación cada vez más precaria; las
colisiones entre el obrero individual y el burgués individual adquieren más y
más el carácter de colisiones entre las dos clases. Los obreros empiezan a
formar coaliciones actuando en común para la defensa de sus salarios: Llegan
hasta formar asociaciones permanentes para asegurarse los medios necesarios, en
previsión de estos choques eventuales. Aquí y allá la lucha estalla en
sublevación. A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero
resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más
extensa de los obreros. . Esta unión es propiciada por el crecimiento de los
medios de comunicación creados por la gran industria, que ponen en contacto a
los obreros de diferentes localidades. Y basta con ese contacto para que las
numerosas luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se
centralicen en una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de
clases es una lucha política. Y la unión que los habitantes de las ciudades de
la Edad Media, con sus caminos vecinales, tardaron siglos en establecer, los
proletarios modernos, con los ferrocarriles, la llevan a cabo en unos pocos
años.
Esta
organización del proletariado en clase y, por tanto, el partido político,
vuelve sin cesar a ser socavada por la competencia entre los propios obreros.
Pero resurge, y siempre más fuerte, más firme, más potente. Aprovecha las
disensiones intestinas de los burgueses para obligarles a reconocer por la ley
algunos intereses de la clase obrera; por ejemplo, la ley de la jornada de diez
horas en Inglaterra.
En
general, las colisiones en la vieja
sociedad favorecen de diversas maneras el proceso de desarrollo del
proletariado. La burguesía vive en lucha permanente: al principio, contra la
aristocracia; después contra aquellas fracciones de la misma burguesía, cuyos
intereses entran en contradicción con los progresos de la industria, y siempre,
en fin, contra la burguesía de todos los demás
países. En todas estas luchas se ve forzada a apelar al proletariado, a
reclamar su ayuda y a arrastrarle así al movimiento político. De tal manera, la
burguesía proporciona a los proletarios los elementos de su propia educación,
es decir, armas contra ella misma.
Además,
como acabamos de ver, el progreso de la industria precipita a las filas del
proletariado a capas enteras de la clase dominante, o, al menos, las amenaza en sus condiciones de existencia.
También ellas aportan al proletariado elementos de educación.
Finalmente,
en los períodos en que la lucha de
clases se acerca a su desenlace, el proceso de desintegración de la clase
dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan
agudo, que una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la
clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir. Y así como
antes una parte de la nobleza se pasó a la burguesía, en nuestros días un
sector de la burguesía se pasa al proletariado, particularmente ese sector de
los ideólogos burgueses que se han elevado hasta la comprensión teórica del
conjunto del movimiento histórico.
De todas
las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una
clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y
desaparecen con el desarrollo de la gran
industria; el proletariado, en cambio es un producto más peculiar…
Los
estamentos medios —el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano,
el campesino—, todos ellos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina
su existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios sino
conservadores. Más todavía, son reaccionarios, ya que pretenden volver atrás
las ruedas de la Historia. Son revolucionarios únicamente por cuanto tienen
ante sí las perspectivas de su tránsito inminente a la condición de
proletarios, defendiendo así no sus intereses presentes sino sus intereses
futuros, por cuanto abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del
proletariado.
El
lumpenproletariado, ese producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja
sociedad, puede a veces ser arrastrado
al movimiento por una revolución proletaria; sin embargo, en virtud de todas
sus condiciones de vida está más bien
dispuesto a venderse a la reacción para servir a sus maniobras.
Las
condiciones de existencia de la vieja sociedad están ya abolidas en las
condiciones de existencia del proletariado. El proletariado no tiene
propiedad; su relación con la mujer y con sus hijos no tienen nada de común con
las relaciones familiares burguesas; el trabajo industrial moderno, el moderno
yugo del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Norteamérica
que en Alemania, despoja al proletariado de todo carácter nacional. Las leyes,
la moral, la religión, son para él meros prejuicios burgueses, detrás de los
cuales se ocultan otros tantos intereses de la burguesía.
Todas las
clases que en el pasado lograron hacerse dominantes, trataron de consolidar la
situación adquirida sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo
de apropiación. Los proletarios no pueden conquistar las fuerzas productivas
sociales, sino aboliendo el propio modo de apropiación de la burguesía en vigor
y, por tanto, todo modo de apropiación existente hasta nuestros días. Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo
lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada
existente.
Todos
los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías.
El movimiento proletario es un movimiento propio de la inmensa mayoría en
provecho de la inmensa mayoría. El proletariado, capa inferior de la sociedad
actual, no puede levantarse, no puede enderezarse, sin hacer saltar toda la
superestructura formada por las capas de la sociedad oficial…
Todas las
sociedades anteriores, como hemos visto, han descansado entre el antagonismo
entre clases opresoras y oprimidas: Pero para poder oprimir a una clase, es
preciso asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su
existencia de esclavitud. El siervo, en pleno régimen de servidumbre, llegó a
ser miembro de la Comuna, lo mismo que el pequeñoburgués llegó a elevarse a la
categoría de burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. El obrero moderno,
por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende
siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El
trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que
la población y la riqueza. Es, pues, evidente, que la burguesía no puede
seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a
ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es
capaz de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo su existencia, ni
siquiera dentro del marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarle
decaer hasta el punto de tener que mantenerle en lugar de ser mantenida por él.
La sociedad ya no puede vivir bajo su dominación; lo que equivale a decir que
la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible con la de la
sociedad.
La
condición esencial de la existencia y dominación de la clase burguesa, es la
acumulación de riqueza en manos de particulares, la formación y el acrecentamiento
del capital. La condición de existencia del capital es el trabajo asalariado.
El trabajo asalariado descansa exclusivamente sobre la competencia de los
obreros entre sí. El progreso de la industria, del que la burguesía incapaz de
oponérsele, es agente involuntario, sustituye el aislamiento de los obreros,
resultante de la competencia, por su unión revolucionaria mediante la
asociación. Así el desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la
burguesía las bases sobre las que ésta produce y se apropia lo producido. La
burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la
victoria del proletariado son igualmente inevitables. (K. Marx y F. Engels: “Manifiesto del Partido Comunista”. Obra publicada en 1850 por “El republicano rojo”. Versión
castellana de 1989 Ed. L’eina. Lo entre corchetes y el subrayado nuestros).
GPM.
¿Qué conclusiones cabe sacar de este
manifiesto? Que la propiedad privada
sobre los medios de producción y el dinero bancario, han venido siendo
históricamente incompatibles con la tan
falsamente consagrada “libertad, igualdad y fraternidad” de los
seres humanos en el mundo, desde la Revolución francesa hasta nuestros días. Y
en efecto:
<<El sistema de la verdadera libertad
universal basada en la igualdad [de las relaciones sociales productivas], no sólo tiene a su favor las mayores
ventajas, sino también la estricta justicia…Cada ser humano en su
relación laboral, es un eslabón indispensable, en la cadena de los efectos, que
parte de una idea para culminar, tal vez, en la producción de una pieza de
paño, por ejemplo. Por eso, del hecho de que nuestros gustos no sean los mismos
para las distintas profesiones, no hay que deducir que el trabajo de uno deba
ser retribuido mejor que el de otro. El inventor recibirá siempre, además de su
justa retribución en dinero, el tributo de nuestra admiración, que sólo el
genio puede obtener de nosotros…
Por la naturaleza misma del trabajo
y del intercambio, la estricta justicia exige que todos los que intercambian
obtengan beneficios no solo mutuos, sino iguales (all exchangers should be not only mutually but they should
likewise be equally benefited). No hay más que dos cosas que los seres
humanos pueden cambiar entre sí, a saber: el trabajo y los productos del
trabajo. Si los cambios se efectuasen según un sistema equitativo, el valor de
todos los artículos se determinaría por
un coste de producción completo; y valores iguales se cambiarían siempre por
valores iguales (If a just sistema of exchanges were
acted upon, the value all articles would be determined by the entire cost of
production, and equal values should always exchange for equal values). Si, por
ejemplo, un sombrerero que invierte una jornada de trabajo en hacer un sombrero
y un zapatero que emplea el mismo tiempo en hacer un par de zapatos —suponiendo
que la materia que ambos empleen tenga el mismo valor— y cambian estos
artículos entre sí, el beneficio obtenido de este cambio es al mismo tiempo mutuo
e igual. La ganancia de una de las partes no puede
ser una pérdida para la otra, puesto que ambas han suministrado la misma
cantidad de trabajo. Pero si el sombrerero recibiese dos pares de calzado por un sombrero,
no variando las condiciones arriba supuestas, es evidente que el cambio
sería injusto. El sombrerero usurparía al zapatero una jornada de trabajo. (…);
y procediendo así en todos sus cambios, recibiría por el trabajo de medio año el producto de todo un año de
otra persona (…). Hasta aquí hemos seguido siempre este sistema de cambio
eminentemente injusto: los obreros han
dado al capitalista el trabajo de todo un año a cambio del valor de medio año (the workmem have given the capitalist the labour of a whole year, in
exchange for the value of only half a
year). De ahí, y no de una supuesta desigualdad de las fuerzas físicas e
intelectuales de los individuos [de condición asalariada], es de donde proviene la desigualdad de
riquezas y de poder. La desigualdad de los intercambios, la diferencia de
precios en las compras y en las ventas, no puede existir sino a condición de
que los capitalistas sigan siendo capitalistas y los obreros, obreros (…) La
transacción entre el trabajador y el capitalista es una verdadera farsa: en
realidad no es, en miles de casos, otra cosa que un robo descarado, aunque legal. (The whole transaction between the producer
and the capitalist is mere farse: it
is, in fact, in thousands of instances, no other than a barefaced
though legalised robbery). (John Francis Bray: Op. Cit. Pags. 45, 48, 49 y 50.
Cita de Marx en “Miseria de la filosofía”
Ed. Progreso-Moscú Pp. 61). Versión digitalizada Ver Pp.
26-27. El subrayado y lo entre corchetes nuestros).
La consideración del objetivo y de
la misión de la sociedad me autoriza a hacer la conclusión de que no sólo deben
trabajar todos los hombres y de obtener de este modo la posibilidad de cambiar,
sino también que valores iguales deben cambiarse por valores iguales. Además,
como el beneficio de uno no debe ser una pérdida para otro, el valor se debe
determinar por el gasto en la producción. Ein embargo, hemos visto que, bajo el
régimen social vigente, el beneficio del capitalista y del rico, es siempre una pérdida para el
obrero, que este resultado es inevitable, que bajo todas las formas de gobierno
el pobre queda siempre abandonado enteramente a merced del rico, mientras
subsista la desigualdad de los cambio, y que la igualdad de los cambios sólo
puede ser asegurada por un régimen social que reconozca la universalidad del
trabajo…La igualdad de los cambios hará gradualmente que la riqueza pase de manos de los
capitalistas actuales a manos de la clase obrera (John Francis Bray Op. cit. Pp.
53-55).
<<Mientras permanezca en vigor
este sistema de desigualdad en los intercambios, los productores [asalariados] seguirán siendo tan pobres, tan ignorantes, estarán tan agobiados por
el trabajo como lo están actualmente...Sólo un cambio total de sistema,
la introducción de la igualdad del trabajo y de los cambios, puede mejorar este
estado de cosas y asegurar a los seres humanos la verdadera igualdad de
derechos… A los productores les bastará hacer un esfuerzo —son ellos
precisamente quienes deben hacer todos los esfuerzos para su propia salvación—
y sus cadenas serán rotas para siempre. Como fin, la igualdad política es un
error, y como medio también es un error (As and en, the political equality is there a failure). Con
la igualdad de los cambios, el beneficio de uno no puede ser pérdida para otro:
porque todo cambio no es más que una simple transferencia
de trabajo y de riqueza, no exige ningún sacrificio. Por tanto, bajo un sistema
social basado en la igualdad de los cambios, el productor podrá llegar a
enriquecerse por medio de sus ahorros; pero su riqueza no será sino el producto
acumulado de su propio trabajo. Podrá cambiar su riqueza o donarla a otros;
pero si deja de trabajar no podrá seguir siendo rico durante un tiempo
más o menos prolongado. Con la igualdad de los cambios, la riqueza pierde el
poder actual de renovarse y de reproducirse, por decirlo así, por sí misma: no
podrá llenar el vacío creado por el consumo; porque, una vez consumida, la
riqueza es perdida para siempre si no es reproducida por el trabajo. Bajo el
régimen de cambios iguales no podrá ya existir lo que ahora llamamos beneficios e intereses. Tanto el
productor como el distribuidor recibirán igual retribución [equivalente al
valor creado por su propio trabajo]. Y el valor de cada artículo creado y puesto a disposición del
consumidor, será determinado por la suma total del trabajo invertido por ellos
(…). El principio de la igualdad en los cambios debe, pues, conducir por su
propia naturaleza, al trabajo universal>>
[John
Francis Bray: Op. Cit. Pp. 67, 88, 89, 94, 109 y 110.
Citado
por Marx en “Miseria de la Filosofía” Cap.
I Apartado II. Pp. 61 Ed. Progreso. Lo
entre corchetes y el subrayado nuestros].
Versión digitalizada ver: Pp. 26.
[Últimos dos párrafos ver Pp. 27 y 28. El subrayado y lo entre corchetes
nuestros].
GPM.
En síntesis:
que según el pensamiento de Marx, Engels y John Francis Bray, el hecho de que
hoy todavía subsista en el Mundo la
propiedad privada de los medios de producción y el dinero bancario en poder de
los empresarios industriales, comerciales y de servicios, es una
realidad histórica intolerable. Porque tales condiciones no han hecho más que
determinar históricamente, que los
intercambios desiguales de la relación entre patronos y obreros —que
han propiciado el reparto desigual de
la riqueza desde los orígenes del capitalismo—, no han hecho más que agudizarse
a expensas de la penuria relativa de los asalariados, que no ha dejado de
aumentar y en estas estamos ahora mismo, donde se verifica que:
1) El 0,6 % de la población adulta del Planeta, dispone del 39,3 % de
la riqueza creada en el mundo.
2) Más de una tercera parte de esa
riqueza, está controlada por una super élite de apenas 29 millones de personas. Justo por debajo de ellos, una segunda
división de la élite opulenta mundial representada por 344 millones de personas (el 7,5
% de la población mundial) ostenta
otro 43,1 % de la riqueza total del globo terráqueo.
3) Sumando ambos valores porcentuales medidos en
términos de población y tenencia de riqueza, resulta que el 8,1 % de la población mundial posee el 82,4 % de la riqueza en el
Planeta.
4) Si analizamos la pirámide por la
parte baja de sí misma, las conclusiones son aún más desoladoras: alrededor de 3.184 millones de personas, el
69,3 % de la población mundial, con una riqueza inferior a los 10.000 dólares,
acumula el 3,3 % de la riqueza del Planeta.
5) El dato es aún más preocupante al
descubrir que 4.219 millones de
personas, el 91,8 % de la población
adulta mundial, tan sólo acumula el 17,7 % de la riqueza total. Cfr.: https://www.elblogsalmon.com/economia/una-super-elite-mueve-los-hilos-de-la-economia-mundial.
6) 2015 será recordado como el primer
año de la serie histórica, en el que la
riqueza del 1% de la población mundial alcanzó la mitad del valor del total de
activos. En otras palabras: el 1% de la población mundial, aquellos que tienen
un patrimonio valorado en 760.000 dólares, poseen tanto dinero —líquido o invertido—
como el 99% restante de esa población mundial. Esta enorme brecha entre
privilegiados y el resto de la humanidad acorralada en la miseria, lejos de
disminuir ha seguido ampliándose desde el inicio de la Gran Recesión, en 2008. Cfr.: http://economia.elpais.com/economia/2015/10/13/actualidad/1444760736_267255.html?rel=mas.
Éste ha sido
el resultado histórico de la todavía
vigente propiedad privada de los empresarios en la sociedad civil de
todo el Mundo. ¿Y qué ha sucedido con la llamada democracia representativa en las instituciones estatales?
Que a la hora de gobernar, la inmensa
mayoría social de los llamados “ciudadanos de a pie” —arrastrados hacia
la miseria por la desigualdad de los
intercambios en su relación social con sus patronos capitalistas—,
tampoco pintan nada. Porque no pueden hacer más que votar en las elecciones
periódicas delegando eventualmente el
poder en políticos profesionales oportunistas y corruptos que se disputan el gobierno de las
distintas naciones, para que en su condición de candidatos presuntamente les
representen, cuando en realidad ellos se representan despóticamente a sí mismos
en contubernio con sus colegas
empresarios, enriqueciéndose mutuamente sin límites a expensas del
trabajo ajeno.
Así
las cosas, la todavía vigente propiedad privada sobre los medios materiales de producción y el dinero bancario,
que inevitablemente ostentan los patronos
burgueses y que, a instancias de los políticos profesionales en los distintos países ha derivado
en poder político sobre la
inmensa mayoría en el mundo de terceras personas dependientes de su trabajo
asalariado —por tiempo determinado—, ha sido y sigue siendo el fundamento de la
dictadura que la clase social burguesa ejerce sobre el proletariado bajo el
capitalismo, tal como lo dejara por primera
vez negro sobre blanco F. Engels:
<<Pero hoy [en 1847], cuando merced al desarrollo de la gran industria, en primer lugar se han constituido
capitales y fuerzas productivas en proporciones sin precedentes, y existen
medios para aumentar en breve plazo hasta el infinito estas fuerzas
productivas; cuando, en segundo lugar, estas
fuerzas productivas se concentran hoy en manos de un reducido número de
burgueses, mientras la gran masa del pueblo se va proletarizando y
empobreciendo, con la particularidad de que su situación se hace más cada vez
más precaria e insoportable en la medida en que aumenta la riqueza de los
burgueses; cuando en tercer lugar, estas
poderosas fuerzas productivas, que se multiplican con tanta facilidad hasta
rebasar el marco de la propiedad privada y del burgués, provocando
continuamente las mayores conmociones del orden social, sólo ahora la supresión
de la propiedad privada se ha hecho posible e incluso absolutamente necesaria>>.
(F. Engels a fines de octubre y principios de noviembre de 1847 en su obra:
“Principios del Comunismo” publicada
por Ed. l’eina/1989. Pp. 85). Versión digitalizada ver en
apartado XV último párrafo).
Por lo tanto, si como es cierto y verdad que todo
principio activo mueve a la
realización de un fin, teniendo en cuenta que la finalidad del capitalismo es
la acumulación de ganancia económica explotando trabajo ajeno cada vez más
productivo, más allá de lo señalado por F. Engels ocurrió contradictoriamente, que la creciente productividad del
trabajo asalariado sólo ha sido posible a instancias de medios materiales técnicos cada vez más eficaces sustitutos de trabajo humano
—única fuerza esta última creadora de
valor económico—, y dado que tales instrumentos materiales se limitan a trasladar su costo de
mercado al producto, en
forma de amortización por desgaste.
O sea, que no generan ganancia
ninguna. Así lo dejó negro sobre blanco K. Marx en sus “Líneas fundamentales de la crítica de la
economía”, escrito entre 1857 y 1858:
<<Tan pronto como el trabajo [humano ganancial explotado] en forma inmediata [ha ido siendo
sustituido por maquinaria] dejando de
ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de [ese] trabajo [físico e
intelectual de los asalariados] deja y
tiene que dejar de ser su medida y, en consecuencia, el valor de cambio [de la
riqueza producida] tiene que dejar de ser la medida del valor de uso [trabajo
explotado]. El plustrabajo de la masa [asalariada] ha dejado de ser condición
para el desarrollo de la riqueza general [en manos de los
explotadores], así como también el no-trabajo de los [relativamente
pocos capitalistas todavía usufructuarios dirigentes del tinglado explotador], ha
dejado de ser condición de las fuerzas generales del cerebro humano [en
general]. Con ello se derrumba la
producción basada sobre el valor de cambio, el proceso de producción inmediato
pierde la forma de [producir miseria relativa en los explotados], y el antagonismo [entre las dos clases
sociales universales desaparece]. Aquí entra entonces [a manifestarse] el desarrollo de los individuos [libres
e iguales], y por lo tanto la reducción del tiempo de trabajo necesario, no
para crear plustrabajo sino para reducirlo en la sociedad a un mínimo, al que
corresponde entonces la función artística, etc., de los individuos gracias al tiempo
devenido libre y a los instrumentos [supletorios de trabajo vivo] creados para todos>>. (K. Marx: “Líneas fundamentales de la crítica de la
economía Política”. En alemán “Grundrisse”. Ed. Grijalbo. Segundo volumen:
El proceso de circulación del capital. Tomo II Cap. III Pp. 91. El subrayado y
los entre corchetes nuestros. Confrontar esta parte citada del texto traducido
por la mencionada Editorial, con la versión digitalizada en las páginas
228 y 229).
Para decirlo en términos más
sencillos: la tendencia objetiva
del movimiento capitalista ha
generado la combinación controvertida entre la propiedad privada y la
competencia intercapitalista, teniendo en cuenta que ambos principios activos han ido en
dirección inevitable hacia el automatismo
científico-técnico sustituto de trabajo humano por máquinas en las distintas
ramas de la producción; este es un hecho que históricamente ha venido
aproximando el capitalismo hacia el
fin de su existencia para siempre.
Y el caso es que hoy
día, esa tendencia ya casi roza una realidad actual que no permanece a la
espera de ningún futuro próximo. Porque la creciente
automatización mecánica de la producción como resultado de la competencia
intercapitalista, determina que la
ganancia creciente de la burguesía a expensas del trabajo humano, remita con tendencia inevitable a
desaparecer. Y es que la sustitución de puestos de trabajo asalariado
por maquinaria, no solo se reduce hasta dejar sin sentido la ganancia
capitalista explotando trabajo ajeno. Porque siembra la exclusión social profunda entre
los sectores mayoritarios de la sociedad, de tal modo marginados de la
producción, cada vez más más
numerosos. Un fenómeno este que así, de haber sido una excepción
durante las precedentes recesiones económicas mundiales periódicas, ha pasado
cada vez más imperiosamente a ser una norma que disuelve la explotación de trabajo asalariado:
<<Se han inventado máquinas que permiten
a un asalariado producir tanto hilo como el que podrían haber producido 250, o
incluso 300 hace 70 años, y a un hombre y 1 niño estampar tanto tejido como el
que podrían haber estampado antes 100 hombres y 100 niños. Los 150.000
trabajadores en las fábricas de hilar “producen” tanto hilo como el que habían
podido producir 40 millones con el huso de un solo hilo>> Gaskell: “Artisans
and Machinery”. London, 1836 Pp. 314. Citado por Marx en: “Líneas fundamentales de la crítica de la
economía política”. En alemán “Grundrisse”. Segundo volumen. Ed. Grijalbo
Pp. 227. Versión digitalizada Pp. 228 y
229).
Esta realidad explica, por
un lado, que la potencial productividad de la maquinaria deje sin sentido la
explotación de trabajo ajeno poniendo en evidencia la creciente defraudación al
fisco que practican las grandes y medianas
empresas capitalistas, y que según OXFAM
sea en las familias asalariadas sobre
quienes recaiga el 84% de la contribución al erario
público, frente al 13% que aporta el sector empresarial. Lo cual da cuenta del desigual
reparto de la riqueza en el mundo con una “recaudación impositiva insuficiente,
y un sistema tributario regresivo en su diseño e injusto a la hora de frenar
las fugas de dinero de los capitalistas hacia paraísos fiscales”. Un proceso que más o menos se verifica
a escala planetaria. Así las cosas, en el segundo trimestre de 2018 la deuda
pública en España ha crecido en 2.333 millones de
euros y se sitúa literalmente en un
billón ciento sesenta y dos mil novecientos cuarenta y seis millones de Euros:
1.162.946.000.000€. Esta cifra supone que la deuda pública en ese país
alcanzó el 98,8% del PIB [producto
interior bruto], mientras que en el trimestre anterior fue de 98,3. Pero no es
éste el único Estado nacional endeudado, porque puede consultarse el listado
completo de los países cuya deuda se incrementa (confrontar en: Deuda
Pública). Y para conocer toda la información
económica de España ver en Economía de España. También en ¿Fin de ciclo? La economía española empieza a mostrar signos
de agotamiento. Lo mismo sucede con la elegante
clientela que frecuenta el casino de Montecarlo, multimillonarios empresariales
de Saint James en Paris o Connecticut en los EE.UU. El botín
que custodian para ellos los paraísos fiscales se ha cifrado en 11,54
billones de dólares, el 80% del PIB norteamericano.
El actual gobierno español en acuerdo
con la formación política “Podemos”, ha decidido desde el próximo año subir el
Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 900 Euros en 14 pagas. Un
incremento de más del 22% desde la cifra de 735 Euros que fue acordada para
2018. Concretamente, el “Instituto de
Estudios Económicos” (IEE) ha dejado claro que esta subida, "ralentizará la creación de empleo a
tiempo completo, fomentará la contratación temporal y la economía sumergida, elevando
el paro estructural de los jóvenes y de los trabajadores menos cualificados":
<<Subiendo el salario mínimo no se
consigue mejorar la calidad del empleo, sino simplemente mantener en el paro a
muchos trabajadores que podrían encontrarlo en ausencia de dicha medida,
explica dicho Instituto en un comunicado. Hasta ahora, España
estaba en la segunda división europea del salario mínimo. Según los cálculos de
Eurostat, que mide los salarios mínimos prorrateados en 12 pagas, el nuevo SMI
español superará los 1.166 euros y nos pondría en el mismo grupo que Reino
Unido, Irlanda, Francia, los Países Bajos, Alemania, Bélgica y Luxemburgo. Por
primera vez, el salario mínimo de España superará al de Estados Unidos, que
tiene un SMI de 7,25 dólares la hora y que, según Eurostat, supone para una
jornada completa el equivalente a 1.011 euros/mes en 12 pagas. Otros países
como Dinamarca, Suecia, Austria, Italia, Finlandia o Chipre no tienen sueldos
mínimos fijados por ley>>. (Cfr.:https://www.elespanol.com/economia/empresas/20181011/respuestas-nuevo-salario-minimo-euros/344716322_0.html).
Otro tanto sostienen los
bancos. Por ejemplo, el Banco de España:
<<El Banco
estatal de España advierte de que el ritmo de creación de
empleo se desacelerará en 2019 con más fuerza debido a la subida del salario mínimo anunciada por el Gobierno
de Pedro Sánchez. No obstante, los efectos sobre el mercado de trabajo se verán
compensados por un ligero repunte observado últimamente en la actividad, que
está siendo un poco más dinámica de lo esperado, y por el impulso que
proporcionan la reciente caída del precio del petróleo
y un tipo de cambio del euro algo más depreciado. De tal modo que la previsión
de crecimiento de la economía para 2019 se deja igual: en el 2,2%, según las
últimas proyecciones del organismo publicadas este viernes.
"En comparación con las anteriores
proyecciones de septiembre, la tasa de desempleo proyectada para finales de
2020, del 12,9%, es casi un punto porcentual más alta", concluye el
documento elaborado por el servicio de estudios de la entidad. Y añade que la
subida del salario mínimo desempeña "una contribución relevante a la
hora de explicar la revisión a la baja del crecimiento del empleo".
El organismo de ese banco a cargo Pablo Hernández de Cos, sostiene que
el incremento del salario mínimo anunciado afectará de forma directa a un 6,2%
de los trabajadores en activo, "una proporción considerable dada la
importante cuantía" de la subida, fijada en el 22,3%. "Sin embargo,
según las estimaciones realizadas, el impacto de la medida sobre la
remuneración de los asalariados, en su conjunto, será prácticamente nulo, ya
que, en términos porcentuales, los efectos al alza sobre el salario medio se
verán compensados aproximadamente por una pérdida de empleo de similar
magnitud", afirma el documento. Es decir, en euros la masa salarial ganará
lo mismo pero la distribución será distinta: los salarios bajos conseguirán más
a costa de los que no obtendrán un trabajo.
En su comparecencia ante el Congreso a
principios de noviembre, el gobernador Hernández de Cos aseguró que se dejaría de crear un 0,8% del
empleo, esto es, unos 150.000 puestos de trabajo menos.
"El incremento del salario mínimo en cuantías reducidas tiene poco efecto.
Pero tenemos pocas experiencias de subidas altas. Ninguna de un 22%. Y este
impacto limitado se derivaba de que el colectivo afectado era pequeño. Los
efectos podrían incluso no ser lineales. No vayamos a lograr lo contrario de lo
que pretendíamos y reduzcamos el empleo de aquellos a los que se quería ayudar,
los jóvenes", declaró. La Autoridad Fiscal ha cifrado la pérdida de empleo
en unos 40.000 en el primer año y unos 20.000 en el segundo. La Comisión Europea
calcula unos 70.000 ocupados menos en dos años. Y el BBVA esgrime que unos
80.000 podrían perder el trabajo o ver reducido su número de horas trabajadas>>.
https://elpais.com/economia/2018/12/14/actualidad/1544784015_367023.html
De todo este embrollo cabe concluir
que:
<<La
pauperización [del proletariado] es el punto conclusivo necesario
del desarrollo al cual tiende inevitablemente la acumulación capitalista, de
cuyo curso no puede ser apartada por ninguna reacción sindical por poderosa que
esta sea. Aquí se encuentra fijado el
límite objetivo de la acción sindical. A partir de un cierto punto de la
acumulación, el plusvalor disponible no resulta suficiente para proseguir la
acumulación con salarios fijos. O el nivel de los salarios es deprimido por
debajo del nivel anteriormente existente, o la acumulación se estanca, es decir
sobreviene el derrumbe del mecanismo capitalista. De esta manera el desarrollo
conduce a desplegar y agudizar las contradicciones internas entre el capital
y el trabajo, a un punto tal que la solución sólo puede ser encontrada a
través de la lucha entre estos dos momentos […]. El desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo [FT], no solo se manifiesta a través de la puesta en función de una masa
cada vez mayor de medios técnicos de producción [MP] en desmedro de la fuerza
humana de trabajo (FT) empleada. O sea, no sólo por el relativo mayor incremento
de los medios materiales técnicos de producción (MP), incorporando cada vez más
innovaciones tecnológicas, sino que también lo hace por la menguante
participación de la fuerza de trabajo FT en este desarrollo. Resulta decisivo,
por tanto, que junto con el crecimiento de MP [medios de producción cada
vez más eficaces], también sea
reproducida en su totalidad FT
[valor del capital variable o
salarios], es decir, que el salario real
crezca en la misma medida en que aumenta la productividad del trabajo
contratado. Sin embargo, en el mismo momento en que dentro de la relación capital constante/capital variable fracasa
la valorización del capital total invertido en virtud de que la inversión en capital constante “cc” aumenta
cada vez más que el capital variable “cv” o salario del
trabajo humano empleado, porque al hacer esto impide la reproducción de la FT
casi en su totalidad. Si en virtud de ello la fuerza productiva más importante,
la fuerza de trabajo humana, se ve excluida de los frutos de la civilización en
constante desarrollo, entonces simultáneamente se demuestra que nos acercamos
cada vez más a aquella situación que fuera vislumbrada por Marx y Engels en el “Manifiesto
comunista”: “La burguesía ya no es
capaz de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia, ni
siquiera en el marco de la esclavitud”. También este es, a su vez, el motivo
por el cual los esclavos asalariados se tienen que revelar necesariamente
contra el sistema de la esclavitud asalariada. […]. Puesto que si el desarrollo [técnico de la maquinaria sustituye
cada vez más trabajo vivo] y tiende a la miseria del proletariado,
toda lucha [sindical] por
mejorar la situación de la clase obrera, se revela en última instancia como
inútil […].
Precisamente
por eso es que toda la investigación de Marx sobre el proceso de reproducción [capitalista], desemboca en la lucha de clases. En
una carta enviada a Engels el 30 de abril de 1868, donde sintetiza el curso
seguido por su pensamiento en los tomos II y III de “El Capital”, afirma que: “Finalmente, como aquellos tres réditos:
salarios, renta del suelo y ganancia constituyen las fuentes de las tres
clases, o sea los terratenientes, los capitalistas [industriales,
comerciantes y bancarios] más los
obreros asalariados, tenemos como
final la lucha de clases, resolviéndose
allí el movimiento y la disolución de toda esta basura”>>. (Henryk Grossmann:
“La ley de la acumulación y del derrumbe
del sistema capitalista”. Ed. Siglo XXI/1979 Pp. 386-388. Lo entre
corchetes nuestro. No hay en curso versión digitalizada).
Eh aquí descrita con total certidumbre la etapa postrera y terminal del
capitalismo, que Marx previó por entonces para un futuro y por la que
ahora mismo el sistema
muestra estar pasando en todo el mundo, según lo que se ve sin lugar a dudas. Y
para confirmarlo, cómo no, aquí está redivivo, faltaría más, nuestro querido y
admirado Stephen Hawking,
a quien nosotros hemos rendido tributo el día 14 de marzo del pasado año con
motivo de su muerte. Así las cosas, pensar según Abraham Lincoln
como así lo dejara manifestado en Gettysburg el 19 de noviembre de 1863
durante la guerra estadounidense,
diciendo que la participación de los obreros en cada elección periódica es la
perspectiva real de que puedan llegar alguna vez a gobernar, esto no es más que
una verdadera estupidez ideológica y política.
A
todo esto, acaba de volver a resplandecer en España un partido
político llamado “VOX”, como la más reciente tercera fuerza presidida
por un tal Santiago Abascal
Conde, quien el 20 de septiembre de 2014 fuera elegido por mayoría de
1010 votos contra 99 de Ludovico López Cadé,
para ejercer como nuevo presidente de esa formación política. Este es el mismo
sujeto que ahora está intentando
reactivar el fascismo en este país, como en los tiempos del dictador genocida Francisco Franco
Bahamonde redivivo, rehabilitando ese partido
político con aquél mismo nombre fundado a fines de 2013.
Por
último, es necesario señalar que organizaciones políticas actuantes como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en todo el mundo, según lo que en este trabajo hemos venido demostrando
negro sobre blanco, de socialistas sus directivos no han tenido jamás ni tienen absolutamente nada que ver. Porque
el verdadero socialismo ha
venido siendo literal objetiva e históricamente, el sistema de
organización social y económico basado en la
propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción,
o sea, en la regulación por el Estado de las actividades económicas, sociales,
y distributivas de los bienes materiales, para los fines de una sociedad sin clases sociales. Y
el caso es que el PSOE ha sido una
organización que desde sus orígenes, permaneció siempre atada y bien atada a
los dictados del sistema capitalista.
GPM.