La libertad en sentido estricto y el
libertinaje delincuencial de la burguesía
<<El
tema que convoca en este eje de la Jornada Nacional de Investigación en
Ciencias Sociales, es la desigualdad social y pobreza. Es sabido que una de las
consecuencias más duras del modelo económico neoliberal, tiene que ver con la
desigualdad social, la sectorización entre quienes se insertan en el mercado,
la escuela, el circuito productivo, y quienes no pueden hacerlo.
La
desigualdad social está instalada. A pesar de los notables avances en
protección social de los últimos años, estos siguen sujetos a coyunturas
políticas y económicas. Persisten aún en la región grandes brechas de
desigualdad y altos índices de pobreza. Lo que particularmente me interesa
abordar es que esta desigualdad que genera pobreza tiene como contracara la
criminalización y mayor marginalización de ese sector en desventaja>>. (Gabriela Belén
Sambor: “Jornadas
nacionales de investigación en ciencias sociales de la UNCuyu”).
¿Qué es la libertad? Aquella cuyo
ejercicio no menoscaba o restringe la libertad de los demás, diferenciada de comportamientos
que no respetan los derechos ajenos, vigentes hasta hoy desde el reinado de
Luis XV entre febrero de 1710 y mayo de 1774, que todavía
permanecen bien encubiertos
para que no lo parezca. Así las cosas, para que la libertad sea un ejercicio
efectivo y real entre los seres humanos, se impone que la igualdad sea la misma para todos. Para demostrarlo
remitámonos ahora a la más radical de las constituciones burguesas, la de 1793,
que mucho más tarde inspiró la Declaración Universal de los DD.HH. en 1948.
Allí se dice que los llamados derechos humanos atañen a las personas
en tanto que individuos: los droits de l’homme. Tal como aparecen
literalmente consagrados en el artículo 2 de la mencionada Constitución
francesa de 1793, "Ces droits, etc. (les droits naturels et
imprescriptibles) sont: l’égalité, la liberté, la sûreté, la proprieté" [Estos derechos, etc. (los derechos naturales
e imprescriptibles son: la igualdad, la libertad, la seguridad y la propiedad)].
La propiedad privada se considera como una
atribución o prerrogativa del individuo que según se afirma proviene del orden
natural, entendido como aquel estadio en el que todos los sujetos son libres e
iguales por naturaleza. El dominio es
un derecho natural inherente a la persona humana, del que el individuo goza y
representa la exteriorización y proyección de la personalidad del propietario
sobre las cosas que le pertenecen. El ius utendi es el
derecho de uso sobre una cosa. Y servirse de la cosa propia da lugar al
interés, ya sea personal o colectivo sobre esa cosa. Y de acuerdo con la
función social del derecho, el interés resulta ser legítimo siempre y cuando
esa conducta no viole preceptos legales ya establecidos, o viole derechos de
otros propietarios. Por ejemplo, bajo el principio del ius utendi no
podría el propietario de un bien inmueble justificar la tenencia de una
plantación de marihuana, al estar prohibida por la mayoría de los ordenamientos
jurídicos. De la misma forma, un empresario no puede justificar bajo este
principio ruidos excesivos típicos de una actividad industrial en una zona
residencial, que hagan intolerable la vivencia de sus vecinos.
El ius
fruendi es el
derecho que ostenta el propietario de una cosa, a gozar y disponer de ella sin
más limitaciones que las establecidas por las leyes. Además, esta facultad de
goce se extiende a los frutos o productos que pueda producir la cosa propia. Así, por ejemplo, tratándose de un manzanar, las manzanas no son
productos fabricados sino frutos naturales. Y el fruto
civil que percibe el propietario del manzanar, es la renta que obtiene
por haber dado ese manzanar en arrendamiento
al inquilino que se apropia de las manzanas. Tratándose de dinero, el monto que percibe el propietario
del manzanar es en concepto de alquiler.
Veamos
ahora el fruto civil
percibido por el propietario de unas cosas —en este caso medios técnicos de
producción— que los cede día que pasa y por tiempo determinado a otros sujetos de
condición asalariada, para que los usen produciendo con ellos determinados
productos, de los cuales ese propietario se apropia, a cambio de un salario que
acuerda con ellos a instancias de un contrato de trabajo, como es el caso bajo
el capitalismo entre el propietario de las esas cosas llamadas herramientas o
maquinarias instrumentales, y sus asalariados dependientes encargados de
utilizarlas para fabricar dichos productos.
A continuación demostraremos aquí que
históricamente, la propiedad privada capitalista
se ha encargado de enterrar en el mundo las virtudes de la igualdad, la
libertad y la seguridad de las personas. Y ni que decir tiene donde fue a parar
la fraternidad entre ellas.
¿Qué es la igualdad para la doctrina
de los DD.HH bajo el capitalismo? Según el artículo 3 de la constitución
francesa en 1795: "La igualdad consiste en que la ley es la misma para
todos, así en cuanto protege como en cuanto castiga". Tal es el espíritu y
la letra omnipresentes en todas las constituciones burguesas desde entonces
hasta hoy. ¿Qué es lo que norman, rigen, regulan y consagran las leyes vigentes
bajo el capitalismo? El comportamiento de los seres humanos como almas
propietarias. O sea, su relación social contractual por mediación de la
cual, por ejemplo, los propietarios privados de medios de producción desde los
orígenes del capitalismo hasta hoy, ofrecen dinero en forma de salario a cambio
de trabajo asalariado:
<<Para que perdure esta
relación es necesario que el poseedor de la fuerza de trabajo la venda
siempre por un tiempo determinado [durante jornadas diarias de la
misma duración] y nada más, ya que si la
vende toda junta de una vez para siempre, se vende a sí mismo, se transforma de
hombre libre en esclavo, de poseedor de mercancía (su fuerza potencial de
trabajo) en simple mercancía. Como persona [el asalariado] tiene que comportarse constantemente con
respecto a su fuerza de trabajo, como con respecto a su propiedad [sobre
ella] y, por tanto, a su propia
mercancía [para que su patrón la utilice sumando riqueza y ganancia en los productos
fabricados durante cada jornada laboral],
y únicamente está en condiciones de hacer eso, en la medida en que la pone a
disposición del comprador —se la cede para su consumo— sólo transitoriamente cada
día y por un tiempo determinado [según lo acordado en el contrato de
trabajo], no renunciando, por tanto, a
su propiedad sobre ella [sobre su fuerza de trabajo]>>. (K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. IV Aptdo. 3
Compra y venta de la fuerza de trabajo. Ed. Siglo XXI/1978 Cap. IV Pp. 204. Lo
entre corchetes nuestro).
Este galimatías dialéctico basado en
la igualdad formal que figura
en la normativa jurídica y en los contratos de trabajo, desfigura la realidad cuando
por ejemplo en ese acto, parece supuestamente que se intercambian equivalentes,
pero a la postre resulta ser éste un intercambio
desigual, porque la ganancia capitalista crece sin cesar a expensas del
salario, paradoja que tiene su fundamento no precisamente en el ámbito de la relación contractual sino en el
trabajo efectivo y real ¿Dónde ha venido radicando la desigualdad entre
patronos y obreros en favor de los primeros? Para descubrir el secreto de este
galimatías, hay que comenzar por decir que la fuerza o capacidad de trabajo en todo individuo vivo, está
contenida en su cuerpo y para ejercerla en forma de trabajo, necesita esencialmente a cambio cierta cantidad de
medios de subsistencia:
<<Por tanto, el tiempo de
trabajo necesario [previo] para la producción de la fuerza [potencial] de trabajo [desplegada posteriormente en cada jornada de
labor por el obrero en cualquier fábrica de propiedad privada burguesa], se
resuelve en el tiempo de trabajo necesario para la producción de los medios
de subsistencia o, dicho de otra manera, el valor de la fuerza de trabajo
[potencial del asalariado] es el valor contenido en los medios
de subsistencia necesarios para
la conservación del poseedor de aquella>>. (Ed. Siglo XXI/1978 Cit. Libro
I Cap. IV Pp. 207. El subrayado y lo entre corchetes nuestro).
<<Considerándolo según su
forma real, el dinero —esa parte del
capital que el capitalista gasta para adquirir capacidad de trabajo— no
representa nada más que los medios de subsistencia existentes en el
mercado o lanzados en él en ciertas condiciones (within certain terms) que entran en el consumo individual del
obrero>>. (K. Marx: “El
Capital” Libro I Cap. VI (inédito): “Resultados del proceso inmediato de
producción” 13ª. Edición. Ed. Siglo
XXI/1990 Pp. 12).
Pero no
basta con esto, porque la reproducción potencial de la fuerza de trabajo en un
individuo, también exige determinada formación técnica previa que justifique el
monto del salario percibido según su mayor o menor cualificación para los fines de su empleo rentable, incluyendo el
necesario gasto personal en medios de
subsistencia para el consumo de sus descendientes en su familia: medios
de vida, vestimenta, mobiliario del hogar, etc., que se consumen en distintos
lapsos de tiempo, unos más prolongados que otros. Dicho esto, hay que tener en
cuenta, además, que la fuerza de trabajo desplegada por el obrero no se paga
por adelantado sino cada semana o mensualmente, después de que esa fuerza ha
sido utilizada como trabajo efectivo por el patrón, durante cada jornada de
labor acordada en el contrato. Esto significa que el asalariado adelanta al capitalista el valor
de uso de su fuerza de trabajo, gastándola trabajando para su patrón antes de percibir a cambio el salario
acordado con él:
<<En todas partes, pues, el
obrero adelanta al capitalista el valor de uso de su fuerza de
trabajo, antes de haber recibido el pago de
su precio (salario) correspondiente. En todas partes es el
obrero el que abre crédito al
capitalista>> (Ed. cit. Libro I. cap. IV Pp. 212).
Así las
cosas, el capitalista se vale del asalariado para los fines de producir un
valor de uso útil, cuyo valor de cambio sea rentable. Producir una cosa para venderla por un precio
equivalente o menor al costo de producirla, carece para él de sentido. Quiere
producir una mercancía destinada a la venta, cuyo valor de cambio supere al de
los salarios. Teniendo en cuenta que el valor de los medios técnicos de trabajo
utilizados por el asalariado para tal fin —como máquinas materias primas y
auxiliares (combustibles y lubricantes), necesarios para la producción— es
trasladado al producto fabricado. ¿De dónde sale, pues, la rentabilidad del
capitalista que justifique
comercialmente la fabricación de un producto para su venta en el
mercado? De la diferencia entre el valor
de cambio creado por el trabajo del obrero empleado, respecto del relativamente menor valor de uso de ese
trabajo pagado por el capitalista bajo la forma de salario. Por
ejemplo:
<<El hecho de que sea
necesaria media jornada laboral para [producir los medios de vida del
asalariado cuyo consumo permite] mantenerlo
vivo durante 24 horas, en modo alguno impide al obrero trabajar durante una jornada completa. El valor [de uso] de su fuerza [potencial] de
trabajo [contenido en el salario contratado] y su valorización en el proceso laboral [de producción] son, pues, dos magnitudes diferentes
[la segunda necesariamente mayor que la primera]. El capitalista tenía muy presente esa diferencia de valor cuando [al firmar el contrato] adquirió la fuerza de trabajo>>. (K.
Marx: “El Capital” Ed. Siglo
XXI/1978. Libro I. Cap. V. Pp. 234. Lo entre corchetes y el
subrayado nuestros) […….]
[……]<< “¿Qué es una jornada laboral?”. “¿Durante qué espacio de tiempo el capital
tiene derecho a consumir la fuerza de trabajo cuyo valor diario ha pagado?”.
“¿Hasta
qué punto se puede
prolongar la jornada laboral más allá del tiempo de
trabajo necesario para reproducir la fuerza de trabajo misma?” A estas
preguntas, como hemos visto, responde el capital: La jornada laboral comprende
diariamente 24 horas completas, deduciendo
las pocas horas de descanso sin las cuales la [propia] fuerza de trabajo [por cansancio] rechaza terminantemente la
prestación de nuevos servicios. Ni qué decir tiene, por de pronto, que el
obrero a lo largo de su vida no es otra cosa que fuerza de trabajo, y que en
consecuencia todo su tiempo disponible
es, según la naturaleza y el derecho, tiempo
de trabajo, y que en consecuencia todo su tiempo disponible, tiempo de trabajo, perteneciente por
tanto [a su patrón], a la autovalorización del capital. Tiempo para
la educación humana, para el desenvolvimiento intelectual, para el desempeño de
funciones sociales, para el trato social, para el libre juego de las fuerzas
vitales físicas y espirituales, e incluso para santificar el domingo —y esto en
el país de los celosos guardadores del descanso dominical—, ¡puras pamplinas! Pero en su desmesurado y
ciego impulso, en su hambruna canina de plustrabajo [para los fines de su
enriquecimiento], el capital no solo
transgrede los límites morales, sino
también las barreras máximas púramente físicas de la jornada laboral. Usurpa
el tiempo necesario para el crecimiento, el desarrollo y el mantenimiento de la
salud corporal [de sus asalariados]. Roba
el tiempo que se requiere para el consumo de aire fresco y luz del sol.
Escamotea tiempo de las comidas y, cuando puede, las incorpora al proceso de
producción mismo, de tal manera que al obrero se le echa comida como si él
fuera un medio de producción más, como a la caldera carbón y a la maquinaria
grasa o aceite. Reduce el sueño saludable —necesario para concentrar, renovar y
reanimar la energía vital, a las horas de sopor que sean indispensables para
revivir un organismo absolutamente agotado>> K. Marx: “El
capital” Libro I Cap. VIII. Ed. cit. Apartado 5. “La lucha por la jornada normal
de trabajo. Leyes coercitivas para la prolongación de la jornada laboral Pp. 318 [……]
[….,..]<<La producción capitalista, que en
esencia es producción de plusvalor, absorción de plustrabajo, produce por
tanto, con la prolongación de la jornada laboral, no sólo atrofia de la fuerza humana a la que
despoja —en lo moral y en lo físico de sus condiciones normales de
desarrollo y actividad. Produce el
agotamiento y muerte prematuros de la fuerza de trabajo misma. Prolonga
durante un lapso dado, el tiempo de
producción del obrero reduciéndole la duración
de su vida>> (K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. VIII: La jornada laboral. Apartado 5:
“Leyes coercitivas para la prolongación
de la jornada laboral, desde mediados del Siglo XIV a fines del Siglo XVVII”. Pp.
318 a 320 [……]
Como han
hecho los terratenientes en los tiempos del esclavismo, algo parecido han
venido haciendo los burgueses bajo el capitalismo con sus trabajadores. “Libertad,
igualdad y fraternidad”. Tal fue el lema de la República francesa en 1793, que
en el siglo XIX, se convirtió en el
grito de republicanos y liberales a favor de la democracia y el derrocamiento de gobiernos
feudales opresores y tiránicos de todo tipo. Los “próceres” de aquella
revolución retomaron ese lema sin que la Monarquía de Julio
lo adoptara. Fue establecido por primera vez como lema oficial del Estado en 1848,
por el gobierno de la Segunda República
francesa. Prohibido durante el Segundo Imperio,
la Tercera República
francesa lo adoptó como lema oficial del país en 1880,
ratificado posteriormente por las constituciones
francesas de 1946 y 1958). Durante la
ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial,
el Gobierno de Vichy sustituyó ese lema por la frase Travail,
famille, patrie (“Trabajo, familia, patria”), para ilustrar el nuevo rumbo
del gobierno. Desde los tiempos de la Primera república francesa hasta el día
de hoy, bajo este falso lema la burguesía internacional ha venido escamoteando
el verdadero fundamento de su sistema de vida. Absolutamente nada que ver con
ninguna de las tres virtudes humanas a las que todavía tan hipócrita, cínica y
criminalmente se sigue abrazando.
¿Qué es la
libertad? Segun el artículo 6 de la Constitución en 1793, es "el poder de
todo ser humano que haga lo que no atente contra la libertad de los
demás". Pero según hemos visto, la libertad del capitalista que se apropia
del valor de cambio contenido en el producto fabricado por el obrero, no es la misma que al obrero le
permite el salario que, a cambio de su trabajo recibe de su patrón. O sea, que
la relación social entre patronos y obreros supone dos distintos grados de
libertad, como resultado del embeleco que contiene oculto la
palabra “igualdad” (formal) montado expresamente, para beneficio del timador burgués contenido de
modo engañoso en los términos del contrato de trabajo. Y si como es cierto que
los patronos en realidad son más libres que los asalariados, es falso que sus
respectivos derechos civiles, económicos y políticos puedan ser iguales, de lo
cual se infiere la imposibilidad de que entre estas dos clases sociales, puedan
germinar las virtudes humanas de la libertad,
la igualdad y la fraternidad. O sea, que como le dijera Marx a Engels
en abril de 1868:
<<...En
fin, dando por sentado que estos tres elementos: salario del trabajo, renta del
suelo y ganancia son las fuentes de ingreso de las tres clases, a saber: la de
los terratenientes, la de los capitalistas (ya sean industriales,
comerciales o financieros) y la de los obreros asalariados: como conclusión
LA LUCHA DE CLASES, en la cual el movimiento (de la sociedad burguesa) se
descompone y es el desenlace de toda esta mierda...>>. (Carta de Marx a Engels del 30/04/1868.
Editora Política/La Habana 1983 Pp. 218. Lo entre paréntesis nuestro).
Ahora bien, ya hemos dicho que: de
todos los derechos de los individuos "libres", el más elemental y originario derecho que cada uno puede
ejercer libremente, además de los objetos de su propiedad, es la de su relativo cuerpo y/o del comportamiento
de otras personas por tiempo determinado. Ese derecho de cualquiera
para disponer de lo que es suyo, es un ejercicio de poder. Así, por ejemplo, el
capitalista dispone libremente de su capital
privado invertido en medios de producción, para que sean puestos en
movimiento por empleados a cambio de un salario. En este sentido, ambos
contratantes son dos personas aparentemente "libres" e
"iguales"; libres
porque en su condición de almas propietarias, ambas disponen discrecionalmente
de lo que es suyo. Cada una de las dos partes dispone a instancias de sus
respectivas voluntades, de las cosas suyas propias de que disponen como propietarios.
El capitalista sus medios de producción y el asalariado su cuerpo propio, a
instancias de un contrato de trabajo
y de acuerdo con la ley vigente al respecto. Pero como acabamos de insistir cuatro
párrafos más arriba una vez más en demostrar, esas libertades son desiguales a
la hora de ejercer efectivamente esa “libertad”. Porque una vez que el
asalariado firma su contrato de trabajo, cede en la fábrica su libertad de acción
en favor de su patrón:
<<En toda la Edad Media, una
gran posesión de tierras fue la condición necesaria para que la nobleza feudal
pudiera contar con campesinos tributarios obligados a prestaciones gratuitas. Y
hoy día, hasta un niño de seis años puede ver que la riqueza [en manos de la burguesía] domina personas exclusivamente por medio de
las cosas de que dispone>> (F. Engels: “Anti Dühring” Cap. V. Teoría del valor. Ed. Grijalbo. México/1977.
Pp. 193).
¿Qué es la seguridad? La
Constitución de 1793 estipula que,
"La seguridad consiste en la protección que la sociedad otorga a cada uno
de sus miembros para la conservación de su persona, de sus derechos y de su
propiedad". Segun Marx, la seguridad es el supremo concepto social de
la sociedad burguesa, el concepto de
la policía según el cual, la sociedad, entendida como un conjunto de
relaciones entre propietarios privados, existe sólo si la policía garantiza a
todos y cada uno de sus miembros, la conservación de su persona y de sus
derechos en tanto que propietarios privados.
El concepto de seguridad bajo el
capitalismo significa, pues, que la sociedad no está por encima del egoísmo,
sino que lo preserva. Y en tanto que la sociedad está fundada sobre las desigualdades reales de las almas
propietarias, por lógica debe privar —y de hecho prevalece— el egoísmo
de los más iguales (la burguesía) sobre los menos (el proletariado). Por tanto,
la Declaración de los DD.HH. aprobada por la ONU el 10/12/1948, establece que
la única libertad y seguridad prevista por esa filosofía, es la de los
propietarios. Y que la igualdad de las almas en tanto que se someten al
cumplimiento de unas leyes de común aplicación, cuya esencia es la propiedad
con fines gananciales crecientes
a expensas del trabajo ajeno, resulta que esas leyes implícitamente perpetúan
las desigualdades reales en perjuicio de los que sólo pueden disponer poco más
que de su cuerpo propio. O sea, que favorecen a los propietarios de los medios
de producción y del dinero bancario. Por lo tanto, la burguesía en cualquier
parte del mundo sólo está dispuesta a respetar la seguridad y el derecho a la
vida de sus semejantes asalariados, en la medida en que renuncien a su
verdadera libertad y se sometan a las condiciones de explotación que exige la
ley de la propiedad que garantiza el beneficio capitalista, de tal modo que sus
reclamos, por justos que sean no hagan peligrar la continuidad del sistema,
garantizando así la distribución cada vez más escandalosamente desigual de la
riqueza:
<<El 1% de la población
mundial dispone hoy del 80% de ella. Según la consultoría Wealth-X and UBS,
la riqueza de los multimillonarios en el Mundo desde 2009 se duplicó,
alcanzando los 6,5 trillones de dólares en 2013: U$S 6.500.000.000.000.000.000.
¿De dónde pudo salir esa riqueza si no de la ganancia a expensas del trabajo no
remunerado sustraído a los asalariados? ¿Y qué decir de la corrupción
generalizada entre las minorías sociales que siguen ejerciendo el poder
económico y político? ¿Y del contubernio entre políticos y empresarios? ¿Y de
la creciente miseria absoluta de una mayoría de asalariados y autónomos
en general? ¿Y del engaño mutuo y la mentira sistemática como medio de medrar a
expensas de los demás? ¿Y del fraude de las “acciones preferentes” de Bankia?
¿Y de los desahucios: 362.776 lanzamientos en España entre 2008 y 2012?
¿Y del despido masivo, el trabajo precario y a tiempo parcial? ¿Y de las
guerras genocidas de rapiña? ¿Y de la corrupción generalizada por la
“democracia representativa”, que hace a ese contubernio de intereses privados
entre políticos profesionales a cargo del Estado y empresarios? ¿Y de las
muertes prematuras por cada vez más accidentes, crímenes y delincuencia,
enfermedades curables y suicidios, a raíz de la situación crítica insostenible
de cientos de millones de personas en más de 150 países? ¿Y de la desgracia de 65,3 millones de refugiados en 165 países?
De esto se desprende que la justicia del sistema jamás actúa en contra de estos
intereses materiales. Más aun cuando se trata de cuantiosos beneficios
económicos y políticos geoestratégicos, como los que ahora mismo están en
juego>>. (https://www.europapress.es/internacional/noticia-ciento-poblacion-mundial-acapara-82-ciento-riqueza-20180122154309.html).
Ahora bien:
¿De dónde sale el beneficio capitalista que hace a la creciente distribución desigual de la riqueza? Como hemos
dicho siguiendo a Marx, ese beneficio resulta de la diferencia entre el valor
de cambio contenido en los productos fabricados por el trabajo a cargo de personal asalariado, y el valor de uso de
su fuerza de trabajo equivalente al salario pagado por el capitalista. Según
este razonamiento, hay dos formas
de aumentar el beneficio de la patronal en perjuicio del asalariado: el plusvalor
absoluto y el plusvalor
relativo son esas dos formas. El plusvalor absoluto consiste en aumentar la masa de plusvalor
mediante el alargamiento de
la jornada de labor, más allá del
tiempo en que cada obrero produce el equivalente al valor de los medios
de vida que necesita para reproducir su fuerza de trabajo. De ahí el
calificativo de “absoluto” referido a un tiempo de trabajo adicional creador de un plus de valor que se apropia
el capitalista. Suponiendo, por ejemplo, que la jornada de labor es de ocho
horas y la tasa de explotación de la fuerza de trabajo es equivalente al 100%
del salario, el plusvalor será creado durante las últimas cuatro horas de la
jornada de ocho horas, porque durante
las primeras cuatro el asalariado producirá el equivalente a su salario. ¿Qué
pasa si la jornada de labor aumenta de 8 a 10 horas? Pasa que el tiempo en que
el asalariado produce los medios de vida equivalentes al salario que percibe
para el mantenimiento de su fuerza de trabajo, sigue siendo de cuatro horas,
pero el tiempo de plustrabajo aumenta de 4 a 6 horas. Por tanto, el plusvalor
aumenta del 100% al 150% y la ganancia del capitalista se incrementa en el
equivalente al valor creado en esas dos horas adicionales de trabajo ejecutado inadvertida y gratuitamente por
el asalariado.
Y en cuanto
al plusvalor relativo
(respecto del salario), consiste en crear más plusvalor manteniendo el mismo
salario y la misma duración de la jornada de labor, pero aumentando la eficacia
productiva del trabajo. ¿Cómo? Acelerando el ritmo de los medios técnicos entre una operación y la siguiente,
de modo tal que cada operario sea forzado a producir más por unidad de tiempo
empleado en ello, o bien que produzca lo mismo que antes pero en la mitad de
tiempo. O sea aumentando la intensidad
del trabajo:
<<Resulta pues sumamente
ventajoso hacer que los mecanismos de los medios técnicos funcionen
infatigablemente, reduciendo al mínimo posible los intervalos de reposo: la
perfección en la materia sería trabajar siempre (se ha introducido en el mismo
taller a los dos sexos y a las tres edades, explotados en rivalidades, de
frente y, si podemos hablar en estos términos, arrastrados sin distinción por
el motor mecánico hacia el trabajo prolongado, hacia el trabajo de día y de
noche, para acercarse cada vez más al movimiento perpetuo>>. (Barón Dupont: “Informe a la cámara de París, 1847. Cita de Benjamín Coriat en su
obra: “El Taller y el cronómetro” Ed.
Siglo XXI/1982 Cap. III Pp. 38).
Por ejemplo,
si la capacidad productiva o eficacia técnica de la maquinaria se duplica, el
valor de la fuerza de trabajo equivalente al salario se producirá en 2 horas en
vez de 4. Así, el tiempo de producción del plusvalor capitalizado por la
patronal, aumentará de 4 a 6 horas. Lo cual suponiendo que la jornada laboral sigue siendo de 8 horas y la
eficacia del trabajo aplicado a la maquinaria se duplica, resulta que la producción del valor contenido en
el salario medido en términos de
tiempo de trabajo se reduce de 4 a 2 horas, aumentando así el tiempo
(seis horas) en que el obrero pasa de tal modo inadvertido y gratuito a trabajar gratis para el
capitalista. O sea, que durante las 8 horas de la jornada de labor, el obrero
trabaja 2 horas para sí mismo y las restantes seis horas gratuitamente para el
capitalista:
<<La producción capitalista no
solo es producción de mercancías: es,
en esencia, producción de plusvalor (ganancia). El
obrero no produce para sí sino para el capital. Por tanto ya no basta con que
produzca en general. Tiene que producir plusvalor. Sólo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el
capitalista o que sirve para la autovalorización del capital. Si se nos
permite ofrecer un ejemplo al margen de la esfera de la producción material,
digamos que un maestro de escuela es un trabajador productivo cuando, además de
cultivar las cabezas infantiles, se mata trabajando para enriquecer al
empresario. Que este último haya invertido su capital en una fábrica de
enseñanza en vez de hacerlo en una fábrica de embutidos, no altera en nada la
relación. El concepto de trabajador productivo, por ende, en modo alguno
implica meramente una relación entre actividad y efecto útil, entre el
trabajador y el producto del trabajo, sino además una relación específicamente
social, que pone en el trabajador la impronta de (ser convertido en) medio directo de valorización del capital (incremento
de ganancia). De ahí que ser trabajador
productivo no constituya ninguna dicha (para él), sino una maldición>>. (K. Marx: “El Capital” Ed. cit. Libro I Sección V Cap. XIV Pp. 616. Lo entre
paréntesis y el subrayado nuestros).
Según
lo razonado hasta aquí, tanto la libertad como la igualdad formal de las
personas, se supeditan y reducen esencialmente al derecho de propiedad. El
artículo 16 de la Constitución de 1793 dice que: "El derecho de ‘propiedad’ es el derecho de todo ciudadano a gozar
y disponer ‘a su antojo’, de sus bienes, de sus rentas, de los frutos de su
trabajo y de sus actividades”. En buen romance, pues, el derecho de
propiedad es el derecho de cada individuo a procurarse y si es posible
incrementar su patrimonio personal, sin preocuparse por los demás, es decir,
independientemente de la sociedad. ¿Y qué es la sociedad? Marx respondió a esta
pregunta diciendo que:
<<Aquella libertad
individual y esta aplicación suya, constituyen el fundamento de la sociedad
burguesa. Sociedad que hace que todo individuo encuentre en otros individuos,
no la realización, sino, por el contrario, la limitación de su libertad. Y
proclama por encima de todo, el derecho humano "a disponer de sus ingresos
fruto de su trabajo y de su industria”>>. (K. Marx: “La cuestión Judía” Versión
digitalizada Pp. 24 segundo párrafo).
En general, la producción de
plusvalor relativo basado exclusivamente
en el creciente adelanto tecnológico contenido en los medios de producción,
consiste en poner al asalariado en condiciones de producir más plusvalor con el mismo gasto de energía vital en un
mismo tiempo. O sea trabajar más
intensamente por cada unidad de tiempo empleado en la producción. Pero
dado que este progreso técnico supone un costo
creciente, la mayor productividad bajo el capitalismo determina la tendencia contrarrestante, a intensificar el trabajo físico del
asalariado por unidad de tiempo empleado en el uso de tales medios de
producción.
Pues bien, en este punto del
proceso de explotación, la creciente intensidad del esfuerzo —físico y mental—
exigido a los asalariados en cada jornada laboral diaria, entra en contradicción lógica con su duración, dando pábulo a la ley según la cual, la eficiencia de la fuerza humana
de trabajo, está en razón inversa al
tiempo en que opera, de modo que la tendencia de la patronal a extender la jornada de labor,
tiene un límite a partir del cual, el esfuerzo adicional que se le exige al
trabajador para hacer posible dicha eficiencia, se agota antes de finalizar
cada jornada:
<<Con todo, se
comprende fácilmente que en el caso de un trabajo [excesivo] que no se desenvuelve en
medio de paroxismos pasajeros, sino con una uniformidad regular, reiterada día
tras día, ha de alcanzarse un punto nodal en que la extensión de la jornada laboral y la intensidad del trabajo [con
vistas a obtener la mayor
productividad con más esfuerzo] se
excluyan recíprocamente, de tal modo que la prolongación de la jornada sólo sea
compatible con un menor grado de intensidad en el trabajo y, a la
inversa, que un grado mayor de intensidad sólo pueda conciliarse con la
reducción de la jornada laboral. (K. Marx: "El Capital" Libro I Sección cuarta Cap. XIII). Lo entre
corchetes nuestro].
Pero esta ley no se resuelve como en la física, sino históricamente a
instancias de la lucha entre patronos
y asalariados. La contradicción y la consecuente lucha
social, explican la evolución de la legislación laboral al respecto, que aparece ante la conciencia de la
sociedad como una revelación de las
luchas obreras por la reducción de la jornada de labor. Parece, pues,
como si tales luchas fueran producto del factor histórico-moral, es decir, de
una voluntad política asentada en consideraciones de pura justicia distributiva. Las investigaciones de Marx niegan
esta falacia de sentido común, al demostrar que estas luchas están objetivamente
determinadas.
En
los "Manuscritos de 1861/63” (MEGA
II, 3, 6 Pp. l906 citado por Ernest Mandel
en "Marx y El Porvenir del Trabajo Humano" Revista
"Inprecor" Nº 50 octubre/1986 Pp.7), Marx llega
a la previsora conclusión de
que en un punto determinado de la acumulación —y a este punto se llegó
posteriormente con el "Fordismo" y el Taylorismo"— se establece
una relación inversa entre la intensidad y la extensión de la jornada de labor:
<<Y esto —dice Marx— no es un
asunto especulativo. Cuando el hecho se manifiesta hay un medio muy
experimental de demostrar esta relación: cuando, por ejemplo, aparece como físicamente
imposible para el obrero proporcionar durante doce horas la misma masa de
trabajo que efectúa ahora durante diez o diez horas y media. Aquí, la reducción
necesaria de la jornada normal o total de trabajo, resulta de una mayor
condensación del trabajo, que incluye una mayor intensidad, una mayor tensión
nerviosa, pero al mismo tiempo un mayor esfuerzo físico. Con el aumento de los
dos factores —velocidad y amplitud (número o masa) de las máquinas— se llega
necesariamente a una encrucijada, en la que la intensidad y la extensión del
trabajo ya no pueden crecer simultáneamente, porque el aumento de una excluye
necesariamente el de la otra...>> (Op. cit.
El subrayado nuestro).
Comprobaciones
empíricas contemporáneas permiten confirmar este aserto. Mediante un estudio
riguroso de las estadísticas comparadas de mortalidad en los EE.UU., los
doctores Eyers y Sterling, han demostrado que:
<<...después
de la adolescencia, la mortalidad [de los asalariados] está más relacionada con la organización capitalista de la
producción que con la organización médica en los hospitales....Una
conclusión general, es que un gran componente de la patología física y
muerte del adulto, no deben ser considerados actos de Dios ni de nuestros
genes, sino una medida de la tragedia causada por nuestra organización
económica y social...>> Stress-Related. “Mortality and Social Organization".
En "Salud Panamericana"
Vol. 8‑l. El subrayado nuestro).
Estos autores
consideran al "estrés" como el eslabón entre las "noxas"
(daños) sociales y el deterioro biológico del cuerpo humano. Eyers y Sterling
definen al "estres" como:
<<...los cambios que ocurren en un sujeto
llamado a responder a una situación externa, para enfrentar a la cual, él no
tiene capacidad o está dudoso de tenerla...Ello produce un estado de alerta
psicológica y física que se inicia en la conciencia, en el cerebro y pone en
tensión el cuerpo…>>. (Op. cit)
Las estadísticas de
mortalidad reconocen al "estrés" en el suicidio, el homicidio y los
accidentes, así como en enfermedades crónicas como el infarto, la cirrosis,
el cáncer y la hipertensión.
Según un informe de CC.OO., los accidentes laborales en España
aumentaron un 46% en l988, o sea, 326.308 accidentes más que el año anterior. A
pesar de la gravedad de los datos, la situación de la salud laboral en España
puede ser todavía más trágica: al menos un 30% de los trabajadores de este
país, escapan a las estadísticas oficiales sobre siniestralidad, ya que
se trata de trabajos marginales a tiempo parcial. Según CC.OO., "...los
que tienen contrato temporal, se accidentan dos veces más que el personal
fijo...".
En otras palabras, la
tendencia del capital a aumentar la plusvalía relativa, es decir, el desarrollo
de las fuerzas productivas "objetivas" expresado en las máquinas, los
sistemas mecánicos, los sistemas semi-automatizados, la automatización en gran
escala, los robots, tiene efectos contradictorios
sobre el trabajo. Reduce la cualificación, suprime empleos, presiona a la baja
los salarios por la presión que ejerce sobre los empleados el aumento del
ejército de reserva de parados. Pero simultáneamente, la extensión de la
mecanización tiende a aumentar la intensidad del esfuerzo en el trabajo por
unidad de tiempo (a la vez físico y psíquico, o al menos uno de los dos), y
ejerce, pues, una presión objetiva hacia la reducción de la
jornada de trabajo.
Las
distintas formas de lucha con que el proletariado ha venido desbaratando
la "organización científica del trabajo", responden a todas estas
"noxas" sociales. Entre ellas el ausentismo, el sabotaje durante el
proceso de producción tipificado como "faltas de cuidado",
"defectos", "porcentajes crecientes de desperdicios";
actitudes que Benjamín Coriat
ha visto como "una resistencia a entrar en la fábrica" y que pueden
ser actos voluntarios o resultantes de una fatiga excesiva:
<<Si
entre todas las luchas obreras, la de 1971 en el taller de los “térmicos” en
Renault-Le Mans señaló un punto de ruptura, fue porque funcionó, a su
manera, como un perfecto “analizador,
poniendo al descubierto una triple evidencia:
Ante
todo la de la vulnerabilidad la de la
vulnerabilidad de los aparatos de producción moderna, racionalizados y
especializados: unas cuantas decenas de obreros que se declaran en huelga en un
taller donde se produce una pieza esencial paralizan por efectos…en cadena, no
sólo la fábrica de Le Mans, sino la casi totalidad de la compañía.
Después
se confirma, a pesar de las disparidades
de salario, primas y situaciones de trabajo, la posibilidad de “masificación”
de la lucha obrera, la unidad fundamental de sus aspiraciones, el riesgo de
hegemonía que acompaña en lo sucesivo el movimiento del obrero-masa;
Por último, y detalle importante, los obreros
de Le Mans son franceses y
esencialmente de origen rural; la huelga surge allí donde tradicionalmente la
línea de montaje y la organización científica del trabajo pensaban encontrar
unos márgenes y para su expansión y desarrollo.
Parece
que el trabajo parcelado y repetitivo encuentra aquí una especie de límite “social”, una crisis de su eficacia como técnica de
dominio sobre el trabajo……..>>. (Benjamín Coriat "El Taller y El
Cronómetro" Cap. 8 II Ed. Siglo XXI Cap. Aptdo. 8 Pp.124/130. No
hay versión digitalizada).
La sociedad y el individuo: ¿Dónde radica
la corrupción política que corrompe?
Que el capitalismo
se basa esencialmente en la producción de ganancia no es así, sólo porque lo haya dicho Marx. El 13 de setiembre de 1970 el conocido neoliberal Milton Friedman (1912-2006),
publicó un artículo en el periódico “The
New York Times Magazine”, donde
declaró que la producción de ganancias crecientes es una responsabilidad de las empresas:
<<La
"responsabilidad” [de los ejecutivos de las empresas]... por lo general
será producir tanta ganancia como sea posible observando las reglas básicas de
la sociedad, tanto las que están contenidas en las leyes como aquellas en las
costumbres éticas (leyes y
costumbres basadas en la consagración del egoísmo personal de la propiedad
privada)>>.
Friedman
también expresó allí que:
<<….las únicas
entidades que pueden tener responsabilidades (ante las leyes vigentes) son los individuos... Una empresa no puede tener responsabilidades. Por
lo tanto la pregunta es: ¿Es que los ejecutivos empresariales, siempre y cuando
cumplan con las leyes, tienen otras responsabilidades por las actividades
empresariales además de maximizar la ganancia para sus accionistas? Y mi
respuesta es que, no, ellos no la tienen." Un relevamiento realizado el
año 2011 en diversos países, reveló que los niveles de aceptación para dicho
punto de vista fue del 30% al 80% entre el "público informado">>
(«The Social Responsibility of Business is to Increase Its
Profits». Lo
entre paréntesis nuestro).
Evidentemente
Milton Friedman confundió interés con responsabilidad, palabras que no
significan lo mismo. Las leyes bajo el capitalismo consagran la propiedad
privada y el intercambio —ya sea en los mercados de cada país o entre países—,
donde la función fundamental de las distintas empresas consiste en obtener cada una para sí, la parte
alícuota mayor posible de la ganancia global que circula en ellos. Cada una
naturalmente interesada en capitalizar dichos réditos vendiendo en el mercado
respectivo sus propios productos según el valor contenido en ellos. Y el caso
es que no resulta ser lo mismo vender periódicos que, por ejemplo, tomates
enlatados. Porque la calidad, tanto como el prestigio y los réditos
empresariales de un periódico, se miden no sólo por la veracidad de sus noticias, sino también y sobre todo, por el
comportamiento en sociedad de sus propietarios. Y esta es una de las
contradicciones del capitalismo que la burguesía no puede resolver, mal que les
pese a los dueños del “New York Times”,
cuyos directivos para fines gananciales propios, han seguido al pie de la letra
eso de que —según Milton Friedman— ninguna empresa puede responsabilizarse del
modo en que se maximicen sus ganancias, sino que los responsables de ello son
los propietarios quienes, con tal finalidad, violen las leyes. Y el caso es
que:
<<El
New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín,
presentado por tal rotativo como el banquero más influyente de España y
Presidente del Banco de Santander, que tiene inversiones financieras de gran
peso en Brasil, Gran Bretaña y Estados Unidos, además de en España. En EE.UU.
el Banco de Santander es propietario de Sovereign
Bank.
Lo que le interesa
al rotativo estadounidense (que es de donde salen sus ganancias) no
es, sin embargo, el comportamiento bancario del Santander, sino el de su
Presidente y el de su familia, así como su enorme influencia política y
mediática en España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco
rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre esta
serie de artículos publicados en el diario más influyente de EE.UU. y uno de
los más influyentes del mundo (que lo es precisamente por encargarse de
difundir el morbo y las consecuentes ganancias que suponen para engrosas el
patrimonio de los dueños de tal periódico este tipo de noticias).
Una
discusión importante de tales artículos, es el ocultamiento por parte de Emilio
Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la Guerra
Civil española en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal
banco había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las
autoridades tributarias del Estado español.
Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado ante el maltrato recibido
por tal banco, decidió publicar los nombres de las personas que depositaban su
dinero en dicha banca suiza, sin nunca declararlo en sus propios países. Entre
ellos había nada menos que 569 españoles, incluyendo a Emilio Botín y su
familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial (entre ellos,
por cierto, el padre del President de la Generalitat, el Sr. Artur Mas; José
María Aznar; Dolores de Cospedal; Rodrigo Rato; Narcís Serra; Eduardo Zaplana;
Miguel Boyer; José Folgado; Carlos Solchaga; Josep Piqué; Rafael Arias-Salgado;
Pío Cabanillas; Isabel Tocino; Jordi Sevilla; Josu Jon Imaz; José María
Michavila; Juan Miguel Villar Mir; Anna Birulés; Abel Matutes; Julián García
Vargas; Ángel Acebes; Eduardo Serra; Marcelino Oreja...). Según el New York
Times, esta práctica es muy común entre las grandes familias, las grandes
empresas y la gran banca. El fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según
la propia Agencia Tributaria española, el 74% del fraude fiscal se centra en
estos grupos, con un total de 44.000 millones de euros que el Estado español
(incluido el central y los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto,
casi alcanza la cifra del déficit de gasto público social de España respecto de
la media de la UE-15 (66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España
debería gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de
infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel de
desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado no recoge
tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es, precisamente, el fraude
fiscal realizado por estos colectivos citados en el New York Times. El
resultado de su influencia personal (la de los directivos de tales empresas) es que el Estado no se atreve a recogerlos.
En realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia
Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude
fiscal representa —según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado
español— sólo el 8% del fraude fiscal total. Es también conocida la
intervención de autoridades públicas para proteger al Sr. Emilio Botín de las
pesquisas de la propia Agencia Tributaria.
El caso más
conocido es la gestión realizada por la exvicepresidenta del Gobierno español,
la Sra. De la Vega, para interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr.
Botín no es el único. Como señala el
New York Times, hace dos años, César Alierta, presidente de Telefónica, que
estaba siendo investigado, dejó de estarlo. Como escribe el New York Times con
cierta ironía, "el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso
porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los
hechos y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los
fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación.
Fue nada menos que el Presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar,
que en un momento de franqueza admitió que "los ricos no pagan impuestos
en España". Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de
los superricos, se justifica con el argumento de que, aun cuando no pagan
impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El
Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha indicado que la
subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene más un valor testimonial
que práctico, pues su número es escaso. La solidez de tal argumento, sin
embargo, es nula. En realidad, alcanza niveles de frivolidad.
Ignora la enorme concentración de
las rentas y de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los
países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto redistributivo
del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año que no se recaudan de
los super ricos por parte del Estado, hubieran evitado los enormes recortes de
gasto público social que el Estado español está hoy realizando.
Pero otra
observación que hace el New York Times sobre el fraude fiscal y la banca, es el
silencio que existe en los medios de información sobre tal fraude fiscal. El
rotativo cita a Salvador Arancibia, un periodista de temas financieros en
Madrid, que trabajó para el Banco Santander, quien señala como causas de este
silencio el hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios
comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la
financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios comerciales,
sino también proveyendo créditos —aclara el Sr. Salvador Arancibia—
"...medidas de enorme importancia en un momento como el actual, donde los
medios están en una situación financiera muy delicada". De ahí que tenga
que agradecer al diario que se atreva a publicarlo, porque hoy, artículos como
los que publica el New York Times y el mío propio, no tienen fácil publicación
en nuestro país. Es lo que llaman "libertad de prensa">>. (Palabras todas estas aquí citadas,
atribuidas por un anónimo publicista a Vicenç Navarro López, catedrático de
Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy
en The Johns Hopkins University. Lo entre paréntesis nuestro. Confrontar).
En todos
estos delitos de los que se inculpa a los sujetos mencionados en este párrafo,
empezando por el extinto Emilio Botín,
el derecho burgués imperante ha
soslayado la verdad de que no hayan sido ni son los individuos, quienes hacen al sistema económico
capitalista corrupto y delictivo, sino precisamente
al revés. Como que la comisión de todo delito siempre ha estado
necesariamente predeterminada,
por la naturaleza pro-delictiva de la organización económica, social y política
corrupta vigente. Así abordó Marx esta cuestión en el prólogo al primer libro de
su obra central titulada: “El Capital”:
<<Dos
palabras para evitar posibles equívocos. No pinto de color de rosa, por cierto,
las figuras del capitalista y el terrateniente. Pero aquí sólo se trata de personas en la medida en que son la personificación de categorías económicas,
portadores de determinadas relaciones e intereses de clase (en el contexto de una determinada
sociedad). Mi punto de vista con
arreglo al cual concibo como proceso de
historia natural el desarrollo de la formación económico-social (capitalista), menos
que ningún otro podría responsabilizar al individuo por relaciones de las
cuales él sigue siendo una creatura por más que subjetivamente pueda
elevarse sobre las mismas>>. (Ed. cit. Pp. 8. Lo entre paréntesis y
el subrayado nuestros).
Esto
es tan indubitable y categóricamente cierto, como lo que hizo aquél anónimo
autor del “Génesis” en la primera
parte de las Sagradas Escrituras, cuando atribuyó al todopoderoso, profético
y vengativo Dios de los cristianos, haber creado el corrupto y
corruptor Paraíso Terrenal junto a Eva y Adán —a quienes también previamente
dio vida—, prohibiéndoles comer de un tentador fruto prohibido, puesto allí
precisamente ¡a sabiendas de que iban
a pecar! para poder condenarles en lo sucesivo fuera del Eden, a
“ganarse el pan con el sudor de su frente”.
La
moraleja o enseñanza que cabe sacar de tal pasaje bíblico aplicado a la
corrupta y decadente sociedad actual, es que las víctimas de la explotación,
el engaño, la corrupción y la violencia
—con ese regusto cinematográfico escatológico tan burgués, proclive a lo más
irracional y monstruoso—, es que la humanidad jamás podrá emanciparse de
semejantes lacras inhumanas y genocidas que recrudecen durante las crisis
económicas periódicas —cada vez más trágicas y a la postre imposibles de
superar—, mientras las mayorías sociales sigamos tolerando este sistema de vida
corrompido y corruptor. Y no podremos hacerlo si en la lucha por liberarnos humanamente de toda
esta porquería histórica para siempre, no liberamos también a los
explotadores, a los sofistas, a los corruptos
y a los violentos que, en última instancia, todos ellos se
dedican a preservar el mismo sistema de vida esencialmente basado en la
explotación, el engaño, la corrupción y la violencia genocida. Porque todo eso
es lo que les hace sentir bien mientras puedan eludir ser víctimas de los
mismos males que propician, dedicándose a descargarlos sobre los demás. Y
contribuir a que tal propósito humanitario superior se cumpla,
será imposible sin que las víctimas de tales barbaridades decidamos acabar
con el actual sistema económico, jurídico y político de vida ya caduco,
que lleva en sí mismo todos esos desechos humanos socialmente
contaminantes, allí donde sigan disimuladamente amparados por la
oculta realidad del capitalismo, que las leyes y la moral pública vigente
consagran.
Y para
tal propósito humanitario el remedio está, insistimos, en dejar fuera de
la ley a la propiedad privada sobre los medios de producción y el dinero
bancario en las grandes y medianas empresas capitalistas. De este modo,
la sociedad podrá empezar a sacudirse la condición sistémica fundamental
corrupta y corruptora de la sociedad. Pero, al mismo tiempo, es
imprescindible legitimar el obligado control
democrático y permanente de los productores libres
asociados a escala estatal, nacional e internacional, sobre la producción
y la contabilidad en
todas las empresas. Tanto como para garantizar que el reparto
de lo producido por la sociedad en esta etapa del proceso histórico —cada vez
más avanzado de la productividad del trabajo social—, se haga según el criterio
jurídico-político de que, a cada individuo en edad y
disposición de trabajar, se le recompense según su capacidad, de
modo que la sociedad pueda recibir de cada cual según su trabajo.
Pero
además y en lo que respecta a la actual forma de gobierno vigente a escala
planetaria, es necesario acabar con la corrupta y corruptora “democracia”
representativa que, apelando a la máxima de Maquiavelo: “divide et impera”, efectivamente
impide la unión política de
las mayorías sociales explotadas, dispersas entre distintos partidos políticos
que, aparentemente confrontados unos contra otros para ganarse con promesas la
voluntad política de los electores durante cada comicio, en realidad
estratégicamente todos ellos sin excepción no dejan de ser proclives a sostener el actual sistema de vida. Así las
cosas, frente al engaño de los explotadores los explotados debemos unirnos en
torno a la verdad, para luchar por imponer la democracia directa como
en los tiempos de Clístenes. Donde los más importantes asuntos de Estado y las
distintas leyes que hacen a la
convivencia en la sociedad sin clases, se aprueben por mayoría en
Asambleas convocadas por distrito, imponiendo democráticamente esta norma en
todos los países a escala planetaria, y donde desde la mayor hasta la
menor atribución de responsabilidad de los cargos políticos electos en los tres
poderes de los respectivos Estados nacionales, sea proporcional a los votos
obtenidos por cada candidato, todos ellos revocables en cualquier momento
según el mismo procedimiento democrático directo, en caso de que
cualquiera de esos cargos públicos —ya sean individuales o de grupo— decidan
ejecutar actos de gobierno en contra de lo más mínimo convertido en ley
democráticamente acordada por el pueblo llano.
Vayan
estas palabras dirigidas a los cientos —si no miles de millones— de ciudadanos
de condición social subalterna en el Mundo, quienes todavía sometidos a la
mentira sistemática temen a la verdad universal y se niegan a luchar por ella,
sometidos al chantaje permanente
de sus actuales inmediatos superiores jerárquicos, defensores a ultranza del
llamado Pensamiento Único Burgués en todo
el Orbe:
<<Hasta que se crea una
situación (insufrible)
que no permite volverse atrás y las
circunstancias mismas gritan: ¡Demuestra lo que eres capaz de hacer!>>. (K. Marx: “El
18 Brumario de Luis Bonaparte”. Obra publicada en mayo de 1852. Cap. I. Ed. Ariel-Barcelona/1982 Pp.
16-17. Lo entre paréntesis nuestro) Versión digitalizada
En ese trecho entre lo tolerado y lo
intolerable, ahora mismo están los explotados y oprimidos en su inmensa
mayoría, cada vez más cerca de rebelarse ante lo insufrible. Como ha podido comprobar
con total certidumbre la propiedad
privada de los medios de producción y el dinero bancario, la grande y mediana burguesía han
venido siendo desde sus orígenes el poder
cuasi omnímodo en todas partes, para los fines de enriquecerse a
expensas del cada vez más empobrecimiento
relativo y absoluto de las mayorías
sociales de condición asalariada. El mismo empobrecimiento que por
entonces todavía no tanto, como el que a Engels en noviembre de 1847 le indujo
a publicar sus “Principios del comunismo”
anticipándose con total certidumbre a prevenir lo que hoy es ya una realidad:
<<Pero hoy [en aquellos días de 1847], cuando merced al desarrollo de la gran
industria, en primer lugar se han
constituido capitales y fuerzas productivas en proporciones sin precedentes y
existen medios para aumentar en breve plazo hasta el infinito estas fuerzas
productivas; cuando, en segundo lugar,
estas fuerzas productivas se concentran en manos de un reducido número de
burgueses, mientras la gran masa del pueblo se va convirtiendo cada vez más en
proletarios, con la particularidad de que su situación se hace más precaria e
insoportable en la medida en que aumenta la riqueza de los burgueses; cuando en tercer lugar, estas poderosas fuerzas
productivas se multiplican con tanta facilidad, hasta rebasar el marco de la
propiedad privada y del burgués, provocando contínuamente las mayores conmociones
del orden social, sólo ahora la supresión de la propiedad privada se ha hecho
posible e incluso absolutamente necesaria…
…La democracia [directa] sería absolutamente inútil para el
proletariado, si no la utilizara inmediatamente como medio para llevar a cabo
amplias medidas, que atentasen directamente contra la propiedad privada y
asegurasen la existencia del proletariado…>>. (Op. cit. Ed. L’eina
Pp. 86).
Y
efectivamente, la democracia representativa
imperante ha facilitado desde hace un largo tiempo, que la competencia intercapitalista basada
precisamente en la propiedad privada
de los medios de producción y el dinero bancario, haya podido ser el
medio más eficiente para los fines de proyectar
en el mundo, subrepticiamente, los intereses de las más poderosas empresas
privadas, a expensas del trabajo asalariado, y que también intervino en
los distintos partidos políticos de sus respectivos Estados nacionales, con
fines mutuamente gananciales que dieron pábulo a lo que popularmente se conoce
por “contubernio”. Por su
parte, recientemente
el periódico británico Financial Times, denunció la agresiva evasión
fiscal que desarrollan las grandes empresas multinacionales pagando actualmente
menos impuestos que en 2008. Y en un reciente informe del G-20, un foro
integrado por los 20 países más ricos del mundo que representan el 85% de la
economía mundial, denunció que las grandes empresas dejan de pagar entre el 4% y el
10% correspondientes al impuesto de sociedades. La economía sumergida y los falsos autónomos, ante la cual
los Estados nacionales hacen la vista gorda, es esta una estafa que practican
las grandes empresas, para conseguir mayores beneficios disminuyendo los costes
de su plantilla en forma significativa sin cotizar a la Seguridad Social.
Todo esto se considera algo ilegal
aunque en muchas ocasiones se cierran los ojos, de la misma forma que se hace
con la economía sumergida. Los llamados falsos
autónomos son trabajadores inscritos en el Régimen Especial de
Trabajadores Autónomos, pero que realizan sus servicios para una empresa como
si fueran trabajadores por cuenta
ajena. Se denominan así porque aunque se les considera autónomos es
falso, dado que no poseen autonomía
en su trabajo, sino que dependen de las directrices que les imponen sus
respectivos empleadores como empleados
dependientes. He aquí el
secreto mejor guardado del corrupto
libertinaje propiciado por los empresarios privados subrepticiamente asociados
con altos funcionarios estatales como sistema de vida social óptimo adicional vigente,
para beneficio exclusivo de esas irrisorias minorías sociales opulentas a
escala planetaria. ¿Dónde ha quedado la libertad en el sentido estricto de los
llamados “seres humanos”?
La doctrina política que históricamente ha encabezado la defensa e implantación de este sistema económico y político explotador, ha sido el liberalismo económico clásico cuyos fundadores llegaron a ser John Locke, Adam Smith y Benjamin Franklin. El pensamiento económico liberal clásico, sostiene que la intervención de cada gobierno debe reducirse a su mínima expresión. Sólo debe encargarse del ordenamiento jurídico que garantice el respeto a la propiedad privada, la defensa de las llamadas libertades negativas: los derechos civiles y políticos, el control de la seguridad interna y externa (justicia y protección), y eventualmente la implantación de políticas para garantizar el libre funcionamiento de los mercados, ya que se considera que la presencia del Estado en la economía perturbaría su funcionamiento. He aquí por qué Marx ha definido el actual sistema de vida y su “democracia”, como la dictadura del capital. Sus representantes contemporáneos en materia económica más prominentes han sido Ludwig von Mises y Friedrich Hayek en la Escuela de Viena y por su parte George Stigler y Milton Friedman en la Escuela de Chicago, existiendo en esa materia profundas diferencias entre ambas.
Existen otras tendencias dentro del pensamiento económico que asignan al Estado funciones diferentes. Por ejemplo, los que adscriben a lo sostenido por John Maynard Keynes, quien según su pensamiento el Estado puede intervenir para incrementar la demanda efectiva en época de crisis. También se puede mencionar a los politólogos que atribuyen al Estado y a otras instituciones un rol importante en controlar las deficiencias del mercado (una línea de pensamiento en este sentido es el neo-institucionalismo).
En
síntesis, que la grande y mediana burguesía ha venido acumulando riqueza en la
selva del capitalismo, basada en el poder político empresarial sobre la
sociedad capitalista, que le ha propiciado la vigencia de la propiedad privada de los medios de producción y el dinero
bancario:
<<La producción
capitalista no es solo reproducción de la relación [entre patronos y obreros]; para
su reproducción en una escala siempre creciente y en la misma medida en
que, con el modo de producción capitalista se desarrolla la fuerza productiva
social del trabajo, crece también frente al obrero la riqueza acumulada,
como riqueza que lo domina, como capital, se extiende frente a él el
mundo de la riqueza como un mundo ajeno y que lo domina, y en la misma
proporción se desenvuelve por oposición su pobreza, indigencia y sujeción
subjetivas. Su vaciamiento y esa plétora se corresponden, van a la par.
Al mismo tiempo se acrecienta la masa de esos medios de producción vivos del
capital: el proletariado laborioso.
Por ende, el crecimiento
del capital y el aumento del proletariado se presentan
como productos concomitantes, aunque
polarmente opuestos, del mismo proceso.
La relación [entre patronos y obreros] no solo se reproduce, no sólo produce en una escala cada vez más masiva, no sólo se procura más obreros y se apodera continuamente también de ramos productivos que antes no dominaba, sino que, como se ha expuesto en el análisis del modo de producción específicamente capitalista, esa relación [social de capitalistas y obreros] se reproduce bajo condiciones cada vez más propicias para una de las partes, para los capitalistas, y más desfavorables para la otra, los asalariados>>. (K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. VI (inédito): “Resultados del proceso inmediato de producción” 13ª. Edición. Ed. Siglo XXI/1990 Pp. 103 a 104. Versión digitalizada Ver Pp. 103 a 104).
Ya hemos incidido en
informar acerca del grande y mediano empresariado burgués, de su apelación a
los paraísos fiscales para eludir al fisco en todo el Mundo, a raíz del lucro
cesante que:
<<Tan pronto como el trabajo [humano ganancial explotado] en forma inmediata [ha ido siendo sustituido por maquinaria] dejando de ser la gran fuente de la
riqueza, el tiempo de [ese] trabajo [físico
e intelectual de los asalariados] deja y
tiene que dejar de ser su medida y, en consecuencia, el valor de cambio [entre
el salario menguante y la riqueza producida] tiene que dejar de ser la medida del valor de uso [del trabajo
explotado]. El plustrabajo de la masa [asalariada]
ha dejado de ser condición para el
desarrollo de la riqueza general, así como también el no-trabajo de los [relativamente] pocos [capitalistas usufructuarios
dirigentes del tinglado explotador], ha dejado de ser condición de las fuerzas generales del cerebro humano.
Con ello se derrumba la producción basada sobre el valor de cambio [entre
trabajo asalariado y capital], y el
proceso de producción material inmediato pierde la forma de la miseria [producir
ganancia capitalista y penuria relativa de los explotados], y el antagonismo [entre las dos clases
sociales universales desaparece]. Aquí
entra entonces [a manifestarse] el
desarrollo de los individuos [libres
e iguales], y por lo tanto la reducción del tiempo de trabajo [vivo] necesario, no para crear plustrabajo sino para reducirlo en la sociedad a un mínimo, [aumentando
el resto] al que corresponde entonces la
formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo
devenido libre y a los instrumentos [supletorios de trabajo vivo] creados
para [sustituir a] todos ellos>>.
(K. Marx: “Líneas fundamentales de la
crítica de la economía Política”. En alemán “Grundrisse”. Ed. Grijalbo.
Segunda mitad. El proceso de circulación del capital. Tomo II Cap. III Pp. 91.
El subrayado y los entre corchetes nuestros. Confrontar esta parte citada del
texto traducido por la mencionada Editorial, con la versión digitalizada en las
páginas 228 y 229).
Mientras tanto, la llamada
economía sumergida es otro recurso que practica la grande y
mediana burguesía dominante, para la evasión del pago de impuestos, apelando a la
llamada economía informal
y/o a la economía ilegal.
La economía informal, también llamada irregular, es una actividad económica
legal aunque oculta o no declarada a los efectos registrales, también para
fines de la elusión fiscal o escapando al
control administrativo del Estado. La economía ilegal en cambio lo es por su
propia naturaleza, como es el caso del tráfico de drogas
y la prostitución. Ambas actividades —la
primera como economía informal y la segunda ilegal—, que acumulan dinero negro para ocultar su
carácter delincuencial y tiene que ser forzosamente “lavado”.
Ergo, en estos momentos del proceso decadente por el que discurre fatalmente la deriva del capitalismo postrero —según causas objetivas que no dependen de la voluntad de nadie—, se verifica en el sistema tributario que, según Oxfam por ejemplo, el Estado español recauda poco y mal, cuyos ingresos fiscales en este país están 6,3 puntos por debajo de la media europea. Consecuentemente, es en las familias asalariadas sobre quienes recae el 84% de la contribución al erario público, frente al 13% que aporta el sector empresarial. Lo cual explica el enorme y desigual reparto de la riqueza, cuyo Estado nacional cuenta con una “recaudación impositiva insuficiente, y un sistema tributario regresivo en su diseño e injusto a la hora de frenar las fugas de dinero hacia paraísos fiscales”. Un proceso que más o menos se verifica a escala planetaria. Así las cosas, en el segundo trimestre de 2018 la deuda pública en España ha crecido en 2.333 millones de euros y se sitúa literalmente en un billón ciento sesenta y dos mil novecientos cuarenta y seis millones de Euros: 1.162.946.000.000€. Esta cifra supone que la deuda pública en España alcanzó el 98,8% del PIB [producto interior bruto], mientras que en el trimestre anterior fue de 98,3. Pero no es éste el único Estado nacional endeudado, porque puede consultarse el listado completo de los países cuya deuda se incrementa (confrontar en: Deuda Pública). Y para conocer toda la información económica de España ver en Economía de España. También en ¿Fin de ciclo? La economía española empieza a mostrar signos de agotamiento. Lo mismo sucede con la elegante clientela que frecuenta el casino de Montecarlo, multimillonarios de Saint James en Paris o Connecticut en los EE.UU. El botín que custodian para ellos los paraísos fiscales se ha cifrado en 11,54 billones de dólares, el 80% del PIB norteamericano.
Si
comparamos en España, por ejemplo, la deuda pública en el segundo trimestre de
2018 con la del mismo trimestre de 2017, vemos que anualmente se ha
incrementado en 27.808.000.000€. La
deuda per cápita en el primer trimestre de 2018, fue de 24.874€ por habitante.
En el cuarto trimestre de 2017 fue de 24.525€. Como puede verse en el ranking mundial de Deuda Pública,
España, está entre los países con más deuda pública del mundo. La más abultada
en EE.UU. con 18.036.300.000.000 en 2016. Seguida por el Reino Unido en 2017
con 2.013.316.000.000, Alemania en 2017 con 2.071.401.000.000, Italia en 2017
con 2.263.056.000.000 y Francia con 2.216.436.000.000 o sea: dos billones
doscientos dieciséis mil cuatrocientos treinta y seis millones.
Según
ha reportado la ONG “Oxfam
Intermón”, América Latina es la región más desigual en términos
económicos y sociales del mundo:
<<La
desigualdad es endémica y aparece en prácticamente todas las dimensiones, hecho
que el informe de Oxfam documenta ampliamente. Es una región de contrastes
donde coexisten el cinco por ciento de los milmillonarios del mundo con un gran
número de personas que viven en la pobreza extrema. La mortalidad infantil y
desnutrición en las zonas marginadas son parecidas a las encontradas en países
mucho más pobres. La pobreza es dos, tres o más veces mayor entre los
afrodescendientes y la población indígena. Como bien lo indica el informe, la
región ha experimentado una disminución de la concentración del ingreso en la
década pasada, gracias a la expansión del acceso a la educación, políticas
laborales que favorecieron a los trabajadores de salarios más bajos y la
expansión del gasto público dirigido a la población pobre. Sin embargo, como
también concluye el comprensivo informe de Oxfam, queda muchísimo por hacer ya
que la región continúa teniendo los niveles de desigualdad más altos del mundo>>.
(Nora Lustig: “Desigualdad
extrema y secuestro de la democracia en América Latina y El Caribe”
La póstuma desigualdad social del
capitalismo: El reto que África no puede ignorar
Por Nancy Kacungira
Una de
las imágenes más llamativas que vi en 2016 fue una fotografía aérea en la que,
a un lado, se ve un conjunto de viviendas en un barrio residencial de clase
alta en Nairobi, Kenya. Una imagen aparentemente normal, salvo que la otra
mitad de la fotografía mostraba otro conjunto de viviendas, esta vez a base de
chozas o casuchas hechas con trozos de hojalata, ramas y barro. Los pulcros y
bien pintados tejados de las casas en esa urbanización elegante, solo estaban
separados de los herrumbrosos tejados de hojalata de la otra mitad por una
autopista.
El
contraste visible en aquella fotografía es en gran parte simbólico de la
desigualdad global, un problema que se da de forma más pronunciada en el
continente africano. Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones
Unidas, cada país de África es hoy menos igualitario de lo que lo era en el año
2010. Los beneficios del crecimiento económico, llegados en cuentagotas, han
sido muy escasos para la mayoría de las poblaciones africanas; la brecha entre ricos
y pobres solo es mayor en América Latina.
El número de multimillonarios africanos se
ha doblado desde 2010, mientras que los pobres han aumentado en 50
millones desde 1990
En
África, el número de multimillonarios africanos se ha doblado desde el 2010,
mientras que el de personas que viven en la pobreza ha aumentado en unos 50
millones desde 1990. Existe una percepción cada vez mayor de que el crecimiento
económico no se traduce automáticamente en una reducción de la pobreza. Tómese,
por ejemplo, Etiopía, que ha registrado un crecimiento medio anual de más del
10% durante la última década. Millones de etíopes son víctimas de la hambruna o
tienen problemas de desnutrición, mientras el país se centra en las prácticas
agrícolas industriales de alto rendimiento y canaliza sus recursos hacia la
industria manufacturera. En 2016 se produjo un vuelco cuando el índice de
crecimiento cayó por debajo del 5%, hubo muy malas cosechas y la subida de
precios tuvo un efecto desproporcionado y angustiante en los salarios de los
trabajadores agrícolas. Esto a su vez alimentó las protestas en Etiopía, con
cierre de fábricas y paralización de la inversión extranjera.
Se
supone que el crecimiento económico genera oportunidades y estimula el
empoderamiento, reduciendo en consecuencia las tensiones sociales. Pero el
modelo de crecimiento africano, en gran parte impulsado por un auge de las
materias primas, proporciona muy pocas oportunidades de empleo y de progreso
económico de gran alcance. Enriquece a las naciones pero cambia muy poco la
vida de los ciudadanos. Y allí donde crece la desigualdad, se cuece el
conflicto. Los ha habido en 2016 en la República Centroafricana, en Sudán del
Sur, en la República Democrática del Congo y en Burundi. Aunque estos
conflictos tienen diversas causas, una de ellas es el problema creciente de la
desposesión y la marginación.
El año
2017 es de cita electoral en muchos países africanos, entre otros Angola,
Argelia, Kenya, Rwanda y Sierra Leona. Cada país se enfrenta a múltiples
problemas y la caída del precio de las materias primas no es la menor de ellas.
La presión para garantizar que las corrientes económicas favorables impulsen a
todas las embarcaciones es intensa: los acontecimientos en Etiopía, Estados
Unidos y Europa han mostrado a muchos gobiernos africanos que el precio de las
divisiones internas puede ser muy elevado, Cuando la gente se siente excluida,
lucha por hacer oír su voz.
Y no es
solo por la desigualdad económica; un informe de las Naciones Unidas del 2016
constata que el África Subsahariana pierde unos 95.000 millones de dólares al
año debido a la desigualdad de género, haciendo peligrar todavía más los
esfuerzos del continente en pro del crecimiento económico. Pero hubo también un
ejemplo esperanzador: Rwanda ha visto aumentar su esperanza de vida, su
educación y sus ingresos per cápita tendiendo puentes para salvar la línea
divisoria entre géneros. Es el país más igualitario de África en este aspecto,
y el sexto de 145, un pionero para el continente.
La
paradoja de un elevado crecimiento y un alto índice de pobreza –que hace crecer
la desigualdad en todo el continente– se ha puesto de manifiesto en países
africanos muy diferentes. Una de las principales lecciones a sacar del 2016 es
la recomendación de que no hay que luchar solo contra la pobreza; también
contra la desigualdad.
¿Cuál es la situación de la desigualdad
en Asia?
La desigualdad en algunos países de
Asia es comparable a la que existe en Latinoamérica.
Redacción
El
Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) pidió
más inversión gubernamental en Asia Oriental y Pacífico para acabar con la
desigualdad que afecta a millones de niños en la región, a pesar del
crecimiento económico en los últimos años.
Desigualdad. Karin Hulshof, directora regional
de Unicef, indicó que la desigualdad sigue lastrando las oportunidades de los
niños con menos recursos en Asia Oriental y Pacífico, lo que incluye a
Mongolia, China, Corea del Norte, el Sudeste Asiático y las naciones insulares.
"Incluso si continúa el extraordinario crecimiento, está claro que sin
mejores programas y políticas de protección social que conviertan el
crecimiento en sostenible, veremos a más y más personas excluidas",
aseveró Hulshof en una conferencia de prensa en Bangkok.
La
desigualdad en algunos países de Asia es comparable a la que existe en
Latinoamérica.
07 de julio del 2016 - 8:15 PM
Redacción
A
pesar del crecimiento económico, la desigualdad sigue siendo uno de los grandes
problemas del continente asiático. | Fuente: AFP/Referencial
El
Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) pidió
más inversión gubernamental en Asia Oriental y Pacífico para acabar con la
desigualdad que afecta a millones de niños en la región, a pesar del
crecimiento económico en los últimos años.
Desigualdad. Karin Hulshof, directora regional
de Unicef, indicó que la desigualdad sigue lastrando las oportunidades de los
niños con menos recursos en Asia Oriental y Pacífico, lo que incluye a
Mongolia, China, Corea del Norte, el Sudeste Asiático y las naciones insulares.
"Incluso si continúa el extraordinario crecimiento, está claro que sin
mejores programas y políticas de protección social que conviertan el
crecimiento en sostenible, veremos a más y más personas excluidas",
aseveró Hulshof en una conferencia de prensa en Bangkok.
Los
efectos de la pobreza. Las
muertes de niños con menos de cinco años a causa de la pobreza en Asia Oriental
y Pacífico se han reducido en un 68 por ciento, hasta 18 muertes por cada 1.000
desde 1990, según Unicef. Sin embargo, esto significa que el año pasado
fallecieron en la región 540.000 menores antes de cumplir los cinco años por
causas evitables.
Karin Hulshof, directora regional de
Unicef, indicó que la desigualdad sigue lastrando las oportunidades de los
niños con menos recursos en Asia Oriental y Pacífico. | Fuente: EFE
Unicef
dice que en muchos países las familias pagan el 50 por ciento del gasto de
educación y salud. | Fuente: Getty Images
Escolarización. Según la directora general, el
progreso en Asia es palpable en ciudades como Bangkok, Pekín e incluso en la
región indonesia de Aceh, al tiempo que el 96 por ciento de los niños está
escolarizado en la región. No obstante, Hulshof aseveró que 6,5 millones de
niños no van a la escuela en Asia Oriental y Pacífico, lo que contraviene la
Convención de los Derechos del Niño que todos los países han firmado.
"Podemos ver que el número de niños sin escolarizar en la región es mayor
que toda la población de Singapur o de Nueva Zelanda", apostilló.
Servicios
de calidad. Hulshof
afirmó que en muchos países las familias pagan el 50 por ciento del gasto de
educación y salud, por lo que abogó por que los ciudadanos exijan a sus
gobiernos servicios de calidad y accesibles. Gaspar Faijth, asesor de Políticas
Sociales y Análisis Económico de Unicef en Asia Oriental y Pacífico, recordó
que el mensaje es que "desarrollo sostenible empieza proveyendo justicia y
oportunidades a los niños".
Problemas
sociales. Faijth citó
el trabajo infantil, la malnutrición y carencia de oportunidades como algunos
de los problemas a los que se enfrentan 45 millones de niños que viven con
menos de 1,90 dólares diarios en Asia Oriental y Pacífico. El experto agregó
que la desigualdad en algunos países de Asia es comparable a la que existe en
Latinoamérica y precisó que la falta de fondos para la educación y la salud de
los niños no se debe a una "falta de dinero" sino de
"prioridades" en los presupuestos gubernamentales. EFE.
Karin Hulshof, directora regional de Unicef. | Fuente:
YouTube/PPD Secretariat
El periódico de Catalunya
Desigualdad y precariedad en la
Unión Europea
Viernes,
17/11/2017 | Actualizado el 20/11/2017 a las 16:07 CET
La recuperación económica de la Unión
Europea (UE) se apoya en la desigualdad, la precariedad y el empobrecimiento
de un porcentaje creciente de la población. El denominado Pilar Social
de la UE, que los líderes europeos han adoptado este viernes en la cumbre de Gotemburgo,
intenta recuperar el respaldo perdido ciudadano al proyecto europeo y a los
Gobiernos nacionales a causa del retroceso social y del reparto cada vez más
desigual de la riqueza.
El Pilar Social Europeo,
no obstante, es una mera declaración política sobre 20 principios genéricos
sobre igualdad de oportunidades, protección social y condiciones laborales, sin
carácter vinculante y donde cabe casi cualquier política. Esta nueva promesa de
justicia social choca en la práctica con las políticas de austeridad, ajustes,
reformas y recorte de derechos laborales que adoptan la Comisión Europea y el
Consejo de Ministros de Economía de la UE.
La OCDE,
en su informe 'Comprendiendo la división socioeconómica en Europa del 2017',
señala que "la desigualdad socioeconómica ha crecido en Europa a lo largo
de las pasadas décadas y se ha intensificado desde de la crisis
financiera". "La desigualdad en los ingresos se ha situado a niveles
récord" incluso en los países más igualitarios y "el crecimiento
económico entrega sus beneficios predominantemente a los más acomodados",
añade el informe.
Desigualdad
En 1980, los ingresos del 10% más
rico eran 7 veces superiores al 10% más pobre; ahora son 9,5 veces más altos,
precisa la OCDE. El 10% más acomodado acapara el 25% de los ingresos y posee de
media la mitad de la riqueza nacional, mientras que el 40% más pobre sólo posee
el 3% de la riqueza. La mayor concentración de riqueza se produce en Austria,
Holanda y Alemania, mientras que la mayor desigualdad en los ingresos se da en
Gran Bretaña y los países bálticos, precisa la OCDE. El informe 'Finanzas de
los Hogares' del Banco Central Europeo de diciembre del 2016
detalla que el 10% más rico posee el 51,2% de la riqueza neta total de la
eurozona.
La
actual recuperación económica "no ha revertido esa
tendencia hacia una creciente desigualdad", por lo que "el ensanchamiento
de la brecha amenaza la estabilidad social y política" de los países
europeos, subraya la OCDE. Los votos de protesta a favor de fuerzas políticas
alternativas (populistas, izquierda o extrema derecha) en las sucesivas
elecciones muestra que esa desestabilización ya se está
produciendo.
Pese a que la tasa de paro está
bajando en la UE, aún no se ha recuperado el nivel del 2007 previo a la crisis,
salvo en Alemania. Y disponer de un empleo ya no garantiza escapar a la
pobreza. El porcentaje de personas con empleo cuyos ingresos son inferiores al
umbral de pobreza se situó en el 2016 en el 13,1% en España, el 11,4% en
Italia, el 9,5% en Alemania y 7,9% en Francia, según Eurostat. El
23,5% de la población de la UE se encuentra en riesgo de pobreza (29,9% en
Italia y 27,9% en España). Las cifras también son elevadas en Alemania (19,7%),
Francia (18,2%) y la igualitaria Suecia (18,3%).
Precariedad laboral
Las sucesivas reformas
económicas y laborales han disparado la precariedad
laboral. El 19,6% de los ocupados sólo tiene un empleo a tiempo parcial en
la UE, llegando el porcentaje al 26,7% en Alemania entre los grandes países,
según Eurostat. El empleo temporal ya afecta al 12% de los empleados de la UE y
llega al 21,8% en España. La inmensa mayoría de los nuevos contratos que se han
formalizado en la UE desde el inicio de la crisis son precarios (temporales, a
tiempo parcial, interinos), indica el informe 'Benchmarking Working Europe
2017'. En España, por ejemplo, la duración del 26,1% de los contratos
formalizados en octubre no superaba la semana, el 36,4% no superaba el mes y
sólo el 9,9% eran para empleos fijos, según el Servicio Público de Empleo
Estatal.
El corolario de la precariedad ha
sido el estancamiento o retroceso de los salarios
reales (descontada la inflación) en la mayoría de los países europeos.
La OCDE estima que los salarios reales son el 20-25% inferior al nivel que les
habría correspondido si no se hubiera interrumpido su tendencia del periodo
2000-2007. El FMI también alertó en sus 'Perspectivas de la Economía Mundial'
de octubre sobre el estancamiento y debilidad de los salarios, que agrava la
desigualdad y limita el crecimiento económico. La revista 'Forbes'
señalaba en un artículo en agosto que los salarios medios de las grandes urbes
chinas ya están alcanzando o incluso superando los sueldos de varios países de
la UE, como Croacia y los bálticos. Hasta el World Economic Forum acaba
de propugnar un "nuevo contrato social" para restaurar la legitimidad
del capitalismo, muy debilitada por la desigualdad e injusticia
social.
Temas: OCDE Unión Europea Pobreza
7 duras críticas a EE.UU. por la
pobreza extrema que hay en el país más rico del Mundo, (y que el gobierno de
Trump rechaza)
·
Ángel
Bermúdez BBC Mundo
En Estados Unidos, el número de
blancos en situación de pobreza supera por ocho millones la cifra de
afro-estadounidenses.
"Su enorme riqueza y conocimiento
contrastan de forma chocante con las condiciones en las que viven grandes
cantidades de sus ciudadanos. Unos 40 millones viven en pobreza, 18,5 millones
en pobreza extrema y 5,3 millones viven en condiciones de pobreza extrema propias
del tercer mundo".
Con estas palabras el relator sobre
pobreza extrema y derechos humanos de la ONU, Philip G. Alston,
se refiere a Estados Unidos en un informe en el que da cuenta de una gira de 15
días de investigación que realizó en ese país a finales de 2017.
El texto es una crítica descarnada a
la primera potencia del mundo, en la que se apuntan problemas como la creciente
desigualdad, la persistencia del racismo o la existencia de un sesgo entre los
sectores en el poder hacia los más pobres y desfavorecidos.
1 El sueño de una ilusión
"Los defensores del status quo señalan a Estados
Unidos como una tierra de oportunidades y un lugar donde el sueño americano
puede hacerse realidad, porque los más pobres pueden aspirar a llegar al grupo
de los ricos".
"Pero la realidad actual es muy distinta. Estados
Unidos tiene ahora una de las tasas más bajas de movilidad social
intergeneracional de los países ricos", señala Alston a propósito de
uno de los elementos clave de la sociedad estadounidense.
Al igual que
la riqueza, la pobreza también se transmite entre generaciones en Estados
Unidos.
"Las altas tasas de pobreza infantil y juvenil
perpetúan muy efectivamente la transmisión de la pobreza intergeneracional y
aseguran que el sueño americano rápidamente se convierta en la ilusión
americana. La igualdad de oportunidades, que es tan valorada en teoría, en
la práctica es un mito, especialmente para las minorías y las mujeres, pero
también para muchas familias de trabajadores blancos de clase media",
agrega.
2.- Pobres malos, ricos buenos
El informe critica el peso que al
hablar sobre la pobreza, se le da a la imagen "caricaturizada" sobre
las supuestas diferencias entre ricos y pobres, que son difundidas "por
algunos políticos y medios estadounidenses".
"Los
ricos son trabajadores, emprendedores, patriotas e impulsores del éxito
económico. Los pobres son vagos, perdedores y tramposos. Como consecuencia de
ello, (se considera que) el dinero que
se gaste en bienestar social es dinero tirado a las cañerías", critica
Alston.
"La realidad, sin embargo, es muy diferente. Muchos
de los más ricos no pagan sus impuestos a las mismas tasas que lo hacen otros,
acumulan gran parte de sus fortunas en paraísos fiscales y obtienen sus
ganancias solamente de la especulación, en lugar de contribuir a la riqueza
general de la comunidad estadounidense", apunta.
"En
toda sociedad hay quienes abusan del sistema, tanto en los niveles superiores
como en los inferiores. Pero, en realidad, los pobres son mayoritariamente
aquellos que nacieron en la pobreza, o quienes cayeron allí por
circunstancias que en gran medida se hallan fuera de su control, como las
enfermedades mentales y físicas".
Cómo es ser pobre en Estados Unidos,
el país más rico del mundo
Estos prejuicios sobre ricos y pobres
se reflejan en la formulación de políticas.
El
relator especial señala, por ejemplo, que uno de los principales argumentos
para impulsar los recortes en los beneficios sociales son las acusaciones sobre
la existencia de un fraude generalizado en el uso de los mismos y que muchos de
los funcionarios con los que habló le advirtieron que había personas que
estaban buscando todo el tiempo formas de sacar provecho del sistema.
"El
contraste con la reforma fiscal es ilustrativo. En el contexto de los
impuestos, se pone una fe inmensa en la buena voluntad y el altruismo de los
beneficiarios corporativos, mientras que en la reforma del estado de
bienestar se aplican los supuestos contrarios", asegura.
3.- Empleados pobres
Alston
destaca que uno de los argumentos utilizados en Estados Unidos por quienes
abogan por recortar los beneficios sociales, es que los pobres deben dejar de
depender de las ayudas y ponerse a trabajar.
"Se
asume, especialmente en una economía que progresa, que hay muchos empleos
esperando a ser ocupados por individuos con poca educación, que con frecuencia
tienen una discapacidad de un tipo u otro, a veces cargados con un historial
criminal (con frecuencia relacionado con la pobreza) sin mucho acceso al
sistema de salud y sin entrenamiento ni ayuda efectiva para conseguir un
trabajo", señala.
Pese a tener empleos, muchas familias
necesitan de los cupones de alimentación para llegar a fin de mes.
"En
realidad, el mercado laboral para estas personas es extraordinariamente
limitado y, más aún, para aquellos que carecen de las formas básicas de apoyo y
protección social", añade.
Para
ilustrar la insuficiencia de la estrategia de combatir la pobreza apostando por
el trabajo pero sin el apoyo de las políticas sociales, Alston pone como
ejemplo el caso de los trabajadores de Walmart, el mayor empleador de Estados
Unidos.
"Muchos de sus trabajadores no
pueden sobrevivir, teniendo un trabajo a tiempo completo, si no reciben cupones
de alimentación. Esto encaja en una tendencia más amplia: el porcentaje de
hogares que, mientras tenían ingresos, también recibían asistencia para
alimentación aumentó de 19,6% en 1989 a 31,8% en 2015", asegura.
4.- La justicia, una fuente de ingresos
Alston
señala que uno de los mecanismos que dificultan el progreso de los más pobres
son la gran cantidad de multas y tasas que se aplican a quienes cometen
pequeñas infracciones y que se acumulan hasta convertirse en una enorme carga
para ellos.
Pone como ejemplo el hecho de que los
permisos de conducir son suspendidos por una gran cantidad de faltas no
relacionadas con el tráfico, como el no pagar una multa.
"Esa
es una forma perfecta para asegurarse de que los pobres, que viven en comunidades
que se han negado a invertir seriamente en sistema de transporte público, sean
incapaces de ganarse un dinero que les habría ayudado a pagar la deuda
pendiente", refiere.
Las multas por pequeñas infracciones
pueden volverse una carga pesada para los más pobres.
En ese sentido, el relator de la ONU
critica como una práctica extendida en todo el país el uso del sistema legal
para recaudar ingresos y no para promover la justicia.
Asegura
que esto se ha convertido en un mecanismo "para mantener a los pobres
en la pobreza mientras generan ingresos para financiar no solo el sistema
de justicia sino muchos otros programas".
5.- La criminalización de los pobres
Entre
las fallas del sistema legal, el informe también cuestiona que en muchas
ciudades las personas sin hogar son criminalizadas simplemente por la situación
en la que se encuentran.
"Dormir
al descampado, sentarse en lugares públicos, mendigar, orinar en público y una
infinidad de otras infracciones han sido concebidas para atacar 'la plaga' de
los sin techo", indica.
Alston
señala que, según cifras oficiales, en 2017 había en Estados Unidos unas
553.742 personas sin techo pero asegura que hay muchas evidencias de que la
cantidad verdadera es mucho mayor.
Afirma
que solo en la zona de Skid Row, en el centro de Los Ángeles, hay unos 1.800
sin techo que disponen de apenas 9 baños públicos, una cifra que ni siquiera
cumple con los estándares de la ONU para los campos de refugiados sirios y para
situaciones de emergencia.
En Skid Row, en Los Ángeles, viven
miles de personas sin techo.
"Que
haya tantas personas sin techo no es algo ni remotamente inevitable y
refleja la decisión política de ver la solución en la aplicación de la justicia
en lugar de en proveer viviendas adecuadas y accesibles, servicios médicos,
asesoría psicológica y formación laboral", apunta.
"Castigar
y apresar a los pobres es la respuesta típicamente estadounidense a la pobreza
en el siglo XXI", indica Alston en las conclusiones. "El encarcelamiento
masivo es usado para hacer invisibles de forma temporal los problemas sociales
y crear la ilusión de que se ha hecho algo".
6.- Desigualdad extrema
Según el informe de la ONU, Estados
Unidos es el país rico con mayores niveles de desigualdad de ingreso y de
riqueza.
Señala
que el 1% más rico pasó de obtener el 10% de todos los ingresos nacionales en
1980 a conseguir el 20% en 2017. En el caso de Europa, ese indicador pasó de
10% a 12% en el mismo lapso.
Alston hace referencia expresa al
hecho de que la fortuna de los miembros iniciales del gabinete de Trump
alcanzaba a US$4.300 millones.
La secretaria de Educación, Betsy
DeVos, es uno de los miembros más adinerados del gabinete de Trump.
"Lo
que la desigualdad extrema significa es la transferencia de poder económico y
político a un puñado selecto de personas, quienes inevitablemente lo usarán
para avanzar sus propios intereses", asegura.
"La
alta desigualdad debilita al crecimiento económico sostenido. Se manifiesta en
bajo niveles educativos, un sistema de salud inadecuado y la ausencia de
protección social para la clase media y los pobres, lo que a su vez limita sus
oportunidades económicas e inhibe el crecimiento general", advierte.
7.- El legado de la esclavitud
"Al
pensar en los pobres, los estereotipos raciales usualmente no están lejos de la
superficie. Se asume que los pobres son mayoritariamente personas de color,
afro-estadounidenses o 'inmigrantes' hispanos".
"La
realidad es que hay ocho millones más de pobres blancos que de pobres negros.
El rostro de la pobreza en Estados Unidos no solamente es negro o hispano, sino
también blanco, asiático y de muchos otros orígenes", afirma Alston.
Los afro-estadounidenses, en general,
siguen estando muy rezagados en los indicadores de bienestar.
El
relator de la ONU considera que la estadounidense sigue siendo una sociedad
crónicamente segregada.
Señala que los negros tienen 2,5
más probabilidades que los blancos de vivir en la pobreza, una tasa de
mortalidad infantil 2,3 veces superior.
Su
nivel de desempleo duplica el de los blancos y usualmente ganan solo 82,5
centavos para cada dólar que obtienen estos. Además su tasa de encarcelamiento
es 6,4 veces mayor.
"Estas
vergonzosas estadísticas solo pueden ser explicadas por la duradera
discriminación estructural basada en la raza, lo que refleja el legado duradero
de la esclavitud", concluye Alston.
CEPAL:
La elevada desigualdad en América Latina
constituye un obstáculo para el desarrollo sostenible
Se trata de
un fenómeno estructural que se manifiesta a través de múltiples circuitos
viciosos, señala el informe anual Panorama Social 2016 difundido hoy.
30 de mayo
de 2017|Comunicado de prensa
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva
de la CEPAL, durante la presentación del Panorama Social de América Latina
2016.
Foto: Carlos Vera/CEPAL
Entre
2008 y 2015 la desigualdad en la distribución del ingreso de las personas
disminuyó en América Latina gracias a la prioridad que le dieron los países a
los objetivos de desarrollo social, pero su ritmo de descenso se enlenteció
entre 2012 y 2015 y los niveles actuales siguen siendo muy elevados para
alcanzar el desarrollo sostenible, alertó hoy la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL).
La
distribución del ingreso es solo una de las dimensiones de la desigualdad
analizadas en el informe anual Panorama Social de América Latina 2016,
presentado en conferencia de prensa por la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL,
Alicia Bárcena, en Santiago, Chile. El estudio también ahonda en las
desigualdades en el uso del tiempo entre hombres y mujeres, en las asociadas a
la condición étnico-racial y las que se evidencian en las distintas etapas del
ciclo de la vida.
“La
desigualdad es una característica histórica y estructural de las sociedades de
América Latina y el Caribe, que se manifiesta a través de múltiples circuitos
viciosos. Avanzar hacia su reducción significativa es uno de los objetivos de
la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, suscrita por todos los países de
la región en 2015. Esta agenda aboga por que nadie se quede atrás”, expresó
Alicia Bárcena.
El
coeficiente de Gini para los ingresos personales en 2015 mostró un valor
promedio de 0,469 para 17 países de América Latina (0 representa ausencia de
desigualdad y 1 desigualdad máxima), un nivel considerado alto. Si bien el
índice disminuyó 1,2% anual en promedio entre 2008 y 2012, el ritmo de descenso
bajó a la mitad entre 2012 y 2015 (0,6% anual).
Estos
avances fueron impulsados por una mejoría relativa de los ingresos laborales de
los sectores de menores ingresos, gracias a políticas activas como la
formalización del empleo y el aumento real de los salarios mínimos en varios
países, explica la CEPAL. También fue notable el incremento de las
transferencias monetarias hacia los estratos de menores ingresos.
Pese a
lo anterior, a través de un análisis complementario de la distribución
funcional del ingreso en la región, se observa que las mejoras distributivas
recientes no estuvieron necesariamente asociadas a un reparto más equitativo
del capital y el trabajo.
Esta
edición del Panorama Social también llama la atención sobre la estructura de la
propiedad (de activos físicos y financieros) como un factor fundamental de la
reproducción de la desigualdad en la región. Por medio de un estudio de caso,
se constata que la distribución de la riqueza es aún más desigual que aquella
medida solo por los ingresos corrientes de las personas.
Por
ello la CEPAL insiste en la necesidad de impulsar un cambio estructural
progresivo en América Latina y el Caribe, que genere empleos de calidad —con
derechos y protección social—, mayores niveles de productividad y mejores
retribuciones del factor trabajo.
El
informe advierte asimismo que las mujeres siguen sobrerrepresentadas en los
quintiles de menores ingresos y que su tiempo total de trabajo (que equivale a
la suma de las horas dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado
con aquellas dedicadas al trabajo remunerado) es superior al de los hombres, lo
cual limita su autonomía económica.
Las
mujeres destinan hasta un tercio de su tiempo al trabajo doméstico y de
cuidados no remunerado, mientras que los hombres solo un 10%. Más aún, el valor
económico del trabajo no remunerado que se realiza en los hogares, y que no se
contabiliza en el PIB, equivale aproximadamente a un quinto del mismo, subraya
el organismo regional.
La
condición étnico-racial es otro factor de desigualdad estructural en América
Latina, afirma la CEPAL. En la región viven alrededor de 130 millones de
personas afrodescendientes (2015), aproximadamente 21% del total de la
población. Aunque Brasil y Cuba concentran el 91% del total regional, la
población afrodescendiente está presente en todos los países de América Latina.
En 14 de ellos se han creado instituciones y mecanismos gubernamentales de
combate al racismo y promoción de la igualdad racial, y se ha fortalecido la
legislación de protección de sus derechos.
Este
grupo de la población también está sobrerrepresentado en el estrato
socioeconómico de menores ingresos y sufre desigualdades profundas en todas las
áreas del desarrollo social, que se expresan, por ejemplo, en mayores tasas de
mortalidad infantil y materna, de embarazo adolescente y de desempleo, y en
menores ingresos laborales (en comparación con los no afrodescendientes),
revela el estudio.
En el
capítulo dedicado al gasto social se señala que este alcanzó en 2015 su máximo
histórico: 10,5% del PIB para el gobierno central y 14,5% del PIB para el
sector público (como promedio simple regional). La protección social (5%), la
educación (4,6%) y la salud (3,4%) siguen siendo las funciones de mayor
importancia en relación con el PIB.
Pese a
lo anterior, los presupuestos de gasto social 2016-2017 registran contracciones
en la mayoría de los países, mientras las estimaciones del PIB son en general
de crecimiento moderado, por lo que la CEPAL llama a resguardar y cautelar el
financiamiento de las políticas sociales para dar sostenibilidad a los avances
alcanzados y hacer frente a los desafíos vigentes.
Para desactivar los circuitos viciosos
de la desigualdad es necesario utilizar un enfoque sistémico, recalca la
Comisión. Las políticas públicas deben garantizar la titularidad de derechos,
se debe reconocer y potenciar el trabajo productivo y de calidad como la llave
de la igualdad y como instrumento por excelencia en la construcción del
bienestar, y se debe universalizar la protección social a lo largo del ciclo de
la vida (la infancia y adolescencia, la juventud, la edad adulta y la vejez),
con una mirada sensible a las diferencias, recomienda la CEPAL.
Epílogo
En
los prolegómenos de este trabajo, hemos expuesto que, a caballo de la propiedad privada de los medios de
producción y el dinero bancario, desde el principio del proceso
histórico capitalista la grande y mediana burguesía en los principales países
del Mundo, han venido agudizando la creciente
desigualdad en la distribución de la riqueza entre las dos clases
sociales universales, confirmando plenamente lo que Marx entre 1850 y 1859
anticipó en el Capítulo sexto del libro primero de su obra central: “El Capital”, dejando negro sobre blanco
que:
<<La
producción capitalista, no es sólo reproducción de la relación [entre obreros y burgueses] en su reproducción en una escala siempre
creciente, y en la misma medida en que, con el modo de producción capitalista,
se desarrolla la fuerza productiva social del trabajo. Crece también frente al
obrero la riqueza acumulada, como riqueza
que lo domina, como capital. Se
extiende frente a él el mundo de la riqueza como un mundo ajeno y que
lo domina, y en la misma proporción se desenvuelve por oposición su pobreza,
indigencia y sujeción subjetivas. Su vaciamiento
y esa plétora se corresponden,
van a la par. Al mismo tiempo se acrecienta la masa de esos medios de
producción vivos del capital: el proletariado
laborioso.
Por ende, el crecimiento del capital y el aumento del
proletariado se presentan como productos concomitantes, aunque
polarmente opuestos, del mismo proceso.
La
relación no sólo se reproduce, no sólo produce en una escala cada vez más
masiva, no solo se procura más obreros y se apodera continuamente también de
ramos productivos que antes no dominaba, sino que, como se ha expuesto en el
análisis del modo de producción específicamente capitalista, esa relación se
reproduce bajo condiciones cada vez más propicias para una de las partes, para
los capitalistas, y más desfavorable para la otra, los asalariados>>. (K. Marx: “Resultados
del proceso inmediato de producción” Ed. Siglo XXI 13ª edición/1990. Pp.
103. Lo entre corchetes nuestro).
Por su parte, Henrik Grossmann en su
obra: “La ley de la acumulación y del
derrumbe del sistema capitalista”, sentenció que:
<<La pauperización es el punto conclusivo necesario del desarrollo al cual tiende
inevitablemente la acumulación capitalista, de cuyo curso no puede ser apartada
por ninguna reacción sindical por poderosa que ésta sea. Aquí se encuentra fijado el
límite objetivo de la acción sindical. A partir de un cierto punto de la
acumulación, el plusvalor disponible no resulta suficiente para proseguir con
la acumulación con salarios fijos. O
el nivel del salario es deprimido por debajo del nivel anteriormente existente,
o la acumulación se estanca, es decir, sobreviene el derrumbe del mecanismo
capitalista. De esta manera el desarrollo conduce a desplegar y agudizar las
contradicciones internas entre el capital y el trabajo, a un punto tal que la
solución sólo puede ser encontrada a través de la lucha entre el capital y el
trabajo sólo puede ser encontrada a través de la lucha entre estos dos
momentos. (Henryk
Grossmann: “La ley de la acumulación y
del derrumbe del sistema capitalista” Ed. Siglo XXI/1979 Consideraciones
finales Pp. 386).
<<Pero
el desarrollo de las fuerzas productivas, no sólo se manifiesta a través de la
puesta en función de una masa cada vez mayor de medios de producción (MP) en
relación a la fuerzas de trabajo (FT), o sea por el constante incremento que se
opera en la masa de medios de producción debido a las innovaciones
tecnológicas, sino que también lo hace por la participación íntegra de la
fuerza de trabajo en este desarrollo. Aquí pues se trata de “no quedar excluido
de los frutos de la civilización, de las fuerzas productivas ya adquiridas”.
Resulta decisivo, por tanto, que junto con el crecimiento de MP, también sea
reproducida en su totalidad FT, es
decir que el salario real crezca en la misma medida en que crece la intensidad
del trabajo. Sin embargo, en el mismo momento en que dentro de la relación c : v [es decir, entre el capital constante (máquinas,
materias primas y auxiliares) y el capital variable
(salarios)], fracasa la valorización [porque
la competencia intercapitalista tiende a sustituir trabajo humano (v) por trabajo mecánico automatizado [c],
y así el capital comienza a reducir el nivel de los salarios, o sea por debajo
del valor de la fuerza de trabajo [disponible]. Pero al hacer esto impide la reproducción de FT en su totalidad. Si
en virtud de ello la fuerza productiva más numerosa e importante —la fuerza de
trabajo humana— se ve excluida de los frutos de la civilización en constante
desarrollo, entonces simultáneamente se demuestra que nos acercamos cada vez
más a aquella situación que fuera vislumbrada por Marx y Engels en el “Manifiesto Comunista”: “La burguesía no
es capaz de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia,
ni siquiera dentro del marco de la esclavitud” (Op. cit. 18 de marzo de
1848. Ed. cit.:“Burgueses y proletarios” Pp. 37). También esto es, a su vez, el motivo por el cual los asalariados se
tienen que rebelar necesariamente contra el sistema de la esclavitud asalariada>>. (Henrik Grossmann: “La ley de la acumulación y del derrumbe del
sistema capitalista” Ed. Siglo XXI. México, España, Argentina, Colombia. Op.
Cit. Pp. 387).
Todo el proceso histórico capitalista desde sus inicios en materia
económica, social, política, jurídica e institucional a escala planetaria, ha venido discurriendo impulsado por la
explotación de trabajo asalariado según la ley de la acumulación de riqueza, en
poder de un relativamente reducido número de burgueses opulentos, basados en el
sostenido fundamento de la propiedad
privada sobre los medios de producción y el dinero bancario, al mismo
tiempo que gran parte del pueblo trabajador se ha ido convirtiendo en una masa de indigentes en situación
cada vez más precaria e insoportable, que por esa causa sin duda están siendo
inducidos a tomar conciencia de lo que es esta sociedad, lo cual conduce a
comprender la necesidad de unirse como clase revolucionaria, y de lo que es
necesario hacer para superar de una vez por todas este caduco y corrupto sistema
de vida:
<<Las
fuerzas activas de la sociedad obran exactamente igual que las fuerzas de la
naturaleza —ciega, violenta,
destructoramente—, mientras no las descubrimos y contamos con ellas. Pero
cuando las hemos descubierto, cuando hemos comprendido su actividad, su tendencia,
sus efectos, depende ya sólo de nosotros el someterlas progresivamente a
nuestra voluntad y alcanzar por su medio nuestros fines. Esto vale muy
especialmente para las actuales gigantescas fuerzas productivas. Mientras nos
neguemos tenazmente a entender su naturaleza y su carácter —y el modo de
producción capitalista y sus defensores se niegan enérgicamente a esa
comprensión—, esas fuerzas tendrán sus efectos a pesar de nosotros, contra
nosotros, y nos dominarán tal como detalladamente hemos expuesto. Pero una vez
comprendidas en su naturaleza, pueden dejar de ser demoníacas dueñas que son y
convertirse, en manos de unos productores asociados, en eficaces servidoras.
Esta es la diferencia entre el poder destructor de la electricidad en el rayo
de la tormenta y la electricidad dominada del telégrafo y del arco voltaico; la
diferencia entre el incendio y el fuego que actúa al servicio de los seres
humanos. Con este tratamiento de las
actuales fuerzas productivas según su naturaleza finalmente descubierta,
aparece en el lugar de la anarquía social de la producción [capìtalista] una regulación socialmente
planeada de la misma según las
necesidades de la colectividad y de cada individuo; con ello el modo
capitalista de apropiación [privada de los medios de producción y el dinero
bancario], en el cual el producto esclaviza primero al productor y
luego al mismo que se lo apropia, se sustituye por el modo de apropiación de
los productos fundado en la naturaleza misma de los modernos medios de
producción: por una parte, una apropiación directamente social como medio para
el sostenimiento y la aplicación de la producción; por otra parte, apropiación
directamente individual como medios de vida y disfrute.
Al
convertir una creciente cantidad de la población en propietarios, el modo
capitalista crea la fuerza obligada realizar la transformación, so pena de
perecer. Al empujar cada vez más hacia la transformación de los grandes medios
sociales de producción en propiedad del estado, aquél modo de producción
muestra él mismo camino. El proletariado toma el poder del
estado y transforma primero los medios de producción en propiedad estatal. Pero con ello se supera a sí mismo como proletariado [como trabajadores del mismo estatus
social y situación de igualdad], supera todas las diferencias y
contradicciones de clase, y, con ello, el estado como tal estado. La sociedad
existente hasta hoy, que se ha movido en contraposiciones de clase, necesitaba
el estado —esto es, una organización de la clase explotadora en cada caso
para mantener sus condiciones externas de la producción, es decir,
señaladamente, para someter por la violencia y mantener a la clase explotada en
las condiciones de opresión dictadas por el modo de producción [en cada
etapa histórica] (esclavitud, servidumbre
de la gleba o vasallaje y trabajo asalariado)—. El estado era el representante
oficial de toda la sociedad, su resumen en una corporación visible¸ pero no lo
era sino en la medida en que era el estado de aquella clase que representaba en
su tiempo a toda la sociedad: en la Antigüedad fue el estado de los ciudadanos
esclavistas; en la Edad Media, el estado de la nobleza feudal; en nuestro
tiempo el estado de la burguesía. Al hacerse finalmente real representante de
toda la sociedad, el estado se hace él mismo superfluo. En cuanto que deja de haber clase que mantener en opresión [a
sus súbditos], en cuanto que con el
dominio de clase [burguesa] y la
lucha por la existencia individual,
condicionada por la actual anarquía de la producción, [junto con la competencia]
desaparecen las colisiones y los excesos
dimanantes de todo ello, no hay ya nada, no hay ya nada que r reprimir y que
haga necesario un especial poder represivo, un estado. El primer acto en el
cual el estado aparece realmente como representante de la sociedad entera —la
toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad— es al
mismo tiempo su último acto independiente como estado. La intervención de un
poder estatal en relaciones sociales va haciéndose progresivamente superflua en
un territorio tras otro, y acaba por inhibirse por sí misma. En lugar del
gobierno sobre personas [en tanto que poder absoluto sobre ellas] aparece la administración de cosas y la dirección de procesos de producción.
El estado “no se suprime”, sino que se
extingue. De acuerdo con ese principio hay que calibrar la fraseología que habla
de un “estado libre popular” y tanto desde el punto de vista de su temporal
justificación para la agitación, cuanto desde su definitiva insuficiencia
científica, y también con ese criterio puede estimarse la exigencia de los
llamados anarquistas, que quieren suprimir el estado de hoy a mañana.
La toma
de posesión de todos los medios de producción por la sociedad ha estado más o
menos clara a la vista, como ideal del futuro para muchos individuos y sectas
enteras desde la aparición histórica del
modo capitalista de producción. Pero esa idea no podía convertirse en necesidad
histórica sino cuando se presentaron las condiciones materiales de su
realización. Como todos los progresos sociales, éste no resulta sin más viable
porque se haya comprendido que la existencia de las dos clases sociales
universales contradice a la justicia, a la igualdad, etc., ni por la mera
voluntad de suprimir esas clases, sino gracias a determinadas y nuevas
condiciones económicas. La escisión de la sociedad en una clase explotadora y
otra explotada, en una clase dominante y otra sometida [tal como hasta hoy han venido
existiendo], fue consecuencia necesaria
del escaso desarrollo anterior de la producción. Mientras el trabajo social
total no suministra más que un fruto reducido, que supera en poco lo exigido
para la existencia más modesta de todos los miembros de la sociedad, ésta se
divide necesariamente en clases. Junto a esa mayoría dedicada al trabajo, se
constituye una clase liberada del trabajo directamente productivo y que se
ocupa de los asuntos colectivos de la sociedad: dirección del trabajo, asuntos
de estado, administración de justicia, ciencia, arte, etc. Lo que subyace a la
división [de la sociedad] en clases,
es la ley de la división del trabajo. Lo cual no obsta para que esa división en
clases se imponga mediante la violencia y la expoliación, la astucia y el
engaño, ni para que la clase dominante, una vez encaramada al poder, consolide
sistemáticamente su dominio a costa de la clase trabajadora, y haga de la
dirección de la sociedad pura y simple explotación de las masas.
Más si
de esto se desprende que la división de la sociedad en clases tiene cierta
justificación histórica, ésta vale sólo para un determinado tiempo, para
determinadas condiciones sociales. La división en clases se basó en la insuficiencia
de la producción, y será barrida por el pleno despliegue de las fuerzas
productivas modernas. [Engels alude aquí a las fuerzas productivas del automatismo mecánico sustituto
del trabajo humano, que ya se habían puesto en movimiento dejando cada vez más
sin sentido a la explotación de trabajo vivo ajeno y, con ello, a la justificación
de la división de la sociedad en distintas y enfrentadas clases sociales]. La supresión de las clases sociales tiene
efectivamente como presupuesto un grado de desarrollo histórico en el cual sea
un anacronismo, cosa anticuada, no ya la existencia de tal o cual clase
dominante, sino del dominio de clase en general, es decir, las diferencias de
clase mismas. Tiene, pues como presupuesto, un alto grado de desarrollo de la
producción en el cual la apropiación de los medios de producción y de los
productos por una determinada clase social —y con ella el poder político, el
monopolio de la instrucción y la dirección intelectual por dicha clase— se haya
hecho no sólo superflua, sino también un obstáculo económico, político e
intelectual para el desarrollo [de la sociedad sin conflictos]. A este punto hemos llegado ya. [……] La apropiación social de los medios de
producción [por la sociedad], elimina
no sólo la actual inhibición artificial de la producción [por la burguesía], sino también el despilfarro y la
destrucción de fuerzas productivas y de productos durante las crisis. Esa
apropiación por la sociedad pone además a disposición de la comunidad una masa
de medios de producción al eliminar el insensato desperdicio del lujo de las
actuales clases dominantes y de sus representantes políticos. La posibilidad de
asegurar a todos los miembros de la sociedad, gracias a la producción social,
una existencia que no sólo resulte del todo suficiente desde el punto de vista
material, sino que, además de ser más rica cada día, garantice a todos su plena
y libre formación y el ejercicio de todas sus disposiciones físicas e
intelectuales, existe hoy por vez primera, incipientemente, pero existe…>>. (Friedrich Engels: La subversión de la ciencia por el señor
Eugen Dühring. “Anti Dühring” Sección III Socialismo. Lo entre corchetes
nuestro: GPM.).
Los empresarios privados, intelectuales en general y
políticos profesionales institucionalizados —todos ellos al servicio de fines
apologéticos del capitalismo tardío—, por el hecho de que hayan venido proclamando
el llamado “pensamiento único burgués”
que les indujo a escamotear al
conocimiento público, las verdades de a puño que acabamos de citar, dejadas
para la posteridad por Friedrich Engels en esa magnífica obra suya, semejante comportamiento
egoísta y explotador lo dice todo acerca de la catadura humana, política y
moral de todas estas gentes, dedicadas a ocultar deliberadamente que la libertad, la igualdad y la fraternidad
son tres valores superiores que la humanidad no podrá poner en vigencia en este
mundo, hasta que no se proponga y consiga dejar fuera de la ley, a la propiedad privada de los medios de
producción y el dinero bancario, consagrada como un derecho natural
positivo cuando en realidad, ha servido para el enriquecimiento ilícito de una
parte minoritaria de la sociedad explotando trabajo ajeno, que ha dividido y
todavía sigue confrontando a las dos clases sociales universales, garantizando
a la burguesía la desigualdad en el reparto de la riqueza.
Lo
que estos individuos han escamoteado a su conocimiento personal y público, ha
sido explicado notablemente por Engels en el primer párrafo que nosotros dimos
a conocer en su trabajo ya citado más arriba, y que volvemos a repetirlo aquí
porque tal parece que nunca será suficiente:
<<Las fuerzas activas de la sociedad obran exactamente igual que las
fuerzas de la naturaleza —ciega,
violenta, destructoramente—, mientras no las descubrimos y contamos con
ellas. Pero cuando las hemos descubierto, cuando hemos comprendido su
actividad, su tendencia, sus efectos, depende ya sólo de nosotros el
someterlas progresivamente a nuestra voluntad y alcanzar por su medio nuestros
fines [fines
honestos claro está]. Esto vale muy
especialmente para las actuales gigantescas fuerzas productivas. Mientras nos neguemos
tenazmente a entender su naturaleza y su carácter —y el modo de producción
capitalista y sus defensores se niegan enérgicamente a esa comprensión—,
esas fuerzas tendrán sus efectos a pesar de nosotros, contra nosotros, y nos
dominarán tal como detalladamente hemos expuesto. Pero una vez comprendidas en
su naturaleza, pueden dejar de ser demoníacas dueñas que son y convertirse, en
manos de unos productores asociados, en eficaces servidoras. Esta es la
diferencia entre el poder destructor de la electricidad en el rayo de la
tormenta y la electricidad dominada del telégrafo y del arco voltaico; la
diferencia entre el incendio y el fuego que actúa al servicio de los seres
humanos. Con este tratamiento de las actuales fuerzas productivas según su
naturaleza finalmente descubierta, aparece en el lugar de la anarquía social de
la producción [capìtalista] una regulación socialmente planeada de la misma
según las necesidades de la colectividad y de cada individuo; con ello el modo
capitalista de apropiación [privada de los medios de producción y el dinero
bancario], en el cual el producto
esclaviza primero al productor y luego al mismo que se lo apropia, se sustituye
por el modo de apropiación de los productos fundado en la naturaleza misma de
los modernos medios de producción: por una parte, una apropiación directamente
social como medio para el sostenimiento y la aplicación de la producción; por
otra parte, apropiación directamente individual como medios de vida y disfrute.
Al
convertir en creciente cantidad a la mayoría de la población en proletarios [ya inhibidos los burgueses en su
condición de patronos], el modo
capitalista de producción crea la fuerza obligada a realizar esa
transformación, so pena de perecer. Al empujar cada vez más hacia la
transformación de los grandes medios sociales de producción en propiedad del
estado, aquél modo de producción muestra el mismo camino para realizar aquella
transformación. El proletariado toma
el poder del estado y transforma primero los medios de producción en propiedad
estatal [garantizando así el reparto igual de la riqueza producida]. Pero con eso se supera a sí mismo como
proletario, supera todas las diferencias y contraposiciones de clase y, con
ello, el estado como tal estado. La sociedad existente hasta hoy, que se ha
movido en contraposiciones de clase y, con ello, el estado como tal estado. La sociedad
existente hasta hoy, que se ha movido en contraposiciones de clase, necesitaba
el estado —esto es, una organización de la clase explotadora en cada caso para
mantener sus condiciones externas de la producción, es decir, señaladamente,
para someter por la violencia y mantener a la clase explotada en las
condiciones de producción dictadas por el modo de producción (esclavitud, servidumbre
de la gleba o vasallaje, trabajo asalariado—. El estado era el representante
oficial de toda la sociedad, su resumen en una corporación visible; pero no lo
era sino en la medida en que el estado de aquella clase que representaba en su
tiempo a toda la sociedad: en la antigüedad, fue el estado de los ciudadanos
esclavistas; en la Edad Media, el estado de la nobleza feudal; en nuestro
tiempo, el estado de la burguesía. Al hacerse finalmente el representante de
toda la sociedad, el estado se hace él mismo superfluo. En cuanto que deja de
haber clase que mantener en opresión, en cuanto que con el dominio de clase y
la lucha por la existencia individual, condicionada por la actual anarquía de
la producción, desaparecen las colisiones y los excesos dimanantes de todo
ello, no hay ya nada que reprimir y que haga necesario un poder represivo, un
estado. El primer acto en el cual el estado aparece realmente como
representante de la sociedad entera —la toma de posesión de los medios de
producción en nombre de la sociedad— es al mismo tiempo su último acto
independiente como estado. La intervención de un poder estatal en relaciones
sociales va haciéndose progresivamente superflua en un terreno tras otro, y
acaba por inhibirse por sí misma. En lugar del gobierno sobre personas, aparece
la administración de cosas y la dirección de procesos de producción. El Estado
no “se suprime” sino que se extingue. De acuerdo con este principio hay que
calibrar la fraseología que habla de un “Estado libre popular”, y tanto desde
el punto de vista de su temporal justificación para la agitación, cuanto desde
el de su definitiva insuficiencia científica, y también con ese criterio puede
estimarse la exigencia de los llamados, que quieren suprimir el estado de hoy a
mañana>>. (Friedrich Engels. Op. Cit. Sección III P. 290-292).
<<La gran industria, liberada de las trabas de la propiedad privada, se
desarrollará en tales proporciones que, comparado con ellas su estado actual
parecerá tan mezquino como la manufactura al lado de la gran industria. Este
avance de la industria brindará a la sociedad suficiente cantidad de productos
para satisfacer las necesidades de todos. Del mismo modo, la agricultura, en la
que, debido al yugo de la propiedad privada y al fraccionamiento de las
parcelas, resulta difícil el empleo de los perfeccionamientos ya existentes y
de os adelantos de la ciencia, experimentará un nuevo auge y ofrecerá a
disposición de la sociedad una cantidad suficiente de productos. Así la
sociedad producirá lo bastante para organizar la distribución con vistas a
cubrir las necesidades de todos sus miembros. Con ello quedará superflua la
división de la sociedad en clases distintas y antagónicas. Dicha división,
además de superflua, será incluso incompatible con el nuevo régimen social. La
existencia de clases se debe a la división del trabajo, y esta última, bajo su
forma actual, desaparecerá enteramente, ya que, para elevar la producción
industrial y agrícola al mencionado nivel no bastan sólo los medios auxiliares
mecánicos y químicos. Es preciso desarrollar correlativamente las aptitudes de
los hombres que emplean estos medios>>. (Friedrich Engels: “Principios del comunismo”. Texto
incorporado al Manifiesto del partido
Comunista” publicado por Marx y Engels en Paris corriendo el año 1848).
<<La
consideración del objetivo y de la misión de la sociedad (del futuro), me autorizan a concluir que no solo deben
trabajar todos los seres humanos (en condiciones de hacerlo) y obtener de este modo la posibilidad de
cambiar (simplemente una cosa por otra),
sino que valores iguales deben cambiarse por valores iguales. Además,
como el beneficio de uno no debe ser una pérdida para otro, el valor se
debe determinar por los gastos de producción (sin réditos gananciales de
unos a expensas de otros). Sin embargo,
hemos visto que bajo el régimen social vigente (que tan miserable y
vergonzosamente desde 1839 todavía hoy se prolonga), el beneficio del capitalista y del rico, es siempre una pérdida para
el obrero; que este resultado es inevitable; que bajo todas las formas de
gobierno el pobre queda siempre abandonado enteramente a merced del rico,
mientras subsista la desigualdad de los cambios; y que la igualdad de los
cambios solo puede ser asegurada por un régimen social que reconozca la
universalidad del trabajo (…)>>. (John Francis Bray: Calamidades de la clase obrera y medios para
suprimirlas” Pp. 53-55. Párrafo citado por Marx en <<Miseria Filosofía. Respuesta a la “Filosofía
de la Miseria” del señor Proudhon>>. Ed. cit. Pp. 61. Versión digitalizada ver Pp. 27)
Pues
bien, los empresarios privados, intelectuales en general y políticos
profesionales institucionalizados de hoy día, debidamente instruidos en las
usinas ideológicas del “pensamiento único burgués”, con su silencio cómplice siguen
negándose a comprender y aceptar, que el proceso histórico de explotación de
trabajo humano alcanzó ya su completo límite objetivo absoluto, determinado por
la competencia intercapitalista que ha dado pábulo a condiciones objetivas deletéreas inevitables
del sistema: el desarrollo científico-técnico incorporado a los medios de
producción y su consecuencia inmediata: la creciente sustitución de trabajo
humano explotado por trabajo mecánico, dejando a la burguesía sin posibilidad de
seguir obteniendo beneficios dinerarios gananciales. Todo esto se está
procesando ahora mismo.
Así
las cosas, frente al actual progreso tecnológico, económico y social que tiende históricamente a superar el
capitalismo, tal como acabamos de ver que Marx y Engels lo han previsto
con total certidumbre científica y a la postre se ha de imponer necesariamente,
resulta que todo lo que ahora mismo sigue sucediendo en el mundo no es más que basura histórica, podredumbre
moral, social y política de unas minorías, quienes para fines de su propia
conveniencia ya sea personal o compartida en todo el Orbe, aún de modo
inconcebible se siguen disputando el poder en empresas, entre ellas, entre partidos
políticos, gobiernos y Estados nacionales, sometiendo a las mayorías absolutas
asalariadas al más extremo insoportable de su pobreza.
¿Por
qué esto es así? En primer lugar, porque la consagración de la idea de
“libertad individual” derivada de la propiedad privada capitalista, supone la
supremacía de la privacidad y discrecionalidad de las decisiones de los
propietarios. En segundo lugar, porque el derecho de propiedad también supone
la competencia. Y aunque la burguesía consagre el principio de Adam Smith, en
el sentido de que el interés general sólo es posible si cada miembro persigue
libremente su propio interés particular, lo cierto es que, en el fondo de esta
filosofía liberal, palpita la realidad de una sociedad basada en el engaño y el
pillaje mutuo. En efecto, dado que la propiedad privada genera necesariamente
la competencia, para que cada cual pueda actuar libremente según sus propios
fines o intereses, no puede dejar de ver en los demás sino competidores,
enemigos potenciales de esos intereses particulares propios. De esta
consecuencia de la concepción del individualismo capitalista basado en la plena
libertad individual que, a priori, confiere el sagrado ejercicio de la
propiedad privada ―del libre derecho de cada cual a disponer de lo que es
suyo―, de aquí surge inevitablemente la posibilidad real de los actos
ilícitos, jurídicos, morales y políticos, junto a la necesidad de que estos
ilícitos sean considerados delitos sólo si son descubiertos una vez cometidos,
lo cual consagra socialmente el mérito ulterior de burlar a la justicia. De ahí
que por deformación profesional, el célebre criminalista Lombroso no
viera en cada individuo, más que a un ladrón, a un criminal, a un asesino en
potencia. La misma deformación profesional con que, a priori, tiende a juzgar
su entorno cualquier policía, lo cual explica que deba tener su hipócrita
contrapartida en el principio jurídico de la “presunción de inocencia”. Esta
tendencia a la mutua sospecha generalizada, tiene su principio activo en el fracaso
de esta sociedad para prevenir las noxas individuales y/o sociales que hacen al
delito, como las del 11M,
por ejemplo, para quienes las proyectaron y decidieron deliberadamente cometer.
GPM.