A la burguesía y sus políticos lacayos, se les acaba el pingüe negocio
de la democracia representativa
<<
¿Cuáles son, en términos generales, los síntomas distintivos de una situación
revolucionaria? Estamos seguros de no
equivocarnos cuando señalamos los siguientes tres síntomas principales: 1)
cuando es imposible para las clases gobernantes mantener su dominación sin
ningún cambio, ante una crisis en una u otra forma entre las “clases
altas”; una crisis en la política de la clase dominante, que abre una hendidura
por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas.
Para que estalle la revolución no basta, por lo general, que los de abajo no
quieran vivir como antes, sino que también es necesario que “los de arriba no puedan vivir como hasta
entonces”; 2) cuando los sufrimientos y las necesidades de las clases oprimidas
se han hecho más agudos que habitualmente; 3) cuando como consecuencia de las
causas mencionadas, hay una considerable intensificación de la actividad de las
masas, las cuales en tiempos “pacíficos” se dejan expoliar sin quejas , pero
que en tiempos agitados son compelidas , tanto por todas las circunstancias de
la crisis como por las mismas “clases altas”, a la acción histórica
independiente.
Sin
estos cambios objetivos que son independientes de la voluntad, no sólo
de determinados grupos o partidos sino también de determinadas clases, una
revolución es, por regla general, imposible.
El conjunto de estos cambios objetivos es, precisamente, lo que se llama situación
revolucionaria. Tal situación existió en Rusia en 1905 y en todos los
períodos revolucionarios en Occidente; también existió en la década de los sesenta
el siglo [XVIII] pasado
en Alemania, y en Rusia en 1859-1861 y 1879-1880, sin que se produjeran
revoluciones en esos momentos. ¿Por qué? Porque la revolución no se produce en
cualquier situación revolucionaria; se produce sólo en una situación donde los
cambios objetivos citados son acompañados
por un cambio subjetivo [en la conciencia de los explotados] como es la habilidad de la clase revolucionaria para
realizar acciones revolucionarias de masas suficientemente fuertes como para desbaratar (o dislocar) el viejo gobierno, que
jamás “caerá” si no se lo “hace caer”>> (V. I. Lenin: “La bancarrota de la IIª Internacional” Ed.
“Akal”/1977 Tomo XXII Pp. 310. Lo entre corchetes y el subrayado nuestros).
Lo que fatalmente hace al individualismo solipsista y pragmático en cualquier
sociedad clasista, impide a los sujetos que de eso viven, poder ver más allá de lo que cada cual hace por satisfacer
su interés personal en cada momento a expensas de otros. Desde los tiempos del
esclavismo y el feudalismo, esa enfermedad social causada por la propiedad privada
sobre la riqueza se ha venido sucediendo a favor de unas irrisorias minorías agrupadas por regiones y países, en
disputa competitiva cada vez más cruenta entre ellas, por gozar de los
privilegios que les permiten explotar trabajo ajeno.
Pero en la más moderna sociedad capitalista, dada la capacidad destructiva y genocida
contenida en el desarrollo científico-técnico de última generación incorporado
a los medios bélicos, parece increíble observar hasta qué extremos la burguesía internacional dominante
arriesga su propia existencia. Como si en esa peligrosa forma de querer perpetuar
la satisfacción personal de sus miembros —de tal modo enfrentados al derrumbe económico de su sistema
de vida—, no asomara el principio activo de la causa bélica que, a la postre,
puede provocar la desaparición de toda forma de vida en este planeta.
El pasado día 14 de octubre por
mediación de la “Red Voltaire”,
pudimos saber que Moscú decidió repatriar
a las familias de sus diplomáticos destacados en Occidente. Claro síntoma de
que, tal como lo advertimos en nuestro último trabajo, una tercera guerra
mundial está cada vez más cerca de lo real que de lo meramente posible:
<<Si
como es verdad que las amenazas de una tercera guerra mundial se ciernen hoy
sobre la humanidad, con el no menos cierto peligro de causar un holocausto
nuclear que nos haga desaparecer a todos para siempre de la faz de la Tierra,
cabe preguntarse cómo explicar el hecho de que frente a semejante posibilidad
real, los asalariados del Mundo entero sigamos impasibles, divididos como estamos por la engañosa “democracia” representativa
potencialmente genocida. Y para dar respuesta categórica indiscutible a este
interrogante, ¡cómo no!, es otra vez preceptivo recurrir a Marx cuando el lunes 30 de marzo de 1846, le dijo al
sastre Wilhelm Weitling aquello de que: “la ignorancia jamás ha sido de provecho para nadie”>>.
(“El cinismo corrupto y belicoso,
entre las virtudes que adornan a políticos institucionalizados y empresarios”).
Mientras tanto, el descalabro
económico capitalista que ha sembrado la explotación y penuria más despiadadas
entre las clases bajas por todo el Orbe, se está llevando por delante al aparato político del sistema en los
principales países de la cadena imperialista, empezando por la socialdemocracia tradicional.
Por ejemplo: el “Pasok” en Grecia —que durante décadas se había venido
alternando cómodamente con los conservadores de “Nueva Democracia” a cargo del
gobierno— en las elecciones de 2015 obtuvo apenas el 4% de los votos siendo
superado por la emergente izquierda populista de “Syriza”. Una deriva que hoy también
se verifica en el resto de países europeos, donde según un estudio de la Universidad de East Anglia recogido
por el semanario inglés “The Economist “, la confianza política de
los electores por estos partidos “socialistas”, cayó a los niveles más bajos de
los últimos setenta años. En Dinamarca perdieron el poder. En Finlandia fueron
cuarta fuerza política, por debajo de los ultranacionalistas conservadores
llamados “Auténticos Finlandeses”. En Polonia desaparecieron del Parlamento por
primera vez desde la caída del comunismo. En Alemania, el Partido
Socialdemócrata tradicional (SPD), que gobierna en coalición con los
cristianodemócratas liderados por Ángela Merkel, también fue víctima del desgaste
a cargo del gobierno, y su apoyo electoral declinó rondando el 20% de los votos.
Como resultado de todo este proceso, hoy los socialdemócratas gobiernan junto con
los conservadores en 12 países de la UE. En el Reino Unido, el Partido Laborista
retrocedió hasta el 15,8%, por detrás incluso del euroescéptico Partido de la
Independencia. En Francia, los socialistas se quedaron en el 16,8%, apenas por
encima del golpe que recibió el francés Lionel Jospin en las presidenciales de
2002. Y en Portugal hay que remontarse a 22 años atrás para ver a los
socialistas gobernando con mayoría absoluta, hoy por debajo del 30% con apenas el
26,58%. En Austria, los socialdemócratas, que dirigen el Gobierno de gran
coalición, obtuvieron el 23,8%.
Y
en lo que respecta a España, cabe decir que desde la transición de la dictadura
franquista a la “democracia” y montado a la grupa del bipartidismo durante más de tres décadas, el PSOE se había
venido alternando a cargo del gobierno con la corrupta derecha liberal del
Partido Popular. Pero en los últimos tiempos atraviesa por una de las crisis políticas
más graves de su historia, tras haber perdido cinco millones de votos en cinco
años. Últimamente esta formación política sufrió dos derrotas históricas
consecutivas: la del 20 de diciembre de 2015 con 90 diputados, y las
anticipadas del 26 de julio de 2016 con 85 escaños. Y aunque superó la amenaza
del “sorpasso” por parte de “Unidos Podemos”, no pudo evitar que esta emergente
coalición populista burguesa de izquierda se consolide como segunda fuerza
política, desplazándole hacia la tercera posición. En la década de los años 80 el
PSOE contaba con un apoyo electoral del 48%, mientras que ahora no supera el
22%. Un partido político que presume de ser “demócrata”, pero que ante el
peligro de una posible situación —de la mayor trascendencia política que pueda poner
al gobierno de la nación, aunque más no sea en manos de la estratégicamente inocua izquierda populista burguesa—, para
impedirlo ya tenían preparados con suficiente antelación sus estatutos, redactados
de tal forma que unos cuantos burócratas integrantes en este caso de su Comité Federal,
puedan suplantar la voluntad
política absolutamente mayoritaria de los afiliados
al partido, para poder así decidir por antidemocrática mayoría relativamente minoritaria,
que pueda acceder al gobierno el corrompido
Partido Popular. Y para tal fin exigieron a los miembros del Comité
Federal que voten todos a una en el Congreso de la nación, a favor de que el
Partido se abstenga durante la segunda sesión de investidura, amenazando con severas
sanciones para quienes se atrevan a romper con la “disciplina de voto”. Así es
cómo el PSOE ha venido entendiendo, inculcando y asumiendo desde hace 137 años
la “democracia”:
<<La
gestora socialista decide que el pensamiento ha de ser único, que todo el
partido debe obedecer y que el que disienta se atendrá a las consecuencias. No
serán once los parlamentarios (integrantes del Comité Federal) que se abstengan para
dejar gobernar al PP; obligatoriamente han de ser todos (….) Es más importante
controlar al partido que permitir que alguien ajeno al núcleo duro (totalitario) del aparato gobierne.
Importan menos los militantes (absolutamente mayoritarios, afiliados al partido), los simpatizantes, los
votantes, que el ejercicio del poder>>. (Cecilio Nieto Lo entre
paréntesis nuestro).
Finalmente,
ahora acabamos de saber que durante las recientes elecciones en EE.UU el 06 de
noviembre ppdo., triunfo rotundamente el inédito “populismo liberal gran
burgués” encarnado en el multimillonario Donald Trump —actual líder del Partido
republicano—, mientras los demócratas perdían siete millones de apoyos. ¿Es
cierto que hubo un trasiego de voluntades políticas en medio de la profunda
recesión económica que la burguesía no puede superar, o sucedió algo más
importante y trascendental que ambas fuerzas políticas no se atreven a
reconocer? Veamos:
Dinero para
conseguir (comprando) votos, ausencia del derecho a votar, abstención y
corrupción para elegir presidente
La farsa electoral de Estados
Unidos.
Por Pascual Serrano: http://www.pascualserrano.net
El
próximo noviembre, Estados Unidos celebra sus elecciones presidenciales
precedidas de una campaña electoral de casi un año. Un mes más tarde se elige al
Congreso y a un tercio del Senado. Al frente de la cultura Occidental, este
país fundamenta su concepción de la democracia en el carácter representativo de
sus gobernantes y legisladores, elegidos en sus correspondientes convocatorias
electorales. Para el sistema de democracia representativa ese mero
acontecimiento que suele celebrarse cada cuatro años, es la única fuente de su
legitimidad que descarta cualquier otra vía de participación ciudadana. Un
breve acercamiento a la trastienda de las elecciones norteamericanas nos
permitirá comprobar que sólo son el decorado
de una farsa que sonrojaría a cualquiera de los históricos luchadores
por la democracia en Estados Unidos, al verlas como legitimadoras de un sistema
político de gobierno supuestamente justo y libre.
Tres son las características que
dominan las elecciones norteamericanas: 1)
la utilización del dinero como medio de lograr el apoyo electoral, 2) la falta de implicación ciudadana
como lo demuestran los porcentajes de abstención y, 3) la corrupción. Pero es que, además, esos tres elementos que
desacreditan totalmente semejante forma de gobierno, siguen incrementándose en
cada campaña electoral.
Accionistas
en lugar de votantes
Viendo
los mecanismos de financiación de los candidatos y sus partidos, se diría que
en EEUU las organizaciones políticas no son refrendadas por votos de
ciudadanos, sino por accionistas que son quienes definen el programa electoral,
seleccionan el candidato, financian las campañas, logran los votos, desembarcan
a sus hombres en la administración ganadora y aplican las políticas deseadas.
Una dictadura empresarial en
toda regla a la que llaman democracia y quieren aplicar en todo el mundo
mediante bombas y torturas si es necesario.
A finales de abril de este año
el candidato Bush ya había recaudado 185 millones de dólares, un 67 % más de lo
que logró en la campaña de 2000, frente a los 180 millones del candidato demócrata
John Kerry. Se podría pensar que ese dinero
procede de un gran colectivo de ciudadanos que apoya con parte de sus ahorros y
su esfuerzo al proyecto político en el que cree, dándole así a la política
norteamericana un elemento de participación ciudadana, aunque sólo sea mediante
humildes aportaciones económicas. Nada más alejado de la realidad. El 96% de la
población estadounidense no aporta
dinero a ningún candidato, según revela el periodista Charles Lewis en
su libro: "La compra del presidente 2004", elaborado para el Centro
por la Integridad Pública. El dinero de las campañas está financiado por el 1 %
de la población compuesto por millonarios, grandes corporaciones y grupos de
presión.
Otras fuentes, como la revista
Newsweek, afirmaba en 1998 que el 99'97 % de los norteamericanos no aporta
voluntariamente contribución financiera alguna a los partidos ni a sus
candidatos, o lo hace en una medida sumamente modesta. La CNN también afirmaba
en 1997 ("Democracy for Sale") que el dinero procedía del 0'03 % de
la población, y que el grueso de las aportaciones individuales correspondía a
340 personas. En el caso de Bush, según Michael Moore, recibió de tan sólo
setecientas personas la cifra record de 190 millones de dólares[i].
Pero en EEUU se estableció por
ley el sistema llamado "marching funds" por el cual cada candidato
recibe del presupuesto federal una suma igual a la que obtuvo de sus
"contribuyentes". De este modo, el 99'97 % de la población se ve obligada
a tener que pagar una cifra semejante a la que dieron el 0'03 % y los
seleccionados por 340 personas se convierten así en candidatos. Y lo más
indignante es que, a diferencia de los contribuyentes obligados, los adinerados
sí lograrán recuperar su dinero mediante subsidios y ayudas a sus empresas por
parte de los gobernantes una vez elegidos.
Como afirmó el presidente del
Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, "es difícil encontrar otro asunto en el
que los norteamericanos coincidan con tal virtual unanimidad (99'97 %) y asimismo
es imposible hallar otro en que una ínfima minoría (0'03 %) imponga su voluntad
y obligue a todos a hacer algo que evidentemente no desean... en nombre de la
democracia"[ii].
La periodista Belén López
detalla en la revista española La Clave[iii],
los mecanismos de recaudación por los que millonarios y grandes corporaciones,
que "votan con sus cheques en un referéndum privado y deciden quién es
merecedor de la suficiente financiación para aspirar a la presidencia".
"Son los ejecutivos de las compañías de petróleo, de las farmacéuticas,
las tabacaleras, las inmobiliarias y las aseguradoras. Son los abogados
multimillonarios que representan a las víctimas de negligencia médica o a las
grandes corporaciones que se sientan en el banquillo (...). A cambio, buscan
acceso a los miembros del Congreso y a la Casa Blanca, una línea directa con el
presidente, su gabinete y las leyes que proponen y aprueban".
Cuadro 1
Cuadro 2
Veamos
cómo son esos métodos de recaudación:
Dinero y votos:
Es el resultado de una ley de 2002 de reforma
de la financiación electoral. Establece un límite de 2.000 dólares para las
contribuciones individuales. Una cantidad que mediante sofisticados mecanismos
se logró burlar fácilmente como a continuación veremos.
Pioneros:
Se trata de un método puesto en marcha
en la campaña del año 2000 por Bush Jr., quien aprovechó la extensa red de
patrocinadores que creó Bush padre. Puesto que quienes designaban presidente
eran los mismos, lo más lógico era heredar en el hijo la designación para
evitar complicaciones. Los pioneros son personas que se comprometen por escrito
a recaudar un mínimo de 100.000 dólares a través de la recolección (compra de
acciones) de cheques que no pueden superar los mil dólares. Se lleva un adecuado
registro de las personas que aportan esas donaciones y los intereses a los que
representan para "compensar" oportunamente sus esfuerzos una vez
alcanzado el poder. Belén López desvela cómo el director de "Tejanos por
la Justicia Pública" reconoció que al menos 19 de esos
"pioneros" (accionistas) habían sido recompensados (dividendos) con
puestos de embajadores (consejeros delegados). Por ejemplo el actual embajador
en España George L. Arguyros o la secretaria de Trabajo de Bush: Elaine Chao.
Rangers:
Es la nueva figura creada por Bush Jr.
Son personas que asumen el compromiso de conseguir al menos 200.000 dólares
(acciones de oro). Está siendo utilizado tanto por Bush como por Kerry:
<<Bush se trasladó con su familia a Washington en 1988 para trabajar y apoyar la
campaña presidencial de su padre.57 58 Fue asesor
de campaña, trabajó como enlace con los medios de comunicación53 e hizo
campaña por todo el país. Tras la exitosa campaña y el triunfo de su padre en las elecciones, regresó a
Texas y compró una participación, junto a un grupo de inversores de entre los
amigos íntimos de su padre, en la franquicia de béisbol Texas Rangers en abril de 1989, donde ocupó el
puesto de mánager general durante cinco años.59 Lideró los
nuevos proyectos del equipo y asistió regularmente a sus partidos, a menudo
sentado en las gradas abiertas con los demás aficionados.60 Bush vendió
sus acciones de los Rangers en 1998 por unos 15 millones de dólares, cuando su
inversión nueve años atrás había sido de 800 000 dólares.61
En diciembre de 1991 fue una de las siete personas
nombradas por su padre para dirigir su campaña de reelección de cara a las
elecciones de 1992, donde trabajó como «asesor de campaña».62 Un mes
antes, su padre le pidió que le comunicara al jefe de Gabinete de la Casa
Blanca, John H. Sununu, que debía renunciar al cargo.63
Organizaciones 507:
Toman
el nombre del cogido de clasificación fiscal. Se trata de instituciones sin
ánimo de lucro o con fines supuestamente sociales y que por tanto no están
sujetas a los límites que impone la legislación electoral. López afirma en la
revista “La Clave” que, según el Centro por la Integridad Pública, estas
organizaciones recaudaron un total de 59 millones de dólares en los tres
primeros meses del año. Entre estas instituciones "filantrópicas"
está el productor de cine Stephen Bing, el financiero George Soros y el magnate
de las aseguradoras Peter Lewis. No parece que la filantropía afecte mucho ni a
los ciudadanos humildes ni a los pequeños partidos de izquierda.
Lobbys:
Su papel es fundamental. Son grandes
empresas y conglomerados que con su generoso apoyo económico se aseguran sus
negocios con el nuevo gobierno (ver arriba cuadros 1 y 2). El ejemplo de
Halliburton es elocuente: su presidente Dick Cheney dejó el cargo para
incorporarse a la administración Bush como vicepresidente y así, la filial
Kellog, Brown & Root se llevó un contrato de 7.000 dólares en dos años para
la ejecución de un plan de contingencia de posibles daños provocados por la
guerra en los campos iraquíes. Un plan por cierto que ya fue presentado seis
meses antes de empezar la guerra.
Los casos de relación entre
lobbys y programas y decisiones políticas son frecuentes. Durante el periodo en
que Bush fue gobernador de Texas, las principales empresas contaminantes se
reunieron con él para diseñar un programa sólo fuera voluntario contra la
polución. La aceptación de este programa le supuso al candidato Bush una
donación de 260.648 dólares para su campaña gubernamental en 1998 y 243.900
dólares para su campaña presidencial. En cambio, el balance de este
"programa anticontaminación" fue muy diferente para los ciudadanos
del estado de Texas. La Agencia de Protección al Medio Ambiente cuantificó en
ese estado, sólo en 1998, la utilización de 30.000 toneladas de pesticidas y
alcanzó la más alta concentración de refinerías y plantas químicas del país con
la emisión al aire de 804.000 toneladas de contaminantes cada año[iv].
Charles Lewis y el Center for
Public Integrity ya lo dejaron muy claro en 1996: "En realidad acopiar
recursos financieros, duros y blandos, es la principal ocupación del político
norteamericano y a ello debe dedicar buena parte de su tiempo (...). Tiene que
hacerlo porque conoce la verdadera ley que rige el sistema norteamericano: para
cada elección desde 1976 los dos partidos seleccionaron como su candidato al
aspirante que, el año precedente, había conseguido más dinero"[v].
La Asamblea Nacional de
Ciudadanos sobre Dinero y Política llegó a declarar: "el dinero se ha
apoderado de nuestra democracia y de la forma en que ella funciona. Hemos
perdido de vista algunos de nuestros principios históricos, como el de una
persona, una voto".[vi]
¿Y qué queda para los ciudadanos de Estados Unidos?
Los que no
pueden votar
Para Ricardo Alarcón, "se puede
afirmar categóricamente que la mayoría de las personas que forman la sociedad
estadounidense carecen por completo de derechos electorales, o no pueden o no
quieren ejercerlos. Al primer grupo pertenecen varios millones de extranjeros
que allí residen legalmente (no hablo ahora de la incalculable cifra de los
indocumentados ni de los numerosos trabajadores de estación), trabajan muy
duro, pagan impuestos, están sujetos a las mismas leyes que los demás, nutren
sus fuerzas armadas cuando es necesario, pero carecen de derechos políticos por
no ostentar la ciudadanía. A fines de los ochenta comprendían unos 7'3 millones
de adultos".
A los que no votan y están
censados hay que sumar los millones de ciudadanos de todo el país que no tienen
o se les ha negado el derecho de expresarse "democráticamente". Se
trata de los casi cuatro millones de personas que cumplen penas por un delito
mayor, quienes, según la legislación de Estados Unidos, además de la libertad
pierden el derecho al sufragio. Junto con ellos, el pueblo de Puerto Rico
tampoco tiene voz en la política del país que determina la vida en la isla.
La ley de algunos Estados como el
de Florida, sostiene que los ex convictos no tienen derecho a votar. Eso
significa, según Michael Moore (1), que el 31 % de los hombres negros de
Florida no puede votar por el hecho de contar con antecedentes penales. De los
que lo pudieron hacer, menos del diez por ciento votaron a quien terminó siendo
su presidente, lo que confirma el grado de democracia representativa que supone
el sistema electoral y lo acertado que estaban los gobernantes de Florida
seleccionando el tipo de votante (hombre negro) a eliminar. Para asegurarse de
que no se producía ningún voto indeseado, el gobierno de Florida encargó en las
elecciones del 2000 a Database —una empresa estrechamente
vinculada a los republicanos—, que "depurara" el censo electoral con
el criterio más amplio posible. "De un plumazo, 173.000 votantes
registrados en Florida fueron eliminados a perpetuidad del censo electoral. En Miami-Dade, el mayor condado de Florida, el 66
% de los votantes borrados del censo eran negros".
"El segundo grupo —señala
Alarcón— lo integran los ciudadanos que no están inscritos en los registros
electorales. En 1988 se acercaban a los 70 millones de personas, equivalente a un
40 % de la población electoral. Debe suponerse que entre ellos son muchos los
que expresan de ese modo su desinterés por un sistema electoral en el que no
creen, pues lo perciben, justamente, como algo ajeno y distante".
Abstención:
Y llegamos, finalmente, al tercer
grupo, a los ciudadanos que pueden inscribirse y lo hacen. Solamente el 49 % de
los estadounidenses con derecho a voto participó en las elecciones
presidenciales de 1996. En las elecciones del 2000, consideradas de "alta
participación" debido al reñido resultado entre Gore y Bush, la afluencia
de votantes no superó el 50 %. La
abstención lleva una tendencia galopante en Estados Unidos. Atrás
quedan porcentajes del 63 % como el de las elecciones de 1960. Se trata de
niveles muy inferiores a los índices del 70 y 80 por ciento, habituales en
Europa. Así, en 1992, Bill Clinton ganó la presidencia con el apoyo de tan sólo
el 43 del electorado que participó en la votación, menos de la cuarta parte de
los potenciales electores.
Según un sondeo conjunto del
"Proyecto de los No Votantes de la Universidad de Harvard" y el
diario The Washington Post, casi uno de cada cuatro ciudadanos con derecho a
voto (un porcentaje similar a los votos que llevaron a Clinton a la Casa Blanca
en 1992), dice estar disgustado con la política electoral y un 44 por ciento
dice no estar interesado en la política. La mayoría de ellos tienen entre 18 y
30 años y no tienen o sólo alcanzan el nivel de educación primaria. Las
encuestas realizadas en las elecciones del 2000 señalaron que de los electores
menores de 30 años sólo votó un 28 %. El 35 por ciento de los no votantes
afirma que el voto ya ni les importa.
Existe también otro sector de
población que no vota a pesar de encontrarse en el censo, son los trabajadores
cuyos patrones no los autorizan a ausentarse del empleo para ir a votar o no
tienen los medios para desplazarse al lugar de la votación. A diferencia de
otros países, en EEUU tanto la inscripción como la votación se realiza en días
y horas laborales, concretamente un martes.
Entre las irregularidades en las
elecciones norteamericanas es de destacar los errores en el censo, algo que
sucede en todos los países en una cantidad razonable pero que en EEUU, según el
Washington Post supuso en 1990 la "desaparición" de nada menos que
entre 10 y 15 millones de norteamericanos. Todos los diarios coincidían en el
perfil de los votantes "desaparecidos" del censo: "negros,
latinos, aborígenes, jóvenes, inmigrantes, pobres de la ciudad y del campo,
pobladores de arrabales o homeless y la masa creciente de personas que no
hablan inglés". En otras ocasiones sucede lo contrario, como el número de
representantes no varía sea cual sea la población total del país, algunos
distritos inflan sus censos para tener un mayor porcentaje de representación.
El Washington Post calcula entre seis y nueve millones la cantidad de personas
que están contabilizadas más de una vez. Lo que si
parece claro es que entre estos contabilizados doble no aparecen los negros,
latinos y la gente pobre.
Corrupción:
A todo ello hay que añadir los
mecanismos de corrupción. Existe un tipo de voto que no cesa de crecer, el
denominado "voto ausente". Se trata de un voto que no es secreto
porque quien deposita la papeleta no es el elector, sino un agente pagado por
las maquinarias electorales que "testifican" cuál era la
"intención" del "elector". No solamente hay fraudes con la
utilización del "voto ausente" de personas sin éstas saberlo, sino
que se han conocido casos de que se compraron votos por un módico precio. Con
este tipo de votos se han producido escándalos históricos, como el de agosto de
1996, cuando el Miami Herald publicó datos suministrados por la Secretaría de
Estado de la Florida que revelaron que entre los electores de ese estado aparecieron
cincuenta mil delincuentes encarcelados y diecisiete mil fallecidos, personas
todas ellas susceptibles de ser cooptadas para el "voto ausente". En
el mismo artículo, el Herald agrega la existencia de cuarenta y siete mil
personas —-vivas y en libertad— que estaban inscritas como electores en más de
un distrito y, por lo tanto, podían votar más de una vez.
Como afirma Ricardo Alarcón,
"el mismo sistema que hace extraordinariamente difícil a los trabajadores
realizar los trámites para convertirse en electores y multiplica los obstáculos
a quienes quieran ir a las urnas, pone a "votar" a los delincuentes
convictos, a los muertos, a los que no quisieron votar y permite a otros
hacerlo varias veces".
El nivel mayor de fraude
electoral lo logró sin duda George Bush en sus elecciones de 2000. Según revela
Michael Moore (1), una de las jugadas fue que el hombre encargado de la
cobertura de la noche electoral para Fox News tomó la decisión de anunciar en
antena que Bush había ganado en Florida y que, por tanto, la presidencia era
suya, sin esperar al recuento. El director encargado de la cobertura de la
noche electoral por parte de la cadena Fox era John Ellis. "¿Y quién es
John Ellis?", se pregunta Michael Moore. Pues el primo de George W. Y Jeb
Bush.
Otro de los fraudes fue el
referente al voto de los residentes en el extranjero, procedentes en su mayoría
de militares afectos al Partido Republicano. La ley de Florida establece que
estos votos sólo se pueden contar en caso de que hayan sido enviados y matasellados
en otros países en fecha no posterior a la de la jornada electoral, como es
lógico. Una investigación llevada a cabo en julio de 2002 por el New York Times
demostraba que de los 2.490 votos de residentes en el extranjero que se
aceptaron como válidos, 680 eran defectuosos o cuestionables. Hay que recordar
que Bush "ganó" por tan solo 537.
La conclusión es clara. El país
que se presenta como baluarte democrático y cuyo modelo se fundamenta
básicamente en la democracia representativa, sin otra fórmula de participación
ciudadana, decide el resultado electorales mediante la compra de las elecciones
por parte de grandes grupos económicos, prohíbe a millones de ciudadanos
ejercer ese derecho, la mitad de quienes pueden ejercerlo no lo hacen hastiados
de la farsa en que se ha convertido el sistema y, además, no duda en recurrir a
fraudes masivos para controlar los resultados electorales.
Nota: Las citas de Ricardo Alarcón
de Quesada proceden del libro recién editado por Hiru (http://www.hiru-ed.com ) "Cuba y la lucha por la democracia".
Hasta
este punto el meritorio trabajo de Pascual
Serrano.
¿Qué
está pasando? Esta pregunta remite a la profundidad de la presente recesión económica capitalista terminal
que se prolonga, e impide a la clase burguesa
dominante mantener inmutable su dominación según los cauces normales y habituales
de su dominio. O sea, que los burgueses no pueden
seguir dirigiendo el proceso de explotación sin inconvenientes e intentan evitarlos apelando a todo tipo
de medios excepcionales. Pero es que:
<<...Mientras
todo marcha bien, la competencia, tal como se revela en la nivelación de la
tasa general de ganancia, actúa como una cofradía práctica de la clase
capitalista, de modo que ésta se reparte (los
beneficios globales) comunitariamente y en proporción a la magnitud de capital,
con el que cada cual participa en el botín colectivo. Pero cuando ya no se
trata de dividir las ganancias sino de dividir las pérdidas, cada uno procura
reducir en lo posible su participación en las mismas y de endosársela a los
demás. La pérdida es inevitable para toda la clase. Pero la cantidad que de esa
pérdida ha de corresponderle a cada cual, en qué medida ha de participar en
ella, se torna entonces en una cuestión de poder y de astucia, y la competencia
(intercapitalista) se convierte a partir de ahí en una lucha entre
hermanos enemigos>>. (K. Marx: "El Capital"
Libro III cap. XV. capital Ed. Siglo XXI/1976 Pp. 325. Lo entre paréntesis
nuestro).
En esta disputa de intereses
al interior de la clase dominante a raíz de las crisis económicas periódicas,
sin duda está contenida la causa de los conflictos bélicos, ya sean guerras civiles
al interior de un país o internacionales entre países. Pero, por otro lado, la profundidad
económica recesiva que agota la fuente de ganancias
crecientes obtenida en condiciones normales mediante la productividad, induce
a obtenerlas atacando las condiciones de vida y de trabajo de los explotados.
Se abre así "en el suelo de su
dominio una grieta, por la que afloran e irrumpen el descontento y la
indignación de las clases subalternas", que sin duda erosionan las
superestructuras políticas partidarias del sistema. Fisuras que muy especialmente
afectan a los partidos políticos burgueses de la izquierda, cuyas clientelas electorales son en su
mayoría de extracción obrera, todavía muchos de ellos inconscientes de sus
propios intereses históricos, en un proceso inevitable de concientización a
través del sufrimiento de circunstancias, cada vez más y más dolorosas. Tal es la
situación en la cual hoy se hallan comprometidas inconscientemente las mayorías
sociales explotadas y oprimidas en todo el Planeta. Hasta que como bien decía
Marx:
<<…se
crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas
gritan: ¡¡demuestra lo que eres capaz de hacer!!>> “El
18 Brumario de Luis Bonaparte” Cap. I Ed. Ariel S.A./1982 Pp. 16-17)
Y
a propósito del proceso que, tarde o temprano e inevitablemente desemboca en la
necesaria concientización revolucionaria, no deben olvidarse las enseñanzas históricas
de trascendental importancia en la situación actual, como la resolución
adoptada durante el Congreso extraordinario de la IIª Internacional
socialdemócrata en Basilea, entre el 29 y el 30 de julio de 1912. Allí se abordó
la situación internacional y la cuestión
de una posible guerra mundial en un momento especialmente delicado, ya que las guerras balcánicas estaban en su apogeo y era muy factible que pudieran
derivar en una conflagración de mayor envergadura, como así sucedió. La misma
deriva que hoy es impulsada por los conflictos en Ucrania y el Medio Oriente. Fue
aquél un congreso en el que los socialistas quisieron demostrar al mundo su
unidad aupados por sus bases obreras que repudiaban las guerras, aprobando un manifiesto
que redactó Karl Kautsky —todavía
influenciado por el marxismo— quien aludió al Congreso de Stuttgart reunido entre el 18 y el 24 de agosto de 1907, donde se
advirtió a los gobiernos que no podrían desencadenar una guerra “sin peligro
para ellos mismos”. ¿Cuál era ese peligro? La
transformación de la guerra interimperialista, en guerra civil revolucionaria,
protagonizada por las mayorías sociales que la clase dominante quería convertir
en carne de cañón, forzándolas a matarse entre ellos en los campos de batalla so
pretexto de la lucha por la patria.
Así lo dejó escrito Lenin entre julio y agosto de 1915:
<<El manifiesto declaró con franqueza que ningún
interés popular puede justificar una guerra semejante, en favor de las "ganancias
de los capitalistas y por conveniencias dinásticas", basada en la política
imperialista, expoliadora, de las grandes potencias. El manifiesto declara en
forma expresa que la guerra es peligrosa "para los gobiernos" (para
todos sin excepción), hace notar el temor que estos sienten por la "revolución proletaria" y pone
como ejemplos, en clarísima definición, a la Comuna de 1871 [en Francia] y los meses de octubre a diciembre de 1905 [en la Rusia imperial]. Así, pues, el Manifiesto de Basilea
establecía para la guerra actual, la táctica de la lucha revolucionaria de los obreros
contra sus gobiernos, en escala internacional; la táctica de la revolución
proletaria. El manifiesto de Basilea repite las palabras de la resolución de
Stuttgart de que, en caso de estallar la guerra, los socialistas deben utilizar
la "crisis económica y política" que ella crea para "precipitar la
caída del capitalismo", es decir, utilizar las dificultades que la guerra
causa a los gobiernos y la indignación que despierta en las masas, para [concretar] la revolución socialista>> (V. I.
Lenin: “Los principios del socialismo y
la guerra de 1914-1915”. Obras completas. Tomo XXII Ed. “Akal/1977 Pp. 412. Lo
entre corchetes nuestro).
Y en lo que concierne a lo actuado por el partido
socialdemócrata en Alemania, tampoco Lenin olvidó hacer referencia a la
resolución adoptada por esta formación política en su congreso de Chemnitz que
sesionó el 20 de setiembre de 1912, abordando el problema del imperialismo y la
necesaria actitud de los socialistas contra la guerra. Allí se subrayó la
importancia de la lucha por la paz en los siguientes términos:
<<El Congreso del partido declara su voluntad
decidida de hacer todo lo posible por establecer la comprensión mutua entre las
naciones y conservar la paz. El Congreso del partido exige que, mediante
acuerdos internacionales, se ponga fin a la desenfrenada carrera armamentista
que amenaza la paz y a pasos agigantados empuja a la humanidad a una catástrofe
terrible […]. El congreso del partido espera que los miembros del partido
pondrán todo su empeño […] para combatir con más energía contra el imperialismo
hasta que éste sea derrocado>>. (Texto citado por Lenin en: “La Bancarrota de la IIª Internacional”.
Ed. cit. Tomo XXII. Pp. 304-305).
Pero
en agosto de 1914, esa formación política junto a sus colegas dirigentes de los
demás partidos obreros europeos, traicionaron vilmente aquellos principios antibélicos
decidiendo compartir mesa y mantel en el negocio de la guerra, con la gran
burguesía imperialista de ese continente presidida por la triple alianza entre Inglaterra,
Francia y Rusia. Fue aquel un negocio rapiñoso
y genocida que dio al traste con los principios fundacionales
inspirados en el pacifismo internacional basado en la fraternidad y cooperación
entre los pueblos, así como en la libertad, la justicia social y el bienestar general
en sus respectivos países.¡¡Toda una farsa!! ¿Cómo ha
definido esta traición el movimiento político del proletariado? Lenin lo
sintetizó entre la segunda quincena de mayo y la primera de junio en 1915, evocando
aquel "Manifiesto de Basilea" aprobado por unanimidad en el
Congreso socialdemócrata de 1912:
<<Sólo
pueden dejar de ver esta traición aquellos que no quieren verla, o les resulta
ventajoso no verla. Si formulamos el problema de manera científica, es decir,
desde el punto de vista de las relaciones entre las clases de la sociedad
contemporánea, deberemos decir que la mayoría de los partidos socialdemócratas,
encabezados en primer lugar por el partido más grande e influyente de la IIª Internacional, el
partido alemán, se han puesto de parte de su Estado mayor General, de su
gobierno, de su burguesía, contra el proletariado. Es éste un acontecimiento de
importancia histórica universal que, inevitablemente, tendremos que detenernos
en él para poder analizarlo de la manera más exhaustiva posible>>. (V. I. Lenin: Op. Cit. Pp. 303).
Esto es lo que hizo Lenin
entre julio y agosto de 1915 en su trabajo titulado: “Los principios del socialismo y la guerra de 1914-1915”, del cual
nosotros hemos escogido el siguiente párrafo, donde sintetiza magistralmente
qué ha sucedido entre la etapa
temprana del capitalismo superador del feudalismo, y su etapa tardía imperialista postrera
por la que hoy todavía discurre la humanidad:
<<Casi todo el mundo reconoce que la
guerra actual es una guerra imperialista, pero en la mayor parte de los casos
se tergiversa esta idea, ya sea aplicándola a una de las partes o bien dando a
entender que, pese a todo, esta guerra podría tener un carácter burgués
progresista, de liberación nacional. El imperialismo es la fase superior del
desarrollo del capitalismo, fase a la que sólo ha llegado en el siglo XX. El
capitalismo comenzó a sentirse limitado dentro del marco de los viejos Estados
nacionales, sin la formación de los cuales no habría podido derrocar al
feudalismo. El capitalismo ha llevado la concentración (de la riqueza y
el poder político consecuente) a tal
punto, que ramas enteras de la industria se encuentran en manos de asociaciones
patronales, trusts, corporaciones de capitalistas multimillonarios, y casi todo
el globo terrestre ya está repartido entre estos "potentados del
capital", bien en forma de colonias o bien envolviendo a los países
extranjeros en las tupidas redes de la explotación financiera. La libertad de
comercio y la libre competencia han sido sustituidas por la tendencia al
monopolio, a la conquista de tierras para realizar en ellas inversiones de
capital y llevarse sus materias primas, etc. De liberador de naciones, como lo
fue en su lucha contra el feudalismo, el capitalismo se ha convertido, en su
fase imperialista, en el más grande opresor de naciones. El capitalismo,
progresista en otros tiempos, se ha vuelto reaccionario; ha desarrollado las
fuerzas productivas a tal extremo, que a la humanidad no le queda otro camino
que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante
decenios, la lucha armada de las "grandes" potencias por el
mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios,
los privilegios y todo género de opresión nacional>>. (V. I. Lenin: “Los principios del socialismo y la guerra
de 1914-1915”. Ed. cit. Pp. 405-406. Versión
digitalizada. Ver Pp. 127. Lo
entre paréntesis nuestro).
Todo
este panorama es el resultado esclarecedor de la experiencia signada por el sufrimiento a escala planetaria de las
mayorías sociales explotadas, toda vez que por causa de las sucesivas
crisis económicas periódicas y depresiones consecuentes del capitalismo,
debieron pasar las distintas generaciones de asalariados en el Mundo, hasta
esta última en fase terminal ya insuperable
del sistema. Durante todo este proceso histórico, las mayorías sociales explotadas y oprimidas
en el mundo entero —que hasta hace bien poco han venido confiando en el fiasco
de la “democracia representativa”—, según parece van llegando tan paulatina como fatalmente a la conclusión,
de que la izquierda socialdemócrata y la derecha conservadora forman parte del
mismo e idéntico establishment político institucionalizado, que solo
obedece a los dictados de esa cosa
llamada capital en contubernio con ella. Una realidad que sin duda empuja cada vez con más fuerza directamente
a los perdedores de siempre, en el sentido preciso de resolver el dilema del
ser o no ser de la revolución, que acabe de una vez por todas con esta diabólica
confabulación corrupta y genocida entre políticos institucionalizados y empresarios.
That’s the question.
De
momento, las recientes elecciones en los EE.UU. han demostrado, que de los 206
millones de posibles votantes, sólo 145 se habían registrado en el censo
electoral para poder ejercer ese derecho. Pero de estos últimos sólo votaron no
más de 60 millones, o sea menos de la mitad. El resto se abstuvo. De tales cifras comparativas cabe deducir lo que
un enorme sector de la población norteamericana ya sabe, y es que “en ese país no cambiará nada mientras un
republicano sustituya en la presidencia a un demócrata o viceversa”. Porque
tanto montan unos como los otros y lo mismo cabe afirmar respecto de lo que
pueda suceder en los comicios de cualquier otro país, mientras los explotados permanezcan
engañosamente divididos entre la derecha y la izquierda burguesa, para poder
así ellos salvaguardar sus intereses
comunes estratégicos dejando al sistema intangible. Damos las gracias
al “Blog de Carlos” por contribuir a inspirar en este último párrafo de nuestro trabajo, su
tan acertada iniciativa político-literaria.
Mucho
es lo que se ha venido especulando estos últimos días, acerca de lo que hará o
dejará de hacer el energúmeno
recién electo para presidir el gobierno en EE.UU., a quien se le atribuye
haberse convertido en “el hombre más poderoso
de la Tierra”. Como si el futuro
inmediato de la humanidad dependiera exclusivamente de su voluntad personal.
Los que así piensan ignoran por completo la verdadera naturaleza de la realidad
en que viven. Y el caso es que, bajo el capitalismo, la propiedad privada —ya
sea unipersonal o colectiva— sobre los medios de producción y de cambio, hace no
solo al carácter eminentemente social
participativo del o de los miembros propietarios en cada empresa fabricante de
determinado producto, sino a la naturaleza y finalidad —también social— del
producto fabricado. Donde la supuesta función
determinante del individuo se diluye, dado que una vez producido el
producto es expuesto en el mercado, donde pasa a competir —en calidad y precio—
con otros de su propia especie, fabricados por empresas de la misma rama
industrial. O sea, que sin lo social el individuo no es nada.
Y
así como este principio activo de lo social se impone y verifica en la sociedad
civil capitalista, sucede otro tanto en los distintos Estados nacionales bajo el dominio de la burguesía,
donde se ha venido demostrando que los presidentes gobiernan hasta donde las mayorías
sociales se lo permiten. Y a propósito de esta proposición, el general Perón
solía decir en Argentina que: “Cuando
los pueblos agotan su paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento”. Pero en
la revolución social triunfante que hace efectivamente al progreso de la
humanidad, no se trata de dejarse llevar por la simple impaciencia sino por la conciencia, es decir, por el
conocimiento científico previo de la realidad capitalista que permite comprehender —es decir—,
apoderarse con el pensamiento, de lo que es objetivamente necesario hacer antes de ponerse manos a la
obra para ejecutarlo:
<<Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones
del tejedor, y la construcción de los panales de las
abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obras.
Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la
mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta
en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que
antes de comenzar existía ya en la mente
del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer
cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo
tiempo, realiza en ella su fin, fin
que él sabe que rige como una ley las
modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su
voluntad>> (K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. V Aptdo. 1:
“Proceso de trabajo y proceso de valorización”. Ed. Siglo XXI/1978 T. I Pp. 216. Subrayado nuestro).
Otro tanto se ha venido verificando con los cambios
sustanciales en la sociedad humana entre los distintos períodos históricos de
su desarrollo, donde la elaboración de un proyecto ideal precedió a la acción
política consecuentemente transformadora, que Lenin aprendió de Marx y acertó en llamar teoría revolucionaria:
<<Sin
teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario. Nunca
se insistirá lo bastante sobre esta idea, en un tiempo en que a la prédica en
boga del oportunismo [pragmático pequeñoburgués reaccionario], va unido un apasionamiento
por las formas más estrechas de la actividad práctica. Y para la
socialdemocracia rusa, la importancia de la teoría es mayor aún, debido a
circunstancias que se olvidan con frecuencia, a saber: primeramente por el
hecho de que nuestro partido sólo ha empezado a formarse, sólo ha empezado a
elaborar su fisonomía, y dista mucho de haber ajustado sus cuentas con las
otras tendencias del pensamiento revolucionario, que amenazan con desviar al
movimiento del camino justo. Por el contrario, precisamente en estos últimos
tiempos se han distinguido (como hace mucho predijo Axelrod a los
“economistas”), por una reanimación de las tendencias revolucionarias no
socialdemócratas. En estas condiciones, un error “sin importancia” a primera
vista [en la teoría], puede causar los más desastrosos efectos [en
la práctica], y sólo gente miope puede encontrar inoportunas o superfluas
las discusiones [teóricas] fraccionales y la delimitación rigurosa de
los matices. De la consolidación de tal o cual “matiz” puede depender el
porvenir de la socialdemocracia rusa por años y años>> [V. I. Lenin: "¿Qué Hacer?". Cap. 1 apdo. d). Ed. “Progreso-Moscú. Cap.
I. Pp. 25. Lo entre corchetes nuestro].
Los contumaces reformistas del capitalismo —armados
y no armados— no tienen este problema. En tanto y cuanto que para ellos no se
trata de trascender ni revolucionar nada, por eso mismo no necesitan
abrevar en la teoría revolucionaria ni están interesados en formular un
programa para ejercitar una voluntad política transformadora, que rompa
racionalmente con el sistema capitalista y lo trascienda históricamente.
De ahí su desprecio por el materialismo histórico,
filosofía política de la que estos sujetos sólo han tomado la letra, el
discurso adecuadamente manipulado para falsear su espíritu. El uso
pragmático que han hecho de las “Tesis sobre Feüerbach" publicadas
por Marx en 1845, por ejemplo, es una entre otras muchas tergiversaciones del marxismo,
que han venido perpetrando las direcciones ideológicas y políticas pequeñoburguesas
que dirigen el movimiento obrero internacional, desde que junto con Stalin y
sus secuaces han aportado a la desaparición de la URSS.
El punto de vista político que siguen asumiendo
hipócritamente los reformistas tratando de ocultar su finalidad conservadora
del capitalismo, coincide con la estrategia económica de la burguesía en su
conjunto para preservar el sistema. Tanto más cuanto más avanza
el proceso irreversible de acumulación y centralización de los capitales en
cada vez menos manos, que ya no pueden obtener ganancias si no es
exclusivamente atacando las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados. O sea,
que no pueden evitar la tendencia objetiva irresistible hacia su
colapso definitivo, tornando cada vez más imposibles las políticas de reforma
supuestamente “progresistas” de estructura al interior del sistema. Un colapso
definitivo que no podrá ser automático, sino políticamente
inducido por la lucha revolucionaria de los explotados y que tarda en
manifestarse:
<<...En fin, dando
por sentado que estos tres elementos: salario del trabajo, renta del suelo y
ganancia son las fuentes de ingreso de las tres clases, a saber: la de los
terratenientes, la de los capitalistas (ya sean industriales, comerciales
o financieros) y la de los obreros asalariados: como conclusión LA LUCHA DE
CLASES, en la cual el movimiento (de la sociedad burguesa) se descompone
y es el desenlace de toda esta mierda...>> (Carta de Marx a Engels del 30/04/1868. Editora Política/La Habana 1983 Pp. 218).
Ergo, el futuro inmediato
de la humanidad debe pasar, necesariamente, por asumir los
siguientes puntos programáticos:
1) Expropiación de todas las
grandes y medianas empresas industriales, comerciales y de servicios, sin
compensación alguna.
2) Cierre y desaparición
de la Bolsa de Valores.
3) Control obrero
colectivo permanente y democrático de la producción y de la
contabilidad en todas las empresas, privadas y
públicas, garantizando la transparencia informativa en los medios de
difusión para el pleno y universal conocimiento de la verdad,
en todo momento y en todos los ámbitos de la vida social.
4) El que no trabaja en
condiciones de hacerlo, no come.
5) De cada cual según
su trabajo y a cada cual según su capacidad.
6) Régimen político de
gobierno basado en la democracia directa, donde los más decisivos
asuntos de Estado se aprueben por mayoría en Asambleas, simultánea y libremente
convocadas por distrito, y los altos cargos de los tres poderes, elegidos según
el método de la representación proporcional, sean revocables en cualquier
momento de la misma forma.
GPM.
[i] Michael Moore. “Estúpidos hombres blancos”. Editorial B.
[ii] Ricardo Alarcón. Cuba y la lucha por la democracia. Intervención durante la IX
Conferencia de presidentes de parlamentos democráticos iberoamericanos,
Montevideo, Uruguay, 15 y 16 de mayo de 1998.
[iii] Belén López Garrido. “¿Presidente en venta?”. Revista La Clave. 14-20 mayo 2004. Madrid.
[iv] Pascual Serrano. Se subasta cargo de
presidente. 09-11-00. http://www.pascualserrano.net
[v] Citado por Ricardo Alarcón en: “Cuba y la lucha por la democracia”.
Intervención durante la IX Conferencia de presidentes de parlamentos
democráticos iberoamericanos, Montevideo, Uruguay, 15 y 16 de mayo de 1998.
[vi] Campaing 98, Aspectos destacados de la
campaña electoral de 1988, número 2, publicado por la Oficina de Información
del Servicio Informativo y Cultura de Estados Unidos. Citado por Ricardo
Alarcón en su intervención durante la IX Conferencia de presidentes de
parlamentos democráticos latinoamericanos, Montevideo, Uruguay, 15 y 16 de mayo
de 1998.