Breve historia de la propiedad
privada capitalista competencial y corrupta
<<En
un Estado social y político, es decir, en una sociedad en la que hay leyes, la
libertad sólo puede consistir en poder hacer lo que se debe querer
y en no estar obligado a hacer lo que no se debe querer>>. (Montesquieu: “El espíritu de las leyes”. Cap. III Pp.
15. El subrayado
nuestro).
<<La
corrupción no es algo de un partido ni de una organización concreta, sino que
va unida a la condición humana>>. (Mariano Rajoy Brey: 16/09/2016 en Bratislava.
Lo entre paréntesis nuestro).
Lo que Montesquieu ha querido significar en
este pasaje de su obra que acabamos de citar, es que en toda sociedad racional y sin excepción para
nadie, no es lícito que el querer
de cada cual se ponga por encima de su deber
ser según la ley.
Pero ha omitido la verdad del conocido refrán que dice: “hecha la ley, hecha la trampa”. ¿Está esa trampa en la
condición humana, tal como sostiene el católico y consuetudinario mentiroso
liberal burgués, Mariano Rajoy,
según consta en el mitológico primer capítulo de las Sagradas Escrituras, a
tenor del pecado original supuestamente cometido por Adán y Eva en el Paraíso
Terrenal? La prueba que desmiente semejante superchería, está en la histórica y
ejemplar sociedad iroquesa
constituida en el Siglo XII: https://es.wikipedia.org/wiki/Iroqu%C3%A9s
<<¡Admirable
constitución esta de la gens,
con toda su ingenua sencillez! Sin soldados, gendarmes ni policía, sin nobleza,
sin reyes, virreyes, prefectos o jueces, sin cárceles ni procesos, todo ha
marchado con regularidad. Todas las querellas y todos los conflictos los zanjó
la colectividad a quien concernió la gens o la tribu, y las diversas gens entre
sí; sólo como último recurso, rara vez empleado, apareció la venganza de
sangre, de la cual no fue más que una forma civilizada de nuestra pena de
muerte, con todas las ventajas y todos los inconvenientes de la civilización
(…) Tal fue el aspecto de los hombres y de la sociedad humana antes de que se
produjese la escisión en clases sociales>> (F. Engels: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” Cap.
III. Ed. Progreso Moscú/1986 Pp. 281. Versión
digitalizada Pp. 47).
El caso es, en realidad, que esa trampa del querer a costa de otros,
se montó cuando el derecho a la
propiedad privada individual generó la competencia económica, dando pábulo a las clases sociales y
la consecuente desigualdad social en el reparto de la riqueza. Y a propósito
del tiempo y las trampas, cabe destacar que desde hace más de tres siglos se
nos ha venido inculcando la idea de que el interés
privado —que induce a la desigualdad
económica entre individuos y familias en la sociedad civil—, está de hecho en relación de armónica identidad con los intereses generales de todos los
individuos, como ciudadanos iguales
ante la ley. Pero Montesquieu,
considerado sin discusión como el padre del constitucionalismo moderno, al
decir que el derecho privado
se encuentra en intrínseca dependencia y subordinación,
respecto del derecho público estatal,
ha venido a significar que esa supeditación legal de lo privado a lo público no es natural o espontánea y por
tanto consentida, sino políticamente
forzada. Ergo, reconoció la tendencia de los propietarios privados, a contradecir y hasta violar una y otra vez, la ley
del derecho público a la igualdad de
oportunidades de los individuos, lo cual niega o vulnera esa
supuesta supeditación voluntaria de los intereses particulares a los generales.
Y por esto mismo Hegel apostilló, que el Estado es una necesidad externa de intervención en la sociedad civil, es
decir, algo ajeno a la naturaleza
egoísta de la propiedad privada, que supuestamente irrumpe en ella y la condiciona con arreglo a los intereses
generales. O sea, que al exigir qué y cómo debe
ser la sociedad civil, la ley
estatal reconoce la intrínseca propensión de los propietarios privados
a no respetarla.
Tal
es el fundamento del derecho público
coercitivo basado en el interés general, como condición de que el querer
de cada cual, es decir, su interés
privado particular, sea siempre según su deber determinado por la Ley que el Estado dicta y
presuntamente impone como representación del interés general. Y de tal determinación Montesquieu concluyó
que, todo comportamiento
particular al margen de la Ley
—que supuestamente vela por el interés general—, es corrupto y disoluto, un mal
ejemplo que tiende a propagarse disolviendo
la sociedad y su Estado, en el sálvese quien pueda de cada individuo o
grupo de individuos propietarios, ya sea por sí solos o asociados:
<<…Cuando en un gobierno
popular caen las leyes en el olvido, y como esto sólo puede provenir inducido
por
de la
corrupción de la república, está ya perdido el Estado (en tanto que representante de los
intereses generales)>>. (Montesquieu: Op. Cit. Pp.
38. (Lo entre paréntesis nuestro).
En semejantes condiciones carentes de un poder público eficaz
que salvaguarde los intereses
generales, sobreviven miserablemente hoy a duras penas dos mil
millones de personas en más de sesenta países,
cuyos gobiernos son incapaces de garantizar las mínimas normas de seguridad y
supervivencia a la mayoría de
sus habitantes. Son los llamados Estados
fallidos, síntoma indiscutible de la decadencia sistémica terminal del
capitalismo, en un proceso que ha discurrido entre el llamado Siglo de las Luces y
el soterrado mundo de las sombras, donde
hoy se urden las tramas corruptas del sistema que alumbran la verdadera
realidad actual....:
<<….Bajo el reino
arbitrario y brutal de milicias, de grupos criminales y de señores de la
guerra. Si esas nociones son vagas y discutidas, si los expertos se pelean
sobre los calificativos y si algunos gobiernos se escandalizan al ser rebajados
de tal manera, la realidad de un archipiélago de Estados vulnerables o
fracasados es obvia para todos. Según las fuentes y las definiciones, entre 20
y 60 países se moverían en ese "entre dos luces" de la
humanidad>> Gabriel
Mario Santos Villareal: “Estados
fallidos. Definiciones conceptuales”. México/2009. Pp.
3
¿Hay alguna duda de que todo este
proceso histórico ha sido presidido por la todavía vigente consagración de la propiedad privada capitalista,
en combinación sistémica delincuencial con la “democracia representativa”? Para responder a este
interrogante, es necesario entrar en materia desde los tiempos de la tardía Edad media feudal, en que
los reyes católicos promulgaron la llamada “ley de Toro”
que, corriendo el año 1505 implantó el Mayorazgo
como derecho individual hereditario, privilegiando al primogénito
respecto de los demás descendientes en cada familia.
Durante la transición del feudalismo
al capitalismo, en 1747 Montesquieu hizo valer el deber ser del nuevo espíritu jurídico en el Estado moderno burgués,
sentenciando que:
<<Las leyes deben quitar a los
nobles el derecho de primogenitura a fin de que, mediante el reparto continuo
de las herencias, las fortunas (de los herederos) tornen a ser iguales>>.
(Montesquieu: Op. cit. Pp.
86)
En 1843 Marx publicó su “Crítica a la filosofía hegeliana del
derecho estatal”, donde contribuyó a reforzar este razonamiento de
Montesquieu, en salvaguarda del poder conferido al Estado burgués republicano
moderno, frente al denostado privilegio feudal atribuido al primogénito en las
familias de la nobleza. Consideró que su derogación fue un progreso en la
historia de la humanidad. Pero inmediatamente señaló, que al emancipar a la
sociedad civil erradicando el privilegio feudal del mayorazgo, la flamante
república burguesa elevó la propiedad
privada a la más alta jerarquía del poder social y político real. No puso ningún límite a ese
derecho, hasta el extremo de consagrar la explotación del trabajo asalariado y
su inevitable consecuencia: la creciente desigualdad
económica entre las dos clases sociales universales:
<< ¿Qué poder (y privilegio) tiene y ejerce el Estado político (feudal)
sobre la propiedad privada en el (derecho
al) mayorazgo? El de aislarlo de
la familia y la sociedad, el de llevarlo a (ejercer irrestrictamente) su abstracta (e incondicional) autonomía (personal: la del primogénito). ¿Cuál es, por tanto, el poder del Estado
político (capitalista) sobre la
propiedad privada (al abolir el
mayorazgo)? El propio poder de la
propiedad privada, su ser (egoísta)
hecho existencia (libre de toda restricción). ¿Qué le queda al Estado político (burgués) frente a este (nuevo) ser?
La ilusión de que es él quien determina, cuando en realidad es
determinado (porque la propiedad privada rige tanto en la sociedad civil
como en el Estado). Ciertamente (al
quitarle el derecho a la primogenitura) el
Estado (capitalista) doblega la voluntad
de la familia y de la sociedad, pero solo para dar existencia a la voluntad
de una propiedad privada sin familia ni sociedad (la propiedad privada pura, individual). Y (lo hace) para reconocer
esta existencia como la suprema del Estado político, como la suprema existencia
ética (personal,
elitista, despótica y totalitaria)>>. (K. Marx: Op. cit. Pp.
136. Lo entre
paréntesis nuestro).
Pero con esto no está todo dicho, porque falta
demostrarlo. Y para esto es necesario discernir acerca de cuál es el verdadero sujeto soberano de la voluntad en esta emergencia histórica que
consagra el derecho burgués a ejercer irrestrictamente la propiedad privada. O
sea, que hace falta señalar dónde reside el principio activo de ese derecho. Pues, bien, ya hemos visto
que, bajo el mayorazgo, el requisito para ejercer la voluntad del derecho a la
herencia, le venía dado al heredero como individuo desde fuera de sí mismo.
¿Residía en la voluntad del testador? ¡Residía en la propiedad privada sobre
los bienes que legaba, registrados a nombre del primogénito! Éste fue el
principio activo del mayorazgo. O sea, que el verdadero sujeto del derecho a la herencia y la verdadera voluntad de
ejercitarlo, en realidad no emanaba
del sujeto beneficiado, sino de la propiedad
privada sobre los bienes que le eran legados. Y tal como así ha sido y
sigue siendo al interior de la sociedad dividida en clases, la “libertad”
supuestamente basada en la voluntad de los individuos con arreglo a la ley,
resulta ser falsa superficialidad, un embeleco. Porque no es la supuesta
“libre” voluntad reglada del sujeto propietario sino su propiedad, lo que le permite ejercerla, lo que realmente determina el comportamiento de
las almas propietarias en los individuos. Nadie puede disponer libremente de lo
que no sea propiedad suya. Ergo: la libertad
del propietario no está en él
—en su persona—, sino en la propiedad
que desde fuera de sí mismo se le atribuye y por eso la detenta. De este modo:
<<La propiedad privada se ha convertido en el (verdadero) sujeto (impulsor y determinante) de la voluntad (humana, que solo pueden
ejercer los individuos-propietarios. Por
lo tanto), la voluntad (deja de ser
subjetiva en tanto que) ya no es más que
el predicado de la propiedad
privada (la que se le atribuye desde fuera de sí mismo al sujeto
propietario). La propiedad privada ya no
es (tampoco) un objeto preciso
(que necesite) de la libre disposición (personal del
heredero beneficiado), es el predicado preciso de la propiedad privada (o sea, lo que
se predica, atribuye o infiere de ella en términos de voluntad)>>. (K. Marx: Op. cit. Pp.
137. (Lo entre paréntesis nuestro).
Tal es la forma del mundo al revés, donde la libre
voluntad de los individuos es la que sólo pueden ejercen algunos, ya sea merced
a la propiedad sobre determinados objetos en la sociedad civil, ya sea mediante los atributos de mando
jerárquico en las instituciones
estatales. La propiedad privada es, pues, el verdadero sujeto que hace a la voluntad
supuestamente “libre” de los propietarios, de tal modo enajenados bajo el capitalismo. Tal como aparece legislado
ese atributo en el derecho burgués moderno, tanto en el privado que impera en la sociedad civil, como en el público que hace al distinto
alcance de la voluntad individual sobre cosas y terceras personas subalternas,
según la escala jerárquica de mando en las instituciones estatales. Un mundo en
el que, merced a la práctica del intercambio mercantil ya durante la etapa
postrera del feudalismo, la “voluntad” de los sujetos deviene como voluntad y
libertad de su propiedad privada
en la sociedad civil, la que cada uno detenta porque le viene dada desde fuera de sí mismo y así
puede disponer a cambio de un equivalente. Es éste, pues, el mundo de la enajenación humana general
respecto de las cosas. Una cosificación
del comportamiento social general, o sea, el de cada individuo en su
relación social con los demás. Donde cada uno es en la vida no por sí mismo,
sino por lo que le permiten ser las cosas de su propiedad.
La esencia de la voluntad humana desde los tiempos del
incipiente capitalismo, se muestra en el hecho de que todo propietario es como persona en la sociedad,
no por sus propias facultades o virtudes personales, sino por las cosas de su
propiedad que puede disponer, ejercitando ese derecho sobre ellas llamado patrimonio. Sin propiedad
privada, pues, no puede haber voluntad
jurídicamente valida. Y dado que en la sociedad capitalista —a
diferencia de sus antecesoras esclavista o feudal—, la propiedad privada solo
puede recaer sobre cosas, he
aquí la cosificación de la voluntad
humana en este sistema de vida, donde como reza el refrán: “tanto
tienes, tanto vales”. Ergo, tanto
puedes. El poder en general es, sin duda, por tanto, un subproducto de
la propiedad privada sobre cosas, medidas en términos de valor económico. Dicho
más claramente, la voluntad humana bajo el capitalismo ha sido secuestrada por
la propiedad privada:
<<Mi voluntad ya no posee, se
halla poseída (por la propiedad
que detento). Tal es precisamente el
cosquilleo romántico de la gloria del mayorazgo: la propiedad privada, o
sea la arbitrariedad privada en su figura más abstracta (ajena al individuo
que la posee), la voluntad más
mezquina, inmoral, bruta, aparece como la suprema enajenación de la
arbitrariedad, como la lucha más dura y sacrificada con la debilidad humana;
y como debilidad humana se presenta aquí la humanización de la propiedad
privada (que determina la deshumanización del propietario). El mayorazgo es la propiedad
privada convertida por sí misma en religión, abismada en sí misma, extasiada
ante su autonomía y su gloria>>. (K. Marx: Op cit. Pp. 138. Lo entre
paréntesis nuestro).
Ha quedado claro que bajo el esclavismo y el feudalismo, la voluntad “libre” de cierta minoría de
individuos, permaneció sujeta casi exclusivamente a la propiedad territorial como el principal medio de producción existente hasta entonces. Sin
la propiedad sobre la tierra el esclavismo y el feudalismo no hubieran sido
posibles. Del mismo modo ha quedado igualmente claro bajo el capitalismo, que la distinta jerarquía en el
ejercicio de la voluntad humana presuntamente
“libre” en general
—tanto en la sociedad civil como en el Estado— estuvo y sigue férreamente sujeta al ejercicio
de la propiedad privada sobre cosas materiales, que hacen a las jerarquías
sociales de mando sobre terceras personas. Y esas cosas de carácter fundamental
son los medios de producción y de
cambio en la sociedad civil, que a su vez hacen a la escala jerárquica
en los ámbitos estatales. Una autoridad ejercida por determinados individuos,
que los ciudadanos delegan con su voto en los comicios periódicos. Así fue cómo
la historia ha dado fe de la certeza,
en cuanto a que el concepto de propiedad
privada permitió a una minoría de esclavistas y señores feudales en la sociedad antigua, tanto como a
los capitalistas en la sociedad
moderna, ejercer su voluntad política supuestamente “libre” (en
realidad enajenada), para despojar a las mayorías por mediación alternativa del
engaño y la violencia. Tanto más cuanto mayor alcanzó a ser sucesivamente su censo de riqueza en propiedad,
al interior de la sociedad civil y/o el rango jerárquico de poder disponer privadamente sobre las cosas y
el personal en las instituciones políticas del Estado:
<<La Constitución política (en la Revolución francesa) culmina por tanto en la constitución de
la propiedad privada. La suprema convicción política es la convicción
de la propiedad privada (individual)>>. (K. Marx: Op. cit. Pp. 134)
Fue precisamente John Locke quien
introdujo el concepto de individuo
propietario, cuya propiedad privada aparece como un derecho
natural, base sobre la cual todavía se sostiene el
constitucionalismo político liberal del Estado burgués. Una constitución que
consagra el derecho “humano” de cada individuo a su propiedad privada, si es
posible rebasando el límite de la que ostentan los demás individuos, como signo
distintivo de su poder personal superior, tanto en la sociedad civil como en el Estado.
Incluyendo naturalmente al poder judicial, que así pasa subrepticiamente a
depender del Poder ejecutivo y éste, a su vez, del poder económico concentrado en determinadas minorías
acaudaladas. Tal como sucediera en 2013, por ejemplo en España, con la reforma del Consejo General del Poder
Judicial durante el mandato del Partido Popular, cuya
mayoría absoluta de representantes políticos en el Congreso de los diputados,
le permitió poner a ese órgano judicial bajo el dominio del poder ejecutivo,
ejerciendo en última instancia ese poder delegado, al dictado de los grandes capitales en medio de la última
recesión económica, que parece haber llegado para quedarse. Un dominio cuyos
diputados hicieron valer en su condición de propietarios privados mayoritarios
de los escaños en el Congreso, para poder así haber impuesto esa reforma. He
aquí la verdad del capitalismo
descubierta por Marx, según la cual la democracia
representativa es, en última instancia,
la dictadura de la propiedad
privada sobre el capital en manos de una minoría opulenta.
¿Dónde
si no en el poder económico manifiesto de la propiedad privada del capital en
la sociedad civil, está el sustento del poder político en el Estado? ¿Cabe
dudar, pues, de que bajo la sociedad
de clases la “libertad” individual haya sido y siga siendo un atributo político esencial y exclusivo
de la propiedad privada? ¿Cabe dudar a estas alturas de la historia moderna, de que el Estado “democrático” haya sido y
siga siendo, sistemáticamente
sometido a la voluntad política
dictatorial de la propiedad privada, detentada desde la sombra por una
minoría de capitalistas los más acaudalados que hoy deciden el futuro inmediato
de la humanidad, agrupados en el llamado ”Club de Bilderberg”?
Desde
fines de marzo de 1871, el perro
sangriento que devoró a la Comuna de
París estuvo encarnado en Louis Adolphe Thiers y demás
secuaces suyos: Jules Favre, Ernesto Picard, Agustín Pouyer-Quertier y Jules
Simon. Todos ellos en virtud de la propiedad sobre
sus respectivos mandatos políticos, decidieron discrecionalmente repartirse en
concepto de comisión, buena parte los dos mil millones de francos que costó a
los ciudadanos franceses, el hecho de que estos sujetos gestionaran ante
Alemania un préstamo al Estado francés por esa cantidad, bajo la condición de
que tal coima no se hiciera efectiva, hasta después de conseguirse el
aplastamiento de la “Comuna” y la “pacificación de París” por las tropas
prusianas. ¿Cuántos crímenes y actos de corrupción desde el ejercicio del poder
en virtud de la propiedad sobre cargos políticos —como éstos—, se han podido
venir cometiendo hasta hoy en el Mundo impunemente,
en nombre de la bendita palabra: naturaleza
cuyo significado bajo el capitalismo tanto se parece a esta otra: facilidad?
¿Puede
alguien dudar, pues, de que la corrupción política haya tenido su origen y
resultado en el maridaje
entre la democracia representativa
—que hace a la propiedad privada periódica
discrecional de ciertos individuos sobre los altos cargos que detentan en las instituciones del Estado burgués—
por una parte, y la propiedad privada
capitalista sobre los medios
de producción y de cambio que hacen al poder político personal de otros tantos sujetos en la sociedad civil por otra? ¿Puede alguien dudar de que este maridaje
siga siendo posible, a instancias de la prerrogativa
exclusiva de los más altos representantes
políticos electos,
actuando en secreto contubernio
con los propietarios del capital global en cada país? ¿Puede alguien dudar de
que todo esto haya consistido y consista, en que ambas partes conviertan la cosa pública en propiedad
privada individual? ¿Cabe dudar de que los tan cacareados ideales de
“libertad, igualdad y fraternidad” hayan sido y sigan siendo un maldito timo?
¿Cabe dudar, en definitiva, que bajo semejante estado de cosas los ciudadanos de a pie hayamos venido
siendo —y así seguimos—, políticamente contando como un cero a la izquierda en esta historia?
¿Por qué tenaz e insensata estupidez
seguir negándonos, entonces, a que como mayorías
sociales seamos nosotros quienes, de una vez por todas, decidamos realmente poner las cosas en su sitio implantando la
verdadera y genuina democracia? Pero ponerlas una vez más por encima de
nosotros mismos, eso no. Porque así los bribones nos seguirían aplastando con
el peso muerto de la historia “democrático-representativa” sobre nuestras
cabezas. Hay que poner las cosas en el sitio justo, según el conocimiento de lo
que es necesario hacer para tal fin, que nos concientiza, eleva y proyecta a la
condición de sujetos auténticamente libres. Porque la genuina libertad democrática no ha sido nunca más que esto: actuar como mayorías absolutas con el
previo conocimiento de la verdad sobre la realidad para transformarla,
con arreglo al ser humano genérico,
sin distinción de clases sociales.
Y aquí vuelve con toda su fuerza
esclarecedora el genio inmortal de Shakespeare: “Ser o no ser. Esta es la cuestión”. Pero ser en un mundo donde
resplandezca la verdad, dejando atrás la ficción del engaño y el sometimiento
político a la dictadura económica de la sinrazón capitalista. Y para eso es
necesario, ante todo, comprender
en su plenitud esencial la
realidad que exige ser transformada, apoderándose de ella para ponerla en
armonía con la LIBERTAD y la igualdad
UNIVERSAL descosificadas.
Las escandalosas fechorías cometidas por numerosos miembros de formaciones
políticas, como el Partido
Popular a cargo del gobierno en la España más reciente, haciendo
negocios con empresarios a expensas del erario público, son las mismas que
desde la segunda mitad de los años veinte, auspició Iósif Stalin
el siglo pasado con sus secuaces en la ex URSS tras la muerte de Lenin. Todas
ellas han sido y son de la misma naturaleza social perversa. Y todas sin
excepción han sido inducidas por la propiedad
privada de los medios de producción. Ya sea de modo encubierto a
instancias del llamado “enchufismo” de los políticos
profesionales, en disputa por ocupar las instituciones estatales en cada país, del modo más abierto y
manifiesto por los empresarios,
dueños directos de los medios de
producción y de cambio en la sociedad
civil. La propiedad privada ha hacho a la competencia intercapitalista,
y está última ha generado y sigue haciéndolo 1) en primer lugar creando la
creciente desigualdad social entre las dos clases sociales universales y 2) las
disputas comerciales entre capitalistas y políticos agrupados en distintos
países, que suelen desembocar en guerras de rapiña por apropiarse del
“territorio enemigo”, incluyendo los medios de producción y de cambio allí
localizados.
Bajo condiciones económicas de acumulación de capital
explotando trabajo asalariado en la
sociedad civil, la clase propietaria de los medios de producción y de
cambio convierte a los
distintos Estados nacionales
en mercados, donde las distintas empresas compiten
entre sí para poner el poder político
de las instituciones estatales al servicio de sus respectivos intereses económicos particulares.
Para tal fin, los capitalistas compran
la voluntad de los políticos profesionales que gobiernan esos Estados. Les
corrompen. Un modus operandi que no sería posible sin la democracia representativa que les posibilita lograr ese
propósito de un modo indirecto:
por mediación del sufragio universal que delega
la voluntad política de los electores,
en determinados sujetos electos
organizados en distintos partidos políticos, quienes prometen representarles en
las instituciones estatales. Es esta una tramposa y delincuencial conjugación
de la praxis política entre candidatos
a ser representantes, y electores
que les votan para que supuestamente
les representen. Tramposa y delincuencial, porque tras cada acto electoral los
candidatos electos dejan en papel mojado sus promesas, para lucrarse atendiendo
a los intereses de los empresarios capitalistas. Burlan así la voluntad popular
y el interés general. Un negocio que se acuerda y ejecuta en la discrecional
intimidad que permiten los muy bien alfombrados y amueblados despachos de las
distintas dependencias estatales, donde los políticos y los empresarios convierten secretamente la cosa
pública en cosa privada.
Tal es la ceremonia y el embeleco
sobre el cual se ha podido venir sosteniendo durante dos siglos, el sistema de
vida basado en la explotación de trabajo ajeno y el reparto cada vez más
desigual de la riqueza. Incluso en épocas de crisis [1]. Hablar de un máximo histórico de desigualdad social relativa entre ricos y pobres, no significa que ese proceso
haya llegado a su límite, sino [2] que
la desigualdad económica entre ricos y pobres empleados, ya no se nutre tanto
de la plusvalía relativa (que
aumenta no solo por efecto de la productividad a expensas del salario en perjuicio de su poder adquisitivo), sino
también de la plusvalía absoluta,
que solo aumenta por el mayor esfuerzo en el trabajo y la penuria creciente de
los más pobres: al mismo
tiempo que aumenta su miseria en perjuicio de su vida [3]. Un fenómeno ligado a la ignorancia que a su vez,
induce a la pasividad y la sumisión:
dos preciadas “virtudes ciudadanas” cuyo cultivo en la conciencia de los
explotados, la gran burguesía encarga a los más hábiles administradores políticos, formados en esos estratos
intermedios de la sociedad, es decir, la pequeña
burguesía intelectual. De modo que:
<<Mientras
la clase oprimida —en nuestro caso el proletariado— no está madura para
liberarse ella misma (porque
desconoce la verdad sobre la realidad en que vive), su mayoría reconoce el orden social de hoy como el único posible, y
políticamente forma la cola de la clase capitalista, su extrema izquierda (a
instancias de partidos reformistas estatizados, como es hoy el caso en España
de “Izquierda Unida”, “Podemos” y demás “mareas” adosadas)>>. (F. Engels: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”
Cap. IX Barbarie y Civilización Pp. 105. Versión digitalizada Pp. 100. Lo
entre paréntesis nuestro.).
La propiedad privada sobre los medios
de producción y de cambio, ha demostrado ser el resultado del instinto animal más primario en
que se ha convertido buena parte del género humano, tras haber dejado su
impronta en la destrucción y el holocausto de las dos guerras mundiales. Un proceso que actualmente se
prolonga en conflictos bélicos, que sacuden a países como es el caso de Gaza, Palestina,
Siria, Irak, Sudán
del sur, Afganistán,
Yemen, Chad,
Libia, Burundi, República
centroafricana, Somalia
y Nigeria, con
un total de 65 millones de refugiados en otros tantos países. La mayoría de
ellos por causas que radican en la disputa económica del gran capital
multinacional, por la propiedad y el control de recursos naturales.
Ergo, en la presente emergencia
histórica la consigna es, porque así debe ser: propiedad privada sí, pero sólo sobre los medios de consumo
que momentáneamente cada cual con su capacidad en el trabajo sepa ganarse. No
precisamente como “Los
hombres de la viga” Instruyendo el “Rockefeller Center” durante la gran
depresión económica de los años treinta el siglo pasado, tal como lo muestra la
siguiente fotografía. Desafiando a la ley física de la gravedad en octubre de
1932 a 270 metros de altura, casi todos ellos inmigrantes irlandeses
preparándose para el almuerzo, donde trabajaban por unos pocos dólares al día.
Ignorantes de la forma en que más abajo y muy cómodamente instalados en sus
despachos, unos pocos individuos propietarios asociados capitalizaban la
ganancia menguante, obtenida con el producto del riesgoso esfuerzo humano
ajeno.
Por aquí sin embelecos retóricos
engañabobos, ha discurrido la intención
de este trabajo divulgativo nada original, fundamento indiscutible de
seis necesidades sociales y
políticas, de cada vez de más urgente realización a escala internacional:
1) Expropiación de todas las grandes y medianas
empresas industriales, comerciales y de servicios, sin compensación
alguna.
2)
Cierre y desaparición de la Bolsa de Valores y los paraísos fiscales.
3)
Control obrero colectivo permanente y democrático de la
producción y de la contabilidad en todas las empresas,
privadas y públicas, garantizando la transparencia informativa en los medios
de difusión para el pleno y universal conocimiento de la verdad,
en todo momento y en todos los ámbitos de la vida social.
4)
El que no trabaja en condiciones de hacerlo, no come.
5)
De cada cual según su trabajo y a cada cual según su capacidad.
6)
Régimen político de gobierno basado en la democracia directa, donde los
más decisivos asuntos de Estado se aprueben por mayoría en Asambleas,
simultánea y libremente convocadas por distrito, y los altos cargos de los tres
poderes, elegidos según el método de la representación proporcional, sean revocables
en cualquier momento de la misma forma.
Teniendo
en cuenta que desatender la urgencia de lo que es cada vez más necesario hacer,
supone agudizar y prolongar todas las fatales y dolorosas consecuencias de esa
renuncia. GPM.
Cómo la crisis económica de 2017 desembocó
en el mayor quebranto al erario público de la historia española
16 marzo 2017 | Categorías: Deuda,
Justicia Fiscal y financiación Global,
Mercados
Financieros, Nacional,
Opinión
Etiquetas: ajuste, crisis,
estafa, financiarización, RECORTES.
Cuestionario contestado por el autor
el 11 de marzo de ese año, en el marco de la tercera sesión del “Proceso a la banca española”. Se trata
de un Tribunal Popular constituido al efecto de someter a juicio y exposición
pública, el colosal quebranto de la cohesión social y las finanzas patrias
provocado por la oligarquía financiera, así como la flagrante connivencia de los títeres del circo que, con las
draconianas políticas impuestas como consecuencia del rescate fraudulento de
los financistas, cercenan sistemáticamente los derechos y las condiciones de
vida de aquellos a los que dicen servir.
Alfredo
Apilhttps://kaosenlared.net/entrevista-a-Alfredo-Apilanez-sobre-la-teoria-monetaria-moderna-tmm-i/ánez
: El salmón a contracorriente.
1) ¿Podríamos
elegir la fecha de 1992, como momento simbólico del inicio de la explosión del
crecimiento de la deuda privada, creada por la banca española y de la
monumental burbuja inmobiliaria que colapsó estrepitosamente en 2007?
Si, efectivamente, así es.
2)
¿Cuáles son los elementos de los que se parte para hacer esa afirmación?
En
realidad, el origen de la explosión de la deuda privada es global. Se enmarca
dentro del proceso de financiarización que arranca en los años 70 al
desarrollarse espectacularmente el sector financiero para sostener la menguante
rentabilidad del capitalismo en tiempos de crisis adoptando las innovaciones
creadas por los magos de Wall Street. A través del “crédito a muerte” se trata
de compensar la drástica caída de la demanda salarial provocada por el
incremento de la explotación del trabajo con el recurso masivo a la deuda y las
innovaciones financieras. Su símbolo es la derogación de la ley Glass-Steagall
en 1999 que facilita la incorporación de la banca comercial al casino
financiero de la banca de inversión.
En este
contexto, un país recién desindustrializado, con una economía estancada,
altamente dependiente del capital extranjero y adicto crónico al monocultivo
del ladrillo era el candidato perfecto para servir de cobaya del experimento
financiarizador. En el caso español, el año 92 es relevante por dos motivos. El
inicio de la titulización hipotecaria con la Ley 19/1992 y la firma del Tratado
de Maastricht. Desde un punto de vista legal, la titulización hipotecaria
española tiene su origen en la Ley sobre Régimen de Sociedades y Fondos de
Inversión Inmobiliaria y sobre Fondos de Titulización Hipotecaria. En el
preámbulo de dicha ley, el legislador reconocía que contribuir a abaratar la
financiación para la adquisición de vivienda y facilitar la “movilidad” en la
concesión de préstamos eran los objetivos perseguidos al conferir un marco
normativo específico a la titulización en España.
En el Tratado de
Maastricht se abrió el proceso de creación de la unión monetaria
propulsando la liberalización de los flujos financieros en la zona euro, sin la
restricción del tipo de cambio que supuestamente
posibilitaría la financiación masiva de la burbuja inmobiliaria española,
por parte de la banca centroeuropea.
3) Ciertamente, a partir de esa fecha,
se abrieron los datos sobre endeudamiento privado no financiero (de hogares y
empresas).
También el financiero (de
la banca española con la extranjera en España), se dispararon exponencialmente
al tiempo que la actividad prestamista se enfocó principalmente hacia el sector
inmobiliario. ¿Podría explicar los motivos por los que afirmó que la
titulización propulsó la voraz concesión de hipotecas, y precisar cuál fue la
responsabilidad de la banca privada, en la omisión de información pública que
le permitió aparecer como acreedor de hipotecas de las que no era titular
mientras inflaba la cartera?
La
clave ha residido en la expresión coloquial del sector financiero acerca de la
titulización: “hacer hueco” en el balance y Titulizar permitía vender hipotecas
como churros, transmitiendo el riesgo a los inversores y despreocupándose
totalmente de la solvencia del deudor.
Los
fondos de titulización españoles tienen, mayoritariamente, un modelo de
estructura pass-through,
caracterizada por una conexión entre los ingresos (pagos de intereses y
principal) de los inversores y los flujos generados por los activos
titulizados. En consecuencia, los inversores tienen una exposición directa al
comportamiento de dichos activos. Así pues, bancos y cajas relajaron
enormemente los estándares de concesión de hipotecas —modelo de prestar y
vender— inflando la burbuja y sus cuentas de resultados mientras reducían
artificialmente su exposición al riesgo.
Sin
embargo, cuando las cosas se torcieron con la explosión de la colosal burbuja,
los bancos —¿quién había vivido “por
encima de sus posibilidades”?— exigieron la deuda de los morosos y se
adjudicaron la garantía hipotecaria como si ellos fueran los propietarios
reales de todos los créditos. En lugar de comparecer en los juzgados como
apoderados de los Fondos adquirentes de las hipotecas haciéndose pasar por los
acreedores titulares, cuando eran tan solo los mamporreros que administran los
cobros. La banca no cumple con lo legislado —según la ley 2/1981 de Regulación
del Mercado Hipotecario— de modo que cuando se vende un crédito se ha de
practicar en el Registro de la
Propiedad una anotación al margen —ya que sería la constatación
de que la hipoteca no le pertenece— y no tiene legitimidad para exigir la
ejecución hipotecaria, como han demostrado recientes sentencias.
4) La
entrada en el euro propulsó el endeudamiento del sistema financiero español,
gracias a la financiación a espuertas recibida de los bancos en los países con
exceso de ahorro (por alemanes y franceses). ¿Cree usted que esa deuda
contraída con la banca centroeuropea, fue causa principal del
“sobrecalentamiento” del sistema financiero español, y que el principal
objetivo del colosal rescate posterior sufragado con fondos públicos, fue para
“liquidar” esos pagos?
Desde
luego. Se trata del perverso cepo en el que los llamados PIGS en Portugal,
Irlanda, España y Grecia, donde sus pueblos hemos quedado atrapados con el
otrora milagroso euro. Los grandes bancos de las economías en esos países del
Centro —principalmente Alemania con su enorme superávit comercial, financiaron
masivamente la burbuja inmobiliaria española. La existencia de una moneda
única, el euro, alentó este flujo dado que ya no existía el peligro de una
devaluación— que agravara el riesgo de impago en caso de crisis en algún país
de la periferia. Esto originó una
enorme burbuja del crédito privado, principalmente en el sector
inmobiliario (recordemos que en la “piel de toro” se construía más que en
Alemania, Italia y Francia juntas), aunque también en el consumo. Según el
último informe del Banco
Internacional de Pagos, la banca española debe todavía más de un
billón de dólares a la banca extranjera.
Cuando
se produjo el colapso del sistema financiero internacional, la prioridad de la
gran banca europea —aliada con el BCE— era evitar las consecuencias sistémicas
de un impago generalizado, causado por la quiebra de las cajas y bancos
españoles. El famoso rescate de 2012 a cuenta de la ciudadanía —“apertura de
una línea de crédito” según don Mariano
(Rajoy)— y toda la política monetaria del BCE,
vinieron al salvamento de la banca europea y estadounidense, atiborrada de
paquetes de deuda hipotecaria tóxica, incobrable por los bancos y cajas
patrios.
5)
Afirma usted que los poderes públicos, usando su potestad legislativa de forma
torticera, practicaron la connivencia más flagrante con los abusos y latrocinios
cometidos por los prebostes de la gran banca privada. ¿Podría precisar esta
acusación?
Desgraciadamente,
los poderes públicos fueron meras comparsas que bailaban al son de la banca y
del bloque del ladrillo. Habría que destacar la vista gorda cuando no la complicidad absoluta del Banco de España y la
Comisión Nacional del Mercado de
valores, supuestamente “independiente” en la dejación dolosa de
su función de control y supervisión del sistema financiero, hasta que le estalló la bomba de
relojería en las narices. Incluso llegando a ignorar el informe de la
inspección de 2006, en que se alertaba de los graves riesgos de estallido de la
burbuja y de la sorprendente pasividad del supervisor. El Banco de España
relajó la política crediticia para la concesión
de hipotecas, (en la época cuando el Sr. Jaime Caruana
era gobernador y seguidamente General
Manager del BIS)
facilitando créditos al promotor, además de propulsar la titulización
permitiendo el “truco” de sacar del balance las hipotecas. Todo ello acompañado
de una intención flagrante de ocultación de las reales dimensiones del problema
y del montante del rescate.
Merece
la pena destacar lo que decía entonces el director de supervisión del Banco de
España en una presentación en 2010: “El proceso de titulización en España ha
sido un tanto atípico y diferente al modo en que se ha desarrollado en otros
países: con elevada calidad de sus activos subyacentes concedidos bajo unos
criterios de aprobación rigurosos, sujetos a una regulación y supervisión
exigentes. Es cierto que se ha visto afectado por el empeoramiento del entorno
económico y el estancamiento del sector inmobiliario, pero este deterioro no
está vinculado con el negocio de originación y distribución de riesgos, ya que
las entidades españolas han fundamentado su operativa desde una óptica basada
en la banca tradicional” Súper
sic
Las
instituciones soberanas pusieron el BOE
(Boletín Oficial del Estado) al
servicio del bloque del ladrillo a través de todo tipo de reformas legislativas
—ley Boyer, ley del suelo, la citada desregulación de la titulización y todo
tipo de facilidades y deducciones fiscales a favor de la compra en detrimento
del alquiler—. Por no mencionar la casi desconocida pero neurálgica complicidad
en la renuncia a la soberanía monetaria (Maastricht) al dejar la financiación de la deuda
pública en manos de la banca privada. Todo ello para favorecer al que Zapatero
calificaba de “sistema financiero más sólido de la comunidad internacional”.
6)
Conceder crédito a los promotores a nivel estratosférico significa proporcionar
la materia prima de la especulación con el suelo que fue la base -junto con el
crédito a espuertas de la banca privada- de la colosal burbuja inmobiliaria.
¿Cree que hubo connivencia por parte del gobierno?
Desde
luego. Como hemos dicho, la incestuosa relación entre grandes inmobiliarias,
cajas de ahorros y ayuntamientos alcanza el nivel legislativo. La Ley del suelo
de 1998 tuvo como uno de sus principales objetivos el aumento de suelo
urbanizable —barra libre para las recalificaciones y la vorágine constructora
que desembocó en la súper
burbuja inmobiliaria—, en el razonamiento supuestamente
liberalizador y profético de que si se ponía en el mercado más suelo de tal
naturaleza, descendería el precio del suelo y, en consecuencia, de la vivienda.
Con dicha Ley se daba un importante cambio de rumbo en la clasificación de
suelo, por cuanto hasta ese momento se entendía que el suelo no urbanizable era
el mayoritario por su carácter residual. Sin embargo, con la Ley de 1998, todo
el suelo que no ostentara el carácter de urbano, ni debiera estar protegido y
preservado como no urbanizable, pasaría a ser urbanizable con el consiguiente
aumento descomunal del festín especulativo.
Asimismo,
las administraciones hicieron uso de las semipúblicas Cajas de ahorros como
propulsoras de todo el proceso especulativo —en gran parte basado en la masiva
y corrupta financiación de promociones urbanísticas faraónicas que acabaron
resultando ruinosas— jugando un papel esencial en el crédito a los promotores
hasta llevarlas a la ruina ante el derrumbe del castillo de naipes. Eran el
núcleo de la podredumbre del monocultivo ladrillil al servir de nexo financiero
entre promotores y constructoras por un lado y las venales administraciones
públicas por otro. Tenemos como símbolo destacado de esta connivencia
incestuosa —para no incidir más en un tema archiconocido— el caso Bankia como
símbolo del destrozo.
7) Afirma
usted que la complicidad negligente entre los supuestos vigilantes del
cumplimiento de la legalidad —notarios, auditores— con la banca privada y la
intervención fraudulenta de las calificadoras de riesgo inflando las
calificaciones de las entidades y sus emisiones de títulos de deuda para
optimizar su salida al mercado fueron el lubricante ideal que propició que la
“fiesta” continuara sin molestas interrupciones ni señales de alarma hasta el
colapso. ¿Podría precisar algo más su afirmación?
La
relación entre la banca y los supuestos vigilantes del sector encargados del
cumplimiento de la normativa, es un caso flagrante de conflicto de intereses y
una pantomima descarada. El descontrol en la asunción de riesgos y la
manipulación de las cuentas por parte de las entidades financieras, que
financiaban hasta el 100% de la vivienda (muy por encima del 80% establecido
legalmente como tope) —incluyendo el coche, el reloj y lo que hiciera falta y
partiendo de tasaciones temerarias— fue perpetrado con la complicidad total de
auditores y calificadoras de riesgos. Valga un botón de muestra del papel de
los encargados de dar fe de la veracidad de las cuentas: En 2011, Bankia
declaró ganancias de más de 300 millones de euros, auditadas por Deloitte. Sin embargo,
menos de un año después el Gobierno español nacionalizó la entidad, que se
tragó al menos 23.500 millones de euros. ”Poco después de la nacionalización,
resultó que los registros auditados por Deloitte eran incorrectos, ya que el
banco, en realidad, había perdido 4.300 millones”.
Los
notarios dieron su beneplácito a todo tipo de cláusulas abusivas: productos
complejos como las cláusulas suelo, comisiones sangrantes, etc. ocultas en la
intrincada letra pequeña y omitieron su obligación de asegurarse del
entendimiento del contrato, por parte del deudor e informarle de las cargas y
responsabilidades asumidas. En lugar de velar por los intereses del cliente, al
comprobar la legalidad del contrato o explicar las cláusulas que se firman,
entre otras labores, se forraron (10% de los gastos de formalización de la
hipoteca) dando fe de contratos fraudulentos.
¿Y qué
decir de los “vigilantes del mercado”: las calificadoras de riesgos? Un dato
bastará también para mostrar su papel de pirómanos de la explosión crediticia.
En el caso concreto de la titulización española, el 87% de los valores emitidos
entre 1993 y 2007, obtuvieron la máxima calificación crediticia (la famosa AAA)
en el momento de su creación, un porcentaje que destaca si se compara con el de
otros mercados desarrollados.
8) Para
ir concluyendo con este punto. ¿Podría decirnos qué otras prácticas predatorias
integraron el saqueo perpetrado en el “esquema ponzi” de los años de vino y
rosas?
Es
imposible consignarlas todas aquí. La banca recurrió a todo tipo de prácticas
comerciales predatorias: manejaban a su antojo los índices de referencia —ahí
están los fraudes en el Libor y Euríbor, con
márgenes a todas luces abusivos— incluían la abusiva cláusula del vencimiento
anticipado que autoriza al banco a ejecutar la hipoteca y el desahucio en
subasta notarial, si se produce el impago de dos o tres cuotas —incluso no
siendo ya el acreedor legítimo por haber empaquetado y titulizado el préstamo—,
cobraban comisiones leoninas (más que en cualquier otro lugar de Europa) por
cualquier cosa, imponían la obligación de contratar seguros de vida con la
aseguradora del banco al contratar la hipoteca, y un infinito listado de malas
prácticas que han recopilado las asociaciones de usuarios. Y eso, por no hablar
de las estafas estrella, que han podido suponer un auténtico robo de 50.000
millones de euros, si no más, mediante las participaciones preferentes. Todo lo
anterior les haría merecedores del calificativo de depredadores financieros de
la ciudadanía.
Súper
sic. 12) ¿Cuánto mayor es el banco menos ayudas del Estado precisa? ¿Los tres más
grandes, Santander, BBVA y Caixa-Bank, no precisaron ayuda de las arcas
públicas?
En
absoluto. Se trataba de aparentar que una parte del organismo estaba sano y que
extirpando el tumor (Cajas de Ahorros) se podría regenerar el resto (grandes
bancos).
El
Banco de España siempre ha aplicado la misma receta como medicina a las “crisis
bancarias”: un banco se come a otro banco, se supone que el que es comido es el
insolvente. Para que exista un banco solvente —en contraposición a las cajas
insolventes— se lo tiene que maquillar como se han maquillado la contabilidad
del Santander, BBVA y Caixa-Bank. Se proclama enérgicamente que “no consta que
hayan recibido ayudas oficiales”, pero sí constan unos descomunales avales a
cargo del contribuyente por 90.000 millones
de los que no se sabe cómo han acabado, así como el “chollo” de los Esquemas de
protección de activos, para cubrirse de las pérdidas por toda la basura de las
cajas liquidadas a precio de saldo, a cargo del FROB
y el colosal rescate encubierto al ser mantenidos con respiración asistida del BCE,
para honrar las deudas ante los fondos de inversión internacionales al cerrarse
el interbancario en el estallido de la crisis de 2008.
13) ¿Esta
impresión de solvencia del Santander, BBVA y Caixa-Bank —ventilada a
los cuatro vientos por las autoridades— es pues falsa? Y, en ese caso, ¿de
dónde obtuvieron los recursos para el colosal camuflaje?
Totalmente
falsa. Además de ayudas públicas –las ya mencionadas más
créditos fiscales en la absorción de los restos de las cajas y la venta a
precio de oro de sus activos basura a la SAREB- la parte del león del
salvamento que recibieron los tres grandes provino como digo del BCE. Desde
2008 a través de la famosa barra libre de liquidez, el BCE -con fondos públicos
creados en pantallas de ordenador- prestó al 0% colosales recursos a la los
grandes bancos que éstos invertían en deuda pública española al 6-7% provocando
la ruina de las finanzas públicas a través del pago de intereses -30.000
millones anuales- por una deuda provocada en gran parte por el propio rescate
bancario. ¡Con dinero público del Banco Central Europeo se hunden las finanzas
de los Estados! Este absurdo llegó al paroxismo con la expansión cuantitativa
(política monetaria no convencional del BCE) y
la absorción de enormes cantidades de bonos públicos y privados de la banca
española, por parte del gran
capo de Frankfort —que tiene prohibido financiar a los Estados—.
En concreto la gran banca patria ha endilgado nada menos que 300,000 millones
de emisiones de renta fija —empaquetando todo tipo de préstamos y la basura
restante de la burbuja— al BCE
en las últimas rondas de la QE (Quantitative
Easing). En conclusión: la gran banca goza de la respiración
asistida de nuestro banco central, para engrosar sus abultadísimas cuentas de
resultados y continuar esquilmando las arcas públicas, e inflando nuevas burbujas
con la colosal inyección recibida.
14)
Entonces ¿Hubo un rescate encubierto? ¿Se mintió a los españoles diciéndoles
que no había necesidad de una intervención de las finanzas españolas?
De lo
expuesto se deduce claramente la respuesta afirmativa. De lo que se trataba es
de socializar las pérdidas privadas mediante dinero público cargando al erario
con una colosal deuda odiosa e ilegítima y ocultando y dejando impunes las
responsabilidades de los que por su acción u omisión produjeron este desastre.
15) ¿Si
hubiera habido un rescate al uso se tenían que haber practicado quitas sobre la
deuda?
El
único modo viable de gestionar el rescate público habría sido provocando
pérdidas a los acreedores internacionales para hacer viable el pago de la deuda
pero los poderes financieros no están dispuestos a ello ya que se derrumbaría
todo el castillo de naipes de derivados (los famosos CDS) que se activarían en
caso de impago provocando enormes pérdidas a los dueños del casino. El caso
griego es un aviso para navegantes de la inviabilidad de reestructuración de la
deuda bajo el talón de hierro de la Troika y del fanatismo neoliberal de la UE.
16)
Lo que acaba de manifestar es muy importante, nos está diciendo que el gobierno
para presumir de una impecable gestión evitando el rescate impidió que los
acreedores de la deuda se vieran abocados a tener que perder una parte de su
inversión por las quitas ¿Esto fue así?
Afirmativo,
se trató de una flagrante socialización de pérdidas. El Gobierno (cual perro
guardián de los intereses del capital financiero y obediente esbirro de la
infausta Troika) permitió que los bancos y los fondos de inversión cobraran
hasta el último euro y no se vieran en la situación perentoria de practicar
quitas. Toda la deuda bancaria se cargó a cuenta del sacrificio y las
penalidades que sufren los españoles por los recortes supuestamente provocados
por el “coste del rescate”.
17)
¿Por sus manifestaciones podemos colegir que usted acusa a los responsables de
la banca española de malas prácticas y del hundimiento de las finanzas del
país?
Sobran
los motivos. La banca privada hinchó y se benefició con artimañas de la colosal
burbuja; cuando ésta explotó echó de sus casas con trapacerías e ilegalidades a
centenares de miles de familias; al colapsar bajo el peso de la montaña de
deudas contraída irresponsablemente puso la soga de la deuda impagable en
nuestra economía; con dinero casi gratis del BCE se lucró prestando dinero al
Estado que graciosamente se estaba encargando de su salvamento a costa del
bienestar del ciudadano español. Si, por todo lo anterior, yo les acuso, a
ellos y a los políticos que han participado de esta estafa descomunal con
consecuencias catastróficas para la ciudadanía. El castigo administrativo y/o
judicial a quienes, por su acción u omisión produjeron este desastre está por
ejecutar.
*
Agradezco especialmente a Salva Torres (asociación 500×20) y a José Manuel Novoa (Asociación de Hipotecados Activos)
la invitación a participar en el evento y, muy especialmente, la paciencia y la
valiosa ayuda prestadas en la elaboración del cuestionario.
ATTAC Madrid
no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando
son firmados por la propia organización. GPM.
Así
se está hundiendo el empleo en España, comunidad a comunidad: En un mes se han
perdido dos años.
Andalucía,
Canarias y la Comunidad Valenciana, están liderando las caídas.
España
en su conjunto ha perdido en un mes, el empleo que había creado en los dos
últimos años.
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Destruidos en Andalucía, más de 100.000 empleos en la
Comunidad Valenciana, 130.000 en Cataluña, otros tantos en Madrid… La lista es
tan desoladora como el resumen de conjunto: en solo un mes, en marzo, el empleo
que ha destruido en toda España la crisis del coronavirus equivale,
prácticamente, a todo el que se había creado en el último bienio, en 2018 y
2019. Y es solo el principio, porque el
hundimiento del mercado laboral suma y sigue. Y, en las
regiones más turísticas, aún está por llevar el grueso del envite.
En los últimos días, la Seguridad Social ha desvelado los
datos de detalle que muestran a las claras cuánto empleo se destruyó en marzo
en cada región. Las cifras por autonomías que dio hace 15 días eran de medias
mensuales, que ofrecían un cálculo edulcorado del desplome. Las nuevas
estadísticas, sin embargo, reflejan cuánto se ha perdido realmente, cuántos
ocupados había en cada región el último día de febrero, y cuántos de esos
quedaban el último día de marzo. Y eso sin contar los afectados por los ERTE,
que al tener los contratos suspendidos, sus puestos siguen apareciendo en alta
en la Seguridad Social.
Así se está desplomando el mercado laboral en toda España, comunidad a comunidad, con referencia a algunas de las provincias especialmente castigadas. Cádiz ha sido la más golpeada en términos relativos: una destrucción del 8,3% del empleo en solo un mes.
Canarias:
destruida el 6,5% de la ocupación
En porcentaje, ha sido la
autonomía que más empleo perdió en marzo. En Canarias se
destruyeron en marzo 53.511 empleos, sin contar los ERTE. En solo un mes, el
Archipiélago perdió el 6,5% del empleo que tenía antes de que estallara la
crisis del coronavirus en España.
Andalucía:
—193.851 empleos en 30 días
La
economía andaluza es la segunda más golpeada por la crisis.
En marzo se destruyeron en esta región, exactamente, 193.851 puestos de
trabajo, siempre sin contar los afectados por los ERTE. En apenas 30 días se
volatilizó el 6,2% de su mercado laboral. Andalucía, en un mes, ha retrocedido
a niveles de hace tres años en términos de ocupación. Cádiz es la provincia
más castigada, y no solo de Andalucía sino de toda España en términos
relativos: 31.185 puestos de trabajo fulminados, el 8,3% de toda la
ocupación que tenía.
Comunidad
Valenciana
Con un desplome de
la ocupación del 5,3% en marzo, la
Comunidad Valenciana es la tercera más golpeada en esta primera fase de la
crisis económica del coronavirus. En esta región se perdieron en marzo 103.079 empleos. Por
provincias, la más golpeada es Alicante, con una destrucción del 6,7%. Solo Cádiz y Málaga (-7,3%)
presentan tasas peores en el desplome laboral de marzo.
Madrid
hace frente a la crisis
Pese a ser la Comunidad golpeada más precozmente y con más crudeza por la pandemia, su economía no figura entre las más castigadas por la crisis económica del coronavirus. En marzo perdió el 4,1% de su ocupación, idéntico porcentaje que arrojó la media nacional. Eso sí, en cifra absoluta el número es también contundente: 134.294 empleos destruidos en marzo.
Cataluña:
-130.000 empleos
En Cataluña, la
primera fase de la crisis fulminó en marzo 130.513 puestos de trabajo,
el 3,8% de la afiliación que tenía justo antes de que estallara la pandemia en
España. De ellos, 97.444 se destruyeron en la provincia de Barcelona, 12.201 en
la de Gerona, 12.080 en la de Tarragona y 8.788 en la de Lérida, la más
castigada de las provincias catalanas en términos relativos, en porcentaje.
Castilla-La
Mancha
El
primer mes de crisis del coronavirus se
ha llevado por delante más de 30.000 puestos de trabajo en Castilla-La Mancha. En marzo, exactamente, se
destruyeron en esta región 32.657 empleos netos, sin contar los ERTE. En 30
días perdió el 4,6% de sus afiliados a la Seguridad Social.
Aragón
y Murcia
En
Aragón se perdieron 23.418 empleos en marzo. En apenas treinta días se
han ido al
traste todos los puestos de trabajo que Aragón había creado en los dos últimos años.
Además, ya son al menos 65.000 los trabajadores afectados por ERTE.
Castilla
y León, Galicia y País Vasco
En
Galicia se destruyeron en marzo 32.353
empleos netos, una caída del -3,2%,
siempre sin contar los afectados por los ERTE. La provincia más castigada ha
sido Pontevedra (-13.906), seguida de La Coruña (-13.566).
En
Castilla y León, el primer mes
de la crisis económica del coronavirus ha
fulminado 29.600 puestos de trabajo, el 3,2% de la
afiliación que tenía justo antes de que la pandemia estallara en España.
En
el País Vasco, por su parte,
marzo destruyó 22.994 puestos,
un 2,4%. Es de las
comunidades menos azotadas hasta el momento en términos de empleo.
Baleares,
Cantabria y Asturias
Por
su parte, en Baleares se han destruido 4.861
empleos, pero hay que tener en cuenta que en este caso el
gran impacto se teme para los próximos meses, cuando esta Comunidad
registra la gran oleada anual de contrataciones coincidiendo con el turismo
estival.
En Cantabria, por su parte, se han destruido en solo un mes 7.936 puestos
de trabajo, un 3,7% de los que
tenía un mes antes. Y en Asturias se perdieron en marzo 11.078 empleos,
el 3% de su ocupación total.
Extremadura,
Navarra y La Rioja
La Comunidad Foral ha perdido 6.917 puestos de
trabajo en solo un mes, y eso que se cuenta
entre las autonomías donde el impacto laboral fue menos severo en marzo. En
Navarra la caída del empleo ha sido del 2,4%. En La Rioja, el mes pasado
se destruyeron el 3,3% de los puestos de trabajo, un total de 4.295
fulminados. Y en Extremadura, un porcentaje similar, una caída del 3,8%,
lo que ha supuesto la destrucción de 14.912 empleos solo durante https://es.wikipedia.org/wiki/Segismundo_Moret el mes de marzo, en el primer
envite de la crisis del coronavirus.
Ceuta y Melilla
En
las ciudades autónomas de Ceuta y
Melilla se han destruido 859 y 606 puestos de trabajo,
respectivamente; el 3,7% y el 2,5% de los que tenían antes de la crisis.
El paro de
larga duración se ceba con los mayores de 45 años y las mujeres
17/11/2016
Luis M. del
Amo. Un 70% de
los desempleados de esa edad lleva parado más de un año.
Desde
el inicio de la recuperación, el número de parados de larga duración se
ha reducido en casi un tercio. Sin embargo, aunque el contingente de
desempleados que llevan más de un año en el desempleo ha disminuido desde el
máximo de 3,5 millones de 2013 a los 2,5 millones actuales, su situación
representa aún un problema. La permanencia en el desempleo debilita sus
posibilidades de hallar nueva ocupación. Hasta el punto de que un 70% de los
parados mayores de 45 años lleva más de un año en el desempleo.
La
reducción del paro de larga duración apenas atenúa la realidad para aquellos
que pierden su empleo a partir de los 45 años. Un 70% de los parados en esta
franja de edad acumulan más de un año en el desempleo, exactamente el 68,8%,
según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Y eso se traduce en un
deterioro de sus habilidades laborales.
“Cuanto
más largo es el período en el desempleo más difícil resulta la vuelta al
mercado laboral”, confirman desde Asempleo, la patronal de empresas de trabajo
temporal.
Por
otro lado, el paro crónico es una lacra que afecta más a las mujeres.
Mientras el porcentaje de parados que son mujeres se sitúa en el 50,7%, la
proporción sube hasta el 51,7% cuando hablamos de paro de larga duración.
“Pensemos
en el grave problema que supone esta situación para estos individuos que ven
cómo se acerca su jubilación y necesitan cotizar para poder recibir una pensión
‘decente’”, agregan.
Mejora de la
empleabilidad
Para emplearse la solución que
precisa el colectivo de parados de larga duración, no se limita a la concesión
de una prestación económica. Las ETT
(Empresas de Trabajo Temporal) –que
gestionan la colocación de parados en algunas autonomías– abogan por el diseño
y la aplicación de unas políticas activas que refuerce su formación y
les oriente eficazmente en la búsqueda de empleo.
“Es fundamental el diseño y la
aplicación de políticas activas que clasifiquen a este tipo de parados según
sus habilidades, refuercen aquellos puntos en los que deben formarse o
actualizar su formación en función de las demandas del mercado; y les orienten
eficazmente en la búsqueda de empleo”,
explican.
Para
las ETT, mejorar la empleabilidad es la única manera de recolocar al
“tremendo” número de parados de larga duración que tenemos en España. Y
advierten. “De hacerlo de otro modo
sería insuficiente”, aseguran.
Tránsito
hacia el empleo
Las ETT
recuerdan que el contrato temporal sigue siendo un camino hacia la consecución
de un puesto más estable. En vísperas de Navidades, cuando la contratación se
dispara, se dan las condiciones para firmar un contrato temporal, que hace «más
fácil» el transito del desempleo al empleo.
En el
caso concreto de los mayores de 45, mientras que el 5,3% de los parados de
larga duración encontró un trabajo temporal, solo el 0,6% logró uno
indefinido, afirman.
“Es
importante que este colectivo se reenganche al mercado laboral en el trayecto
final de su carrera profesional”, subraya Andreu Curañas, responsable de
Asempleo. Esto beneficiaría por supuesto a los trabajadores y también supondría
un alivio para el sistema público de pensiones que gestiona la Seguridad
Social, consideran.
Por
territorios, Canarias, La Rioja y Castilla-La Mancha son las regiones
que presentan mayores tasas de paro crónico en mayores de 45 años. En
las tres comunidades autónomas, más del 78% de los parados de más de 45 años
llevan desempleados más de un año.
Por el
contrario, los mejores datos los encontramos en Baleares, Cantabria y el País
Vasco, donde, por otro lado, la tasa de paro es la mitad que la media nacional
y la probabilidad de encontrar un empleo es el doble que en la media española.
La crisis económica española. Una
operación especulativa de graves consecuencias
Este
artículo analiza la crisis económica española que se desencadenó en 2008. Para
comprenderla correctamente, es necesario conocer sus antecedentes, que se
remontan a una década anterior en que comenzaron a gestarse inversiones
especulativas que desembocaron en una descomunal burbuja inmobiliaria y un
fuerte endeudamiento de la economía española. Se estudian los orígenes de la
crisis, las medidas que se han tomado para hacerle frente y las principales
consecuencias que se han derivado de la misma: incremento del paro,
precarización en el empleo y desigualdad en la distribución de la renta.
Este
artículo analiza la crisis económica española que se desencadenó en 2008. Para
comprenderla correctamente, es necesario conocer sus antecedentes, que se
remontan a una década anterior en que comenzaron a gestarse inversiones
especulativas que desembocaron en una descomunal burbuja inmobiliaria y un
fuerte endeudamiento de la economía española. Se estudian los orígenes de la
crisis, las medidas que se han tomado para hacerle frente y las principales
consecuencias que se han derivado de la misma: incremento del paro,
precarización en el empleo y desigualdad en la distribución de la renta.
I.- Antecedentes necesarios: La etapa dorada
(1984-2007)
Las
transformaciones que se han producido en la estructura económica y social de
España desde 1960 en adelante y, sobre todo, desde su ingreso en la Unión
Europea en 1986, han sido muy profundas. De ser un país atrasado, hasta
mediados del siglo XX, se ha situado actualmente entre los 20 países con mayor
renta per cápita del mundo, ocupando el décimo lugar mundial y quinto europeo
por PIB absoluto: de un PIB de 188,2 mil millones de euros a precios corrientes
en 1985, se ha pasado a 1.053,2 mil millones en 2007. Es decir, el PIB se ha
multiplicado por 5,6 en 22 años. En buena medida ello se ha debido al ingreso
en la UE que, través de los retornos vía presupuesto, añadió de media anual en
dicho período cerca de un punto al crecimiento del PIB. Como una buena parte de
estos recursos eran para inversiones, España pudo construir una moderna
infraestructura que ha contribuido de forma decisiva a su dinamización y
modernización.
Entre
1984 y 2007, la estructura productiva de la economía española ha cambiado
radicalmente: ha pasado a convertirse en proveedora de servicios (públicos y
privados), en detrimento del sector agrario e industrial, que no han cesado de
perder peso en el PIB. Al estallar la crisis de 2008, el aporte de los sectores
al PIB, en porcentaje, era el siguiente: Agricultura y Pesca, 2,4%; Industria y
Energía, 15,5%; Construcción, 10,4%, y Servicios, 63,2%.
Sin
embargo, el período 1984 a 2007 no puede considerarse homogéneo, al menos desde
el punto de vista de la orientación de las inversiones, tanto públicas como
privadas. Hasta la incorporación de España en la unión económica y monetaria
(el euro), en 1999, -que coincide prácticamente con la larga etapa de los
gobiernos socialistas de Felipe González (1982 a 1996)- dichas inversiones
fueron, en general, muy productivas. Asimismo, fueron complementadas con una
serie de reformas de hondo calado, con el fin de superar muchas de las
rigideces que aún subsistían del franquismo y las sobrevenidas de la crisis
económica de los setenta. De tales reformas fueron un buen ejemplo las
reconversiones industrial y bancaria (ambas muy costosas pero necesarias), la
liberalización de los alquileres en el sector inmobiliario, la del mercado del trabajo,
la fiscal (en particular en la imposición indirecta), de la seguridad social
(que introdujo la asistencia universal), la del sistema educativo (que hizo
obligatoria no solo la educación primaria sino también la secundaria, elevando
la edad de escolarización obligatoria de los 14 a los 16 años), la gestión de
las empresas públicas (iniciando la internacionalización y privatización de
algunas de ellas), etc.
Pero
junto con estos aspectos positivos, durante los gobiernos de Felipe González
también se tomaron medidas que han influido decisivamente en la corrupción que
ha aflorado con la crisis económica. La principal de ellas, y una de las menos
conocidas y aireadas, fue sin duda el cambio de legislación para la selección
de Secretarios, Interventores y Depositarios de Administración Local1,
que de ser un cuerpo nacional independiente y prestigiado, que velaba por los
intereses generales de los ciudadanos, se ha convertido, por su arbitrariedad,
en un sistema complejo y corrupto.
Con la llegada de José María Aznar,
que presidió el gobierno del PP entre 1996 y 2004, se inició un proceso de
cambios que contribuyó
decisivamente a orientar las inversiones, hacia una economía muy especulativa que acabaría generando un creciente
endeudamiento, y que también favoreció la corrupción. En este sentido son
destacables las tres medidas siguientes:
• La Ley 54/1997, del 27 de noviembre,
sobre la regulación del sector eléctrico, que favoreció a este poderoso grupo
de presión y que ha acabado generando un descomunal déficit tarifario —30 mil
millones de euros en 2013— al que aún no se ha encontrado solución (Fabra y
Fabra, 2012: 88-100)2.
• La
Ley 6/1998, del 13 de abril, sobre régimen del suelo que, con el fin de
facilitar su oferta, declaraba urbanizable todo aquel suelo en el que no
concurriesen razones para su preservación, lo que abrió un mundo inimaginado a
los políticos autonómicos y locales y a los especuladores del ladrillo.
• La
tercera de las medidas (pactada con el partido regionalista catalán
Convergencia y Unión -CiU-, que le prestaba apoyo parlamentario), fue la cesión
de una serie de competencias a las comunidades autónomas, que estas no han
sabido gestionar, pero que sí han originado un considerable caos en el sector
público y en el mercado interior. Por el lado del gasto, el Estado transfirió a
las comunidades autónomas las competencias en educación y sanidad, cuyo coste
se ha encarecido considerablemente respecto de su gestión por el Estado. Y por
el de los ingresos, se cedía a dichas comunidades capacidad normativa en
impuestos tales como el patrimonio, sucesiones y donaciones, etc., que aquellas
han vaciado de contenido; a lo que también hay que añadir la cesión de
capacidad normativa en el tramo autonómico del impuesto sobre la renta de las
personas físicas (IRPF).
En
fin, la política económica liberal del gobierno de Aznar
—y de su ministro de Economía, Rodrigo Rato, hoy
acusado de graves casos de corrupción— es un factor clave para explicar
el origen de la actual crisis económica. Dicha política no fue corregida, sino
ampliada por el PSOE en los dos gobiernos que le siguieron, presididos por José
Luis Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011).
Otro
hecho muy destacable, que también contribuyó decisivamente, en este caso al
endeudamiento —tanto de España como de otros países de la Eurozona—, se
relaciona con los bajos tipos de interés que posibilitó la entrada en vigor
durante en 1999, de la unión económica y monetaria, es decir, de la moneda
única (el euro). En esa coyuntura de crédito barato, las entidades financieras
comenzaron a conceder créditos hipotecarios a tipos de interés más reducidos
que la media de la UE. Y los concedían de forma descontrolada, bien a personas
poco solventes y/o bien sobretasando el valor de los inmuebles. Se calcula que
el valor de tasación que realizaban las empresas del ramo —que eran de los
propios bancos— se situó, como media en los años precedentes a la crisis
económica, en un 110% del de mercado. Esto permitíó a las entidades financieras
saltarse la recomendación del Banco de España, de lo cual los créditos hipotecarios no deberían superar el 80% del valor del inmueble.
En esta
coyuntura tan favorable, es comprensible que se incrementase la inversión y,
por consiguiente, el crecimiento del PIB. Como muestra la Tabla
1, a partir de 1999, la inversión comenzó a superar ampliamente
la capacidad de ahorro interno para financiarla3.
Por ejemplo, entre 2005 y 2007 la inversión superó el 30% del PIB, en tanto que
el ahorro nacional se situó alrededor del 23%. La diferencia entre ambas
magnitudes, que expresa la necesidad de financiación nacional, se saldó con
ahorro externo. En la historia de España nunca ha existido tanta necesidad de financiación
externa como la registrada entre 1999 y 2007, año este último en que alcanzó su
máxima cota: 101,4 mil millones de euros, equivalente al 9,4 % del PIB.
Una vez desencadenada la crisis, se
produjo una caída drástica tanto de las inversiones como del ahorro —más
acentuada en la primera que en el segundo—, por lo que las necesidades de
financiación externa comenzaron a disminuir hasta lograr que en 2013 se produjera
nuevamente capacidad de financiación nacional (excedente de ahorro sobre
inversión) de 6,5 mil millones de euros, equivalentes al 0,6 % del PIB.
Endeudarse
con el exterior puede -y suele- ser necesario para crecer y consolidar la
economía, siempre, claro está, que los recursos se empleen en inversiones
productivas, cuya rentabilidad permita hacer frente a los compromisos
contraídos. Pero si tales recursos -en más de un 60% de la inversión total- se
invierten en construcción de vivienda sin demanda y en obras públicas
faraónicas o innecesarias, se acaba generando una burbuja inmobiliaria que,
inevitablemente, ha de desembocar en crisis. Es lo que ocurrió a partir de
2008.
La
inversión no solo determina la tasa de crecimiento del PIB, sino también la del
empleo. Históricamente la economía española se ha caracterizado por requerir
elevadas tasas de inversión y de crecimiento del PIB para crear empleo.
Como se
desprende de la Tabla 2, en 2008 la población
activa y la ocupada se habían incrementado en relación con la existente en
1984, en un 72,6% y 93,3%, respectivamente, y el paro lo había hecho en un 5%.
En
2008, con 23.253,8 mil personas en el mercado del trabajo, España alcanzó
prácticamente el máximo de población activa que ha tenido en su historia (dicho
máximo se produjo en el segundo semestre de 2012, con 23.489,5 mil activos); la
población ocupada alcanzó los 20.663,2 mil empleados, cota que nunca se ha
superado (en 2008 había 9.920,0 mil empleos más que en 1984), y el desempleo,
aunque alto (2.590,6 mil), redujo su tasa hasta el 11,1% de la población
activa, también una de las más bajas de todo este período. El efecto global del
período sobre el mercado del trabajo (empleos creados y reducción del paro) fue
de un incremento de 10.057,6 mil personas.
El
importante incremento de la población activa y ocupada que se produjo entre
1984 y 2007 fue cubierto por la creciente incorporación de la mujer española al
mercado del trabajo y por la inmigración masiva que se produjo, sobre todo a
partir de 1995.
España,
país de tradición emigrante, durante el primer decenio del siglo XXI pasó a
convertirse en El Dorado para muchos latinoamericanos, africanos y europeos del
Este. En la primera década del siglo XXI, el saldo migratorio alcanzó los 4.275
personas, una intensidad nunca conocida en la historia de España.
En
suma, el elevado crecimiento medio del período 1984-2007, que fue del 3,4% del
PIB, no logró consolidar un modelo sostenible de desarrollo debido a que en su
última fase —la de 1999 a 2007— las inversiones, en su inmensa mayoría, fueron
de carácter especulativo y una buena parte financiadas a crédito.
24.- El final del sueño: La crisis inevitable del 2008
en adelante
Es
obvio que, a escala internacional, la crisis económica de 2008 fue el resultado
de la liberalización financiera sin límites que se fue produciendo desde la
ruptura del mecanismo de cambios de Bretton Woods por parte de Estados Unidos,
cuando el presidente Nixon decidió, en 1971, la no conversión del dólar en oro.
Desde
finales del siglo XX, debido a los bajos tipos de interés, los bancos
estadounidenses comenzaron a conceder hipotecas sin control —sin valorar el
riesgo de los tomadores— cuyo valor superaba con creces el de los bienes
hipotecados. Dichos créditos, debidamente empaquetados (por grupos y con
distinto grado de riesgo), los bancos concesionarios los titularizaron y los
vendieron a los hedge funds (fondos de cobertura de riesgos o también
fondos de inversión libre). Tales fondos, administrados por bancos de
inversión, se han caracterizado por la ausencia de regulación y de supervisión
por parte de la autoridad monetaria. Su objetivo básico es la especulación en
el mercado bursátil, utilizando prácticas inimaginables. Mediante estas
técnicas, los bancos de Estados Unidos llenaron de basura financiera al mundo,
comenzando por su propio mercado y extendiéndolo al exterior, principalmente al
de la Unión Europea.
En
España, la crisis financiera internacional hizo saltar por los aires la burbuja
inmobiliaria que se había ido generando desde mediados de la última década del
siglo precedente. Por lo tanto, con o sin crisis internacional, España la
hubiera padecido de todas formas, debido a las inversiones irrecuperables que
se venían realizando. En otras palabras, la crisis internacional pinchó la
burbuja inmobiliaria española, a la que, conociéndola, los gobiernos se habían
negado a poner coto. En 2010, dos años después de declarada la crisis, se
generó otro proceso especulativo, en este caso contra la deuda pública española
(y de otros países del sur de la Eurozona). En ambos procesos especulativos —el
privado y el público— participaron muy activamente el sistema financiero
español e internacional.
2.1. Los brotes verdes
de Zapatero
se marchitaron.
En este
nuevo paraíso económico, al que supuestamente había accedido España con el
euro, se incrementó la demanda interna (el consumo y la inversión), que superó
con creces el incremento del PIB (véase Tabla
1). El crecimiento de la demanda interna se hizo, en buena
parte, a costa de un incremento del déficit exterior (el saldo de la balanza de
bienes y servicios), con el consiguiente aumento de las necesidades de
financiación externa que alcanzó, en 2006, los 82,3 mil millones de euros (8,2%
del PIB). Pero las agencias de calificación seguían teniendo la máxima
confianza en España, concediéndole la triple A (el mayor grado de solvencia).
Ello obedecía al bajo porcentaje que representaba la deuda pública sobre el
PIB. Entre 1999 y 2007, la deuda a largo plazo se pagaba al mismo tipo de
interés que la alemana y en algún año, como en 2004, incluso algo menos4.
Según
las Cuentas Financieras del Banco de España, en 2008 el endeudamiento total con
el resto del mundo ascendía a 2.887 mil millones de euros (263,7% del PIB),
distribuyéndose así: administraciones públicas 506,4 (46,2% del PIB); empresas
1.467,4 (134% del PIB), y familias e instituciones privadas sin fines de lucro
914,1 (83,5% del PIB). En dicho año, España alcanzó uno de los mayores
endeudamientos del mundo en términos de PIB; si bien era básicamente privado
(de empresas y familias), el endeudamiento público, que no cesaba de crecer, se
situaba todavía bastante por debajo de los principales países de la Eurozona.
Un año
después, en 2009, el déficit del presupuesto de la administración pública
alcanzó el 11,2% del PIB, el saldo exterior en bienes y servicios se situó en
el 9% del PIB y la tasa de paro cerró el año con un 18% de la población activa.
No obstante estos desequilibrios, el gobierno del PSOE, presidido por Rodríguez
Zapatero, continuaba negando la existencia de crisis y hasta se embarcaba en
absurdos y despilfarradores planes de inversiones públicas (que formaban parte
del denominado Plan E), que no hacían más que alimentar el déficit del sector
público. En este contexto, el 12 de octubre de 2009, se hizo público que
el gobierno griego había falsificado sus estadísticas presupuestarias para
entrar en el euro y que lo había continuado haciendo hasta la fecha indicada.
Este proceder ponía en duda la credibilidad de la Comisión Europea en el
control de las finanzas de los Estados, lo que alarmó a los mercados
financieros internacionales. Como consecuencia de la crisis griega, comenzó a
hacerse muy popular un concepto hasta esos momentos prácticamente desconocido:
la prima de riesgo, esto es, la diferencia entre el tipo de interés que paga
cualquier país de la Eurozona por su deuda pública a largo plazo (bono a 10
años) y el que paga Alemania (que es el que se toma como referencia). La prima
de riesgo es un indicador de la confianza que tienen los inversores extranjeros
en el país que la emite. Cuanto menor sea la misma, más bajos serán los tipos
de interés de su deuda.
De
manera que la Eurozona dejó de ser un área financiera estable y comenzaron a
aparecer considerables diferencias entre las primas de riesgo de sus Estados.
Grecia fue intervenida por la Unión Europea el 23 de abril de 2010, tres
días después, el 28 de dicho mes, la agencia Standard & Poor's rebajó la
calificación de la deuda pública española —el día anterior lo había hecho con
la de Grecia y Portugal— de AA+ a AA con perspectiva negativa. La solvencia de
España comenzó a ser seriamente cuestionada en el exterior. Con ello se
iniciaba un proceso especulativo contra la deuda soberana española de amplio
recorrido: los bancos compraban cantidades ingentes de deuda pública bien
remunerada y, paralelamente, cerraban el grifo crediticio al sector privado. El
incremento de la prima de riesgo se había convertido en un excelente negocio
para el sistema financiero.
Pero la
sospecha sobre la salud del sistema financiero español, que hasta entonces se
había considerado sólido, también comenzó a cuestionarse, en particular la de
las cajas de ahorro, instituciones que, por su proximidad a los ciudadanos,
habían gozado de gran confianza entre los impositores. Su considerable
exposición al crédito inmobiliario en la etapa dorada y el consiguiente
incremento de la morosidad tras la crisis, unidos a la politización de sus
consejos de administración y la escasa profesionalidad de muchos de sus
directivos, llevó al gobierno del PSOE a propiciar procesos de fusión y de
absorción entre aquellas.
En fin,
el gobierno de Zapatero pretendía incrementar la dimensión de las cajas de
ahorro y que las más sanas pudieran tapar los agujeros de las más débiles,
proceso para el que se previó considerables incentivos financieros. El objetivo
final era reconvertir las cajas en bancos para que pudieran competir en una
economía globalizada y para ello se procedió a su reorganización jurídica5.
Los
acontecimientos se fueron precipitando. Así, el 7 de mayo de 2010, la prima de
riesgo española alcanzó los 164 puntos básicos y con tendencia creciente. Es
obvio que ante la desconfianza de los inversores internacionales, no hay más
remedio que claudicar, con independencia del color que tenga el gobierno. El
Consejo de Asuntos Económicos y Financieros (Ecofin) de la Unión Europea,
reunido con carácter extraordinario ese fin de semana (8 y 9 de mayo) para
tratar sobre la crisis del euro, obligó a España a recortar en su gasto público
15.000 millones de euros entre 2010 y 20116.
Fue una medida que en España sorprendió, ya que había sido ensalzada
internacionalmente por sus éxitos económicos: entre ellos el superávit
presupuestario de los ejercicios 2005 a 2007 y su bajo nivel de endeudamiento
público.
Para
afrontar las exigencias de la Unión, el gobierno de Rodríguez Zapatero se vio
obligado a tomar de manera inmediata un amplio plan de recortes en el gasto
público7.
En fin, puede afirmarse que tales ajustes significaron el inicio de la
austeridad presupuestaria y, paralelamente, un paulatino pero incesante
desmantelamiento del incipiente estado de bienestar español. El broche final,
con ajustes mucho más duros, lo pondría el PP tras su nuevo acceso al gobierno
a finales de 2011.
2.2. Y con Rajoy
llegó la tristeza.
En las
elecciones generales del 20 de noviembre de 2011, el PP obtuvo, como era
previsible, mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados —y también en el
Senado—: 186 escaños frente a 110 del PSOE, que cosechó los peores resultados
desde las primeras elecciones democráticas en 1977.
En su
programa electoral, muy crítico con el PSOE,
el PP
prometía: "Gobernar con honradez, responsabilidad y buen criterio.
Gobernar de forma austera, eficaz y transparente. Gobernar con verdad y
credibilidad", un programa que preveía una serie de reformas "...para
crecer y generar empleo, para apoyar a nuestros emprendedores, y para
garantizar la educación, la sanidad y el bienestar de todos, sin
excepción" (Partido Popular, 2011:14).
Tras la
toma de posesión, el 21 de diciembre de 2011, el
nuevo gobierno del PP, presidido por Mariano Rajoy, hizo todo lo contrario de
lo prometido. A los muchos problemas que heredaba, se añadieron —o
más propiamente se activaron— otros dos que afectaban la solvencia
internacional de España: el primero de ellos incidía directamente en el sector
público y el segundo, en el privado (más concretamente, en el sistema
financiero).
En
relación con el primero, el 13 de febrero de 2012, la agencia Moody's,
siguiendo los pasos de Standard
and Poor's y Fitch
del mes anterior, rebajó la calificación de la deuda pública
española —junto con la de Italia y Portugal— en dos escalones: de Aa3
(calificación alta) A
(calificación buena).
Pero la
principal novedad se produjo dos días después —el 15 de febrero— cuando dicha
agencia rebajó la calificación de ocho comunidades autónomas, reduciendo la de
Cataluña al borde del bono basura: de Baa2 a Baa3, y la de Murcia: de Baa1 a
Baal8.
Esto significaba, al menos para las comunidades de peor nota, que se cerraban
sus posibilidades de financiación en el mercado y su única opción era la de
acudir al Estado, lo que de hecho equivalía a ser rescatadas por este. Y es lo
que ocurrió.
Para
hacer frente al problema de financiación de la deuda autonómica, el Estado
creó, el 13 de julio de 2012, el Fondo de
Liquidez Autonómico (FLA), gestionado por el Instituto de Crédito Oficial (ICO),
con la finalidad de prestar apoyo temporal a las comunidades autónomas que
tuviesen dificultades de liquidez y que voluntariamente lo solicitasen9.
El FLA tiene por objetivo "... atender los vencimientos de la deuda de las
Comunidades Autónomas, así como obtener los recursos necesarios para financiar
el endeudamiento permitido por la normativa de estabilidad presupuestaria"10.
Para beneficiarse de esta financiación, las comunidades autónomas habrían de
cumplir una serie de condiciones, entre ellas las de observar la disciplina
presupuestaria.
Por lo
que respecta a la segunda de las cuestiones, la solvencia del sistema
financiero, está íntimamente relacionada con la quiebra técnica de Bankia (o
más precisamente, de su matriz: el Banco
Financiero y de Ahorros —BFA—), que obligó a su
nacionalización el 9 de mayo de 2012.
La
quiebra de BFA-Bankia —entidad presidida por Rodrigo Rato—,
debido a su opacidad y malas artes en su gestión —entre ellas, la manipulación
de sus cuentas y los interminables escándalos que se han ido descubriendo—, no
solo daría lugar a la mayor estafa
financiera de la historia de España, sino que también acrecentó la duda
sobre la solvencia del sistema financiero español en su conjunto. Y es que la
mayoría de los nuevos bancos que surgieron de la fusión de las cajas de ahorros,
habían nacido económicamente quebrados, razón por la cual el gobierno de Rajoy
se vio obligado, en unos casos, a intervenirlos (nacionalizándolos) y, en
otros, a prestarles ayudas para su recapitalización.
Tras el
escándalo BFA-Bankia,
el rescate de España por la Unión se consideraba ya como inevitable. Lo único
que en esos momentos se debatía, era si dicho rescate sería total (afectando al
conjunto de la economía, tal como había sucedido con Grecia, Irlanda y
Portugal), o sería solo parcial (para atender las necesidades del sector
bancario). El gobierno optó por esta última alternativa, es decir, por un
rescate parcial, que los acontecimientos posteriores han demostrado que fue la
opción más acertada: un rescate integral no solo hubiera empeorado aún más la
credibilidad internacional de España, sino que podría haber supuesto el final
del euro.
El 25
de junio de 2012, el gobierno formalizó ante la UE la solicitud oficial de
asistencia financiera, hasta un total
de 100 mil millones de euros, con el fin de recapitalizar las entidades
financieras. El Memorando de Entendimiento (Memorandum of Understanding, MoU
en sus siglas en inglés) fue firmado el 3 de julio de 2012 y le concedió a
España la línea de crédito solicitada de 100 mil millones de euros, con un
plazo medio de amortización de 12,5 años y a un tipo de interés del 0,5%. El
crédito se hacía con cargo al Mecanismo
Europeo de Estabilidad —MEDE—, el fondo de rescate permanente que
había sido creado poco antes. De dicha póliza de crédito España solo ha hecho
uso de 41,3 mil millones.
El MoU imponía
las condiciones del rescate y las reformas que España venía obligada a realizar
en su sistema financiero. Constaba de un total de 32 medidas que eran de
estricta condicionalidad y con fechas concretas de realización. Exigía a España
que eliminase de los balances de los bancos que recibieran ayudas, los activos
deteriorados (préstamos para promociones inmobiliarias, activos de hipotecas
ejecutadas, así como otros activos con signos de grave deterioro) que habrían
de ser transferidos "a una entidad de gestión externa", a lo que se
ha dado en denominar "Banco malo".
El 11
de julio de 2012, el Presidente Mariano Rajoy compareció ante el Congreso para
informar sobre lo acordado por el Consejo Europeo
celebrado los días 28 y 29 de junio y, sobre todo, para anunciar los recortes
presupuestarios que se llevarían a cabo: 65.000 millones de euros del
presupuesto de las administraciones públicas en dos años y medio, y el plan de
reformas que pensaba acometer, muchas de cuyas medidas contradecían el programa
electoral con el que había concurrido a las elecciones.
En lo
relativo al ajuste fiscal, el MoU
establecía que: "Conforme a la recomendación revisada del PDE (Procedimiento de Déficit
Excesivo), España se ha comprometido
a corregir la situación actual de déficit excesivo antes de 2014"11.
El
programa de ajuste fiscal se ha realizado en su integridad, en algunos casos,
más allá de lo previsto y con consecuencias muy duras para gran parte de la
sociedad española. Este es el caso, por ejemplo, de las inversiones públicas
que se han reducido en un 60,0% entre 2009 y 2013, pasando de un volumen de 55.142 a 22.074 millones de euros.
Algunas
de las reformas estructurales que se contemplaban ya se venían acometiendo
desde los meses precedentes y también se había hecho la reforma del mercado
laboral12;
otras, en cambio, se llevaron a cabo más adelante, como fueron los casos de la
unidad de mercado (Fernández, 2010: 71-104)13
o del sector energético14.
Otras o bien no se han hecho o han sido muy parciales (tal es el caso de la reforma
de las administraciones, en particular de la local).
Mientras
se estaba negociado el rescate y el gobierno ya había anunciado el duro
programa de reformas a acometer, la prima de riesgo continuaba acelerando su
ritmo de crecimiento hasta alcanzar su máximo histórico, el 25 de julio de
2012: 649 puntos. Ante la más que probable intervención integral de España, de
la que de nuevo volvió a hablarse y que hubiera acarreado también la de Italia
-que se encontraba en una situación similar-, había que actuar con rapidez y
contundencia. Y eso es lo que ocurrió al día siguiente (26 de julio), cuando el
presidente del BCE, Mario Draghi, pronunció, en el lugar apropiado —la City
londinense—, las palabras mágicas que salvarían al euro sin gastar un solo
euro: "Within Our Mandate, the ECB is ready to do whatever it takes to preserve the
euro. And believe me, it will be enough" ("Bajo nuestro mandato, el
BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y
créanme, será suficiente")15.
El mensaje de que el BCE estaba dispuesto a intervenir en los mercados
comprando deuda pública, era toda una novedad que, por añadidura, rozaba los
bordes legales que marcan los tratados de la Unión al BCE. Lo que Draghi estaba
anunciando, sin decirlo expresamente, es que el BCE intervendría comprando DP de los Estados en el
mercado secundario y, como contrapartida, emitiría dinero. En fin, que estaba
dispuesto a recurrir a una medida de política monetaria excepcional: la
conocida como "Quantitative Easing" (Expansión Cuantitativa de
Dinero), a la que se oponía el Bundesbank (el Banco Central alemán) por
considerar que el BCE se excedía de sus funciones.
La
finalidad de esta acción, que habría de ser temporal y proporcionada, era
doble: por una parte, incrementar la inflación en la Eurozona hasta conseguir
el objetivo establecido del 2% anual; es decir, cumplir con una de las
funciones básicas asignadas al BCE, que es la de mantener la estabilidad de
precios y controlar la inflación, en este caso, aumentándola, ya que la
tendencia era deflacionista. La segunda finalidad era tratar que el sector financiero
destinara sus recursos a dar créditos al sector privado, en lugar de emplearlos
en la compra de deuda pública.
Los
mercados internacionales se lo creyeron: los especuladores no se enfrentan al
BCE. El día en que se anunció que el BCE estaba dispuesto a intervenir, la
prima de riesgo española bajó 38 puntos, cerrando en 611 (la italiana, que
también había alcanzado su máximo: 544 puntos, cerró en 518). A partir de esa
fecha se inició una tendencia bajista en prácticamente la totalidad de las
primas de riesgo de los países del Sur de la Eurozona que fueron reduciendo su
diferencial con la alemana.
Lo que
realmente salvó a España —y a Italia— de un muy más que probable rescate
integral que hubiera hecho temblar a la Eurozona, fue mucho más la intervención
de Draghi que las medidas que se estaban tomando, las cuales, sin duda, también
ayudaron a mejorar la situación. Así, tras dos años de sobresaltos —de mayo de
2010 a julio de 2012— fue un acto de fe —en el BCE—
lo que evitó el rescate integral de España, que sin duda hubiera añadido más
penalidades a las muchas que estaba padeciendo una parte importante de la
sociedad española.
La
prima de riesgo se fue corrigiendo paulatinamente a la baja, pero la situación
económica continuó su dinámica, empeorando durante todo 2013 y gran parte de
2014, aunque en el último año, algunos indicadores económicos comenzaron a
cambiar de signo. Esto es una prueba clara de la gran operación especulativa que
se había desarrollado contra la deuda soberana española.
El rescate parcial de España duró 18
meses y resultó ser todo un éxito en la reestructuración del sistema bancario.
El 14 de noviembre de 2013, los socios Eurogrupo acordaron que dicho rescate
finalizara en enero de 2014. Ello significaba que cesaba la tutela —en adelante
se harían meras inspecciones menores— que hasta esa fecha había ejercido la
troika (Comisión, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).
España sería el primer país entre los intervenidos de la Eurozona, que
ponía fin a la misma, habiendo utilizado 41,3 mil millones de euros de los 100
mil concedidos.
GPM.
Fuente: elaboración propia con datos
de la Contabilidad Nacional de España (base 201).
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