La
España burguesa decadente huyendo despavorida del derecho de los asalariados a su
autodeterminación
<<La
Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce
y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones
que la integran y la solidaridad entre todas ellas. (Artículo
2 de la Constitución española. Subrayado nuestro).
<<Mientras
es verdad que España ha concedido autonomía regional a sus minorías nacionales,
no acepta todavía, “en tanto que España”, su carácter de comunidad
plurinacional. De momento no reconoce su estructura de nación de
naciones según la expresión de Anselmo
Carretero
en: “Las nacionalidades españolas”,
otro autor silenciado por la desmemoria provocada. Muestras de esta ignorancia
son, entre otras, la no cooficialidad de idiomas (tampoco
reconocidos como tales), el desprecio
del debate en torno al federalismo, la inexistencia de un currículo escolar intercomunitario, la no
ubicación de agencias centrales del Estado fuera de Madrid y, sobre todo, el
miedo creado en torno al mero principio de la autodeterminación. El
reconocimiento, en fin, de la plurinacionalidad de España, es todavía un tabú cuya ruptura no es oficialmente
recomendable>>. (Xavier
Antich, Ángel Castiñeira y Joaquim Colominas: “Cataluña-España”. El subrayado y lo
entre paréntesis nuestro).
Introducción
Entre febrero y mayo de 1914, V.I.
Lenin abordó el problema del derecho
de las naciones a su autodeterminación. Allí el primer interrogante que
se planteó para esclarecer tal problema científicamente y poder resolverlo es
el siguiente: ¿Deberemos buscar la respuesta en definiciones jurídicas,
deducidas de toda clase de "conceptos generales" del derecho? ¿O por
lo contrario en el riguroso estudio
histórico-económico de los movimientos nacionales, desde el punto de
vista del ser humano genérico? En el segundo capítulo de esta obra titulado: “Planteamiento histórico concreto de la
cuestión”, Lenin analizó el problema de la autodeterminación de las
naciones en el contexto histórico-económico donde tuvo lugar cada etapa del
capitalismo, desde sus orígenes hasta su decadencia. Teniendo en cuenta que tales
orígenes de las naciones modernas, tuvieron sus antecedentes históricos en la
etapa postrera de la sociedad
patriarcal desde el esclavismo hasta el feudalismo, donde predominó el llamado
“despotismo asiático”, con una “actividad todavía insignificante de la producción
y el comercio. La dinastía
más antigua que comenzó en el año 2070 antes
de nuestra era (a.n.e.), tuvo como centro de expansión a una región situada en
lo que hoy es el oeste de la provincia china de Henan
y el sur de la provincia de Shanxi.
Su poderío e influencia política se extendieron hasta las orillas del río Huanghe
y, bajo su dominio, esta sociedad se desarrolló hasta alcanzar el umbral del
sistema esclavista. Después de la dinastía
Xia, florecieron sucesivamente las dinastías
Shang (1600 a.n.e.-1046 a.n.e.) y Zhou
del Oeste (1046 a.n.e.-771 a.n.e.), durante las
cuales se consolidó y desarrolló el esclavismo. Posteriormente predominó la
dinastía Zhou del Este, así llamada por haber trasladado la capital hacia el
este, a Luoyi, un territorio situado no lejos de la actual ciudad de Luoyang,
en la provincia de Henan. La historia distingue dos épocas durante los Zhou del
Este (770 a.n.e.-476 a.n.e.) y el Período de los Reinos
Combatientes (475 a.n.e.-221 a.n.e.). Durante este
último período, debilitado el poder central de la corte, los diversos reinos
lucharon entre sí en pos de la hegemonía. Considerados ambos períodos como una
etapa de transición de la sociedad esclavista a la feudal, esta última
formación se proyectó hacia todo el Planeta, hasta que a mediados del siglo XVIII
a caballo del desarrollo de las fuerzas sociales productivas, el feudalismo fue
sustituido por la sociedad capitalista:
<<La
teoría marxista exige de un modo absoluto que, para analizar cualquier problema
social se lo encuadre en un marco histórico determinado y, después, si se trata
de un solo país (por ejemplo, de un programa nacional para un país), que se
tengan en cuenta las particularidades concretas que distinguen a este país de
los otros en una misma época histórica. ¿Qué significa este requisito absoluto del
marxismo aplicado a nuestro problema? Ante todo significa que es necesario
distinguir estrictamente dos épocas del capitalismo, diferentes por completo
desde el punto de vista de los movimientos nacionales. Por una parte, es la bancarrota
del feudalismo y del absolutismo, la época en que se constituyen las modernas sociedades
democráticas burguesas y sus Estados, la época en que los movimientos
nacionales adquieren por vez primera el carácter de movimientos de masas,
incorporando de uno u otro modo todas las clases de la población a la política
por medio de la prensa, de su participación en instituciones representativas,
etc. Por otra parte presenciamos una época en que los Estados capitalistas
tienen ya su estructura acabada, un régimen constitucional hace mucho
tiempo establecido y un antagonismo muy desarrollado entre el proletariado y la
burguesía; presenciamos una época que puede llamarse víspera del hundimiento
del capitalismo.
Lo
típico de la primera época es el despertar de los movimientos nacionales y la
incorporación a ellos de los campesinos, que fueron el sector de la población
más numeroso y más "difícil de mover" para la lucha por la libertad
política en general y por los derechos de la nación en particular. Lo típico de
la segunda época es la ausencia de movimientos democráticos burgueses de masas
cuando el capitalismo desarrollado, al aproximar y amalgamar cada día más las
naciones ya plenamente incorporadas al intercambio comercial (y
al progreso técnico de las fuerzas productivas del trabajo que), pone en primer plano el antagonismo entre
el capital fundido a escala planetaria y el movimiento obrero internacional.
Claro
que ni la una ni la otra época están separadas entre sí por una muralla, sino
ligadas por numerosos eslabones (históricos) de transición; además, los diversos países
se distinguen por la rapidez de su desarrollo nacional, por la composición
nacional de su población, por su distribución etc., etc. No puede ni hablarse
de que los marxistas de un país determinado, procedan a elaborar el programa
nacional sin tener en cuenta todas las (cambiantes) condiciones históricas (económico-sociales y políticas) generales y estatales concretas>>. (V.I. Lenin: “El derecho de las naciones a la autodeterminación” Cap. 2. Versión digitalizada.
El subrayado y lo entre paréntesis nuestros).
Vicisitudes políticas del
capitalismo en Catalunya a raíz de la relación contradictoria entre Estado y
nación
El concepto de nación
se define por una comunidad amplia de individuos unidos por vínculos sociales comunes como
la lengua, costumbres y tradiciones, raza, cultura o religión, que hacen a su
propia historia igualmente compartida. ¿Qué es un Estado nacional? Un grupo humano
que dirige a una nación o naciones a instancias de unas normas jurídico-políticas
establecidas que constituyen su gobierno. De acuerdo con la forma como cada
gobierno ejerce el poder, existen varias clases de Estados: Estados soberanos son los que, a
instancias de sus instituciones políticas elegidas por sus respectivos pueblos,
presiden y gobiernan sus asuntos internos y externos con plena autonomía según
sus leyes establecidas. Un ejemplo de Estado soberano es España. Estados semi-soberanos son
aquellos que sólo pueden ejercer su autonomía interna, como es el caso de
Catalunya que nos ocupa en este trabajo. Estos “estados” son —entre otros— las
llamadas “comunidades autónomas”, que carecen por completo de soberanía
nacional en relación con otros Estados soberanos homólogos. Como ejemplo de
Estados semi-soberanos cabe mencionar a los que integran la Federación Rusa: Allí,
cada uno de los 22 Estados nacionales tiene su propio presidente y toma sus
propias decisiones internas, pero no
pueden decidir sobre las relaciones comerciales o políticas con otros Estados
fuera del territorio de la Federación. Estos estados nacionales rusos dependientes,
son colectivo autónomos institucionalizados con grandes atribuciones
competenciales, donde cada uno de ellos se asume como el hogar de una etnia
minoritaria específica, tiene su propia constitución, presidente y parlamento. Pero
en los asuntos internacionales ninguno de esos 22 Estados nacionales cuenta
para nada. Finalmente, Estados vasallos son aquellos que no están en capacidad
de ejercer soberanía política interna ni externa, tanto sobre sus territorios
como sobre sus habitantes. Son verdaderas colonias que no gozan de libertad y
permanecen inextricablemente bajo el dominio otros Estados.
En este contexto fue que Catalunya
llegó a ser en la España del Siglo XIX, lo que a través de la sucesión de las distintas
dinastías —desde Wilfredo
el Velloso soberano del condado de Barcelona y
titular del reino de Aragón entre los siglos IX y XI, pasando por el dominio político
que recayó sobre la estirpe de los Berenguer hasta
el reinado de Fernando VII, que gobernó en España entre octubre de 1784 y
setiembre de 1833—, ocurrió que bajo los efectos económicos transformadores de
la primera revolución industrial
durante la segunda mitad del Siglo XVIII en
Gran Bretaña, los demás países europeos pudieron dar el paso franco, desde una
economía rural basada en la agricultura y el comercio, a otra de carácter urbano, industrializada y
mecanizada. Tomando en consideración este cambio económico estructural
de cuño capitalista, Lenin siguiendo a Marx puso negro sobre blanco los
requisitos teóricos necesarios para el análisis de esa realidad en las nuevas
circunstancias. ¿Qué implica este requisito absoluto del marxismo aplicado a
nuestro problema en España?:
<<Ante
todo, que es necesario distinguir estrictamente dos épocas del capitalismo
diferentes por completo desde el punto de vista de los movimientos
nacionales. Por una parte, es la época de la bancarrota del feudalismo y del
absolutismo, la época en que se constituyen la sociedad democrática burguesa y
su Estado, la época en que los movimientos nacionales adquieren por vez primera
el carácter de movimientos de masas, incorporando de uno u otro modo a todas
las clases de la población a la política por medio de la prensa, de su
participación en instituciones representativas, etc. Por otra parte,
presenciamos una época en que los Estados capitalistas tienen ya su estructura
acabada, un régimen constitucional hace mucho tiempo establecido y un
antagonismo muy desarrollado entre el proletariado y la burguesía; presenciamos
una época que puede llamarse víspera del hundimiento del capitalismo.
Lo
típico de la primera época es el despertar de los movimientos nacionales y la
incorporación a ellos de los campesinos, que son el sector de la población más
numeroso y más "difícil de mover" para la lucha por la libertad
política en general y por los derechos de la nación en particular. Lo típico de
la segunda es la ausencia de movimientos democráticos burgueses de masas, cuando
el capitalismo desarrollado, al aproximar y amalgamar cada día más las
naciones, ya plenamente incorporadas al intercambio comercial, pone en primer
plano el antagonismo entre el capital fundido a escala internacional y el
movimiento obrero internacional.
Claro
que ni la una ni la otra época están separadas entre sí por una muralla, sino
ligadas por numerosos eslabones de transición; además, los diversos países se
distinguen por la rapidez del desarrollo nacional, por la composición nacional
de su población, por su distribución etc., etc. No puede ni hablarse de que los
marxistas de un país determinado procedan a elaborar el programa nacional sin
tener en cuenta todas las condiciones históricas generales y estatales
concretas>>. (Op. Cit).
Las vicisitudes de Catalunya con el Estado español, comenzaron en 1979 con el
llamado Estatut de Sau, por el lugar
donde se redactó el anteproyecto de gobierno. Fue la norma institucional por la
que esa nación se convirtió en comunidad
autónoma dentro de España, prolongando su vigencia
desde la promulgación el 18 de diciembre de ese año (Ley Orgánica 4/1979),
aprobada en referéndum por el pueblo catalán el 25 de octubre, vigente hasta 18
de junio de 2006, fecha en la que el mismo pueblo catalán —durante el gobierno
del socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero, aprobó en referendum su nuevo
estatuto.
Si observamos el proceso histórico que
determinó los cambios en la estructura del Estado español desde la Revolución
de 1848, veremos que se ajustaron no precisamente a la voluntad política del
pueblo español, sino al interés en cada caso predominante de las fracciones que, al interior de las
distintas clases opulentas en pugna, se han venido disputando el poder
a cargo del Estado. La historia del estatuto de autonomía catalán comenzó con
el “Pacto del Tinell”
tras las elecciones autonómicas en noviembre de 2003, que desplazaron del
gobierno de la Generalitat al partido Convergencia y Unió (CiU), siendo
reemplazado por un gobierno tripartido entre el Partido Socialista Catalán
(PSC), Ezquerra Republicana de Catalunya (ERC) e Iniciativa per Catalunya Verds
(ICV) - Ezquerra Unida i Alternativa (ICV-EUiA), las tres formaciones
comprometidas en reformar el estatuto, que comenzó el 09 de febrero de 2004 y,
el 30 de setiembre de 2005 el Parlamento aprobó su texto.
Tras 19 meses de discusiones, el
Parlamento catalán aprobó el proyecto del nuevo estatuto con los votos favorables
de Convergencia i Unió (CiU) Partido Socialista de Catalunya (PSC), ERC e
ICV-EUiA y el rechazo del Partido Popular (PP). El 2 de noviembre de 2005. Comenzó su tramitación en el Congreso y tras diez
horas de debate se aceptó considerar el proyecto de reforma que fue aprobado
por el Parlamento catalán con los votos de todos los grupos excepto los del PP.
Ese mismo día el Partido Popular presentó un recurso ante el Tribunal
Constitucional para que se tramite el texto como reforma estatutaria fuera del
marco constitucional. En marzo de 2006 el Tribunal Constitucional rechazó la
admisión a trámite de ese recurso.
El 21 de enero de 2006 el presidente del Gobierno, José Luis
Rodríguez Zapatero, se reunió en secreto con el líder de CiU, Artur Mas, y
ambos alcanzaron un acuerdo global que previó incluir el término
"nación" en el preámbulo, pero no en el primer artículo —como en el
texto del Parlamento catalán—, definiendo a Catalunya como
"nacionalidad". Además, pactaron la creación de una Agencia
Tributaria propia y la cesión del 50% de los impuestos.
El 31 de enero de ese mismo año el
presidente del gobierno nacional del PP, Mariano Rajoy, inició en Cádiz una
campaña de recogida de firmas para pedir que se celebre un referéndum sobre el
Estatut a nivel nacional. El 21 de
marzo la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados,
aprobó el texto completo con la oposición del PP y de ERC, después de que esta
última formación hubiera votado a favor del texto ya aprobado por el Parlamento
catalán. Se eliminaron los artículos sobre las selecciones deportivas
catalanas, la transferencia de puertos y aeropuertos a la Generalitat, la
gestión de estos y sobre que Catalunya se convierta en una circunscripción
electoral independiente en las elecciones al Parlamento Europeo.
El 30 de marzo de 2006 el Pleno del
Congreso de los Diputados aprobó la reforma del Estatut con 189 votos a favor del
Partido Socialista Obrero Español (PSOE), CiU, Partido Nacionalista Vasco (PNV),
Izquierda Unida (IU), ICV, Coalición Canaria-Nueva Canaria (CC-NC) y Bloque
Nacionalista Galego (BNG), 154 en contra del (PP), Euskadiko Ezquerra (ERC,
Eusko Alkartasuna (EA) y dos abstenciones: Chunta Aragonesista (CHA) y
Nafarroa-Bai. El Partido Popular votó en contra por entender que el texto es
inconstitucional mientras que los republicanos catalanes se opusieron por creer
que el documento era "exíguo" en comparación con la propuesta
original del Parlamento catalán.
El 25 de abril en el Congreso de los
diputados, el PP pidió un referendum avalado por cuatro millones de firmas, que
la Cámara rechazó el 16 de mayo.
El 05 de mayo la junta ejecutiva de ERC se alineó con la
opinión de sus bases, manifestada en las asambleas territoriales y pidió el
"no" como única opción en el referéndum. Al principio había decidido
recomendar el voto nulo.
El 10 de mayo de 2006 las Cortes
Generales aprobaron definitivamente el Estatuto sin introducir cambios con 128
votos a favor (PSOE, CiU, PSC, ICV, PNV, CC, IU y BNG), 125 en contra (PP) y
seis abstenciones (ERC, PAR y EA).
El 11 de mayo de 2006 el entonces presidente de la Generalitat
catalana, Pascual Maragall, anunció su intención de destituir a los consellers
de ERC del tripartito catalán después de pedir el "no" para el
referéndum, y convocar a elecciones anticipadas "antes de fin de
año".
El 18 de junio de 2006 los catalanes acudieron
a las urnas para votar su nuevo Estatut, cuyo texto fue aprobado con el apoyo
del 72,9% de los votos. Uno de cada dos catalanes con derecho al voto se quedó
en casa. La abstención alcanzó el 50,58%.
El 31 de julio de 2006 el PP acudió al
Tribunal Constitucional donde presentó un recurso de
inconstitucionalidad contra el nuevo Estatut de Catalunya,
al que calificó de "Constitución paralela". Entre los aspectos que demandó
al Tribunal Constitucional fue que elimine esta definición de Catalunya como
"nación" y el "deber" de saber el idioma catalán. El del PP
fue el primer recurso de los siete que se han presentado contra el texto
aprobado.
El 9 de agosto de 2006. Entró en vigor el nuevo Estatut, tras su
publicación el 20 de julio en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y el “Diario
Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC) el 19 de julio.
El 28 de setiembre de 2006 el Tribunal
Constitucional (TC) admitió el recurso de inconstitucionalidad presentado por
el PP.
El 28 de junio de 2010 el
TC avaló la mayor parte del Estatut. El pleno del Tribunal
Constitucional aprobó después de tres años y medio de deliberaciones, la
sentencia sobre el Estatuto de Catalunya por seis votos a cuatro. El texto avaló
la mayoría de los artículos impugnados por el PP a cinco meses de las
elecciones catalanas. Así, el texto declaró inconstitucional 14
artículos —algunos de ellos referidos a la creación de un poder judicial
catalán— interpretó en torno a otros 24 y avaló el resto de los 245 artículos y
disposiciones con los que contó el texto catalán.
Al día siguiente, el por entonces
presidente catalán, José Montilla, se mostró
"indignado" tras conocerse la
sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut catalán descalificando duramente
tanto al Partido Popular como al Tribunal Constitucional (TC), convocando a la
ciudadanía a una manifestación unitaria en defensa del autogobierno catalán:
<<El
TC ha escrito una de las páginas más tristes de su historia. En una declaración
institucional en el Palau de la Generalitat, Montilla ha iniciado su discurso
asegurando que el PP "no ha conseguido liquidar el Estatut", partido
que había recurrido en 129 de sus preceptos, pero a partir de la
"noticia" del alcance del fallo ha asegurado que el TC "ha
escrito una de las páginas más tristes de su historia, ha cometido una grave
irresponsabilidad, más obsesionado en dictar sentencia que en hacer
justicia". Tras reunirse con los dirigentes del tripartito y de hablar con
todos los líderes de los grupos parlamentarios y con el presidente del
Gobierno, Montilla ha animado a los catalanes a hacer "oír su voz" en
una manifestación unitaria y ha pedido hacer de la "senyera" la
"pancarta unitaria" de esta movilización, aunque ha pedido no
interpretar el fallo como una posición del resto de España contra Catalunya>>. Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/750479/0/montilla/indignado/manifestacion/#xtor=AD-15&xts=467263.
El 09
de julio de 2010 el TC notificó la sentencia del
Estatut:
"La Constitución no conoce otra que la Nación
española". La sentencia del Tribunal Constitucional
sobre el Estatuto de Catalunya, que
este viernes se ha dado a conocer, deja
claro que se puede hablar de nación como una "realidad cultural,
histórica, lingüística, sociológica y hasta religiosa", pero "la
nación que aquí importa es única y exclusivamente la nación en sentido
jurídico-constitucional". (Ver: pdf).
En enero de 2012 a raíz de la profunda
recesión económica mundial que todavía se prolonga, el gobierno derechista gran
liberal burgués presidido por Mariano Rajoy Brey del Partido Popular, aprobó el
mayor recorte del gasto público estatal en toda la historia del país y una
descomunal subida de impuestos. Por su parte y ante el insostenible déficit
económico de la comunidad autónoma catalana, el que fuera por entonces Presidente
de la Generalitat, Artur Mas,
un político profesional de extracción social liberal burguesa de medio pelo, fue
quien durante una entrevista que
concedió al periódico británico Financial Times, alertó de un “posible “divorcio” con España si el
gobierno central rechazara la demanda catalana de un pacto fiscal, un acuerdo
de financiación presupuestaria que permitiera reducir el insoportable déficit
fiscal de Catalunya”. Según aseguró textualmente al
rotativo:
<<Si
España nos ayuda, la sociedad catalana no está en contra de pertenecer a
España, a pesar de que sí hay una parte que es claramente independentista. Pero si el Estado español nos niega el
respeto y la asistencia, el
sentimiento de que Catalunya necesita su propio Estado continuará creciendo,
ha advertido Mas, según el cual Catalunya no puede seguir “soportando el
drenaje fiscal actual”>>. (Agencia EFE 17/01/2012).
A finales de julio ese
mismo año 2012, Mas remitió a Rajoy una carta en la que le detalló la propuesta
de pacto fiscal aprobada por el parlamento catalán. La carta que el presidente
de la Generalitat remitió al jefe del Ejecutivo español, llegó a Moncloa el 2
de agosto acompañada de una copia de la resolución del Parlament, para que se
negocie con el Estado español un pacto fiscal, una demanda de mayor
autogobierno y mejor financiación para Catalunya. Rajoy respondió a Artur Mas el
10 de agosto, donde le agradeció su carta y la documentación que le adjuntó, recordándole
que los Gabinetes de ambos gobiernos estaban concretando la fecha de la próxima
entrevista, que se acordó finalmente para el día 20 de setiembre:
<<Confío —dice Rajoy— en que
durante esa reunión tengamos ocasión de tratar los diversos asuntos que
consideramos relevantes, así como confío en contar con su apoyo y el de todas
las Comunidades Autónomas (CC. AA.), para que en el complejo contexto actual podamos
impulsar nuestro país y nuestra posición en el entorno europeo, hoy más que
nunca determinante para nuestro futuro", y se despide textualmente con un
cordial saludo>>. (Cfr.:
http://www.lavanguardia.com/politica/20120827/54341487229/rajoy-mas-carta-pacto-fiscal.html).
En ese momento la crisis
ahogó la capacidad operativa de la Generalidad por falta de recursos
financieros, para atender a las políticas sociales y a preservar los servicios
básicos del Estado del Bienestar en materia de salud, educación, dependencia, pensiones,
etc. Ante la situación de quiebra administrativa, Artur Mas comenzó una campaña
de acusaciones al Estado, convocó una gran manifestación para el 11 de
septiembre de 2012 en petición de un pacto fiscal a la vasca y se marchó a
Madrid con el encargo de exigir a Rajoy ese trato de favor avalado por una
"Diada" en la que del medio millón de dos años antes se había pasado
al millón, siempre según datos de la administración autonómica. - Seguir
leyendo: http://www.libertaddigital.com/espana/2015-08-04/las-trampas-de-mas-del-pacto-fiscal-al-golpe-de-estado-1276554311/
La reunión
celebrada el 20 de setiembre entre el presidente del Gobierno y el presidente
de la Generalitat catalana en el Palacio de la Moncloa (sede del Gobierno
central), terminó en un desencuentro absoluto sobre el pacto
fiscal. Rajoy le ha dicho al presidente Mas, que no cree en
el pacto fiscal y que tampoco tiene margen para llevarlo a cabo. Así las cosas,
el dirigente catalán emplazó a tomar decisiones tras el debate de política
general que tuvo lugar en el Parlament la semana siguiente, dejando abiertas
todas las vías incluida la de adelantar las elecciones. Todas menos una: la
ruptura total con España, porque "esto en Europa no se entendería", según
ha reconocido.
"La
respuesta ha sido franca" y "se ha perdido una oportunidad
histórica" informó a los medios de Prensa el Presidente catalán. Y aunque
en el trato personal todo ha ido bien ("con Rajoy es imposible enfadarse
porque es muy correcto en el trato"), "me ha dicho que no hay margen
para hablar del pacto fiscal en Catalunya". Además, el presidente español
ha hecho la reflexión de que seguramente, los partidos de ámbito estatal
tampoco estarían por la labor y Mas ha recogido la negativa de Rajoy, a pesar
de que asistía con la voluntad de ver si al menos había margen para hablar de
ello en un medio plazo. "Es evidente que en Catalunya habrá que hacer
una reflexión en los próximos días", ha conminado el jefe del Ejecutivo
catalán, para emplazar al debate de política general de Catalunya, como el
lugar donde "debe haber un debate serio" de la situación de
Catalunya. Pero sobre las posibles decisiones a tomar tras ese debate, Mas ha
señalado que no puede desvelarlas, porque "hay que pensarlo bien" y
tiene que ser objeto de una profunda reflexión, para que cada partido tome sus
propias decisiones.
Tras
perder 12 diputados (de 62 a 50) en las elecciones al Parlament de noviembre
del 2012 y sustituir al PP por ERC como socio, el Govern de Mas aprobó con el
apoyo de los republicanos e Iniciativa per Catalunya, una resolución que
definía a esta región como sujeto político, jurídico y soberano; es decir, que
podía ejercer la autodeterminación. El 23 de enero del 2013 se descorchaba
oficialmente el procés. Y también se agrietaba el PSC: cinco diputados
socialistas desoyeron la consigna de la dirección, en manos de Pere
Navarro, y optaron por no votar en lugar de pulsar el botón del 'no'.
Resultado: 85 a 41. Con un 'sí' crítico de la CUP incluido (un sí y dos
abstenciones).
El 09
de noviembre de 2014 el proceso empezó planteándose la realización de un
referéndum, al que después se le llamó consulta y al final se habló de proceso
participativo. Después de que el Constitucional vetara su idea inicial
(como también suspendió la resolución de soberanía) y después de que algunos
partidos se descolgaran de su plan alternativo, el presidente Mas convocó a los
catalanes a pronunciarse sobre la independencia. Sin la presión judicial ni
policial del 1-O, aquella convocatoria (en la que podían votar mayores de 16
años y extranjeros residentes) se saldó con los siguientes resultados:
2.305.290 participantes y un 80,8% de sí-sí (la pregunta era doble). Aquella
noche, el president pidió a Rajoy un referéndum efectivo.
El 27
de septiembre del 2015, la unión entre CIU y ERC en Junts pel Sí, esta
coalición independentista sumó en unas nuevas elecciones autonómicas 62
diputados con los 10 de la CUP para formar mayoría absoluta en el Parlament.
Ganaron en escaños pero no en votos (sacaron el 47,8% de papeletas), aunque eso
no les frenó en su ruta hacia la independencia. El 9 de noviembre de ese mismo
año la Cámara catalana aprobó otra resolución soberanista en la que se daba
inicio a la "creación del Estado catalán independiente en forma de
república".
10 de enero de 2016 inmediatamente después de que el día 03 la CUP dejara
de apoyar la presidencia de Artur Mas, éste decidió dar “un paso al costado” y
pactó con los anticapitalistas ceder la presidencia de la Generalitat a Carles
Puigdemont, a cambio de "estabilidad parlamentaria". En su investidura,
el nuevo jefe del Govern dio por abierta la fase de
"pre-independencia" y no se desvió un ápice de lo que dictaba el
programa electoral de Junts
pel Sí (Juntos por el sí):
declarar la independencia en 18 meses sin necesidad de referéndum.
Así
las cosas, sostener a estas alturas
que el ansia soberanista del pueblo catalán procede de la maquiavélica voluntad
de un político burgués como Artur Mas, que un día en 2012 decidió apretar por
primera vez el botón separatista de Catalunya, es un simplismo que no
explica por qué el independentismo pasó de concitar el 20% de los apoyos en la sociedad
catalana, a frisar el 48% durante los últimos cinco años. En realidad, la tendencia del independentismo
en esa Comunidad autónoma ha sido el resultado inevitable de la profunda
recesión económica mundial, cuando según la Constitución española únicamente
en un caso el Senado tiene una potestad plena y exclusiva, sin posibilidad de
intervención alguna del Congreso de los Diputados, cuando una comunidad
autónoma no cumpliese con las obligaciones que la Constitución u otras leyes le
impongan, o actúe de forma gravemente contraria al “interés general” de España,
o sea, el de la gran burguesía predominante. En ese caso, según la Constitución
establecida el Gobierno del Estado puede requerir a su presidente para que esa
comunidad insumisa cese en tal actitud descarriada y, si dicho requerimiento no
fuera atendido, puede solicitar la autorización del Senado para imponer las
medidas necesarias a fin de asegurar el cumplimiento de las mencionadas
obligaciones, pretextando proteger el “interés general de España”. O sea, que el
totalitarismo antidemocrático de la fracción gran burguesa eventualmente a
cargo del gobierno de la nación, judicializa la política y las decisiones son asumidas
por el poder ejecutivo, para resolver un conflicto de intereses entre
fracciones de la burguesía en cualquier comunidad autónoma. En tales
circunstancias, los tribunales y sus sentencias, audiencias públicas
indagatorias y posibles procesamientos, se vuelven, de una forma u otra parte vital del espacio político
y, en ciertas especiales ocasiones, su
epicentro. Según la Constitución española, cuando el Estado de las
autonomías se debilita y una de ellas amenaza con separarse, la autorización
del Senado para intervenir tiene que ser aprobada por mayoría absoluta de sus
miembros representativos y puede incluir condiciones y limitaciones, además de facultar
automáticamente al gobierno central, para impartir instrucciones obligatorias a
todas las autoridades de todas las comunidades autónomas. En la práctica es una
suspensión de la autonomía por causas excepcionales.
En tales circunstancias ya a
principios de enero del corriente año, decenas de pequeñas empresas catalanas empezaron
a trasladar su sede fiscal fuera de ese territorio. Decisión que han seguido no
pocas grandes empresas del Ibex35 a sugerencia del Gobierno en Madrid, para
presionar y debilitar políticamente a los independentistas.
¿Qué significa para los
asalariados bajo el capitalismo la autodeterminación de las naciones?
Volviendo al pensamiento de Lenin, cabe
decir que cuando una o varias fracciones de la burguesía subalterna decide o deciden separarse del conjunto
en cualquier Estado nacional, es porque las condiciones socioeconómicas impuestas
por el o los gobiernos de ese Estado, son adversas a los intereses de una o
varias fracciones de sus partes
autonómicas no soberanas, o sea, a sus propias reivindicaciones burguesas
nacionales dependientes. ¿Y qué decía Lenin acerca de tales circunstancias? Que
para nada conciernen a los intereses del proletariado, en este caso al
proletariado catalán:
<< ¿Contestar
"sí o no" en lo que se refiere a la separación de cada nación [respecto de su respectivo Estado nacional dominante]?
Parece una reivindicación sumamente "práctica". Pero, en realidad, es
absurda, metafísica [inconcreta y difícil de comprender] en teoría y [por
tanto, en realidad] conducente a subordinar el proletariado a la política de
la burguesía en la práctica. Al proletariado [consciente de cualquier país]
le importa, en ambos casos, garantizar el desarrollo de su clase; a
la burguesía [en cambio, cuya función fundamental de su existencia radica
en medrar explotando al proletariado] le importa dificultar [relativamente]
este desarrollo [de su clase explotada], supeditando las tareas de
dicho desarrollo a las [ventajosas] tareas de "su" nación [capitalista].
Por eso el proletariado [consciente] se limita a la reivindicación
negativa, por así decir, de reconocer [solo] el derecho a la
autodeterminación [de su clase], sin garantizar nada a ninguna nación [gobernada
por los capitalistas].
Eso no será "práctico", pero es
de hecho lo que garantiza con mayor seguridad la más democrática de las
soluciones posibles; el proletariado [consciente de su condición como clase social mayoritaria en el Mundo] necesita
tan sólo estas garantías, mientras que la burguesía de cada nación necesita garantías
de sus ventajas, sin tener en cuenta la situación (las posibles desventajas)
de otras naciones>> (V. I. Lenin: “El derecho de las naciones a la
autodeterminación” Cap.
4: “Practicismo en el problema nacional”.
El subrayado y lo entre corchetes nuestros).
Según esta verdad irrebatible de Lenin,
los varios millones de asalariados y autónomos residentes en Catalunya, que desde
los últimos días de setiembre pasado se
dejaron engañar una vez más por su propia e irresponsable indigencia
intelectual en materia política, colmaron las calles y plazas de ese
territorio clamando por separarse del Estado español, mientras otros al
contrario se inclinaron por mantener el actual status quo político nacional. Ambas
partes todavía embrutecidas, ignoran que hacer seguidismo en favor de la
fracción burguesa que pugna por separarse de España, o por el contrario sumarse
a la que rechaza tal proposición, ambas de tal modo divididas y enfrentadas no
hacen más que debilitar sus propias fuerzas, que debieran unirse para los fines de su cada vez más
imperiosa emancipación política como
clase social explotada y oprimida. Porque de no ser así, con
autodeterminación nacionalista o sin ella, el proletariado seguirá siendo la misma clase social subordinada; dividida
entre las dos tendencias burguesas igualmente opresoras y expoliadoras, en disputa
por el territorio de Catalunya en este conflicto. Un territorio donde con
autodeterminación o sin ella, el carácter de la clase social burguesa que pase
a prevalecer en el poder, seguirá siendo de
la misma naturaleza social y política, o sea, capitalista, totalitaria, corrupta y expoliadora; con
diferentes personajes usufructuarios a cargo de ese poder ahora mismo en
disputa, pero social y políticamente la misma. LA MISMA. Y si no, a ver quién puede explicar qué diferencia
social y política sustancial existe,
entre el burgués separatista Carles
Puigdemont y su colega integrador
contrincante Mariano Rajoy Brey.
Así las cosas, para ser libres de
verdad, pues, de esta realidad debieran ser plenamente conscientes los millones de asalariados y
autónomos que se vinieron manifestando en Catalunya, reclamando la autodeterminación de ese territorio
desde el pasado primero de octubre. Tan conscientes como debieran serlo esos
otros trescientos y pico de mil que, por el contrario, de tal modo impulsados
por el no menos estúpido sentimentalismo
patriótico español integrador, se movilizaron el pasado sábado 7 de
octubre reivindicando la unidad
política indisoluble de España, presidida por la derecha burguesa más
recalcitrante y corrupta del Partido Popular a cargo del gobierno central:
<<Lo que más interesa a la burguesía [en general que dicta las pautas a seguir por cualquier
Estado nacional], es la "posibilidad de satisfacción" de la
reivindicación conseguida; de aquí la eterna política de transacciones con la
burguesía de otras naciones en detrimento del proletariado. En cambio,
al proletariado [revolucionario] le importa fortalecer [políticamente]
a su clase contra la burguesía [sin distinción de fracciones], educar
a las masas en el espíritu de la [verdadera] democracia consecuente y
del socialismo.
Esto
[último] no será "práctico" para los
oportunistas [burgueses como es el caso hoy en España de los partidos
políticos que —sin excepción—, se disputan entre sí el gobierno de las
instituciones estatales], pero es la única garantía real, la garantía de la
máxima igualdad y paz nacionales, a despecho tanto de los feudales [residuales
en tiempos de Lenin] como de la burguesía nacionalista [actual, grande y
mediana]>>. (V.I. Lenin: Op.
Cit. El subrayado y lo entre
corchetes nuestro).
[U1] Decía Hegel y antes que él Baruch Spinoza, con plena razón, que “La libertad es el
conocimiento de la necesidad”. Este conocimiento es al que se deben los
ciudadanos subalternos de condición social asalariada en todo el Mundo:
tratar de comprender la verdadera realidad en que viven,
explotados y sometidos. Una realidad que les empobrece, subordina y divide
—relativa y absolutamente— cada vez más. Deben por tanto dejar de seguir dilapidando
su fuerza política en la engañosa “democracia representativa”, que
durante cada elección periódica dispersa la ingenua voluntad de los electores
entre los candidatos a gobernar de los distintos partidos políticos afines al
sistema capitalista, que así se disputan el gobierno de las instituciones estatales
según lo que prometen y luego no cumplen. Debemos unirnos nacionalmente y
a escala planetaria, pues, en torno a la necesaria e irrenunciable tarea,
de comprender las verdaderas causas de la cada vez más
insoportable realidad en que vivimos, como única posibilidad real de poder trascenderla
históricamente para siempre, tal como sucediera con el esclavismo y el
feudalismo. Procediendo a transformarla desde sus propias raíces ya caducas.
Tal debe
ser, por tanto, nuestra estrategia de poder en el curso
inevitable del proceso, por más que los políticos profesionales burgueses
taimados, mentirosos consuetudinarios y oportunistas rastreros, sigan
interesadamente difundiendo esa falsedad de que el sistema capitalista
fundamentalmente basado en la propiedad privada sobre los medios de
producción y de cambio, es tan progresivamente reformable como eterno. Al
sostener semejante superchería política para sus fines de compartir
indefinidamente la dictadura del capital con la burguesía, todos ellos
sin excepción demuestran ser unos enajenados mentales como producto de sus previas
y propias ambiciones personales encubiertas, que nada en absoluto tienen que
ver con la “democracia del pueblo, por el pueblo y
para el pueblo”, tal como la definiera Abraham Lincoln el 19 de noviembre de 1863, que por eso dos
años después le asesinaron.
Teniendo en cuenta que la expresión “por el pueblo”, significa poner en
vigencia la democracia directa de las mayorías explotadas y oprimidas
que así dejan de serlo. Todos los ciudadanos de condición asalariada en el Mundo
debemos saber, pues, que mientras insistamos la mayoría en dividir y dispersar nuestra
voluntad política delegándola entre las distintas fracciones empresariales burguesas
en contubernio con sus representantes políticos profesionales en cada país, para
nosotros sólo habrá cada vez más miseria y opresión social sistemática, cuando
no guerras de rapiña en las que gran parte seguiremos siendo
simple carne de cañón.
G.P.M.
Canción
de soldados (o Dicen que la patria es)
Dicen que la patria es
un fusil y una bandera.
Mi patria son mis hermanos
que están labrando la tierra.
Mi patria son mis hermanos
que están labrando la tierra
mientras aquí nos enseñan
cómo se mata en la guerra.
Ay, que yo no tiro, que no,
ay, que yo no tiro, que no,
ay, que yo no tiro contra mis hermanos.
Ay, que yo tiraba, que sí,*
ay, que yo tiraba, que sí,
contra los que ahogan al pueblo en sus manos.
Nos preparan a la lucha
en contra de los obreros
mal rayo me parta a mí
si ataco a mis compañeros**.
La guerra que tanto temen
no viene del extranjero;
son luchas de proletarios
como los bravos mineros***.
(Cuando muere un general
lo llevan sobre un armón.
Al que se mata en la mina
lo entierra el mismo carbón.
Al que se mata en la mina
lo llevan dos compañeros,
dolor de carbón de piedra,
luto de bravos mineros.)
Si mi hermano se levanta
estando yo en el cuartel
cojo el fusil y la manta****
y me echo al monte con él.
Oficiales, oficiales,
tenéis mucha valentía
veremos si sois valientes
cuando llegue nuestro día*****
Ay, que yo no tiro, que no,
ay, que yo no tiro, que no,
ay, que yo no tiro contra mis hermanos.
Ay, que yo tiraba, que sí,
ay, que yo tiraba, que sí,
contra los que ahogan a España en sus manos.
La versión citada es la de Chicho
Sánchez Ferlosio, editada
en el disco “Spanska motståndssånger” (Canciones de resistencia españolas) del
sello sueco Clarté, en 1964.
Tanto Rolando Alarcón como Quilapayún omiten los
versos marcados entre paréntesis. Quilapayún, además, mantiene en la última
repetición del estribillo la versión original: "contra los que ahogan al
pueblo en sus manos", mientras Chicho y Rolando cantan "contra los
que ahogan a España en sus manos". En adición se presentan las siguientes
modificaciones:
* Quilapayún: Ay, que yo tirara, que sí…
** Rolado
Alarcón: un rayo me
parta a mí si ataco a mi compañero.
*** Quilapayún: son huelgas igual que aquellas / que
ganaron los mineros. Rolando Alarcón: son huelgas igual que aquellas / que
lograron los mineros.
**** Tanto Rolando Alarcón como Quilapayún dicen: tomo
el fusil y la manta…
***** Quilapayún: cuando llegue vuestro día.
4.
EL "PRACTICISMO" EN EL PROBLEMA NACIONAL https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/derech.htm
¿Contestar
"sí o no" en lo que se refiere a la separación de cada nación? Parece
una reivindicación sumamente "práctica". Pero, en realidad, es
absurda, metafísica en teoría y conducente a subordinar el proletariado a la
política de la burguesía en la práctica. La burguesía plantea siempre en primer
plano sus reivindicaciones nacionales. Y las plantea de un modo incondicional.
El proletariado las subordina a los intereses de la lucha de clases.
Teóricamente no puede garantizarse de antemano que la separación de una nación
determinada o su igualdad de derechos con otra nación ponga término a la
revolución democrática burguesa. Al proletariado le importa, en ambos casos,
garantizar el desarrollo de su clase; a la burguesía le importa dificultar este
desarrollo, supeditando las tareas de dicho desarrollo a las tareas de
"su" nación. Por eso el proletariado se limita a la reivindicación
negativa, por así decir, de reconocer el derecho a la autodeterminación, sin
garantizar nada a ninguna nación ni comprometerse a dar nada a expensas de otra
nación.
Eso
no será "práctico", pero es de hecho lo que garantiza con mayor
seguridad la más democrática de las soluciones posibles; el proletariado
necesita tan sólo estas garantías, mientras que la burguesía de cada nación
necesita garantías de sus ventajas, sin tener en cuenta la situación (las
posibles desventajas) de otras naciones.
Lo
que más interesa a la burguesía es la "posibilidad de satisfacción"
de la reivindicación dada; de aquí la eterna política de transacciones con la
burguesía de otras naciones en detrimento del proletariado. En cambio, al
proletariado le importa fortalecer su clase contra la burguesía, educar a las
masas en el espíritu de la democracia consecuente y del socialismo.
Eso
no será "práctico" para los oportunistas, pero es la única garantía
real, la garantía de la máxima igualdad y paz nacionales, a despecho tanto de
los feudales como de la burguesía nacionalista.
Toda
la misión de los proletarios en la cuestión nacional "no es
práctica", desde el punto de vista de la burguesía nacionalista de cada
nación, pues los proletarios, enemigos de todo nacionalismo, exigen la igualdad
"abstracta", la ausencia del mínimo privilegio en principio. Al no
comprenderlo y ensalzar de un modo poco razonable el practicismo, Rosa
Luxemburgo ha abierto las puertas de par en par precisamente a los
oportunistas, en particular a las concesiones del oportunismo al nacionalismo
ruso.
¿Por
qué al ruso? Porque los rusos son en Rusia la nación opresora, y en el aspecto
nacional, naturalmente, el oportunismo tendrá una expresión entre las naciones
oprimidas y otra, distinta, entre las opresoras.
En
aras del "practicismo" de sus reivindicaciones, la burguesía de las
naciones oprimidas llamará al proletariado a apoyar incondicionalmente sus
aspiraciones. ¡Lo más práctico es decir un "sí" categórico a la
separación de tal o cual nación, y no al derecho de todas las naciones,
cualesquiera que sean, a la separación!
El
proletariado se opone a semejante practicismo: al reconocer la igualdad de
derechos y el derecho igual a formar un Estado nacional, aprecia y coloca por
encima de todo la unión de los proletarios de todas las naciones, evalúa toda
reivindicación nacional y toda separación nacional con la mira puesta en la
lucha de clase de los obreros. La consigna de practicismo no es, en realidad,
sino la de adoptar sin crítica las aspiraciones burguesas.
Se
nos dice: apoyando el derecho a la separación, apoyáis el nacionalismo burgués
de las naciones oprimidas. ¡Esto es lo que dice Rosa Luxemburgo y lo que tras
ella repite el oportunista Semkovski, único representante, por cierto, de las
ideas de los liquidadores sobre este problema en el periódico de los
liquidadores!
Nosotros
contestamos: no, precisamente a la burguesía es a quien le importa aquí una
solución "práctica", mientras que a los obreros les importa la
separación en principio de dos tendencias. Por cuanto la burguesía de una
nación oprimida lucha contra la opresora, nosotros estamos siempre, en todos
los casos y con más decisión que nadie, a favor, ya que somos los enemigos más
intrépidos y consecuentes de la opresión. Por cuanto la burguesía de la nación
oprimida está a favor de su nacionalismo burgués, nosotros estamos en contra.
Lucha contra los priviliegios y violencias de la nación opresora y ninguna
tolerancia con el afán de privilegios de la nación oprimida.
Si
no lanzamos ni propugnamos en la agitación la consigna del derecho a la
separación, favorecemos no sólo a la burguesía, sino a los feudales y el
absolutismo de la nación opresora. Hace tiempo que Kautsky empleó este
argumento contra Rosa Luxemburgo, y el argumento es irrefutable. En su temor de
"ayudar" a la burguesía nacionalista de Polonia, Rosa Luxemburgo
niega el derecho a la separación en el programa de los marxistas de Rusia, y a
quien ayuda, en realidad, es a los rusos ultra-reaccionarios. Ayuda, en
realidad, al conformismo oportunista con los privilegios (y con cosas peores
que los privilegios) de los rusos.
Llevada
de la lucha contra el nacionalismo en Polonia, Rosa Luxemburgo ha olvidado el
nacionalismo de los rusos, aunque precisamente este nacionalismo es ahora el
más temible; es precisamente un nacionalismo menos burgués, pero más feudal; es
precisamente el mayor freno para la democracia y la lucha proletaria. En todo
nacionalismo burgués de una nación oprimida hay un contenido democrático
general contra la opresión, y a este contenido le prestamos un apoyo
incondicional, apartando rigurosamente la tendencia al exclusivismo nacional,
luchando contra la tendencia del burgués polaco a oprimir al hebreo, etc., etc.
Esto
"no es práctico", desde el punto de vista del burgués y del filisteo.
Pero es la única política práctica y adicta a los principios en el problema
nacional, la única que ayuda de verdad a la democracia, al libertad y a la
unión proletaria.
Reconocer
el derecho a la separación para todos; apreciar cada cuestión concreta sobre la
separación desde un punto de vista que elimine toda desigualdad de derechos,
todo privilegio, todo exclusivismo.
Tomemos
la posición de la nación opresora. ¿Puede acaso ser libre un pueblo que oprime
a otros pueblos? No. Los intereses de la libertad de la población[1] rusa exigen que se luche contra tal opresión. La
larga historia, la secular historia de represión de los movimientos de las
naciones oprimidas, la propaganda sistemática de esta represión por parte de
las "altas" clases han creado enormes obstáculos a la causa de la
libertad del mismo pueblo ruso en sus prejuicios, etc.
Los
ultra-reaccionarios rusos apoyan conscientemente estos prejuicios y los atizan.
La burguesía rusa transige con ellos o se amolda a ellos. El proletariado ruso
no puede alcanzar sus fines, no puede desbrozar para sí el camino hacia la
libertad sin luchar sistemáticamente contra estos prejuicios.
Formar
un Estado nacional autónomo e independiente sigue siendo por ahora, en Rusia,
tan sólo privilegio de la nación rusa. Nosotros, los proletarios rusos, no
defendemos privilegios de ningún género y tampoco defendemos este privilegio.
Luchamos sobre el terreno de un Estado determinado, unificamos a los obreros de
todas las naciones de este Estado, no podemos garantizar tal o cual vía de
desarrollo nacional, vamos a nuestro objetivo de clase por todas las vías
posibles.
Pero
no se puede ir hacia este objetivo sin luchar contra todos los nacionalismos y
sin propugnar la igualdad de todas las naciones. Así, por ejemplo, depende de
mil factores, desconocidos de antemano, si a Ucrania le cabrá en suerte formar
un Estado independiente. Y, como no queremos hacer "conjeturas" vanas,
estamos firmemente por lo que es indudable: el derecho de Ucrania a semejante
Estado. Respetamos este derecho, no apoyamos los privilegios del ruso sobre los
ucranios, educamos a las masas en el espíritu del reconocimiento de este
derecho, en el espíritu de la negación de los privilegios estatales de
cualquier nación.
En
los saltos por los que han atravesado todos los países en la época de las
revoluciones burguesas son posibles y probables los choques y la lucha por el
derecho a un Estado nacional. Nosotros, proletarios, nos declaramos de antemano
adversarios de los privilegios de los rusos, y en esta dirección desarrollamos
toda nuestra propaganda y nuestra agitación.
En
el afán de "practicismo", Rosa Luxemburgo ha perdido de vista la
tarea práctica principal, tanto del proletariado ruso como del proletariado de
toda otra nación: la tarea de la agitación y propaganda cotidianas contra toda
clase de privilegios nacionales de tipo estatal, por el derecho, derecho igual
de todas las naciones, a tener su Estado nacional; esta tarea es (ahora)
nuestra principal tarea en el problema nacional, porque sólo así defendemos los
intereses de la democracia y de la unión, basada en la igualdad de derechos de
todos los proletarios de todas las naciones.
Poco
importa que esta propaganda "no sea práctica" tanto desde el punto de
vista de los opresores rusos como desde el punto de vista de la burguesía de
las naciones oprimidas (unos y otros exigen un sí o no determinado, acusando a
los socialdemócratas de "vaguedad"); en la práctica, precisamente
esta propaganda, y sólo ella, asegura una educación de las masas verdaderamente
democrática y verdaderamente socialista. Sólo una propaganda tal garantiza
también las mayores probabilidades de paz nacional en Rusia, si sigue siendo un
Estado de composición nacional heterogénea, y la división más pacífica (e
innocua para la lucha de clase proletaria) en diversos Estados nacionales, si
se plantea el problema de semejante división.
Para
explicar de un modo más concreto esta política, la única proletaria en el
problema nacional, analicemos la actitud del liberalismo ruso ante la
"autodeterminación de las naciones" y el ejemplo de la separación de
Noruega de Suecia.
Con
una superficie territorial de 32.113 Km2, Catalunya es hoy la
región española más extensa comparada con el resto de las Comunidades
Autónomas. Habitan allí 7.441.176 personas,
la segunda en densidad poblacional con 232 habitantes por Km2. Según
la Encuesta de Población Activa (EPA) el país catalán tiene hoy un porcentaje
de paro del 13,2% de su población activa, que la ubica en el 8º puesto del
ranking de desempleo
en Catalunya, respecto de las demás Comunidades
Autónomas. Su PIB es de 211.915 millones
de euros, lo que la sitúa en el primer puesto
económico del país por volumen de PIB. En cuanto al PIB
per cápita, en Catalunya durante 2016 fue de 28.590 euros, frente a los 24.100
euros en España. 982€ mayor que el de 2015 que fue de 27.608€. Lo cual supone
que sus habitantes están entre los que tienen mejor nivel de vida en el país,
ocupando el 4º puesto en el ranking de PIB per cápita de las Comunidades
Autónomas. En 2016 su deuda
pública fue
de 75.098 millones de euros, un 35,4% de su PIB y su deuda per cápita de 10.092
€ euros por habitante. Si observamos las Comunidades Autónomas de menor a mayor
deuda, vemos que Catalunya se encuentra en la 4ª posición de la tabla y en la
17ª posición en deuda por habitante.