Isaac DEUTSCHER: FRAGMENTOS de
La revolución inconclusa. 50 años de historia
soviética (1917/1967)
EL PROTAGONISMO ABSOLUTO DE LA CLASE OBRERA URBANA RUSA EN
LA REVOLUCIÓN (Recuerde: los títulos y referencias
en cursiva son de la RED VASCA ROJA, que también ha puesto
las negritas).
La revolución socialista fué apoyada de todo corazón
por la clase obrera urbana. Pero ésta era una pequeña
minoría de la nación. En total, una sexta parte
de la población, poco más de veinte millones de
personas, vivían en las ciudades; y de éstos sólo
la mitad aproximadamente podían ser descritos como proletarios.
El núcleo de la clase obrera la constituían, a lo
sumo, alrededor de tres millones de hombres y mujeres empleados
en la industria moderna. Los marxistas habían contado con
que los obreros industriales serían la fuerza más
dinámica en la sociedad capitalista, los principales agentes
de la revolución socialista. Los obreros rusos justificaron
con creces esta esperanza. Ninguna clase de la sociedad rusa,
ni ninguna clase obrera en cualquier parte del mundo, ha actuado
jamás con la energía, la inteligencia política,
la capacidad de organización y el heroísmo con que
los obreros rusos actuaron en 1917 (y después en la guerra
civil). La circunstancia de que la industria moderna de Rusia
consistiera en un pequeño número de enormes fábricas,
concentradas principalmente en Petrogrado y Moscú, dio
a los obreros agrupados de las dos capitales una extraordinaria
capacidad de ataque en los centros nerviosos mismos del antiguo
régimen. Dos décadas de propaganda marxista intensiva,
los recuerdos recientes de las luchas de 1905, 1912 y 1914, la
tradición de un siglo de actividad revolucionaria y la
unidad de propósitos de los bolcheviques habían
preparado a los obreros para su papel. Estos daban por sentada
la finalidad socialista de la revolución y no estaban dispuestos
a contentarse con otra cosa que no fuera la abolición de
la explotación capitalista, la socialización de
la industria y la banca, el control de los trabajadores sobre
la producción y el gobierno por medio de los Soviets. Les
volvieron la espalda a los mencheviques, a quienes habían
seguido al principio, porque los mencheviques les decían
que Rusia "no estaba madura para una revolución socialista".
Su acción, como la de los campesinos, tenía su propia
fuerza espontánea: ellos establecieron su control sobre
la producción a nivel de las fábricas mucho antes
de la insurrección de octubre. Los bolcheviques los apoyaron
y convirtieron las rebeliones en las fábricas en una revolución
socialista.
Con todo, Petrogrado, Moscú y otros pocos centros industriales
dispersos constituían una base sumamente estrecha para
esta empresa. No sólo se lanzaba la gente en toda la inmensidad
de Rusia a una rebatiña para adquirir propiedad, mientras
los obreros de las dos capitales luchaban por abolirla; no sólo
se hallaba la revolución socialista en conflicto implícito
con la burguesía, sino que además estaba llena desus propias contradicciones internas. Rusia estaba y no estaba
madura para la revolución socialista. Era capaz de enfrentarse
a sus tareas negativas más bien que a sus tareas positivas.
Dirigidos por los bolcheviques, los obreros expropiaron a los
capitalistas y traspasaron el poder a los Soviets; pero no podía
establecer una economía socialista y un modo de vida socialista,
y eran incapaces de mantener su posición política
dominante durante el tiempo que fuera". (páginas 32
y 33).
LA SITUACIÓN EN QUE SE ENCONTRABAN LOS BOLCHEVIQUES
DESPUÉS DE VENCER A LOS INVASORES CAPITALISTAS EXTRANJEROS
Y A LOS GENERALES "BLANCOS" COMO CAUSA OBJETIVA DE LA
DEGENERACIÓN BUROCRÁTICA DE LA URSS...Y LAS CAUSAS
SUBJETIVAS:
El verdadero punto de partida era una situación de completo
desastre. Después de diez años de guerra mundial,
guerra civil e intervención extranjera, la pequeña
industria que Rusia había poseído quedó arruinada.
La maquinaria y las existencias estaban agotadas. Económicamente,
la nación vivía como si se la hubiese hecho retroceder
más de medio siglo. Los habitantes de las ciudades quemaban
los muebles para calentar sus viviendas. Veintenas de millones
de campesinos eran víctimas del hambre y vagaban por todo
el país en busca de alimentos. Los pocos millones de obreros
que habían erigido las barricadas en 1917 se habían
dispersado y, como fuerza social coherente, habían dejado
de existir. Los más valerosos habían perecido en
la guerra civil; muchos habían ocupado puestos en la nueva
administración, el ejército y la policía;
un gran número de ellos había huido de las ciudades
castigadas por el hambre; y los pocos que se quedaron dedicaban
más tiempo a negociar que a trabajar, se desclasaron y
fueron devorados por el mercado negro. Estas fueron circunstancias
formativas: los bolcheviques trataban precisamente entonces, en
los primeros años de la década de los veinte, de
darle forma a su régimen y consolidarlo. Al hacerlo, no
podían apoyarse en la clase de la cual se consideraban
la vanguardia, la clase que supuestamente dominaba en el nuevo
Estado, el pilar de la nueva democracia, el principal agente del
socialismo. Esa clase se había desvanecido física
y políticamente. Así, mientras la revolución
burguesa, pese al hambre en el campo, sobrevivía en las
realidades tangibles de la vida rural, la revolución socialista
era como un fantasma suspendido en un vacío.
Estos fueron los auténticos orígenes de la llamada
degeneración burocrática del régimen. En
las circunstancias existentes, la "dictadura del proletariado",
la "democracia soviética", el "control de
los obreros sobre la industria" eran consignas casi vacías
a las que nadie podía dotar de contenido. La idea de la
democracia soviética, tal como la habían expuesto
LENIN, TROTSKY y BUJARIN, presuponía la existencia de una
clase obrera activa, eternamente vigilante, que hiciera valer
sus derechos no sólo contra el antiguo régimen sino
también contra cualquier nueva burocracia que pudiera abusar
del poder o usurparlo. Puesto que esa clase obrera no se hallaba
presente físicamente, los bolcheviques decidieron actuar
como sus lugartenientes y representantes hasta que la vida se
hiciera más normal y una nueva clase obrera se formara
y creciera. Entretanto, se consideraban obligados a ejercer la
"dictadura proletaria" en nombre de un proletariado
inexistente o casi inexistente. Por ese camino se desembocaba,
por supuesto, en la dictadura burocrática, el poder incontrolado
y la corrupción por el poder..... Los bolcheviques, como
partido revolucionario, no tenían ninguna alternativa a
menos que abdicaran y renunciaran al poder, cediéndoselo
en efecto a los enemigos que acababan de derrotar en la guerra
civil. Los santos o los tontos habrían hecho eso; pero
los bolcheviques no eran ni santos ni tontos. Se encontraron inesperadamente
en una situación que, mutatis mutandis, era comparable
a la de los decembristas, los populistas y los narodnovoltsi
en el siglo XIX, la situación de una élite
revolucionaria sin el apoyo de una clase revolucionaria. Pero
la élite era ahora el gobierno, dueño de
una fortaleza sitiada que había salvado precariamente pero
que aún tenía que defender, reconstruir a partir
de las ruinas y convertir en la base de un nuevo orden social.
Las fortalezas sitiadas difícilmente han sido gobernadas
alguna vez en forma democrática. Los vencedores en una
guerra civil raras veces pueden conceder libertad de expresión
y organización a los vencidos, especialmente cuando éstos
cuentan con el apoyo de poderosos Estados extranjeros. Por regla
general, la guerra civil tiene como resultado el monopolio del
poder por parte de los vencedores. El sistema unipartidista vino
a ser, para los bolcheviques, una necesidad ineludible. Su propia
supervivencia, y sin duda la supervivencia de la revolución,
dependían de dicho sistema. No habían pensado en
él con ninguna premeditación. Lo establecieron con
aprensiones, como un recurso provisional. El sistema unipartidista
iba a contrapelo de las inclinaciones, la lógica y las
ideas de Lenin, Kámenev, Bujarin, Lunacharky, Ríkov
y tantos otros. Pero, a continuación, la lógica
de la situación se impuso y pasó por encima de sus
ideas y sus escrúpulos. El recurso provisional se convirtió
en la norma. El sistema unipartidista adquirió permanencia
e impulso propios. Por un proceso afín a la selección
natural, la jerarquía del partido, después de la
muerte de Lenin, halló su jefe en Stalin, quien, debido
a su notable capacidad combinada con un carácter despótico
y una falta total de escrúpulos, era el más apto
para ejercer el monopolio del poder.... Con todo, aún Stalin
se consideraba el representante del proletariado y de la revolución.
Jruschov, después de haber denunciado, en 1956, los crímenes
y la inhumanidad de Stalin, dijo de éste: "Stalin
estaba convencido de que esto era necesario para la defensa de
los intereses de las clases trabajadoras... Veía todo esto
desde el punto de vista.... de los intereses del pueblo trabajador....
del socialismo y del comunismo. No podemos decir que éstos
fueron los actos de un déspota veleidoso.... En esto reside
toda la tragedia." Sin embargo, si bien los bolcheviques
se sintieron en un principio autorizados a actuar como los lugartenientes
de la clase obrera sólo durante el intervalo de la dispersión
y virtual ausencia de ésta, Stalin siguió ocupando
el lugar con todo su poder mucho después de eso, frente
a una clase obrera reconstituida y en rápido crecimiento;
y utilizó todos los recursos del terror y el engaño
para impedir que los obreros, y el pueblo en general, reclamaran
sus derechos y su legado revolucionario. (Páginas 38 a
42)
EL LETAL ERROR ARCHIANTIMARXISTA DE FALSIFICAR LA HISTORIA
E INDUCIR UNA AMNESIA HISTORICA COLECTIVA:
La sociedad soviética no se conoce a si misma y está intensamente consciente de ello. La historia de este medio siglo es un libro cerrado incluso para la intelectualidad soviética. Al igual que alguien que ha sufrido amnesia durante largo tiempo y apenas empieza a recuperarse, la nación que no conoce su pasado reciente no entiende su presente. Décadas de falsificación stalinista han producido esta amnesia colectiva; y las medias verdades con que el XX Congreso ha iniciado la recuperación están obstruyendo el progreso ulterior...
... Aún en este año de aniversario, la mayoría de los dirigentes de 1917 siguen siendo no-personas; los nombres de la mayoría de los miembros del Comité Central, que dirigieron la insurrección de Octubre, siguen siendo inmencionables. Al pueblo soviético se le pide que celebre el gran aniversario, pero no se le permite leer una sola descripción de los acontecimientos que celebra. (Tampoco dispone de ninguna historia de la guerra civil)...
...En la Unión Soviética la crisis moral de los
años post-stalinianos consiste en una profunda conturbación
de la conciencia histórica y política de la nación.
A partir del XX Congreso la gente ha cobrado conciencia de que
una gran parte de las cosas en que una vez creyó eran falsificaciones
y mitos. Los soviéticos quieren enterarse de la verdad,
pero se les niega el acceso a ella. Sus gobernantes les han dicho
que virtualmente todo el historial de la revolución ha
sido falsificado, pero no han revelado el verdadero historial.
(Páginas 119-120)
LA LUCIDA VISION PROSPECTIVA DE TROTSKY DE UNA AMENAZA QUE
YA SE HA CUMPLIDO (LA CONVERSION DE LA "NOMENKLATURA"
DEL PCUS EN BURGUESIA CAPITALISTA):
El status de los grupos privilegiados en la sociedad soviética es más ambiguo de lo que sugiere una u otra calificación ("nueva clase de explotadores", "sociedad administrativa"). Tales grupos son un elemento híbrido: son y no son una clase. Tienen ciertos rasgos en común con las clases explotadoras en otras sociedades y carecen de algunas de las características esenciales de estas últimas. Disfrutan de ventajas materiales y de otro tipo que defienden obstinada y brutalmente. En este punto también debemos cuidarnos de las generalizaciones demasiado abarcadoras. Alrededor de una tercera parte del número total de especialistas (número total que suma más de cuatro millones y medio de personas o tal vez cinco y medio si se incluyen los cuadros del partido y el personal militar) son maestros mal pagados: la prensa soviética ha expresado recientemente muchas quejas sobre sus condiciones de vida. Lo mismo es cierto en el caso de medio millón de médicos. Una buena parte de los dos millones de ingenieros, agrónomos y estadísticos ganan menos que un obrero altamente especializado. Su nivel de vida es comparable al de nuestra baja clase media. Es cosa admitida que este nivel es muy superior al de los obreros no especializados o semiespecializados. Pero sería mala sociología, marxista o no marxista, atribuir esta modesta prosperidad a la explotación de los trabajadores. Sólo los estratos superiores de la burocracia, de la jerarquía, del partido, los grupos de administradores y el personal militar, viven en condiciones comparables a las que disfrutan los ricos y los nuevos ricos en la sociedad capitalista. Es imposible definir la magnitud de estos grupos: permítaseme repetir que los datos estadísticos sobre su número y sus ingresos se ocultan cuidadosamente. Lo que estos grupos tienen en común con cualquier clase explotadora -y utilizo el término en el sentido marxista- el que sus ingresos se derivan en parte de la "plusvalía" producida por los trabajadores. Además, ellos dominan la sociedad soviética económica, política y culturalmente.
Pero de lo que carece esta llamada nueva clase es de propiedad. Sus miembros no poseen ni medios de producción ni tierra. Sus privilegios materiales están limitados a la esfera del consumo. A diferencia de los elementos administrativos de nuestra sociedad, no pueden convertir una parte de sus ingresos en capital: no pueden ahorrar, invertir ni acumular riqueza en la forma duradera y expansiva de bienes industriales o de cuantiosos valores financieros. No pueden legar riquezas a sus descendientes, es decir, no pueden perpetuarse como clase. Trotsky vaticinó una vez que la burocracia soviética lucharía por el derecho de legar sus bienes a sus hijos y tal vez trataría de expropiar al Estado y convertirse en propietaria accionista de empresas y trusts. Esta predicción, hecha hace más de treinta años, no se ha cumplido hasta ahora. (Ahora por desgracia sí, añade la RED VASCA ROJA). (Páginas 65 a 67)
NOTA de la RED VASCA ROJA: Estimamos especialmente brillante y clarificadora la explicación de DEUTSCHER del proceso objetivo de la desaparición material y política de la clase obrera rusa que había hecho la revolución y las prácticamente inevitables consecuencias de la misma.
Llamamos también la atención sobre la lucidez con la que hace ya treinta años DEUTSCHER analizaba y explicaba los procesos que convirtieron a la Revolución Rusa en una revolución socialista desviada y debilitaron a la URSS en el decisivo campo de la conciencia y las convicciones de sus ciudadanos. Campo en el que la fragilidad de la URSS ha quedado al descubierto ostentosamente en su reciente proceso de desmoronamiento. Nótese como DEUTSCHER detectaba un error garrafal de la cúpula soviética: el de que, al explicar a su pueblo (durante la desestalinizacion kruscheviana) que habían estado mintiéndole treinta años y, a la vez, NO clarificar esas mentiras, destruyeron su credibilidad. Perdieron la confianza de su pueblo en la veracidad de sus palabras, basando esa pérdida en su propia confesión de ser embusteros y falsificadores no corregidos.
Isaac DEUTSCHER, el autor de las famosas biografías de STALIN y TROTSKI. En 1967 fué elegido por la Universidad de Cambridge para pronunciar durante enero/marzo, naturalmente en inglés, las "Conferencias GEORGE MACAULAY TREVELYAN". En ellas analizó los 50 años de Revolución Rusa que entonces se cumplían. El texto de las mismas es el recogido en la publicación The Unfinishead Revolution. Rusia, 1917-1967.
Tomamos el texto de la edición en español: Isaac DEUTSCHER: La revolución inconclusa. 50 años de historia soviética (1917/1967). Ediciones Era S.A., México, 1974 (es la cuarta edición en español, la primera es de la misma editorial en 1967). 133 páginas.
La traducción al español es de José Luis GONZALEZ.
Editado digitalmente para RED VASCA ROJA por Justo de la Cueva. Iruñea, Nafarroa, Hego Euskal Herria. 18 de junio 1997.