Punto Final (CHILE)
18 de diciembre de 1998
"¿En
qué negocios andaba Pinochet en Londres?. El secreto mundo
de los armamentos."
La detención de Pinochet en Londres puede transformarse en una verdadera caja de Pandora. El mundo, sorprendido, no acaba de comprender las razones por las que el gobierno chileno y los partidos de la Concertación (casi unánimemente) hacen una defensa a brazo partido del senador vitalicio. Se trata, sostienen las autoridades, de defender principios de soberanía nacional, no a personas en particular. Pero, al parecer, lo que se defiende es más que eso.
¿Por qué razón, hasta la fecha, el gobierno chileno
se ha resistido a informar cuál era la misión que cumplía
Pinochet en Londres? ¿Es que, acaso, no había misión
alguna? ¿O se trata más bien de una misión irrevelable?
Del
pantanoso misterio, por
completo obviado por los medios de comunicación chilenos, comienzan
a surgir las primeras pistas.
El general de división del ejército de Su Majestad Británica,
Alan Sherman, lo reconoció ante una corresponsal del diario mexicano
Excelsior: el ex dictador había viajado al frente de una misión
militar, que contaba con el
conocimiento y apoyo
del gobierno chileno. Iba a coordinar los detalles de un importante negocio
de armamentos con empresas británicas como la Royal Ordnance y la
British Aerospace. No era su primer viaje ni era el primer negocio de
esta naturaleza. Los
gastos militares chilenos son cuantiosos y superiores a los niveles promedio
de América Latina. Eso convierte a nuestro país en un cliente
apetitoso dentro de un mercado plagado de comisionistas, intermediarios
y agentes con influencia que determinan las adquisiciones de armamento.
El gasto militar de Chile es una abultada cifra que se obtiene, al sumar
las cantidades que año a año gastan de manera directa las
Fuerzas Armadas y los organismos y empresas públicas asociadas a
ellas: FAMAE, ASMAR, ENAER,
Dirección General
de Movilización Nacional, Instituto Geográfico Militar, Instituto
Hidrográfico de la Armada, Dirección General de la Aeronáutica
Civil y Servicio Aerofotogramétrico.
Los fondos provienen de dos fuentes: la Ley de Presupuesto de la Nación
(fondos fiscales) y las Leyes Reservadas (aporte forzado de la empresa
minera estatal Codelco). Ambas fuentes están predeterminadas en
sus montos por
cuerpos legales creados
o modificados por la dictadura militar. Una vez que las Fuerzas Armadas
reciben los activos determinados por las distintas fuentes de financiamiento
del sector defensa, esos dineros son destinados a cubrir las
necesidades de dos grandes
rubros, conocidos en ese medio como "gastos operacionales" e "inversión
en equipamiento bélico". El primer ámbito
es cubierto por el aporte fiscal directo, y el segundo por las Leyes Reservadas.
Pero, ¿quién determina el destino de los fondos asignados
en el presupuesto a las Fuerzas Armadas? Las propias instituciones de la
defensa nacional. En 1984, cuando la dictadura informaba de un monto total
de gasto militar para ese año de 1.004 millones de dólares,
la oposición (por intermedio de Genaro Arriagada) señaló
que la suma real ascendía a 2.256 millones de dólares, basándose
en un informe del Instituto Internacional para la Paz (SIPRI), de
Suecia, que incorporaba
al cálculo de gastos militares aquellos desembolsos dirigidos hacia
el sector defensa que, en Chile, no eran considerados en ese total: gastos
previsionales (financiados de manera mayoritaria por el Estado), y la ley
reservada del cobre. A estos montos, según sabemos hoy, deben agregarse
otras cifras, como aquella que
emerge del ilícito
procedimiento de enajenación de bienes fiscales hecho por las Fuerzas
Armadas durante el último cuarto de siglo.
En 1994, el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IIEE)
calculó los gastos militares de Chile en cerca de 2.000 millones
de dólares. La cifra entregada por el gobierno de la Concertación
había sido de 1.140 millones. Las
autoridades habían
utilizado la fórmula nueve años atrás rebatida por
los mismos que ahora administran los fondos fiscales.
Año tras año, el gasto militar ha ido en aumento. Sin embargo,
la magnitud de su crecimiento supera notablemente la que pudiera deducirse
del reajuste legal de acuerdo a las variaciones del IPC, establecido como
norma por la
dictadura antes de dejar
el poder. En 1995, el gasto presupuestario en las Fuerzas Armadas y de
Orden aumentó en 16,4%, que excede la inflación anual; en
1996 el aumento por encima de los reajustes estipulados por ley volvería
a repetirse, y el monto del gasto militar global sería un 7,2% superior
al de 1995.
El gasto militar reconocido para 1994 (de 1.426,6 millones de dólares)
debe corregirse hasta por lo menos 2.058,2 millones de dólares.
El gasto militar reconocido para 1995 (de 1.692,2 millones de dólares),
debe corregirse hasta 2.575,7 millones de dólares.
El gasto reconocido de 1996 (1.911,1 millones de dólares) debería
ser por lo menos de 2.760,9 millones de dólares, lo que sólo
para ese año equivale al 21,58% del total del presupuesto nacional.
El
presupuesto del Ministerio
de Defensa para 1998 alcanzó a 2.053,3 millones de dólares,
los que en términos reales deben traducirse a no menos de 3.000
millones.
Negocio de la muerte
El peso de la industria bélica en el planeta lo demuestra, entre
otros factores, la cantidad de personas vinculadas: más de 18 millones
de obreros y técnicos trabajan en industrias de esta naturaleza,
que, a su vez, contratan a cerca de 800.000 científicos. El impulso
dado por la dictadura a la industria militar, permitió que a principios
de la década de los 80, Chile se convirtiera en el primer exportador
de armas del subcontinente latinoamericano hacia países del Tercer
Mundo, aunque muy por
detrás de los líderes mundiales en este negocio.
Fábricas y Maestranzas del Ejército (FAMAE), organismo técnicamente independiente de la orgánica institucional pero que, en la práctica, es una dependencia subordinada a ésta, mantiene y desarrolla contratos de coproducción con empresas privadas de Gran Bretaña, Suiza, China, Malaya y España, con las que comparte, entre otras, licencias de producción de material, destacándose la fabricación de fusiles SIG y de carros blindados Mowag (uno de los tres productores mundiales de la versión Piraña 6x6 y 8x8, junto a Suiza y Estados Unidos).
Dentro de los proyectos más ambiciosos de FAMAE está la coproducción
del cohete Rayo con la Royal Ordnance de Inglaterra, destinado desde el
presente año a unidades del Ejército de Chile y de otras
fuerzas armadas, así
como el reacondicionamiento
de transportes blindados, transformados en unidades todo terreno, con capacidad
para convertirse alternativamente en vehículos de transporte de
tropas, carros artillados, centrales de comunicaciones,
plataformas de defensa
antiaérea y lanzamisiles.
Pinochet, poco antes de hacer entrega formal del mando de la Nación
a Patricio Aylwin, planteó a la Concertación que el cumplimiento
de las metas de desarrollo y modernización de las Fuerzas Armadas
requería, fundamentalmente,
una estrecha colaboración
tripartita: las propias Fuerzas Armadas, la empresa privada, y las autoridades
gubernamentales. Los gobiernos concertacionistas han apostado al desarrollo
de la industria militar. El Estado ha hecho importantes esfuerzos tendientes
a buscar clientes en el extranjero, así como socios para la coproducción
del material bélico, y ha promovido tales manufacturas a nivel de
sus relaciones internacionales. De este modo, se han suscrito numerosos
acuerdos, y negociado patentes, estrechando vínculos con empresas
extranjeras entre las
que destacan las suizas
SIG, Mowag, y Oerlikon; las francesas GIAT, Creusot Loire, Thomson Brandt,
la inglesa Royal Ordnance y la belga Cockerill Mechanical.
RAZONES PARA UN VIAJE SIN RETORNO
Durante los ocho años de transición, la prensa nacional e
internacional ha informado de numerosos viajes de mandos militares, acompañados
por funcionarios del Ministerio de Defensa, hacia los mercados mundiales
de armas.
Estos viajes y contactos
con la industria militar mundial apuntan a importantes adquisiciones de
material bélico en aquellas áreas en que Chile no cuenta
con capacidad para fabricar sus propias armas (tanques, aviones, barcos,
helicópteros, submarinos). Los planes más ambiciosos conocidos
de modernización de armamentos del Ejército incluyen la compra
(ya negociada), de unos 130 tanques del tipo Leopard-1 A1/A1, varias decenas
de los cuales ya han llegado. La Fuerza Aérea, por su parte, ha
recibido veinticinco aviones Mirage M-5M Elkan, por un valor informado
de
ochenta millones de dólares,
dos aviones de transporte (un Beechraft 200 turbohélice, y un birreactor
Gulfstream III), un avión tanquero Boeing 707, el primero de una
serie de cazabombarderos Mirage duales, el primero de tres F-5 encargados,
y el primero de veinticuatro Casa-101. La FACH se encuentra, además,
en proceso de estudio y análisis para definir qué aviones
comprar para reemplazar quince a veinte aviones A-37 antes del año
2000, con un presupuesto de quinientos millones de dólares (la duda
está entre el F-16, el F-18, el Mirage 2000-V, o el JAS 39 Gripen
de Suecia, que tiene un costo unitario de cuarenta
millones de dólares).
La Armada, en este mismo contexto, está involucrada en los proyectos
de adquisiciones militares más ambiciosos y caros de los últimos
treinta años. El más impresionante es la compra, por 438.500.000
dólares, de dos ubmarinos del consorcio
franco-español Direction des Constructions Navales-Astilleros Bazán.
Estos planes de modernización y adquisiciones cuentan con el respaldo
de las autoridades civiles, que no sólo han dado su beneplácito
y han
acompañado a las
misiones militares hasta los mercados internacionales, sino que también
han hecho argumentaciones para justificar los gastos.
Para el ex ministro de Defensa del presidente Frei, y actual embajador
en Argentina, Edmundo Pérez Yoma, la modernización de la
fuerza militar chilena es una necesidad de mediano y largo
plazo, por cuanto se espera que al finalizar el siglo Chile esté
exportando productos manufacturados y materias primas por unos 30.000 millones
de dólares, "lo que obliga a una política disuasiva que sea
complemento fundamental de la política exterior, y ello significa
reaccionar con toda la tecnología que se pueda obtener según
los recursos de los que se dispone (...) lo que implica (contar con) mayor
capacidad bélica, productiva, administrativa y política".
EL MEJOR NEGOCIO DEL MUNDO
La compraventa internacional de armamentos es, además del negocio más lucrativo del planeta, un semillero de flores del mal. Brotan, con especial energía, fabulosas fortunas personales, oscuros contrabandos, grandes corrupciones de empleados públicos.
En enero de 1992 estalló un escándalo. En un terminal aéreo
de Hungría se encontraron dos containers repletos de armas salidas
de FAMAE; treinta y seis toneladas que estaban por embarcarse a Croacia.
El cargamento había
arribado a bordo de un
avión de Florida West, contratada por el francés Yves Marzialle,
representante de la empresa gala IVI Finance Management. Él había
comprado la mercadería a FAMAE, violando ambas partes la disposición
de
embargo decretada por
Naciones Unidas. Su contacto en Chile era el general en retiro de la FACH,
Vicente Rodríguez. El general, ex representante de ENAER (Empresa
Nacional de Aeronáutica) para América Latina, se había
desempeñado también como jefe de inteligencia de su institución.
Era socio, además, del coronel de la FACH, Edgard
Ceballos Jones, encargado de interrogatorios del SIFA en los meses posteriores
al golpe de 1973, y luego cofundador del Comando Conjunto, dedicado a la
eliminación de cuadros y estructura de los partidos de Izquierda.
El general Vicente Rodríguez, según determinaron las investigaciones
del juez Milton Juica, estaba involucrado, además, en la red de
protección de ex agentes de la DINA y la CNI, estableciéndose
un claro vínculo entre la Operación Cóndor y el
tráfico ilegal
de armas.
Poco antes de descubierto el escándalo, el 21 de noviembre de 1991,
el general Carlos Krumm había instruido a su subalterno, el coronel
Gerardo Huber, encargado de exportaciones e importaciones del Ejército
y tercer jefe de la división de logística de la institución,
que dispusiera del empleado civil Ramón Pérez para que tramitara
ante el servicio de Aduanas el embarque de una exportación de armas
de FAMAE. Cuando las armas fueron encontradas en Hungría, y se supo
cuál era su destino final y el carácter ilícito de
la operación, fue detenido el general Vicente
Rodríguez, pero poco más tarde lo liberó la Corte
Suprema. También se citó ante la justicia al coronel Huber,
quien murió (¿o desapareció?) misteriosamente antes
de ser llevado ante el juez. Hoy, Pinochet se encuentra detenido en
Londres. Muchos han salido
a defenderle. Entre ellos, importantes empresarios de Inglaterra, España
y Suiza, además de Margaret Thatcher y otros políticos de
extrema derecha. Los argumentos de estos defensores del ex dictador han
sido varios y no muy convincentes. ¿Qué hay entonces tras
esta "espontánea" solidaridad?
Rogelio García Lupo, periodista argentino especializado en temas
de defensa, radicado en Barcelona, divulgó parte de sus investigaciones
el día 2 de noviembre. Según él (información
ratificada más tarde por el general británico
Alan Sherman, director
general de la Asociación de Industriales Británicos de la
Defensa), Pinochet "buscaba cobrar su comisión por la adquisición
de tres barcos ingleses para la Armada de Chile".
La gestión que Pinochet realizaba en Londres, según García
Lupo, "se traducía en gastos por 443 millones de dólares,
con una comisión personal para Pinochet de 4.43 millones de dólares".
Pero aquella no sería la única "misión
especial" de Pinochet
en Inglaterra. Además, dos de sus anfitriones eran las compañías
Royal Ordnance y British Aerospace. Con la primera, Pinochet había
logrado el ya mencionado contrato de coproducción (FAMAE-R.O.) del
cohete Rayo, primera actividad conjunta que, según los programas
de desarrollo, serviría de punto de partida para un proyecto de
comercialización de armas a nivel mundial. Con la segunda, Pinochet
mantenía lazos desde la guerra de Las Malvinas. Y eso explicaría
algunas de las razones para tanto apoyo: uno de los principales accionistas
de la British Aerospace es la propia familia
real británica, y habría sido Pinochet quien, por intermedio
de Margaret Thatcher, asesoró y sirvió de agente para que
esa empresa adquiriera el 35% de las acciones de la compañía
sueca Grippen, fabricante del avión
de combate JAS 39. Estos contactos y asesorías, sumadas al apoyo
soterrado que Chile brindó a Gran Bretaña durante la guerra
de Las Malvinas, fueron razón suficiente para que Chile recibiera
en compensación 14 cazas de combate ingleses Hunter
en junio de 1982, los que fueron a reforzar la base aérea de Cerro
Moreno.
CONTACTO EN BELGICA
Un nuevo escándalo está por estallar: un millonario negocio
de aviones de combate del que poco y nada se ha dicho en nuestro país,
a pesar de que, en la actualidad, se lleva a cabo una investigación
judicial en Bélgica respecto de los procedimientos con que la Fuerza
Aérea chilena adquirió, en 1994, veinte aviones Mirage Mirsip.
He aquí retazos de una investigación a tres bandas, datos
que han ido apareciendo tanto producto de las pesquisas judiciales belgas,
como del acucioso trabajo de los periodistas Philippe Brewaeys y Frank
Garbely, labor de recopilación de
antecedentes al que se ha sumado Punto Final en Chile. Hacia fines de la
década del 80, la FACH decidió sustituir los
antiguos cazas Hawker
Hunter de su Grupo Nº 8. Hasta 1993, los especialistas estudiaron
varias alternativas y ofrecimientos: Kfir C-2 y C-7 de Israel; Jaguar de
la British Aerospace; Cheetah sudafricanos; Gripen de Suecia; Mig-29 y
Su-27 rusos; F-16 norteamericanos. Ofertas sobraban, y finalmente la FACH
se decidió por el Mirage de la francesa Marcel Dassault, aviones
de propiedad de la fuerza aérea belga que habían sido modernizados
por la empresa local SABCA.
En 1994 comenzó la larga cadena de triangulaciones comerciales,
pagos de comisiones y depósitos en cuentas bancarias con que se
materializó el negocio. Primero, el gobierno belga vendió
los aviones a la compañía
SABCA. El operador de
la transacción fue el general en retiro belga, Jacques Lefebvre,
quien no sólo realizó la venta, sino que además había
estado a cargo de la modernización de los aparatos. Este general,
que poco antes se había desempeñado como jefe del gabinete
del ministro de Defensa del presidente Paul Vanden Boeynants, al momento
de la venta estaba asociado con dos reconocidos comerciantes internacionales
de armas, Philippe Chauveau y Mohamad Bashi, y trabajaba como administrador
general de la empresa de comercialización de armas francesas, Europavia.
Los Mirage, propiedad de SABCA, fueron vendidos conjuntamente por esta
empresa y Europavia (representada por Lefebvre), a una tercera parte por
un total de 109 millones de dólares, por intermedio de una empresa
llamada
Berthier International,
con sede en las Islas Vírgenes Británicas y con dirección
postal en la ciudad de Miami. Según declaraciones del propio general
Lefebvre, esta empresa era un "dispositivo chileno" que operaba en coordinación
con otra empresa, Combak S.A., ubicada en Santiago (Seminario 790, 2º
Piso A), dirigida por un ciudadano belga, Francois de Smet d'Olbecke, quien
radica en Chile desde 1948 y es propietario de miles de hectáreas
en el extremo sur. Por
intermedio de esta última
empresa, Berthier agilizó la venta de los aviones a la FACH, sirviendo
como intermediario el empresario chileno de origen húngaro, Carlos
Honzik, dueño de la empresa DECOPAL (Moneda 812, oficina 801), dedicada
a la representación de empresas suizas de fabricación de
material de guerra.
Las comisiones por este negocio alcanzaron los 15 millones de dólares,
de los cuales 14,5 millones fueron a parar a cuentas administradas por
la misteriosa Berthier International, el "dispositivo chileno", y a un
banco suizo. Los investigadores belgas descubrieron documentos que
indicaban que las comisiones habían sido depositadas en el Clariden
Bank de Zurich. Cuando se exigió a Lefebvre que explicara el destino
y razones de estos dineros, el general
contestó con un
memorándum: "los documentos relacionados con Chile de los que hablan
son confidenciales; su divulgación sería catastrófica
por cuanto pondría en evidencia a nuestra contraparte chilena y
nuestros agentes se verían en serias dificultades". Lefebvre se
suicidó al día siguiente de redactar esta nota.
Las comisiones habían seguido la llamada "senda verde", metáfora
con que la revista Time ha bautizado el procedimiento con que es posible
hacer desaparecer la pista de millones de dólares y dejar un rastro
tan opaco que resulte imposible reconstruir la ruta. La mencionada "senda",
en términos gruesos, funciona del siguiente modo:
quien quiera hacer desaparecer una fuerte suma de dinero debe comenzar
por hacer depósitos, utilizando a un palo blanco o nombre falso,
en la cuenta local de un banco internacional. Desde ahí los depósitos
son transferidos a
una cuenta de "concentración"
en la casa matriz del banco en Nueva York, y enviados a las cuentas de
una "empresa fantasma" registrada en algún sitio como las Islas
Caimán o las Islas Vírgenes. Estas cuentas, protegidas por
el secreto
bancario, son traspasadas
como títulos de inversión, en acciones y bonos, a cuentas
privadas en la banca suiza, inglesa o de Luxemburgo.
Así las cosas, es de esperar que existan todavía jueces con capacidad y voluntad suficientes para rastrear y desenmarañar estas triangulaciones
DAUNO TORTORO