
La
revolución no será transmitida: nosotros en el callejón
del gato.
El documental de Kim Bartley y Donnacha O`Briain corre como la pólvora
de boca en boca , emitiéndose en pequeños locales en las
afueras del sistema y de disco duro en disco duro. La censura y las campañas
desprestigiadoras están consiguiendo un efecto Chicago años
treinta: todo el mundo quiere ver la cinta.
No ha faltado quien ha saludado el documental como una obra maestra,
hablando de su virtuosismo cinematográfico. En mi opinión
se trata de un ejercicio periodístico, de ortodoxo montaje y sobriedad
que huye de de esteticistas ejercicios fílmicos. Y esa es precisamente
su gran virtud: la de ser los ojos atentos del espectador en las entrañas
del golpe.
Es impresionante como los autores consiguen estar siempre con el visor
en el punto justo. No hay que engañarse, esto lleva fácilmente
a darse cuenta como se debieron ver favorecidos por los chavistas, que
comprensiblemente querrían contar con una versión con la
que contrarrestar la opinión mediática dominante en el mundo
.
En España la emisión del documento costó el cargo
al director de Tribuna de la casa de América. No debemos olvidar
que aquí, como en muchos otros lugares del globo, los medios acudieron
prestos a sacar las banderitas de bienvenida al club de la democracia
al golpista Carmona (El País :”Golpe al Caudillo”), cuando
paradójicamente es Chavez quien se ha sometido a ocho consultas electorales
y ha sacado adelante una constitución con el voto afirmativo del
87.95% de los votos. Sería de esperar que en nuestro país
se produjera un efecto similar al que se ha producido en otros, que la
denuncia del sabotaje al film le aupara en la curiosidad de las mentes
inquietas, pero parece que aquí los resortes del silenciamiento
son mayores que por ejemplo (parece paradójico) en Estados Unidos,
donde la campaña pro-prohibición de Amnistía Internacional
de Canadá y de los grupos de la oposición civil cubana de
Miami han hecho del documental un pequeño “hit”, postulándose
incluso para la carrera por el Oscar (aunque me temo que esto no llegará
a ningún sitio). Valga como ejemplo esta crítica:
“Mas que una mirada aterradora de cerca a los crudos mecanismos
para la toma
del poder, la cinta realiza también un examen de advertencia al
uso de la
televisión para traicionar y manipular al publico. El intento de tomar
el
poder nunca hubiera germinado sin el ferviente apoyo de los 5 canales
de TV
privados de Venezuela, todos políticamente alineados con los intereses
petroleros que han perseguido a Chávez desde que llegó a
la presidencia.”
Stephen Holden (NEW YORK TIMES).
A mi lo que me interesa de la cinta es sobre todo el poder que puede
tener para darnos cuenta hasta que punto nuestra sociedad es una gran
farsa perversa que ha logrado hacernos interiorizar la música del
flautista de Hammelin. La película es como uno de los espejos deformantes
del Callejón del Gato, donde podríamos reírnos de una imagen
sin apreciar que realmente somos nosotros. El caso venezolano pone una
lupa sobre las rugosidades de nuestras sociedades acaso por contar con
una democracia formal menos asentada (con lo que los medios de adoctrinamiento
son menos sutiles). Un golpe de Estado asestado literalmente por el presidente
de la patronal con los principales medios de comunicación de país
(Globavisión y el resto) por brazo armado debiera ser algo más
que una fábula que nos remitiera lejanamente a nosotros: es lo
mismo y por eso nuestros medios de aquí(muchos con intereses empresariales
allí, como nuestro CNN+) saludaron con algarabía el golpe,
para luego tener que esconder el rabo entre las piernas ¿Qué
pasaría en España si una izquierda real, con auténtica
voluntad transformadora llegara al poder?Preguntense que pasó en
Chile o que pasó aquí en el 36.
Luis. |