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LAS
CONSECUENCIAS DEL 11-S PARA LA INMIGRACIÓN:
Clara
Guilló. Socióloga,
Master en Migration Studies por la Universidad de Sussex (UK) y miembro
de la Comisión de Inmigración de Derechos para Tod@s. Toda
persona tiene derecho a circular libremente Declaración Universal de Derechos Humanos. Art. 13 1948.
1. LA CUESTIÓN DE LA SEGURIDAD NACIONAL Dependiendo del lado del Atlántico en el que nos situemos el fenómeno de la inmigración ha sido interpretado de manera diferente. En Estados Unidos el posicionamiento clásico ha sido tomar la inmigración como un fenómeno que se daba por hecho; hasta el 11-S era un proceso normal que se relacionaba con su historia y el propio creciento del país. En Europa, sin embargo, siempre se ha visto como un proceso extraordinario que requiere una justificación para su continuación, (Coleman 1992). Desde los acontecimientos del 11 de septiembre y la declaración de estado de guerra por parte del presidente norteamericano, la actitud hacia la inmigración en EEUU ha pasado a ser un elemento ligado a la defensa nacional y a la seguridad colectiva. En Europa esta tendencia se lleva dando hace treinta años, y el 11-S ha venido a respaldar una postura ya tradicional entre los vionarios de la Europa Fortaleza. Esto quiere decir que los dos continentes han homogeneizado en parte su posicionamiento. El impacto que esto tiene se refleja a nivel mundial, porque los argumentos que se esgrimen a favor de un cambio en la concepción de las políticas de inmigración son válidos en cualquier país del mundo. La seguridad colectiva como prioridad a tener en cuenta a la hora de admitir un extranjero dentro de las fronteras nacionales no es un argumento nuevo, aunque halla sido considerado como válido o no según la parte del globo desde que se defendía. En África, continente que recoge el mayor movimiento de flujos migratorios, tanto de emigrantes como de refugiados y desplazados internos, el traspaso de fronteras y el establecimiento de campos de refugiados se ha percibido como un peligro para el desarrollo de los países. No sólo porque el acoger a refugiados o desplazados supone una amenza para las relaciones exteriores del país de acogida y una "carga económica", sino también porque se ha visto como un elemento distorsionador en el equilibrio étnico que sustenta la mayoría de países africanos. En el caso de África la comunidad internacional ha centrado sus esfuerzos en desarrollar programas de ayuda económica y de desarrollo por parte del ACNUR, Naciones Unidades, y de otras instituciones financieras internacionales. Programas de desarrollo que han servido como medida de presión de los organismos occidentales para que todos esos flujos migratorios no traspasasen las fronteras continentales, impidiendo así que llegasen a Europa o EEUU. El concepto de seguridad es un constructo social relacionado con
lo que se denomina "identidades constituidas", es decir las
identidades colectivas que todos compartimos. No es necesario estar
en una situación de conflicto armado donde lo que más
se pone en riesgo es la propia intergridad física, sino que en
general la "amenza" tiene que ver con la preservación
de un estilo de vida y de la identidad cultural, (Huysmans 1995). En
el contexto migratorio, el extranjero como constructo social es presentado
como una amenaza para la sociedad; los inmigrantes son entoces representados
en bloque como una unidad, silenciando de este modo las diferencias
internas entre los sujetos. Desde este punto de vista el miedo al extranjero
se vive como amenaza a lo cotidiano, entendiendo la tradición,
la costumbre y los hábitos de vida como elementos que minimizan
la incertidumbre del ser humano ante los cambios. Lo que no se conoce
se teme porque nos impide preveer los cambios que este nuevo elemento
va a provocar; de aquí se deriva la inseguridad y la percepción
de amenaza. Aunque tanto desde EEUU como desde Europa el principal argumento para modificar las políticas migratorias es la cuestión de la seguridad, hay ciertos rasgos que los diferencian. Para empezar esta postura sí es nueva en EEUU, y está más relacionada con su política exterior que con su identidad como nación. Por el contrario, en Europa este argumento no es nuevo, y está relacionado con las dinámicas de inclusión/exclusión que conlleva la construcción de una identidad supranacional, la de ciudadanía europea, que exige la redefinición de las fronteras interiores y exteriores.
Es unánime en EEUU la opinión de que el modelo migratorio norteamericano no funciona. Lo que no está claro es hacia dónde deben dirigirse los cambios del modelo, y cómo debe reestructurarse el INS, órgano responsable de la inmigración (Servicio de Inmigración y Naturalización). La postura restrictiva presentada el 8 de noviembre por el secretario de Justicia, John Ashcroft, ha planteado un duro debate interno sobre la inmigración en EEUU. En los siguientes párrafos vamos a exponer cuáles han sido los argumentos ideológicos en los que se ha apoyado la administración Bush para trasnformar el INS, después explicaremos qué medidas concretas se han adoptado, y cuáles han sido las reacciones en contra. Actualmente se cifran en 8 millones de personas las personas que residen dedocumentadas en el país. Lo cierto es que poco tiene que ver el hecho de tener un volumen mayor o menor de inmigración con el control de estas personas una vez que han alcanzado el territorio nacional. Lo primero está en relación con el volumen de la demanda de trabajadores, y lo segundo con estrategias policiales. Hace apenas tres meses el panorama de la inmigración era bien distinto, incluso el presidente Bush hizo referencia a una amnistía general para los casi tres millones de mexicanos residentes sin documentar. A principios de septiembre el presidente mexicano, Vicente Fox, comenzó una campaña de presión en su visita oficial al país para que esta amistía cobrase forma; un mes después, Fox de nuevo en visita oficial, sólo aludía a la cooperación en materia de terrorismo. El momento se ha vuelto políticamente inadecuado para hablar de inmigración. En EEUU hay dos simbolos clave de la lucha contra la inmigración, uno es el grupo FAIR (Federación Americana para la Reforma de la Inmigración) y otro es el centro de estudios CIS (Centro de Estudios de la Inmigración). Ambos han publicado a raíz de los atentados del 11-S sendos informes sobre la necesidad de reducir y controlar la inmigración que tiene como destino los Estados Unidos. Los dos parten del hecho de que los terroristas eran inmigrantes que residian dentro del territorio nacional, y que las reformas en materia de inmigración son necesarias para prevenir futuros ataques terroristas. Además, tienen en común la proposición de una serie de medidas de control que se basan en el aumento de fondos y personal, el escudriñamiento de los solicitantes de visado, medidas excepcionales para aquellos que proceden de los países cuya población es de mayoría musulmana, medidas de seguimiento y control de los ya residentes en EEUU, y, una disminución del flujo de entrada de inmigrantes.Todos estos argumentos son los que han respaldado las medidas adoptadas por el gobierno. La línea ideológica que separa a FAIR del CIS es bastante
débil, aunque el segundo juega con el prestigio de ser un centro
de investigación; entre los dos plantean cuestiones bastante
representativas de lo que se está argumentando hoy en día
en EEUU. La postura básica de FAIR es que la inmigración
debe de reducirse y la legislación debe transformarse de acuerdo
con imperativos de seguridad y defensa nacional. La reducción
del flujo inmigratorio también afectaría a los solicitantes
de asilo y refugio através de modificaciones legislativas que
redujesen la concesión del estatus de refugiado. Por otro lado,
FAIR sostiene que es necesario que EEUU seleccione mejor quién
entra en el país y que se establezcan mecanismos de control para
aquellos que ya están dentro. Tales mecanismos de control deberían
de concretarse en un intercambio de información entre el FBI
y el INS, manteniendo además el secreto sobre las fuentes de
información en los procesos de expulsión de extranjeros.
¿Qué quiere decir exactamente esta medida?. En EEUU uno
de los obejtivos de los grupos de defensa de los derechos civiles en
relación a la inmigración es que se desvelasen la fuentes
de información que servían a los agentes del INS como
argumento para la expulsión de los inmigrantes de territorio
norteamericano. Esto quiere decir que el extranjero es expulsado sin
derecho a conocer la línea arumentativa del Estado, lo cual minimiza
su derecho a la legítima defensa para que su caso sea revisado.
Es precisamente la cuestión de los derechos civiles lo que constituye
la tesis que ha seguido el CIS.
A parte de estas medidas, se han adopatdo otras de carácter extraordinario que se dirigen específicamente a la población de origen árabe. Entre ellas está la de detención sin cargos de todos los sospechosos de terrorismo, y la grabación de las conversaciones entre cliente-abogado. Después de un par de semanas de llevar a cabo esta política los agentes y jefes de policía norteamericanos se han negado a aseguir aplicándola porque la consideran una violación de los derechos fundamentales del individuo. Además, tal y como prometió el Secretario de Estado, Colin Powell, se va a poner en práctica un cuestionario específico para los hombres solicitantes de visado que proceden de los países árabes. Este cuestionario no sólo es más largo y contiene cuestiones más personales, sino que da carta blanca a los consulados a realizar un seguimiento exahustivo del solicitante en el país de origen antes de tener en cuenta su solicitud. Todo ello está siendo analizado en el Congreso en espera de ver si Aschcroft se ha extralimitado o no en su política de seguridad. Estos instrumentos se justifican de la misma manera que se justificó en la Segunda Guerra Mundial el internamiento en campos de detención de los ciudadanos norteamericanos que tenían antecedentes nipones. Es decir, en tiempos de guerra cualquier acto de defensa es válido, y en EEUU la guerra tiene dos frentes: el interior y el de Afganistán. Es en base a este razonamiento por el que se está pidiendo una suspesión total de visados para los individuos de origen árabe, e incluso el cierre total de fronteras. La asunción de actuaciones específicas hacia personas de origen musulmán supone la materialización del enemigo en lo árabe. Aunque Bush y su gabinete se esfuercen por declarar que tan americanos son los muslmanes como los cristianos o los judíos, lo cierto es que es que todos los cambios en la política migratoria ha supuesto la criminalización de la comunidad árabe, no sólo dentro de EEUU sino en todo occidente. La cuestión que se plantea desde Estados Unidos no es tanto
quién entra dentro de las fronteras, sino para qué. No
es un debate que se centre en la identidad, "qué es o no
la esencia americana" y quien la pone en peligro, sino un tema
de control y de conomía bélica. Esto no quiere decir que
no halla un tema identitario de manera latente, pero el no querer plantearse
la polémica musulmán vs. cristiano-judaico si que es algo
típicamente americano.
En la Unión Europea la relación entre seguridad e
inmigración se ha establecido desde los inicios de la construcción
europea. Desde los años 70 los países centroeuropeos han
intentado parar los flujos de entrada de inmigrantes económicos;
las nefastas políticas puestas en práctica generaron una
dinámica de inmigración irregular, alimentada por un lado
por la demanda encubierta de mano de obra y por otro por la situación
de inestabilidad política, social y medioambiental que vivían
los países empobrecidos.Todo ello se daba en el contexto de construcción
de la Unión Europea, lo que ha generado a su vez dinámicas
propias de exclusión e inclusión. Mientras que en Estados
Unidos los ataques del 11-S han supuesto un cambio ideológico
en materia de inmigración, en Europa estos acontecimientos han
supuesto un espaldarazo a la política migratoria de la Unión.
En países como España, la adopción previa de legislaciones
restrictivas en extremo se han visto de repente justificadas bajo la
óptica de la defensa nacional. La estrategia policial como método
de gestión de flujos ha caracterizado la política migratoria
de la Unión desde sus inicios, ahora más que nunca han
encontrado un justificante ético para su aplicación y
desarrollo. En 1985 encontramos el paradigma fundacional de control del área fronteriza de Europa: los Acuerdos de Schengen, implementados en 1990 por la Convención de Schengen, incluidos en 1997 en el Tratado de Amsterdam. En unos diez años los Estados europeos habían pasado de las políticas unilaterales y bilaterales a la cooperación multilateral. El espíritu que empujaba estos acuerdos era "la lucha contra la inmigración ilegal a través de la cooperación policial y las autoridades aduaneras". Su objetivo principal es la armonización de las políticas de visado. Entre sus mecanismos encontramos las claves de la futura política migratoria de la UE, en especial los rasgos policiales como base de partida y la estigamatización de los solicitantes de asilo y refugio, elemento que fue en su día, y sigue siendo, muy criticado por las ONGs y el Ato Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El aspecto policial como mecanismo de regulación respecto a las migraciones se ha ido incrementando hasta materializarse en dos mecanismos clave: ISI (Sistema de Información de Schengen) y EURODAC (Sistema Automático Europeo de Regulación de Huellas Dactilares). Los dos juntos constituyen el sistema computerizado común para el intercambio de datos personales, sin que halla ningún mecanismo judicial supranacional de control para ambos. Las posteriores cumbres europeas no han hecho más que continuar esta tendencia respecto a la inmigración. Desde el punto de vista de la construcción de la Unión, el control de la inmigración se concibe por un lado, como un mecanismo de inclusión cuyo objetivo es la supresión de fronteras interiores y la constitutción de una ciudadanía supranacional, y, por otro, como un mecanismo de exclusión para aquellos que no entran dentro de la definición de los nuevos miembros, esto es los llamados "nacionales de terceros países" (Thranhardt & Miles 1995). De acuerdo con autores como Huysmans la migración en Europa
siempre se ha situado junto a cuestiones como el terrorismo, la cooperación
policial, y la asistencia en asuntos criminales. Así, además
de los medios de comunicación, los líderes políticos
han estado emplazando de manera progresiva la inmigración dentro
de la agenda de la seguridad (1995:53). Tal y como señala Monica
de Boer (1995) lo políticos europeos han sido los responsables
en construir la idea de inmigración ilegal como una amenaza a
la seguridad interna. Según esta tesis habría tres puntos
centrales en la construcción de tal amenaza. Por una lado estaría
el vínculo entre la inmigración y crimen organizado, incluyendo
el tráfico y la ayuda al traspaso irregular de fronteras. El
segundo punto haría referencia a la relación entre la
inmigración y el abuso de los beneficios sociales por parte de
los inmigrantes. Finalmente estaría la cuestión de la
inestabilidad interna que provocan temas como la xenofobia y el racismo.
Estos tres elementos son la clave de la defensa ideológica de
la Europa Fortaleza. Todos ellos se emplean para justificar la adopción
de medidas policiales ante la inmigración, sin embargo estoz
argumentos son simplemente falsos. El 21 de septiembre el Consejo de la Unión manifestó su compromiso de desarrollar aún más las políticas de cooperación policial, judicial y en materia de inmigración. El control de fronteras que se implementa a través de la política migratoria debe, según esta declaración, tomar un impulso de urgencia. Ahora más que nunca, dice la actual presidencia belga, deben impulsarse todos los aspectos de coordinación de medidas para llegar al 2004 con un sistema unificado. Es pues, dentro de dos años, cuando todas las cuestiones referentes a la inmigración van a pasar de la lesgislación nacional a la legislación europea, lo que se denomina el Primer Pilar de la Unión. Aquí es donde se ve claramente la cuestión de la identidad de ciudadanía europea y las dinámicas de inclusión/exclusión a las que nos referíamos antes.
Como acabamos de ver el lazo de unión entre inmigración
y seguridad es un viejo argumento. Lo preocupante es que el argumento
de defensa se imponga al de los derechos humanos. Estamos ya lejos de
la concepción de la migración como un derecho de todo
ser humano. Tal y como exponía el representante del CIS, la migración
no es un derecho sino un privilegio que otorgamos los occidentales al
resto del mundo. Esta línea ideológica es racista, excluyente
y carece de toda memoria histórica, pues no hace más de
30 años que Europa fue obligada a descolonizar los territorios
en los que había extendido su modelo imperial. Si perdemos la noción de los derechos como base esencial de la convivencia social degeneramos la esencia propia de nuestra sociedad. ¿No es la nuestra una civilización que nace de los derechos?, ¿no son éstos la base fundamental de nuestra identidad colectiva?. Ya que los argumentos reestrictivos hablan de identidad y de defensa ¿no deberíamos movilizarnos por la defensa de tales signos identitarios?. La concepción de la historia como progreso, como proceso lineal de crecimiento es decimonónica y obsoleta. La historia puede avanzar hacia atrás y los cambios históricos pueden dirigirnos hacia el pasado tan rápido como hacia el futuro. Los genocidios, las guerras, el hambre, la pobreza que existe en las tres cuartas partes del mundo nos lo demuestran todos los días. En el mes de enero del próximo año, España
detentará la presidencia de la Unión Europea, y como se
ha determinado según el calendario de la Unión, tendrá
que tomar decisiones clave sobre materia migratoria. Debemos movilizarnos.
Como sujetos aún de derechos somos responsables de las decisiones
polñiticas que nuestros Estados toman. Esto va más allá
de la ciudadanía e implica consideraciones éticas hacia
el resto del mundo que globalizamos desde el supuesto centro del mundo.
Porque todos y todas somos responsables, debemos actuar, cuestionar
y exigir a los gobiernos un cambio decisivo. Todos y todas somos sujetos
protagonistas del cambio social. Cuestiones como la cooperación
al desarrollo, el retorno voluntario, la creación de zonas de
contención en países futuros miembros de la Unión,
se interpretan como factores decisivos en el éxito de la política
migratoria europea. En este sentido, debemos apostar por un desarrollo
per se, sin intercambios y sin políticas económicas encubiertas;
debemos asegurarnos que el retorno voluntario no es un mecanismo pro-expulsión;
y que las fronteras no son fortalezas. |