Plataforma
de ATTAC en Madrid
Manifiesto
constituyente
(Aprobado
por la 1ª Asamblea General, en Madrid, 27 de mayo de 2000)
“La mitad está
hendida por un lamento; la mitad habla sobre las heridas“
(Antonio Gamoneda
)
Otro
mundo es posible. El actual, regido por el liberalismo económico
generalizado y la dictadura de los mercados que tienden sus redes
a escala planetaria, se nos presenta cargado de amenazas:
La libertad total de circulación
de capitales, los "paraísos fiscales" y la explosión del
volumen de transacciones arrastran a los Gobiernos hacia una carrera para
ganarse el favor de los grandes inversores privados. En nombre del "progreso",
cerca de dos billones de dólares van y vienen cada día a
la búsqueda de una ganancia rápida, al margen de la economía
productiva.
La globalización financiera
agrava los desequilibrios e inseguridad sociales, y menoscaba las opiniones
de los pueblos, al limitar los controles que corresponden a sus instituciones
representativas y a la mayoría de los Estados, responsables de defender
el bien común. Tales controles son sustituidos por lógicas
estrictamente especulativas que sólo expresan el interés
de las empresas transnacionales en los mercados de capital, aspirando éstos
a constituir una especie de gobierno financiero mundial.
La ciudadanía ve de este
modo cómo se le cuestiona el poder de decidir autónomamente
sus propios destinos, en aras de una transformación presentada como
inevitable ley natural. Y con esa situación se generan sentimientos
de impotencia frente a la cada vez mayor desigualdad en las distintas zonas
del planeta, ante la reducción o deterioro creciente de los derechos
y conquistas sociales logrados a lo largo del siglo XX, así como
por el consiguiente avance de los valores individualistas, insolidarios
y xenófobos.
Pero contra el fatalismo, cínicamente
instaurado por los propios dirigentes de ese "gobierno del dinero supranacional",
surgen también alternativas esperanzadoras que nos impulsan a retomar
la certeza de que otro mundo es posible.
Una de esas iniciativas es la
de ATTAC (Asociación por una Tasa sobre las Transacciones especulativas
para Ayuda a los Ciudadanos), que en la actualidad es un movimiento internacional
por el control democrático de los mercados vertebrado en torno a
los siguientes objetivos:
1º.- Recuperar, y ampliar,
los espacios perdidos por las colectividades en beneficio del poder financiero.
2º.- Oponerse a toda nueva
renuncia de competencias por parte de los Estados que tienda a privilegiar
el derecho de los inversores o mercaderes.
3º.- Definir y construir,
en suma, un orden socioeconómico más democrático a
nivel mundial.
Estos objetivos, presentes con
anterioridad en la conciencia crítica de multitud de personas, confluyen
y se van configurando en diversas Plataformas locales, regionales o nacionales,
a partir del artículo publicado por ‘Le Monde Diplomatique’ en diciembre
de 1997, donde se planteaba la “imposición de la Tasa Tobin” como
posible mecanismo disuasorio para frenar la presente volatilidad en los
movimientos de inversiones, que desestabiliza los países.
Dicha proposición, últimamente
ratificada por los Parlamentos canadiense y finlandés, ya había
sido sugerida desde la década de los 70 para una corrección
del sistema vigente por JamesTobin (premiado luego, en 1981, con el Nobel
de Economía). Según sus cálculos, con tan sólo
un tipo del 0,05% en ese impuesto universal por la solidaridad sobre las
transacciones de divisas, “se conseguiría recaudar anualmente más
de cien mil millones de dólares, varias veces el importe necesario
para costear un programa que erradicara -en tres años- la pobreza
extrema”.
Y por otro lado, aunque la repercusión
sería inapreciable para transferencias de carácter verdaderamente
productivo o comercial, hechas una sola vez y mantenidas cierto tiempo,
en cambio sí introduciría un grano de arena en la rueda acelerada
de la especulación a cortísimo plazo (es decir, entre aquellas
transacciones que buscan su rentabilidad por acumulación de ganancias
porcentualmente pequeñas pero reiteradas, incluso varias veces un
mismo día) beneficiándose de las fluctuaciones de divisas
que muchas veces provocan con el cambio multiplicado de sucesivas inversiones
financieras.
Para alcanzar estos objetivos,
algunos cientos de ciudadanos decidimos convocar la Plataforma de Madrid
que, junto con las formadas paralelamente en Barcelona y otros lugares,
suponen los primeros pasos con que incorporarnos al movimiento internacional
-iniciado en Francia, pero que hoy es una realidad asociativa en bastantes
países europeos, africanos y americanos- mediante una futura Federación
española de ATTAC.
A comienzos del siglo XXI, paradójicamente,
el destino de la humanidad depende más que nunca de los dictados
de unas instituciones económicas (FMI, OCDE, Banco Mundial y OMC…)
escasamente democráticas, que intentan controlar el mundo como representantes
del poder financiero. Los Estados sucumben -cuando no colaboran- a sus
decisiones con muy poca resistencia entre los principales partidos, ya
que éstos buscan ser merecedores de confianza por ese capital para
llegar a gobernar y se encuentran, además, acompañados en
dicha complicidad por aquellos medios de comunicación que, al estar
en manos de grupos inversores transnacionales cada vez más concentrados
y fusionados, suelen comportarse como meros portavoces del pensamiento
único dominante.
Las consecuencias de la especulación
financiera globalizada terminan traduciéndose en un constante riesgo
para las condiciones sociales de los seres humanos en todo el planeta:
Mientras crece la miseria en el "tercer mundo" -arruinado por una espiral
de endeudamiento y abocado a movimientos migratorios forzosos- en el "primero"
se está desmantelando el estado de bienestar con un recorte general
de la sanidad, la educación y los demás servicios básicos
de bienestar social; aumenta el desempleo junto a la precariedad en el
trabajo y aparecen nuevas bolsas de exclusión y de pobreza. En ambos
casos, un submundo inocultable hace patente la injusticia.
Al mismo tiempo y bajo el pretexto
de la ”seguridad”, los trabajadores son empujados a cambiar su anterior
sistema público para la Jubilación por la paradójica
fórmula -de invertir capitalizando unos ingentes Fondos de Pensiones-
que luego, cuando busca remuneración en el mercado global de capitales,
contribuye a supeditar los propios empleos al imperativo sin escrúpulos
de la rentabilidad inmediata. Lo cual acentúa, aun más, la
sistemática acumulación producida por parte del poder financiero
a través de otras vías -como las privatizaciones, la deuda
externa y la evasión fiscal- que transfieren bajo su gestión
los recursos del ahorro individual y colectivo.
Frente a todo ello, las personas
que formamos ATTAC quisiéramos seguir movilizándonos por
algunas ideas que a nuestro juicio no sólo no han perdido su plena
validez sino que, muy al contrario, adquieren especial fuerza o razón
al comienzo de un nuevo siglo. Aspiramos a ser un aldabonazo constante
en la conciencia ciudadana, los Parlamentos y los Gobiernos para que no
se olviden de la ética de la solidaridad, ni de la lucha por la
justicia, ante toda desigualdad.
Conscientes de que consolidar
la democracia conlleva la participación de ciudadanos exigentes,
y de que ésta es preciso lograrla por medio de otros modelos asociativos
además de los partidos políticos, pretendemos constituir
ATTAC entre nosotros mediante una red ágil y sin estructuras jerárquicas
ni centro geográfico, siendo éste el Manifiesto que nos sirva
como referencia de partida. La Plataforma habrá de ser pluralista,
se enriquecerá con la diversidad de sus integrantes y favorecerá
la acción compartida que pueda acordarse, respetando la libertad
de intervenir de cada uno.
ATTAC se organiza para coordinar,
relacionar y reforzar lo mejor posible la interacción de todos los
asociados que -desde cualquier país o lugar- se reconozcan en su
Movimiento. Y desea también estrechar la cooperación con
los demás colectivos cuyas actividades converjan con la suya, como
ya sucedió durante la movilización desarrollada a finales
de 1999 en Seattle contra la ‘Ronda del Milenio’.
Por todo lo anterior, hacemos
igualmente nuestros los objetivos de la Plataforma internacional de
ATTAC. Y con ese fin nos proponemos participar o cooperar con el resto
de la Asociación para debatir en común, producir y difundir
análisis, actuando conjuntamente tanto dentro de cada uno de
nuestros respectivos países como a niveles más globales.
Estas actividades tendrán inicialmente como guía:
- poner trabas a la desmesurada
especulación financiera en el ámbito internacional,
- sancionar la opacidad impune
ofrecida hoy, para cualquier tipo de negocios y de modo ilimitado,
por los ”paraísos fiscales”,
- impedir que se lleve a término
una generalización del mecanismo actual de los Fondos de Pensiones,
- promover la transparencia
de la inversión exterior en los países económicamente
dependientes,
- establecer un marco legal
para las operaciones bancarias de crédito o financiación,
con objeto de no permitir que se siga penalizando a los ciudadanos
o consumidores necesitados de recurrir a las mismas,
- apoyar la reivindicación
general de la abolición de la Deuda externa acumulada por los
países más depauperados y -en justo pago de las deudas
social y ecológica- el uso de los recursos que se liberen para
favorecer a su población con un desarrollo sostenible.
En definitiva, queremos convocar a cuantos
deseen sumarse -igual que lo están haciendo miles de personas
por todo el mundo, participando con múltiples redes y grupos
de información, estudio o debate en campañas de ámbito
tanto local como estatal o internacional- e incorporarse a las acciones
cívicas que promoveremos desde esta Plataforma de ATTAC en Madrid.
La movilización ciudadana planteada nos proponemos asumirla con
toda la energía de la que seamos capaces para que el impacto
sea más efectivo, sin permitir que caiga en el vacío la voz de nuestra denuncia social.
Este llamamiento se inscribe dentro
del espíritu de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos proclamada por la ONU en 1948, que reafirma incluso la legitimidad
del “supremo recurso a rebelarse contra la opresión”, ya que la
ciudadanía tiene hoy tanto el derecho como todo un deber ético
para ejercitar su resistencia contra la dictadura de los mercados.
Se trata, sencillamente,
de reapropiarnos juntos el porvenir de nuestro mundo.
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