El
marxismo como pedagogía de la pregunta |
Comunicación
al Seminario de inauguración de la Escuela Nacional Florestan
Fernandes del Movimiento Sin Tierra (MST)
Néstor Kohan
Elogio del estudio
¡Estudia lo elemental! Para aquellos
cuya hora llegó
¡Nunca es demasiado tarde!
¡Estudia el «ABC»! No basta, ¡pero
estúdialo! ¡No te canses!
¡Empieza! ¡Es preciso saberlo todo!
¡Tú tienes que gobernar!
¡Estudia, hombre en el asilo!
¡Estudia, hombre en la cárcel!
¡Estudia, mujer en la cocina!
Anciano, ¡Estudia!
¡Tú tienes que gobernar!
No tienes casa, ¡ve a la escuela!
Muerto de frío, ¡adquiere conocimiento!
Tienes hambre, empuña un libro: ¡Es un arma!
¡Tú tienes que gobernar!
¡No tengas vergüenza de preguntar, compañero!
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
El que no sabe por cuenta propia,
no sabe.
Controla tú la cuenta,
que la tienes que pagar.
Apunta con tu dedo sobre cada tema
y pregunta: «¿qué es esto?»
¡Tú tienes que gobernar!
Bertolt Brecht
Ejemplo de lucha y hermandad latinoamericana
No queremos comenzar nuestra comunicación sin agradecer
sinceramente la invitación de los compañeros y compañeras
del Movimiento Sin Tierra (MST) a participar del Seminario de inauguración
de la Escuela Nacional Florestan Fernandes.
No obstante constituir uno de los movimientos sociales de lucha
y resistencia más importantes y numerosos de todo el continente,
los hermanos y hermanas del MST han tenido la generosidad y la humildad
de invitar a compañeros de otros lugares, con experiencias
mucho más pequeñas y restringidas de formación
política. También en esa humildad, en esa ausencia
de mezquindades y sectarismos, el MST constituye un claro ejemplo
a imitar para las luchas actuales de nuestra América.
Para nosotros constituye un inmenso orgullo y un auténtico
honor esta invitación y por eso la agradecemos desde el corazón.
Marco de nuestra experiencia
Las opiniones y reflexiones que expondremos a continuación,
aunque son personales, se basan en una triple experiencia colectiva.
En primer lugar, la desarrollada en la Cátedra de Formación
Política Ernesto Che Guevara (que coordinamos junto con Claudia
Korol y un equipo de compañeros docentes), al interior de
la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (UPMPM).
Las Cátedras Che Guevara nacieron en Argentina en el año
1997, al cumplirse treinta años del asesinato del Che. Ayudados
y asesorados por el Centro Che Guevara de la Habana, en aquel año
proliferaron numerosas cátedras libres por todo nuestro país.
Hemos participado en varias de ellas.
En aquel 1997, tanto Claudia Korol como nosotros estuvimos en experiencias
distintas, pero a pesar de todo siempre con el mismo objetivo: contribuir
a la recuperación del pensamiento del Che Guevara como parte
de la recreación de la cultura antiimperialista y anticapitalista
en nuestra sociedad. Eran los tiempos del neoliberalismo salvaje.
Los años nefastos de Carlos Saúl Menem, las privatizaciones
y la política de mano dura contra el movimiento popular.
Pasó el año 1997. Muchas de esas cátedras
fueron perdiendo vitalidad o directamente desaparecieron. Haciendo
un balance posterior de aquellas primeras experiencias, creemos
que fueron muy valiosas, sobre todo porque dieron los primeros pasos
en una época donde el neoliberalismo —al menos en Argentina—
parecía eterno. Pero también tuvieron limitaciones.
La principal consistía en que muchas de esas experiencias
no lograban sedimentar a lo largo de un año un saber colectivo.
Desfilaban los exponentes —muchos famosos o célebres,
siempre apellidos con prestigio— pero algunas veces sin un
claro hilo conductor. Se corría el riesgo de concitar la
atención de un público numeroso pero sin vinculación
orgánica con los movimientos sociales y sin la necesaria
construcción de un saber colectivo que sirviera a largo plazo
como herramienta de lucha. Por momentos, en alguna de aquellas experiencias,
se tocaban los límites peligrosos del “espectáculo”.
Es decir, que los asistentes concurrían a una palestra donde
pasivamente escuchaban a los expositores como quien asiste a una
función cinematográfica o teatral. A pesar de esa
limitación, la experiencia fue útil y productiva.
Años más tarde, ya en el seno de la Universidad Popular,
nos encontramos con Claudia y decidimos volver a persistir con nuestra
terquedad. Creíamos —creemos, seguiremos creyendo—
que el Che no pasa de moda. No podemos cambiar nuestra identidad
político-cultural como quien se cambia un pantalón,
un peinado o una camisa porque “ya no se usan” o “ya
no está a la moda”. Es por eso que, aún viniendo
de diversas experiencias, logramos construir un criterio común
y así nació la Cátedra Libre Che Guevara, luego
transformada en Cátedra de Formación Política.
Desde que la fundamos la cátedra fue anual y contó
con encuentros periódicos semanales.
Durante el primer año de desarrollo nos centramos básicamente
en el pensamiento del Che, partiendo de su biografía y su
testamento político —el célebre “Mensaje
a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental—,
pasando por sus estudios de economía política y filosofía
hasta llegar a la historia latinoamericana de diversas generaciones
de guevaristas que intentaron continuar con su ejemplo.
Durante el segundo año decimos ir por un proyecto todavía
más ambicioso. Nos propusimos exceder la figura del Che y
tratar de profundizar en el pensamiento que nutrió la vida,
los valores y los proyectos más queridos de Guevara: el marxismo.
A partir de una iniciativa conjunta con los hermanos y compañeros
del Centro de Educación Popular CEPIS de Brasil elaboramos
una guía de Introducción al pensamiento marxista.
Y con ese instrumento comenzamos a trabajar con diversos movimientos
sociales y con militancia de numerosos partidos políticos.
En este marco específico, a lo largo de los últimos
años, han transitado por nuestras clases numerosas compañeras
y compañeros. Muchos militantes independientes (sin pertenencia
orgánica) así como también organizados (miembros
de diversas corrientes sociales y políticas). Entre otros:
del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), del Movimiento Territorial
Liberación (MTL), del Movimiento de Trabajadores Desocupados
Aníbal Verón (MTD-A.Verón), del Movimiento
Sin Trabajo (MST), del Partido Comunista (PC), del Movimiento al
Socialismo (MAS), del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Santucho
(PRT-Santucho), del Partido de Liberación (PL), del Partido
de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), de HIJOS e H.I.J.O.S.
(las dos corrientes del movimiento de hijos de desaparecidos), de
la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón
(CTD-A.Verón), del Movimiento Patriótico Revolucionario
Quebracho (MPR-Quebracho), de la Coordinadora Febrero Boliviano
(integrada por compañeros bolivianos residentes en Argentina),
entre otros.
La segunda experiencia colectiva en la que basamos nuestro balance
y nuestras opiniones personales es la conformada por diversos encuentros
de formación política realizados directamente con
los propios movimientos sociales. Particularmente con sus equipos
de formación. Encuentros que fueron y son llevados a cabo
en forma totalmente independiente de la Universidad Popular. Esos
encuentros se desarrollaron y se desarrollan principalmente con
el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), Barriadas del Sur,
Movimiento Teresa Rodríguez “La dignidad” (MTR-La
dignidad), Movimiento de Trabajadores Desocupados de Claypole (MTD-Claypole),
UTP (Unión de Trabajadores Piqueteros) y el Movimiento de
Trabajadores Desocupados de la Matanza (MTD-Matanza). En estos encuentros,
los contenidos son más variados. Abarcan desde el pensamiento
del Che Guevara y la Introducción al pensamiento marxista
hasta cursos sobre el pensamiento de Antonio Gramsci y la teoría
de la hegemonía.
La tercera experiencia en la que nos basamos es el Seminario anual
de estudio de El Capital y de otros textos metodológicos
de Carlos Marx (que coordinamos con otro equipo docente), desarrollado
ininterrumpidamente desde hace cinco años en el marco de
la Universidad Popular. Por este seminario permanente, que funciona
en forma paralela a la Cátedra Che Guevara (y que cuenta
habitualmente con un público más reducido que esta
última), también han pasado durante estos años
militantes políticos de varios de los movimientos y partidos
anteriormente enumerados.
Nivel de las experiencias de formación
Aunque en el Seminario sobre El Capital participan compañeros
con un grado de formación política previa, en la mayoría
de las actividades de la Cátedra Che Guevara el público
al que está dirigido el estudio es la militancia de base.
Creemos que allí se juega hoy en día el futuro del
movimiento popular en la Argentina. En la sólida formación
de los militantes que en los barrios, las fábricas, las escuelas
y las universidades construyen redes sociales y desarrollan una
actividad cotidiana contra el sistema capitalista. A esos compañeros
y compañeras apuntamos. A ese público está
dirigida fundamentalmente la Introducción al pensamiento
marxista.
Nuestra propuesta de trabajo pedagógico
Al intentar batallar contra la cultura dominante y contra las huellas
que deja impregnadas en nuestro sentido común, nos esforzamos
por poner en discusión uno de los prejuicios más peligrosos
que nos impiden crecer. Un prejuicio que ha sido sistemáticamente
inoculado por el sistema y sus ideólogos en el seno de nuestro
campo. Un prejuicio que podría sintetizarse de la siguiente
manera: “el pueblo no necesita teoría, la teoría
surge sola de la marcha cotidiana. Hay que caminar y... después
se verá...”.
Por supuesto que no hay —ni debe haber— teorías
autosuficientes. Es la clase trabajadora como sujeto colectivo quien
debe apropiarse de toda la historia cultural de la humanidad. Y
de los saberes producidos y las teorías acumuladas por las
generaciones que nos antecedieron. Es cierto.
Pero al mismo tiempo también es verdad que no podemos —ni
debemos— partir de cero. Como si antes que nosotros naciéramos
nadie hubiera luchado, nadie hubiera pensado, nadie hubiera militado
para cambiar el mundo.
Producto de la abnegación personal, la lealtad inquebrantable
a los principios éticos y el sacrificio de muchas generaciones,
de sus manos y sus cerebros, de sus cabezas y sus corazones, de
sus luchas y sus sueños más entrañables, se
han ido consolidando a lo largo de la historia diversas enseñanzas
políticas. Sobre la base de esa lucha milenaria, los trabajadores
y los intelectuales revolucionarios, juntos y unidos, han elaborado
una serie de saberes colectivos acerca de la sociedad humana. Muchos
de esos saberes son hoy conocidos con un término —nacido
del apellido de un individuo que mucho aportó en este terreno—
que los resume y los sintetiza: “marxismo”. Una palabra
ardiente y rebelde que en Argentina fue durante muchísimos
años totalmente prohibida. Es más, los militares genocidas
de 1976 cegaron la vida de miles y miles de jóvenes en nombre
de la lucha contra el “demonio marxista”.
Nosotros creemos sinceramente que todas esas enseñanzas
de lucha y redención social, de sueños y proyectos
de libertad, sedimentadas en el marxismo a lo largo de tantas generaciones
en todo el mundo, no pueden despilfarrarse. Sería una tremenda
pena desperdiciar tanto esfuerzo, tanta decisión, tanta valentía
y volver a comenzar de cero. Debemos apropiarnos del legado de los
que nos antecedieron. Por supuesto que con beneficio de inventario.
Con un criterio selectivo. A partir del pensamiento crítico.
Sin dogmas, verdades reveladas ni falsos altares. Pero debemos apropiarnos
de esos saberes.
Para ello intentamos elaborar, desde la Cátedra Che Guevara
y junto con los hermanos y hermanas del CEPIS, la ya mencionada
Introducción al pensamiento marxista y otros libros y materiales
vinculados a esta tradición de pensamiento. Como un instrumento
pedagógico para abrir un campo de estudio colectivo en el
seno de los diversos movimientos sociales y la militancia popular.
Sobre la base de esta herramienta desarrollamos la experiencia de
formación política.
Además de haber trabajado en común con los compañeros
del CEPIS de Brasil, hemos consultado y discutido los contenidos
de esta Introducción con diversos movimientos sociales que
nos acercaron sus necesidades, opiniones y sugerencias.
Inicialmente, el texto circuló impreso en forma artesanal,
tanto en la Cátedra Che Guevara como en diversos círculos
de militantes, seminarios y cátedras de otras ciudades del
país. A partir de esa demanda del material, consideramos
oportuno reunir en un mismo volumen la Guía y parte de la
bibliografía para facilitar la tarea.
Los manuales de marxismo
¿Por qué elaborar una nueva Introducción al
pensamiento marxista si ya existen numerosos manuales de marxismo?
Por diversas razones.
En primer lugar, la mayoría de estos manuales está
estructurada a partir de una visión economicista del marxismo.
El economicismo constituye una caricatura del marxismo. Una reducción
extrema de las tesis de Marx, al punto que lo convierten, simplemente,
en “un teórico de la economía”. Esto significa
que, en todos estos manuales, la economía aparece separada
y divorciada de la política (como si tuvieran existencia
autónoma, como si fueran fetiches con vida propia). Y ambas
—economía y política—, como si existieran
al margen de la ideología, la cultura, la filosofía
y el sentido común.
Por eso los manuales tradicionales de marxismo se editaban, habitualmente,
del siguiente modo: Manual de economía marxista; Manual de
filosofía marxista (bajo el título de Manual de materialismo
dialéctico); Manual de sociología o teoría
política marxista (que llevaba por título Manual de
materialismo histórico). Como si estos “rubros”
y “parcelas” del saber no formaran parte de una misma
concepción unitaria de la sociedad y la historia.
En estos manuales, el marxismo se convierte en una “teoría
de los FACTORES”. Es decir, que según la versión
que los manuales intentan divulgar y difundir, para el marxismo,
la sociedad sería algo así como una sumatoria:
[Factor económico + Factor político + Factor ideológico].
Marx habría descubierto el primer “factor”, el
económico. Habría que completarlo, supuestamente,
con los factores restantes…
Esta visión, deformada y vulgar, constituye una simplificación
absoluta del pensamiento revolucionario. Una simplificación,
no porque explique este pensamiento en términos fáciles,
comprensibles y accesibles a todos (lo cual sería muy bueno…),
sino una simplificación porque lo deforma, lo mutila, lo
segmenta, lo fractura y, finalmente, lo termina transformando en
algo completamente inútil para pensar y actuar contra el
capitalismo.
En segundo lugar, consideramos que esos manuales incurren en un
mismo vicio de origen. No obstante haber sido confeccionados para
divulgar el marxismo en las masas populares y haber cumplido esa
función en determinado momento de la historia, todos estos
manuales, sin excepción, en sus múltiples variantes
(los stalinistas de la Academia de Ciencias de la URSS o del PC
francés, los trotskistas del SWP norteamericano [Partido
Socialista de los Trabajadores de EEUU] o aquellos que traducen
al español los esquemas y recetas de Louis Althusser), parten
de una misma concepción pedagógica.
En ella existe una rígida jerarquía entre “el
que sabe” y “el que no sabe”. Entre aquel que,
supuestamente, vuela velozmente por las altas cumbres de “la
ciencia” y aquel otro que camina lentamente por el subsuelo
ideológico del sentido común. A través del
manual, el primero le “transmite” al segundo la doctrina
y el sistema. En lugar de socializar el saber disminuyendo y tendiendo
a disolver las jerarquías simbólicas y culturales,
estos manuales terminan reproduciéndolas, en una nueva escala
y con lenguaje “progresista”.
Sólo podría escaparse a esta reproducción
de las jerarquías si el manual incluyera, de manera central
y necesaria, una remisión a la experiencia vital y subjetiva
del lector y la lectora, en lugar de presentarle las definiciones
descontextualizadas y ordenadas al margen de la propia historia.
De esta manera permitiría que quien se inicia en el estudio
del marxismo pueda construir su propia aproximación a la
teoría, a partir de sus propias necesidades.
Al presentar ya “cocinadas” las respuestas, previamente
elaboradas por los autores del manual sin la participación
activa del sujeto que lee, estudia y pretende (auto)formarse, el
manual reproduce entonces esa jerarquía implícita.
El lector debe aceptar que lo conduzcan de la mano, pasivamente,
hacia la revelación de “La Verdad”.
Además, en ellos el saber no se concibe como una aventura
abierta y en construcción sino como un círculo ya
cerrado de antemano. En el manual todo está resuelto. El
marxismo, nos previenen, ya solucionó todo. El marxismo,
nos inculcan, tiene todas las respuestas acabadas. El marxismo,
nos gritan, constituye una doctrina clausurada, terminada y férreamente
circular. Un Sistema (con mayúsculas). Sólo nos resta
repetirla, memorizarla y “aplicarla”.
Todas esas experiencias pedagógicas parten de respuestas
preconcebidas en lugar de presentar preguntas e interrogantes abiertos.
Cuando aparecen preguntas, si es que aparecen, lo cual es más
bien raro, son sólo de repaso o de “aplicación
de las definiciones aprendidas”. Su pedagogía es una
pedagogía de la repetición, no de la pregunta ni de
la interrogación.
El Che sobre los manuales
El Che Guevara, en una carta de 1965 a Armando Hart Dávalos,
caracteriza a esos manuales, sencillamente, como “ladrillos”.
El Che afirma que estos textos “tienen el inconveniente de
no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú
debes digerir. Como método, es lo más antimarxista,
pero además suelen ser muy malos”. Más tarde,
el Che evalúa en el mismo sentido el manual de M.M.Rosental
y M.Straks Categorías del materialismo dialéctico
(típico manual de la corriente soviética). Lo caracteriza,
sin mayores trámites, como “un manual incompleto, lleno
de dogmatismo”. Refiriéndose a ese dogmatismo cerrado,
el Che sostiene que para aquella cultura política, en la
que se basaban estas experiencias pedagógicas de divulgación,
“el Manual era una Biblia –ya que por desgracia la Biblia
no es El Capital sino el Manual-”. De este modo, Guevara sintetiza
la incomprensible reverencia con que el marxismo oficial en los
países del Este europeo trataba a aquellos experimentos pedagógicos.
En esos “ladrillos” —que por lo general disputan
entre sí y a los codazos para ver cuál es el más
ortodoxo— la teoría ya viene masticada. Sólo
hace falta tragarla, si es que uno se anima a hacerlo (ejercicio
que no siempre es grato).
¿Marxismo sin historia?
En su mayoría, esas propuestas de divulgación marxista
responden al modelo cultural y pedagógico consolidado en
la Unión Soviética durante los años ’30
(aún cuando en algunas de ellas se cuestiona discursivamente
al stalinismo). Al hacer completa abstracción de las coordenadas
históricas del lector o la lectora, nunca se parte de la
sociedad en que se vive y que se pretende cambiar. El sujeto que
lee y estudia y el objeto a estudiar no están vinculados
entre sí. Están escindidos y radicalmente separados.
No hay interacción alguna entre sujeto y objeto, no hay dialéctica.
Hay un divorcio absoluto entre lo que se lee y lo que se vive en
la vida cotidiana. En el mejor de los casos, algunos de estos manuales
invitan al lector a realizar un esfuerzo por encontrarle “aplicación”
a las definiciones que se formularon previamente. Esto sucede, precisamente,
porque se estudia y se repiten fórmulas, definiciones y citas
al margen de la sociedad histórica en la cual se vive.
No es casual que en el contenido de todos esos manuales no se encuentre
referencia alguna a la historia de América Latina (las culturas
de los pueblos originarios, el aplastamiento realizado por la Conquista
europea, las masacres, los genocidios periódicos, el neocolonialismo,
las recurrentes dictaduras militares, los desaparecidos, las “democracias”
contrainsurgentes, etc.).
En la bibliografía de esos manuales tampoco pueden hallarse
textos producidos por revolucionarios y marxistas latinoamericanos.
¿No existen? ¿Nadie produjo en nuestras tierras algo
que valga la pena ser leído? ¿Nadie pensó algo
digno de estudiarse?
En esos manuales sólo se hace referencia a la historia europea,
aparentemente la única que posee “dignidad” para
convertirse en objeto de estudio teórico. Únicamente
se leen o se citan a sus “clásicos”… (pues
se atribuye el carácter “clásico”, exclusivamente,
a los revolucionarios y pensadores europeos, ya sea que pertenezcan
a las revoluciones burguesas de los siglos XVI, XVII y XVIII o a
las revoluciones proletarias de los siglos XIX y XX).
Por todo esto, cuando decidimos encarar esta tarea de formación
política, nos resultó imprescindible tratar de abordar
el desafío desde otro ángulo.
No somos autosuficientes. No pretendemos descubrir (por enésima
vez) la pólvora. Como ya señalamos, antes que nosotros,
varias generaciones han reflexionado sobre sus experiencias y las
han sedimentado en determinados saberes teóricos colectivos,
entre los cuales el pensamiento marxista constituye uno de los fundamentales.
El mismo Che Guevara señala que “hay una cuestión
que tenemos que entender, nosotros no podemos ser hijos de la práctica
absoluta, hay una teoría; que nosotros tengamos algunas fallas,
algunos motivos de discusión de algunos aspectos de la teoría,
bueno, pues perfecto, para poder hacer eso hay que conocer aunque
sea un poquito de teoría, ahora inventar la teoría
totalmente a base de la acción; solamente eso, es un disparate,
con eso no se llega a nada y hay una teoría elaborada por
gente que han tenido una capacidad realmente asombrosa, porque la
capacidad que tuvo Marx para desentrañar las relaciones de
producción es algo realmente admirable, casi inconcebible
en aquella época; y la capacidad de Lenin para sistematizar
todo eso, para llevarlo a la práctica, es algo también
de una altura enorme”.
A partir de esa reflexión del Che y, sobre todo, a partir
de nuestra propia reflexión y nuestra propia experiencia
de formación política, las nuevas generaciones seguimos
considerando útil y necesario formarnos en esta tradición
de pensamiento revolucionario. Pero ya es hora de ir abandonando
el pesado lastre del dogmatismo y el eurocentrismo, ambos cristalizados
en los viejos manuales.
Creemos, por ello mismo, que Carlos Marx, Ernesto Che Guevara y
Paulo Freire pueden y deben darse hoy la mano, en América
Latina y en el mundo. Para que el marxismo sea una herramienta eficaz
en la lucha contra el sistema capitalista, en lugar de un peso muerto
que hay que cargar en la espalda por temor a la ortodoxia. Para
que nos permita pensar la sociedad latinoamericana y su dolorosa
historia, en lugar de ocultarla y negarla con argumentos supuestamente
“progresistas”. Para que nos facilite la tarea, en lugar
de obstaculizarla. Para que nos permita comprender la necesidad
de unir al campo revolucionario anticapitalista y antimperialista,
en lugar de generar divisiones artificiales, narcisistas, estériles
e incomprensibles. Para que nos ayude a radicalizarnos cada vez
más, en lugar de moderarnos y hacernos paulatinamente más
“realistas” e institucionales. Para que nos permita
hacer observables nuestras falencias y debilidades colectivas, en
lugar de cegarnos y volvernos cada vez más sordos. En suma,
para que nos invite a formular nuevas preguntas, en lugar de clausurar
los debates.
Qué entendemos por “pensamiento marxista”
Hemos titulado nuestra propuesta pedagógica Introducción
al pensamiento marxista. Pues bien, ¿qué entendemos
por “pensamiento marxista”? Entendemos el pensamiento
marxista como una nueva concepción del mundo y de la vida,
como filosofía de la praxis, como teoría crítica
de la sociedad capitalista, como concepción materialista
de la historia y como una nueva ética revolucionaria basada
en la creación de hombres y mujeres nuevos. Creemos que el
pensamiento marxista debe tener como máxima aspiración
la emancipación humana y la superación de la alienación.
En nuestra propuesta de formación política concebimos
el marxismo, básicamente, como una filosofía de la
revolución. Todas sus teorías, todas sus preguntas
y todas sus hipótesis podrían resumirse en la siguiente
tesis: ¡rebelarse contra la injusticia es legítimo!.
No sólo es un derecho. ¡Es un deber!. Esa es nuestra
razón de ser, nuestro “principio fundamental”,
inclaudicable, innegociable, un punto de partida que, pase lo que
pase, jamás aceptaremos abandonar.
Pero esa sola tesis no nos alcanza. Muchos otros interrogantes
quedan abiertos. La formación política debería
apuntar a abrir el horizonte de preguntas y ayudar al nacimiento
de esos interrogantes en la militancia popular.
Objetivos de la formación
Como alguna vez dijo Fidel Castro “no nos interesa formar
fanáticos sino hombres y mujeres cultos y libres”.
Concebimos a la cultura no como una acumulación mecánica
de datos e informaciones inconexas, vacías de sentido, sino
como una dimensión profundamente liberadora de la actividad
humana. Una dimensión libertaria y rebelde que nos sirve
para enfrentar este medio social que nos explota y nos mercantiliza,
que nos oprime y nos humilla.
Sí, hombres y mujeres cultos y libres. Militantes con valores,
con convicciones firmes, con voluntad y fundamentalmente con decisión
de llevar nuestros objetivos a la práctica.
No hay mejor manera de ayudar a que se desarrollen los valores
socialistas en el seno del campo popular que la difícil pero
apasionante conjugación de valores, convicciones firmes y
pensamiento crítico. Nuestro gran objetivo apunta a amalgamar
la ética y la racionalidad, el entusiasmo militante y el
estudio sistemático, la fe en la revolución, la teoría
revolucionaria y la práctica política. Lo decimos
abiertamente. Nos proponemos ayudar a la (auto)formación
de militantes comprometidos, con la cabeza y el corazón,
con el pensamiento crítico y las entrañas, en la lucha
popular por la revolución socialista en cada uno de nuestros
países y a nivel mundial.
La formación política y el estudio teórico
deben encararse en forma rigurosa y sistemática. Es una tarea
a largo plazo. Pero no los concebimos como un fin en sí mismo,
sino en función de contribuir a las luchas colectivas de
nuestro pueblo.
Pedagogía de la pregunta, sentido común y
conciencia socialista
No somos escépticos ni relativistas. No nos da lo mismo
cualquier cosa. Tenemos algunas certezas básicas. Suscribimos
determinados puntos de vista y algunos principios fundamentales
que no sometemos a “negociación” ni a transacción
alguna. Creemos que el capitalismo constituye un sistema social
de dominación completamente injusto, perverso, inhumano,
explotador, destructor de la naturaleza, jerárquico, patriarcal
y excluyente. Necesitamos una alternativa para luchar contra y superar
al capitalismo. Creemos que esa alternativa, no sólo en Argentina
o en Brasil, ni siquiera en América Latina, sino en todo
el mundo debe ser el socialismo.
Pero sobre esa base de principios innegociables tenemos muchísimos
interrogantes abiertos. Un universo infinito de preguntas —cuanto
más avanzamos en el conocimiento nos damos cuenta de que
sabemos menos— se abren ante nosotros y nosotras. No son preguntas
“de repaso”. No son preguntas “para memorizar
las definiciones aprendidas”. No son preguntas retóricas.
Son preguntas abiertas.
Nuestra propuesta de guía de estudios para comenzar a recorrer
juntos una introducción al pensamiento marxista intenta incorporar
tan sólo un pequeño segmento significativo de esas
innumerables preguntas. Las respuestas, que seguramente surgirán
del diálogo y el estudio en grupos, deberán ser colectivas.
Seguramente habrá respuestas. Nuestras dudas e interrogantes
tampoco constituyen un fin en sí mismo. No cultivamos el
escepticismo. Son dudas e interrogantes metódicos, imprescindibles
para evitar todo dogma y poder avanzar en la construcción
colectiva del pensamiento social crítico.
Pero esas respuestas no saldrán de la galera de ningún
mago, sino de la práctica política de los movimientos
sociales y la militancia popular. Es en el seno de los movimientos
sociales donde deberemos abordar, colectivamente, la resolución
de esos desafíos. Ya nadie, en su sano juicio, puede atribuirse
la propiedad absoluta de la verdad única y revelada. Como
lúcidamente enseñaba Lenin, la conciencia socialista
se construye desde afuera de la lucha económica pero desde
adentro de los movimientos sociales. Las vanguardias (es decir aquellos
que son ejemplo en la lucha, sin los cuales los sectores populares
jamás podrían triunfar sobre la hegemonía de
enemigos tan poderosos) deberán ser vanguardias dentro del
movimiento de masas, no fuera de ellos. Y la conciencia socialista
deberá construirse dentro de esos movimientos de masas. La
formación política es el instrumental político-pedagógico
destinado a construir colectivamente esa conciencia anticapitalista
y antiimperialista, más allá de las meras reivindicaciones
económicas, pero siempre dentro del movimiento social.
La discusión de fondo, específicamente pedagógica
pero por eso mismo totalmente política, gira en torno a las
reflexiones de Lenin sobre el difícil vínculo entre
espontaneidad y dirección conciente; y a las reflexiones
de Gramsci sobre saber popular, sentido común, filosofía
de la praxis y teoría científica. En definitiva, se
trata de repensar el nexo y la vinculación de aquello que
las y los militantes traen consigo a los cursos de formación
política y aquello a lo que aspiramos que cada uno se lleve
consigo —para multiplicar y potenciar la militancia—
cuando estos cursos terminan.
Conocimiento y ética, racionalidad y mística
Para reforzar la confianza en la lucha popular, la certeza de la
posibilidad de triunfar, la necesidad de organizarse y la impostergable
tarea de unidad revolucionaria contra el sistema la teoría
crítica sola no alcanza. Hay que acompañarla de mística
y entusiasmo. El conocimiento aislado, sin el orgullo y la autoestima
de participar en la lucha, no resulta suficiente. Hay que conocer
con la cabeza pero también con el corazón.
Precisamente por eso en nuestra experiencia de formación
apelamos a la pedagogía del ejemplo del Che Guevara. En su
vida y su pensamiento político se amalgamaron todas las lecturas
necesarias del marxismo, todo el estudio teórico de los clásicos,
incluido el estudio colectivo durante años de El Capital
(la obra principal y la más difícil de Marx), junto
con la importancia de la moral, de los valores y del ejemplo cotidiano.
Ya hemos tenido, en Argentina y en Brasil, buenos ejemplos de conocedores
del marxismo que han puesto su saber y su erudición al servicio
de los poderosos. Juan Carlos Portantiero, en el caso argentino,
y Fernando H. Cardoso, en el caso brasileño, constituyen
dos ejemplos paradigmáticos de ciencia social sin ética,
de saber erudito sin valores, de acumulación de teorías
académicas sin compromiso.
Seguramente la dificultad para acompañar la concientización
con las emociones y la mística ha sido una de nuestras mayores
debilidades y desafíos pendientes en la formación
política en Argentina. Es probable que haya sido nuestra
mayor falencia.
Primer balance, dificultades y desafíos políticos
de alcance general
A la hora de ensayar un primer balance de lo realizado hasta aquí,
una de las dificultades mayores con que nos hemos tropezado ha sido
el tremendo sectarismo, el recelo y la desconfianza mutua que reina
entre varios movimientos sociales de Argentina y entre muchos compañeros.
Este ha sido un obstáculo mayor, de alcance general.
En ese sentido, la Cátedra Che Guevara intentó contribuir
a crear un espacio pluralista de encuentro, de diálogo, de
estudio, de debate y de formación colectiva donde se pudieran
cruzar diversas miradas y enfoques del movimiento popular argentino.
Ese espacio permitió encontrar puntos en común entre
diversos movimientos, imposibles de debatir por separado, en los
encuentros de formación con cada una de las corrientes.
Otras dificultades (subsidiarias pero no menos importantes) con
que nos hemos encontrado en la práctica de formación
han sido:
(a) La debilidad política que se deriva de una falta de
preparación teórica en la militancia de base.
(b) Los prejuicios contra el estudio y la teoría política,
originados ya sea en el populismo nacionalista (para aquellas vertientes
sociales que se originan en el peronismo) o en el obrerismo extremo
(para las que provienen del marxismo clásico).
(c) El culto a la espontaneidad y a derivar toda estrategia exclusivamente
de la marcha del “día a día”.
(d) El rechazo (muchas veces justificado) del viejo dogmatismo,
que sin embargo se transforma habitualmente en un rechazo a secas
de cualquier referencia al marxismo.
(e) La pérdida del hilo histórico y de la memoria
histórica que impiden reconstruir la historia de las rebeldías
y rebeliones anteriores a la de nuestra generación provocando,
de esta manera, el desconocimiento de experiencias militantes del
pasado.
Desafíos específicamente pedagógicos
Entre los desafíos específicamente pedagógicos
que deberán ser encarados en las próximas fases de
la formación política se encuentran los siguientes:
(a) Superar la pesada herencia europeísta de los manuales
de divulgación marxista, estructurados a partir de experiencias
exclusivamente europeas (principalmente provenientes de la URSS
y sus Academias de Ciencias, pero también de otras corrientes
políticas).
(b) Incluir y desarrollar la reflexión sobre los propios
sujetos en lucha.
(c) Estructurar los contenidos de estudio a partir de la propia
historia latinoamericana. La lógica de investigación
no puede prescindir de la propia historia a riesgo de caer —una
vez más— en un decálogo de fórmulas metafísicas,
sin tiempo, sin espacio y sin sujeto.
(d) Incorporar al estudio textos producidos por marxistas latinoamericanos
(principalmente de Ernesto Che Guevara, pero también de José
Carlos Mariátegui, Aníbal Ponce, Julio Antonio Mella,
Roque Dalton, Carlos Fonseca, Camilo Torres, Miguel Enríquez,
Mario Roberto Santucho, Silvio Frondizi, Fidel Castro, Gustavo Gutiérrez,
Ruy Mauro Marini, Carlos Marighella, Caio Prado Junior, Florestan
Fernandes, Paulo Freire, Pablo González Casanova, Agustín
Cueva, Sergio Bagú, Adolfo Sánchez Vázquez,
entre muchísimos otros), regularmente desconocidos y ausentes
en los manuales y cursos elaborados a partir de experiencias exclusivamente
europeas.
(e) Investigar e incorporar textos de lectura producidos por militantes
revolucionarias de nuestro continente, habitualmente negadas, silenciadas
o directamente no editadas.
(f) Evitar el modelo vertical donde se trata de “volcar información”
sobre compañeros que supuestamente “no saben nada”
y necesitan ser conducidos hacia “la verdad” revelada.
(Un buen recurso para evitar ese modelo vertical consiste en presentar
preguntas para el debate colectivo, pero no preguntas de repaso
donde habría que repetir las definiciones inculcadas, sino
preguntas abiertas que sirvan como disparador en la elaboración
de categorías y análisis políticos).
(g) Lograr el difícil equilibrio entre participación
popular y profundidad conceptual, evitando tanto el academicismo
como el “basismo” populista.
(h) Rescatar, junto al proceso de concientización, la importancia
fundamental de las emociones y la mística, sin las cuales
no se puede construir ni consolidar la identidad colectiva de quienes
luchan.
La pedagogía del Che como elemento de convergencia
Aunque la formación política que intentamos desarrollar
no se limita exclusivamente a Guevara, creemos que en el Che se
expresan nuestros máximos sueños y aspiraciones. El
pensamiento marxista del Che constituye una síntesis de la
extensa historia antimperialista de nuestra América y lo
mejor del marxismo heterodoxo europeo. Unidos, ambas tradiciones,
por un punto de vista humanista y radical.
Pero su utilidad y actualidad no se agota en esas fuentes ideológicas.
Además, la pedagogía del ejemplo y la ética
socialista del Che nos sirve para superar la dispersión,
como instancia de unidad revolucionaria donde encontrarnos todas
y todos aquellos que enfrentamos al sistema de dominación
e intentamos formarnos políticamente contra la hegemonía
del poder. Su mensaje de lucha, esperanza y rebeldía organizada
nos reclama abandonar las desconfianzas, los recelos y los absurdos
sectarismos entre quienes militamos por uno de los ideales más
nobles que ha conocido la humanidad: la causa de la revolución
mundial y el socialismo.

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