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Capital
Humano. Concepto e instrumentación |
Rafael Alhama Belamaric
La gestión y la teoría de las organizaciones están
enfrentando un verdadero cambio paradigmático, forzado por
cambios trascendentes en el contexto en que deben sobrevivir y desarrollarse
las organizaciones (Kuhn, S. T. 1967).
Esto ha sido expresado hace cuatro décadas. Nuestro contexto
es doblemente retador; por el mundo en que vivimos y por la sociedad
que debemos transformar. El modelo racionalista lineal ya no es
capaz de dar respuesta a las complejidades crecientes del factor
humano dentro de las organizaciones, y a los cambios sociolaborales
que deben producirse y desarrollarse dentro de las organizaciones.
Sin embargo, pocos, muy pocos de los modelos y de las ideas que
se expanden en el último decenio en el mundo, abogan por
rescatar, o mejor dicho, ubicar realmente en el lugar que le corresponde
en las teorías organizacionales y los modelos de gestión
empresarial, a la persona; no la persona abstracta, sino sus necesidades
sociales y psicológicas. ¿Será por eso que
la mayoría de las experiencias y prácticas son efímeras,
o no llevan a los resultados esperados?
Es práctica generalizada hoy día en el mundo, y entre
nosotros, en el mejor de los casos, que la excelencia empresarial,
se siga visionando y midiendo con los avances, con la aplicación
de técnicas y tecnologías, con el seguimiento o aplicación
de tal o más cual metodología, estableciendo metas
de calidad, o de cultura organizacional, o de desarrollo de la comunicación,
y del liderazgo, sin profundizar, sin interesar, los valores y las
transformaciones personales y los esquemas mentales a nivel de individuo.
Y esto, es fundamental.
No importan los enfoques, o las tecnologías, o las concepciones
de las diferentes eras, pudiendo ser, y de hecho lo muestra la práctica
en el mundo desarrollado, que la tercera era o la Era del Conocimiento,
sea tan despersonalizada como la primera y la segunda.
Y lo es hasta el momento.
Ni siquiera las que se consideran empresas de excelencia en el
mundo de hoy, con gran “capital humano”, pueden asegurar
la continuidad de su competitividad, si no empiezan a atienden las
necesidades sociales y psicológicas de sus trabajadores,
para superar el estado de cosas, o “una división social,
moral e intelectual cada vez más drástica…”
como señala Steiner,G.
Quizás, la mejor manera de darnos cuenta del cambio radical
y revolucionario que debe desarrollarse al interior de las organizaciones,
con las personas, individuo a individuo, es cuando se caracteriza
el perfil del trabajador de la Era del Conocimiento; de la “Nueva
Economía”, de la empresa que lleva a cabo o desarrolla
la revolución de la información y las comunicaciones.
Y el perfil de un trabajador, que ya no se debe considerar “prescindible”,
que debe ser confiable, creativo, innovador, que trabaje en equipo,
con alto nivel de automotivación y realización, que
viva las transformaciónes y los cambios organizacionales
como oportunidad, exige un replanteamiento radical del tratamiento
de las personas y de las propias organizaciones.
No puede hablarse de una revalorización del trabajo humano,
como se hace muchas veces hoy en día, sólo porque
se reconocen los saberes y las competencias que el trabajador debe
aplicar; es sumamente importante insistir, sobre todo en nuestra
sociedad, en los cambios del sistema social de las organizaciones,
en la arquitectura social que representan las organizaciones, en
los cambios de las relaciones sociales de trabajo.
En definitiva, la creación de conocimientos en las organizaciones,
es sólo uno de los aspectos importantes, y su aprovechamiento
está relacionado directamente con las acciones, tales como
la gestión tecnológica, los flujos de información,
la organización de las comunicaciones, la creación
del clima de creatividad, iniciativas y emprendimientos, en una
palabra, con cambios revolucionarios en la dirección de las
organizaciones y en el tratamiento de las personas.
Hacemos nuestras estas palabras: “Crear nuevos conocimientos
significa literalmente recrear la empresa y a cada uno de los que
la conforman en un ininterrumpido proceso de autorenovación
organizacional y personal” (Nonaka y Takeuchi en Senge, P.
1992). Subrayamos este último concepto, porque de eso se
trata cuando se habla hoy día de Organización en Aprendizaje,
Organización del Saber, o la Nueva Economía del Saber,
que tienen por base la revolución de las tecnologías
de la información y las comunicaciones.
Pero, atención, no se trata, en nuestro caso, de transformaciones
personales y cambios de esquemas mentales, con manipulación
conductual de las personas en función de los objetivos de
la organización, por encima de todo y de todos.
Es necesario interpretar correctamente este pensamiento. Si hablamos
de las Organizaciones del Saber, de Gestión de Conocimientos,
es imprescindible referirnos al significado de Capital Humano, en
su más amplio término; y no exactamente del concepto
extendido hoy por el mundo, del cual tanto se habla y escribe, y
muy pocas veces o casi nunca se ubica dentro del contexto específico.
Es así que muchas veces se desconoce o no se quiere reconocer
su aspecto relacional, y se obvia como actividad social; es decir,
actividad social del sistema social complejo que constituye una
Organización, sea esta una empresa o no. En definitiva, los
conocimientos, y cualquier otro potencial humano se desarrolla por
la actividad social que realizan las personas. Tratando estos problemas,
no es posible desconocer o evitar la perspectiva politológica,
además de la filosófica, conceptual y práctica.
Es difícil, en el mundo de hoy, y en la empresa moderna
del siglo XXI dentro de una sociedad clasista, reconocer las grandes
contradicciones existentes, también alrededor del concepto
de Capital Humano y la introducción de nuevas tecnologías;
por un lado, dándole importancia a la educación y
la capacitación como determinante del capital productivo,
y valorando su impacto en los resultados de la empresa, y por otro,
se incrementan la tasa de desempleo y las formas precarizadas de
trabajo; para no hablar de las contradicciones entre las mejoras
de capital humano y los salarios.
A nivel empresarial, no se trata, ni puede hacerse, ni filosófica
ni conceptual ni prácticamente, que se tenga por modelo la
creación de empresa flexible (Atkinson 84), que conlleva,
al margen de la ruptura de la relación directa entre trabajo
y empleo, a otro problema mucho más sensible, que no lleva
a la ruptura de las relaciones sociolaborales históricamente
establecidas, sino todo lo contrario, a su profundización;
se trata de concebir y establecer un núcleo central de trabajadores
permanentes a tiempo completo que siguen teniendo las decisiones,
y trabajadores periféricos a tiempo parcial o temporal. Sigue
la brecha entre los que tienen decisión sobre los conocimientos,
como cuando tenían la decisión sobre el músculo.
Son los aspectos a los cuales, de conjunto, en nuestra sociedad,
hay que analizar y debatir, y dar el máximo valor, si vamos
a desarrollar las Nuevas Formas Organizativas (NFO), a introducir
y desarrollar las nuevas tecnologías, en las cuales “lo
humano” tenga una connotación diferente y superior,
que permita construir realmente nuevas relaciones sociolaborales
entre las personas en las organizaciones, sobre nuevos principios
de dirección. No se trata sólo de técnicas
y procedimientos, de aspectos técnicos, es mucho más
que esto.
De lo contrario, el tratamiento a la Información, a la Comunicación,
a la Cultura Organizacional, al Comportamiento Organizacional, a
los Valores, a los propios Conocimientos, que junto al “Capital
Humano”, se plantean como las piedras angulares de la llamada
“Nueva Economía”, se convierten en aspectos puramente
técnicos, muchas veces economicistas por simplificación,
sin diferenciación entre su aplicación en una sociedad
capitalista desarrollada actual, para no hablar de zonas o regiones
de las sociedades capitalistas no desarrolladas o en transición,
y una sociedad socialista con las características de la nuestra.
Es necesario entonces distinguir los planteamientos de los pensadores
marxistas de los no marxistas, incluso los pensadores progresistas
con ideas revolucionarias que no llegan a ser marxistas, de los
retrógrados y conservadores.
No vamos a referirnos a los elementos históricos diferenciadores
que hacen que se distingan unas épocas de otras. Lo cierto
es que la década de los 90 ha traído consigo una revalorización
del significado de Personal, como función de la empresa,
diríamos de la parte que se constituyen, ya veremos porqué,
en más “recursos”, en Capital Humano, entendidos
como recursos en el sentido estricto de los factores disponibles,
poseídos o controlados por la empresa, o del stock de conocimientos
y habilidades humanas, o de los Recursos Humanos (RRHH), ya que
hay autores que los equiparan. Y este es un concepto cuestionable
para nosotros como sociedad, con nuestra ideología y nuestros
valores, y que debemos rechazar de plano.
La función directiva de Recursos Humanos en las organizaciones,
abarca mucho más allá de la gestión de las
capacidades y conocimientos, y de ninguna manera se refiere a la
persona como recurso; es la persona con toda su complejidad y son
los recursos que posee la persona, o sería mejor decir, las
potencialidades y el desarrollo de la persona.
Pero, antes de proseguir, y que es el objeto del presente ¿Cuál
es el significado del concepto actual extendido de Capital Humano?
No ha variado mucho en los últimos años, aunque se
ha tratado de mejorar, pero desde hace cuatro décadas fue
definido como el conocimiento y las habilidades que forman parte
de las personas, su salud y la calidad de sus hábitos de
trabajo (Becker,G.); o es el aprovechamiento al máximo del
aporte humano, que como activo intangible se le asigna un valor
y se considera como parte del Capital.
Pero, el progreso tecnológico sostenido, y la necesidad
de potenciar la Innovación, resaltan en la última
década en primer lugar la necesaria inversión en dar
conocimientos, formación e información a las personas,
para que esto se revierta a su vez en más innovación.
Autores como Fischer, S., Dornbusch, R. y Schmalensee, R. señalan
que Capital Humano se desarrolla para explicar la relación
de la educación y experiencia con la remuneración,
y conocer qué determina la educación que reciben los
individuos, y dicen que: “Es el valor del potencial de obtención
de renta que poseen los individuos…incluye la capacidad y
el talento innatos, así como la educación y las calificaciones
adquiridas”.
Al decir de Mora,J.H y Hinkelammert,J.F.: “Convertir la vida
humana en simple capital humano es punta de lanza de la Globalización”,
puesto que la transformación de la vida en capital es la
imposición de las leyes más inhumanas del mercado.
Para el Capital, los conocimientos y las capacidades humanas son
activos, y como en las máquinas, equipos o instalaciones,
se invierte y se rentabiliza a lo largo de un período de
tiempo. El Capital Humano visto así, no es nada humano, ni
tampoco es capital de la persona en la sociedad capitalista; es
tan inhumano como cuando se concibió la Organización
en términos mecánicos, puesto que concibe como parte
del Capital aquellos elementos más tangibles o mensurables
de la persona, la riqueza de la persona en función de la
aplicación del conocimiento al potencial productivo de la
empresa, en su innovación.
Luego, a veces, en un segundo plano, se trata tanto teórica
como prácticamente, la importancia de lo humano de las organizaciones,
de la dimensión social de las organizaciones, en la medida
en que se han ido desarrollando las concepciónes de Organización
en Aprendizaje, Gestión de Conocimientos, y “lo humano”
es necesario tenerlo en cuenta de todas maneras, o de alguna manera,
puesto que es un factor esencial para los Cambios Organizacionales.
Evidentemente, aunque a veces parece que no lo es tanto, no basta
simplemente con decir que en una economía de conocimiento
es esencial el activo que representa el conocimiento de los trabajadores.
Si fuera así de simple, en una empresa en la que del total
de trabajadores más del 80 % tiene nivel universitario, automáticamente
se convertiría entre las mejores del mundo; este conocimiento
hay que realizarlo, y es aquí donde es necesario tener en
cuenta otros factores.
No basta con subrayar la relevancia de la educación y la
experiencia como determinantes del capital humano productivo. En
los sesenta, cuando estaba en discusión el crecimiento económico
a partir de la acumulación de capital humano, referido a
la escolarización y la formación, no todos estaban
de acuerdo en la evidencia de que habilidades y conocimientos fueran
una forma de capital (Shultz,T.W.).
Ya en la década del 60 hubo una reacción y una controversia
entre un grupo de académicos y filósofos acerca de
la “Homogeneidad del Capital”, o como se conoce la Controversia
de Cambridge, que pretendió diferenciar de los modelos y
teorías económicas y organizativas anteriores, el
Trabajo y Capital, como insumos por igual del proceso productivo
y que se adquirían desde luego como mercancías.
De manera que la Homogeneidad de Capital fue sustituida por la
“Heterogeneidad de Capital”, intentando elevar el trabajo
humano. Pero, en la práctica con los años y bajo supuestas
nuevas formas de trabajo y de organización empresarial, actualmente,
vuelve a reducirse el trabajo humano a la condición de capital
acumulable, razón por la que se insiste tanto en la formación
y hoy día en gestión del conocimiento, como factor
directo vinculado a los activos intangibles que determinan el valor
de una empresa.
Este camino condujo en años posteriores a la Teoría
del Capital Humano, que al considerar el Trabajo como forma de Capital,
considera los “conocimientos, habilidades y destrezas”
(Levinson,H.), o Capital Humano como forma de Capital.
A partir de ese momento empieza a cobrar mayor interés y
se revaloriza la actividad funcional de RRHH en las organizaciones,
más concretamente en las empresas, y se empiezan a proponer
índices e indicadores económicos y financieros que
reflejen el impacto de la inversión realizada en formación,
en la preparación del personal. A mayor acumulación
de Capital Humano mayor crecimiento económico sostenido decía
Becker,G. en 1975, aunque los salarios no tengan los mismos aumentos.
El stock de conocimientos, habilidades y destrezas, aprovechado
al máximo debe tener un impacto financiero en los resultados
globales de la empresa. En las propuestas de índices e indicadores,
tienen un amplio diapasón los referidos a la eficiencia y
eficacia o relevancia de los resultados, así como a la efectividad
y la viabilidad financiera. Estos análisis deben hacerse
de forma integral, pero la mayoría de las veces se simplifica
el problema, y la visión se limita a las estadísticas
de cuántas personas se han capacitado en un período
de tiempo y si esta capacitación es funcional o no.
Cómo impactan los Recursos Humanos, cuál es la efectividad
de la gestión del “Capital Humano” como su función
principal en la efectividad organizacional, son asuntos que ocupan
a muchos hoy día. Veamos algunas ideas.
“La idea es conocer la eficiencia relativa con la que la
organización está aprovechando sus recursos, en orden
de generar resultados” (Van Horne, C. J. 1998). La medida
tradicional para medir la eficacia, de dividir el Ingreso Total
o Ventas Totales entre el número total de trabajadores, es
muy simple y nada exacta, sobre todo si se quiere conocer la rentabilidad
financiera de la organización con respecto a su Capital Humano.
Se propone por Fitz-enz,J. (1995,1999,2000), uno de los pioneros
en este campo, en lugar de Total de Trabajadores, el indicador Equivalente
a Tiempo Completo (ETC o FTE en inglés), y lleva a esta medida
a todos los que laboran medio tiempo, en otras palabras, se trata
de calcular trabajadores efectivos a jornada completa. Así
se calculan los Ingresos promedio (Ingresos/ETC) o los Gastos promedio
por empleado (Gastos/ETC), y la Utilidad promedio por empleado (Utilidad
Neta/ETC).
Para medir verdaderamente la rentabilidad de una empresa, se propone
a través del Valor Agregado Económico (EVA en inglés,
marca registrada de Stern Stewart Management Services, Inc.), que
refleja el Ingreso Residual después de deducir los Costos
de Capital, más específicamente, es la Utilidad Neta
de Operaciones – Costo de Capital.
A esto se le da la perspectiva del Capital Humano interrelacionando
con el ETC (Utilidad Neta de Operaciones – Costo de Capital/ETC),
y de esta manera se tiene el Valor Agregado Económico-Humano
(HEVA en inglés) o el valor que ha agregado el aprovechamiento
del Capital Humano de la empresa (Van Horne, J. 1998).
Para ayudar a medir el índice de productividad por ETC,
Fitz-ens, J. (2000) propone el Valor Agregado de Capital Humano
(HCVA en inglés) dividiendo el Ingreso sustrayendo todos
los gastos excepto los directamente relacionados con el Personal:
Ingreso - (Gastos-Sueldos, Salarios y Beneficios)/ETC.
Téngase en cuenta que los principales costos del Capital
Humano son: sueldos, salarios, y prestaciones de los trabajadores;
costo del personal eventual; costo del ausentismo; costo de rotación.
Si al Ingreso se sustraen todos los Gastos, excepto los gastos directos
de Personal, y además se divide entre los propios gastos
(Ingreso - (Gastos-Sueldos, Salarios y Beneficios)/Sueldos, Salarios
y Beneficios), lo que se obtiene es la Utilidad por cada peso invertido
en el Capital Humano.
Esta filosofía y concepción financiera, para valorar
el Capital Humano requiere de la valoración del mercado,
para lo cual Fitz-enz propone el diferencial entre lo que se percibe
como el valor de la acción en el mercado y lo que se tiene
realmente como valor en libros (Valor de Mercado – Valor en
Libros/ ETC). Sin embargo, por definición lo que está
en el numerador no sería sólo el Capital Humano, sino
el Capital Intelectual, es decir, también el Capital Relacional
y el Capital Estructural.
Muchas consideraciones pudieran hacerse, pero sólo invitamos
a la reflexión, sin olvidar lo dicho con anterioridad.
Pensemos que equiparar la función de RRHH con Capital Humano
no es nada inocente como puede parecer, y desde luego puede ser
muy positivo, de acuerdo a determinada filosofía del problema.
Se pretende simplificar ambos en determinados elementos técnicos
vinculados con la Capacitación y con la identificación
y elevación de las Competencias individuales o la correspondencia
entre las exigencias y los requisitos individuales cubiertos por
la capacitación, otro concepto en boga, y a la par se otorga
todo la prioridad a la función de Selección de Personal.
Es una exigencia, y desde luego, esto puede ser un aspecto positivo,
que las personas-trabajadores conozcan no solo el Qué de
las cosas, sino también el Cómo de las cosas, es decir,
que sepan aplicar el contenido aprendido. Pero, son contados los
que visionan y exigen que las personas sepan también el Porqué
de las cosas, base para el tratamiento y desarrollo de enfoques
sistémicos.
Se eliminan, disminuyen, desconocen o limitan los elementos de
orientación social del individuo dentro de la Organización,
así como la consideración de los Valores y Motivaciones,
Intereses y Necesidades de las personas. Se limitan los cambios
en la estructura de relaciones a lo estrictamente necesario que
no rompa con la estructura de poder establecido, con técnicas
grupales o la formación de Equipos de Trabajo.
En definitiva, estos pueden no ser viables financieramente. “Cuando
lo que emprende una organización no es relevante o pretende
llegar demasiado lejos y es costoso, la supervivencia de la organización
se encuentra en riesgo” (Lusthaus,Ch. y otros 1999).
De esta manera se limitan ambos conceptos, tanto la función
de RR.HH. como de Capital Humano, puesto que no se consideran las
Capacidades Grupales, y las Colectivas, así como de la propia
Organización como un todo, que constituyen parte también
del Capital Humano, del Capital Relacional, del Capital Estructural,
del Capital Intelectual que los agrupa dentro de la teoría
que lo propone; en última instancia, requieren de una determinada
organización social.
No es posible abstraernos de la relación social, ni fuera
ni dentro de la entidad, y considerar que la capacidad productiva
de la fuerza de trabajo es causada solo por la formación,
es decir, por la capacitación, la preparación; esto
es simplificar en extremo el problema.
La socialización de conocimientos, debería ser una
característica de la revolución actual de la Informática
y las Comunicaciones en el mundo, y que aplicado en la empresa llevaría
efectivamente a nuevos principios y métodos de dirección
revolucionarios, pero se sabe que no es así. En nuestra sociedad,
es un camino imprescindible a recorrer. De ello habló Marx,
o mejor intuyó todas las posibilidades, cuando denominó
la necesaria “transmisión de habilidades y conocimientos
de un trabajador a otro”.
Cada vez que se habla o se proyecta y se lleva a cabo la introducción
de NFO en los países capitalistas, es con la idea histórica
de que las personas son prescindibles e intercambiables, y que el
análisis de la relación Capital Humano-Empleo-Salarios,
trae como consecuencia, formas laborales precarizadas, o como se
denomina también “desempleo tecnológico”.
La configuración de factores consustanciales con las personas,
desde que se alcanzó el nivel evolutivo de “homo sapiens”,
como lo son: el Conocimiento, la Información, la Comunicación,
la Tecnología, la Innovación, exigen una nueva configuración
y una integración mayor al interior de las organizaciones.
La integración de RRHH como función, de los Recursos
de las Personas, con el Tratamiento a las Personas, con la Formación
y los Conocimientos que poseen, con el nuevo rol de las personas
en la vida de la Organización, exige la visión de
la persona como un todo único, no divisible. No es persona
por un lado, y los conocimientos y otros valores que posee por otro.
Tampoco es limitar el conocimiento al funcional necesario para el
desarrollo de la Organización.
Exige la integración del Capital Humano, del Capital Estructural
y del Capital Relacional, o en otros términos, de las Capacidades,
Conocimientos, Experiencias, Valores, Necesidades, Motivaciones,
con las Capacidades Grupales, Valores Culturales Organizacionales,
Capacidad de Cambio y de Aprendizaje Organizacional, y las Relaciones
Institucionales.
Hay que recordar y tener presente que para los marxistas, Capital
es una relación social de producción, en la cual el
Trabajo es fuente y valor de las riquezas. Y también que
el trabajo es un proceso social que se realiza entre la persona
y la naturaleza, en cuyo transcurso regula, controla y hace de mediador,
con lo cual no solo transforma la naturaleza, sino que se modifica
él mismo con nuevas experiencias, conocimientos, habilidades,
necesidades, intereses, valores, y esta modificación constante
exige cambios cualitativos de las relaciones sociales en la Organización,
en las que la función de RR.HH. debe jugar un rol preponderante.
¿Porqué no referirnos al Desarrollo Integral de la
Persona , o un concepto desarrollado hace tiempo por nuestros estudiosos
como el Desarrollo Multifacético de la Personalidad, que
incluye aspectos no sólo técnicos sino éticos
y estéticos? Este desarrollo depende en mucho de la armonización
de las capacidades y necesidades de los individuos con las posibilidades
que brinda la sociedad.; depende en mucho de la “dinámica
social del proceso de formación de las necesidades y capacidades
de la fuerza de trabajo”.
Luego de estas reflexiones, puntualicemos algunas cuestiones acerca
de lo que es necesario, y reflexionemos para arribar a conceptos
propios y a precisiones válidas para nuestra sociedad.
¿Es necesario asimilar el concepto actual extendido de Capital
Humano sin cambios?
No, definitivamente no. El concepto extendido es excluyente, simplista
y elitista, que no tiene en cuenta las diferentes dimensiones del
individuo ni su desarrollo integral como persona.
¿Es necesario redefinir el concepto de Capital Humano?
Sí, definitivamente sí. El concepto debe referirse
a toda la riqueza individual de la persona, a sus conocimientos
y capacidades, a sus actitudes, valores, motivaciones e intereses,
a su rol en actividad social de la Organización. No debe
simplificarse, trabajando y midiendo el impacto financiero de los
“conocimientos, habilidades y destrezas” que se consideran
competencias claves o críticas que la Organización
necesita para alcanzar los resultados propuestos.
¿Es válido equiparar la función directiva
principal de RR.HH. con Capital Humano, simplificando ambos en los
términos establecidos de conocimientos y capacidades, o la
atención únicamente a la formación o capacitación,
selección y estimulación?
No, no es válido. Se pierde la riqueza del individuo, y
se pierden las potencialidades de todas las personas en el desarrollo
de la Organización. La función de RR.HH. coadyuva
a la gestión de conocimientos y la aplicación de éstos,
pero también debe trabajar, coordinar y asesorar en que el
desarrollo de las personas tenga realización en todas las
esferas de la vida de la Organización.
Es necesario que el conocimiento tenga aplicación, se revierta
en la creatividad, innovación, iniciativas, acciones relacionadas
con las decisiones globales de la Organización, con el Comportamiento
y Cambio Organizacional, con la Cultura Organizacional, con la Información
y la Comunicación; conocimientos no es actuación automática,
como comprensión no es actuación.
La batalla permanente que se libra en nuestro país por la
superación permanente exige nuevos principios para concebir
y trabajar las organizaciones, y trabajar por las personas.
El “Capital Humano”, para nosotros, no puede ser nunca
sólo conocimientos o recursos intelectuales y la valoración
de éstos a precio del mercado; sería como simplificar
la personalidad del individuo a lo mensurable.
Investigador del Instituto de Estudios e Investigaciones del
Trabajo (Cuba)
Bibliografía
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IEIT, 2004.
Almaraz,L.J: Midiendo el valor del Capital Humano,
México 2003.
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Rojas,N.E. y Hernández,N.I: La cultura
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Senge,M.P.: La quinta disciplina, Barcelona,
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