Cumbre en Sharm el-Sheij:
otra vuelta de tuerca en el reordenamiento regional
4 de junio de 2003. Nota informativa CSCAweb
(ww.nodo50.org/csca)
La declaración de
Bush a cerca de que "el mundo necesita tener un Estado palestino
libre y en paz" no puede llamar a confusión pues
tal consideración no oculta sino una sola evidencia y
realidad: que es Israel quien necesita cada vez más desesperadamente
hallar una solución a la denominada "cuestión
palestina" adecuada a sus intereses para poder avanzar en
su proyecto de inserción regional, máxime cuando
el retorno colonial que brinda la ocupación militar estadounidense
de Iraq representa la ocasión extraordinaria tan perseguida
por EEUU e Israel.
La presencia de Bush en Sharm el-Sheij (a orillas del Mar
Rojo, en Egipto) junto a los representantes de Egipto, Jordania,
Bahrein y Arabia Saudí, además del primer ministro
palestino Mahmud Abbas (Abu Mazen), puede ser descrita
-siguiendo la expresión del secretario de Estado estadounidense,
Colin Powell- como la representación de una "nueva
ecuación" en la que "han confluido todas las
piezas, y de cuyos nuevos elementos hay que aprovecharse"
[1]. En efecto, los acontecimientos regionales promovidos
por la Administración Bush han tenido ya su efecto y esta
nueva cumbre escenifica la puesta en marcha de un proceso durante
demasiado tiempo planificado y anunciado como para resultar novedoso
y para el cual se han tenido que forzar las dinámicas
regionales nada menos que a través de la invasión
y ocupación militar de Iraq, de la creación por
decreto estadounidense e israelí de una nueva interlocución
palestina -a través de la designación forzada de
Abu Mazen y la anulación política y denigración
pública de Arafat- y de un renovado llamamiento al dictado
estadounidense a todos los regímenes del área para
que sigan alineados en una posición cada vez más
difícil de sostener ante las sociedades árabes.
Por ello, el retorno de la Administración de
EEUU a Oriente Medio, escenificado con la gira de Bush a Egipto
y Jordania, cobra, en contra del entusiasmo con que los medios
políticos y de comunicación lo reseñan,
una dimensión dramática y humillante para los árabes
en su conjunto, pues expresa, ahora incluso más que en
1990/91, la determinación de culminar un reordenamiento
político, económico y militar al que todos, por
la fuerza de la invasión y ocupación en Iraq, de
la represión israelí en Palestina y de la subyugación
en el resto del espacio árabe, han quedado sometidos.
La lucha contra el 'terrorismo'
En este contexto, resulta obsceno que, buscando el amparo
estadounidense, los líderes árabes se escuden en
el reiterado discurso de la "lucha contra el terrorismo".
La declaración pública ante Bush del egipcio Hosni
Mubarak reproduce los mismos ecos de las comparecencias públicas
del propio presidente estadounidense o de cualquiera de los miembros
de su Administración: "seguiremos combatiendo el
azote del terrorismo contra la humanidad y el rechazo de la cultura
de la violencia extremista en cualquiera de sus formas, desde
donde quiera que proceda, sin contemplación por sus justificaciones
o motivos, siendo plenamente conscientes de que su peligro es
una plaga que amenaza la paz y la estabilidad del mundo entero"
[2].
Esta declaración de principios se produce, además,
cuando se está abriendo un nuevo proceso que, bajo la
excusa de llevar a cabo la visión de Bush (dos
Estados separados, uno israelí y otro palestino) ha exigido
como condición previa y sine qua non el reconocimiento
público de los dirigentes árabes (incluidos los
palestinos) -además, claro está, de las medidas
efectivas para su aplicación- de que la lucha y la resistencia
del pueblo palestino son terrorismo y que, por ello, debe
ser combatida y anulada en todas sus facetas. El compromiso de
los dirigentes árabes reunidos con Bush, expresado en
boca de Mubarak acerca de que "los Estados árabes
ayudarán a los palestinos solamente a través de
la Autoridad Palestina (AP)" pone nuevamente de manifiesto
su sometimiento a las directrices emanadas de Washington desde
hace meses: ninguna ayuda a la Intifada y ningún apoyo
a las fuerzas políticas palestinas. Esta cuestión,
calificada por Powell como "aspecto clave de la reunión"
ha sido enfatizada por los líderes árabes y muy
particularmente respaldada por el primer Ministro palestino Abu
Mazen [3].
En una dinámica novedosa y que rompe con la histórica
retórica de la oficialidad árabe durante décadas,
se trata ahora de fomentar y trasladar a la conciencia colectiva
de los árabes un nuevo discurso que, amparado en el de
la lucha contra el terrorismo, acabe por disociar de la
cultura popular árabe la defensa de la causa palestina
y, muy particularmente, la de su resistencia [4] -como
ya se viene haciendo desde 2002 a través de la represión
de los aparatos de seguridad árabes en contra del activismo
pro-palestino- como medio imprescindible para promover la aceptación
de un nuevo ordenamiento que, lejos de afectar exclusivamente
a la cuestión política palestina, tendrá
su epicentro en la configuración de un nuevo Oriente
Medio en el que en nombre de las reformas, de la seguridad,
de la democracia y del desarrollo se diluyan las
aspiraciones nacionales de los árabes en su conjunto,
asociadas en el ideario colectivo árabe con la defensa
de Palestina.
En definitiva, Sharm el-Sheij es un nuevo peaje escénico
que se obliga a pagar a los regímenes árabes ante
sus propios pueblos en medio de la humillación producida
por la ocupación de Iraq a cambio de seguir contando con
el beneplácito de EEUU y de Israel. La significativa ausencia
de Siria y Líbano en esta cumbre no es sino una faceta
más de la presión sostenida -esta vez pública-
a que se sigue sometiendo al régimen de al-Assad para
que se adecue sin fisuras a las directrices de EEUU e Israel.
Bush en Jordania
La siguiente fase de la visita de Bush a Oriente Medio que
se aborda hoy miercoles día 4 de junio en Jordania -y
con la presencia de Sharon- pretende escenificar el punto de
arranque para la aplicación de la nueva "Hoja de
ruta" [5] cuando muy poco cabe esperar de sus resultados.
El gobierno israelí ya ha rechazado afrontar la cuestión
de los asentamientos ni siquiera en los mínimos que plantean
los referentes del Plan Tenet y el Informe Mitchell [6];
por ello, nada cabe esperar de las declaraciones de Bush cuando
se permite hacer alguna referencia en Egipto a que "Israel
deberá hacer frente a los asentamientos", más
como una concesión mediática ante una audiencia
árabe que se sabe hostil que como un verdadero compromiso
por hallar una solución justa a la ilegalidad de la colonización
israelí en los Territorios Ocupados.
Igualmente, Sharon ya ha declarado que la renuncia al derecho
al retorno de los refugiados palestinos es una condición
inexcusable. Aún así, en el mejor de los casos,
de aplicarse a rajatabla la "Hoja de ruta", lejos de
conducir a la creación de un Estado palestino independiente,
soberano y acorde con las aspiraciones nacionales palestinas,
significará la rúbrica oficial, palestina y árabe,
al proyecto sionista en Palestina y a la supremacía de
Israel en la región, condenando al movimiento nacional
palestino a su desintegración y al pueblo palestino a
su rendición, algo que todos -israelíes, estadounidenses,
europeos, oficialidad árabe y algunos sectores de la elite
palestina- firmarían ya si fuera posible.
La declaración de Bush a cerca de que "el mundo
necesita tener un Estado palestino libre y en paz" no puede
llamar a confusión pues tal consideración no oculta
sino una sola evidencia y realidad: que es Israel quien necesita
cada vez más desesperadamente hallar una solución
a la denominada "cuestión palestina" adecuada
a sus intereses -aunque sea aceptando una denominación
de "Estado palestino", siempre que se asegure la perpetuación
de la ocupación territorial israelí y el vaciado
de soberanía palestina- para poder avanzar en su proyecto
de inserción regional, máxime cuando el retorno
colonial que brinda la ocupación militar estadounidense
de Iraq representa la ocasión extraordinaria tan perseguida
por EEUU e Israel.
Notas:
1. The New York Times, 3 de junio de 2003 (edición
electrónica)
2. Op.cit.
3. La Vanguardia, 4 de junio de 2003
4. Sobre la criminalización de la causa palestina véase
en CSCAweb: Joseph
A. Massad: Trastocar 'la calle árabe'
5. Véase en CSCAweb: Documento: "Hoja de ruta
para una solución permanente al conflicto palestino-israelí
basada en dos Estados" | Gira de Powell a Oriente Medio:
a cada cual lo que le corresponde | Rashid Khalidi: ¿'Hoja de
ruta' o ruta hacia la muerte? | Benjamin Counsell: Desviación
de la 'Hoja de ruta'
6. Véase en CSCAweb: 'Documento Tenet':
la CIA impone a la AP e Israel un plan de seguridad para poner
fin a la Intifada
| La
Administración Bush retoma la cuestión palestino-israelí
interpretando el Informe Mitchell a favor de Israel
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