Palestina: Un país borrado
del mapa
Salman Abu Sitta*
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca), 14 de abril de 2004
Salman Abu Sitta, 'El Derecho al Retorno. El problema de los
refugiados palestinos' (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo,
2004, ISBN: 84-87188-92-9)
Traducción: Juan Vivanco
"El
sionismo, en esencia, es un proyecto elaborado en el extranjero
y apoyado con armas y dinero que consiste en adueñarse
de Palestina y sustituir a la mayoría nacional palestina
por una minoría judía. Se trata de una 'limpieza
étnica' en buena parte lograda, lo que ha dado pie, irónicamente,
al mito de una Palestina 'tierra sin pueblo' destinada a los
judíos, 'pueblo sin tierra'. Por lo tanto, 'al-Nakba'
(la Catástrofe) no es ningún accidente de la guerra
de 1948 ni tampoco su principal resultado, sino un proceso llevado
a cabo pacientemente y sin descanso hasta nuestros días"
El sionismo, en esencia, es
un proyecto elaborado en el extranjero y apoyado con armas y
dinero que consiste en adueñarse de Palestina y sustituir
a la mayoría nacional palestina por una minoría
judía. Se trata de una "limpieza étnica"
en buena parte lograda, lo que ha dado pie, irónicamente,
al mito de una Palestina "tierra sin pueblo" destinada
a los judíos, "pueblo sin tierra".
Por lo tanto, al-Nakba
(la Catástrofe de 1948) no es ningún accidente
de la guerra de 1948 ni tampoco su principal resultado, sino
un proceso llevado a cabo pacientemente y sin descanso hasta
nuestros días.
Las cifras aplastantes de al-Nakba
dan una idea de su magnitud. En 1948 la minoría judía
era de 600.000 personas, 150.000 descendientes de los 56.000
judíos palestinos de 1920 y otros 450.000 inmigrantes
que habían entrado ilegalmente en Palestina durante el
mandato británico. Esta minoría expulsó
de 780.000 a 800.000 palestinos, convirtiéndolos en refugiados.
El 85% de los habitantes palestinos del país que sería
Israel fueron expulsados de 531 ciudades y pueblos. Hoy en día
más de dos tercios del pueblo palestino son refugiados.
Los judíos, que al principio poseían el 6% de las
tierras de Palestina, elevaron este porcentaje al 78% en 1948
y al 100% en 1967, tan sólo por la fuerza aplastante de
las armas. Desde que Palestina cayera en su poder su propósito
ha sido y sigue siendo deshacerse de la población que
permanece allí [1].
Este propósito se expresó
de varias formas:
1. Mucho antes de la guerra
de 1948 los sionistas planearon el asentamiento de 150.0000 inmigrantes
nuevos. El Fondo Nacional Judío instó a la Haganá
a ocupar varios pueblos y expulsar a sus habitantes para apoderarse
de sus tierras [2].
2. La mitad de los vecinos
fueron expulsados antes de que los soldados de los ejércitos
regulares árabes acudieran en su ayuda. Antes y durante
la guerra de 1948, Israel lanzó 30 operaciones militares
y perpetró no menos de 35 matanzas notorias [3] para
desencadenar el éxodo de los palestinos. Los refugiados
que intentaron regresar a Palestina para buscar a algún
pariente, recuperar sus enseres u ocuparse del ganado o de sus
tierras fueron tratados como infiltrados y asesinados
sin contemplaciones.
3. Inmigrantes en "estado
de frenesí" [4] cometieron saqueos y robos.
Después vinieron la destrucción sistemática
de los pueblos palestinos [5], la de las cosechas y el
incendio de las mieses [6].
4. Aunque la política
de expulsión venía de atrás, salió
a la luz cuando el conde Folke Bernadotte, mediador de Naciones
Unidas, declaró estar horrorizado por el éxodo
y la expulsión de más de 500.000 palestinos en
junio de 1948, después de la creación del Estado
judío. Israel siempre se ha negado a permitir el regreso
de los refugiados.
5. A continuación se
creó un complejo entramado legal para justificar la expropiación
de 18.600 kilómetros cuadrados (el 92% de Israel) de tierras
palestinas [7]. Para asegurarse de que los palestinos
expulsados no regresaran y reclamaran sus posesiones, les declararon
ausentes: al estar el dueño ausente, Israel
podía expropiarle.
6. A esta superficie tan grande
de tierras disponibles y a la existencia de refugiados
cuyo único afán era volver a sus hogares, se vino
a sumar, a principios de la década de 1950, la inmigración
de 700.000 judíos procedentes de los países árabes
-donde llevaban siglos conviviendo en paz con sus vecinos. Los
recién llegados ocuparon las casas vacías de los
palestinos expulsados. Todas estas acciones tenían un
solo propósito: evitar el regreso de los refugiados, lo
cual convertía a Palestina, realmente, en una tierra sin
su pueblo.
La máquina
de destrucción
Para crear "una tierra
sin pueblo" era indispensable la destrucción física
del paisaje palestino. Borrar los pueblos palestinos del mapa
fue una tarea ininterrumpida desde 1948 hasta la guerra de 1967.
Después de esta fecha las destrucciones se extendieron
a Cisjordania y la Franja de Gaza, de otra forma. Ben Gurión
fue el gran promotor de esta política. Temeroso del juicio
de la historia, por lo general evitó las órdenes
escritas y explícitas y buscó otros medios [8].
Los pueblos se arrasaban con distintos pretextos. Por ejemplo,
Yosef Weitz, uno de los principales dirigentes del Fondo Nacional
Judío, pidió al ejército que destruyese
Butaymat porque codiciaba las tierras del pueblo, parte de las
cuales habían sido adquiridas por el Fondo [9].
Lo mismo ocurrió con Indur, Quniya, Ma'lul y Muyaidil.
Las casas de Ayn Zaytun fueron derribadas para amedrentar a los
habitantes de Safad, la ciudad vecina [10] que cayó
días después, el 9 y 10 de mayo de 1948.
En realidad todo empezó
en la primera fase de la conquista con la destrucción
sistemática de los pueblos situados en la franja costera
que va de Haifa a Tel Aviv y en el corredor que va de Tel Aviv
a Jerusalén. Antes de que terminase el mandato británico
y se fundase el Estado de Israel, todos los pueblos entre Netania
y Zichron Yaakov (Zammarin) fueron arrasados excepto dos, Furaydis
y Jisr al-Zarqa. Aunque el ejército tenía previsto
destruirlos, se conservaron para alojar a los palestinos que
no podían ser expulsados. De modo que todos los pueblos
situados al norte de Tel Aviv fueron "limpiados étnicamente".
En la llanura de Sharón no sólo se derribaron las
casas sino que los habitantes del kibbutz local se apropiaron
de todo lo que tuviese valor -ganado, bombas de agua, canalizaciones-
y de las hortalizas. Lo que no podían aprovechar, lo destruían
[11]. Muchos de estos pueblos habían mantenido
buenas relaciones con los judíos, algunos incluso habían
firmado "acuerdos de paz" y aceptado las leyes del
nuevo Estado judío. Pero con escasas excepciones, esto
no les libró de correr la misma suerte que los demás.
La destrucción de casas
era anterior a la ruptura de hostilidades entre árabes
y judíos. Ya en diciembre de 1947 los sionistas empezaron
a aplicar una política -conocida como "política
de represalias"- que consistía en sembrar el terror
entre la mayoría árabe del país. En diciembre
se dinamitaron casas en Abu Kabir (un suburbio de Jaffa), Deir
Ayub y Jisas [12]. Doce personas, en su mayoría
mujeres y niños, perecieron bajo los escombros.
Pero la destrucción
de casas formaba parte de operaciones más amplias cuyo
propósito, por supuesto, era expulsar a los palestinos
de sus pueblos. En febrero de 1948 los judíos atacaron
el pueblo de Saasaa, en Galilea, derribaron las casas y mataron
a 60 habitantes. Estas acciones se hicieron rutinarias: antes
de cada operación militar israelí se perpetraba
por lo menos una matanza. En abril de 1948 estas prácticas
se englobaron en el Plan Dalet, ejecutado para conquistar
la Palestina árabe, "destruir los pueblos y expulsar
a su población"[13]. Antes de que el mandato
británico llegase a su fin los sionistas habían
hecho "limpieza étnica" de siete pueblos situados
en el corredor de Jerusalén y 17 en el oeste de Galilea,
fuera de los límites del Estado recomendados por el Plan
de Partición. En el oeste de Galilea las órdenes
eran: "atacar, capturar y matar a todos los hombres, e incendiar"
los pueblos de Kabri, al-Najr, Um al-Faray, al-Zib y al-Basa
[14]. En este último la matanza se produjo dentro
de la iglesia, donde se habían refugiado los vecinos.
El pueblo de al-Gabisiya mantenía buenas relaciones con
los judíos y algunos de sus habitantes incluso les pasaban
información. No les sirvió de nada: los sionistas
mataron a once y expulsaron al resto. En la primavera de 1949
regresaron, pero fueron expulsados de nuevo en dos ocasiones.
En 1955 los israelíes derribaron sus casas y no les permitieron
restaurar la mezquita que estaba dañada [15].
Para impedir el regreso de
los refugiados se declaró otra guerra a los palestinos,
esta vez económica. Durante el verano de 1948 los nuevos
dueños quemaron las mieses que no habían podido
recolectar [16]. Estas agresiones formaban parte de la
guerra total planeada por Ben Gurión. Los objetivos de
la guerra económica eran: reforzar la economía
del Yisuv con nuevos ingresos, aportar dinero fresco a la tesorería,
impedir el regreso de los refugiados y destruir el modo de vida
de los palestinos. El saqueo de los huertos árabes empezó
en el Néguev en mayo de 1948, donde los judíos
también cosecharon trigo en 400.000 dunum (40 hectáreas)
de tierras palestinas.
La expulsión de los
palestinos, la destrucción de sus casas y la "limpieza
étnica" a gran escala se reanudaron con vigor a mediados
de agosto de 1948, después de que las fuerzas israelíes
lograran las primeras victorias frente a los ejércitos
regulares árabes que habían acudido en ayuda de
lo que quedaba de Palestina. Los tres pueblos que se mantenían
al norte de Jaffa (Iyzim, Ayn Gazal y Yaba) cayeron en julio
de 1948, con las consiguientes demoliciones de casas y matanzas
(en el pueblo vecino de Tantura dos meses antes habían
sido asesinadas 250 personas, jóvenes en su mayoría).
En octubre y noviembre de 1948 las operaciones Hiram y Yoav,
destinadas a ocupar, respectivamente, el sur de Galilea y Palestina,
fueron responsables de 10 de las 35 matanzas [17]. Una
vez más la población que quedaba fue expulsada
y las casas sistemáticamente destruidas [18].
Antes de junio de 1948 se derribaban
casas por "motivos militares", y lo hacía el
ejército. Más tarde los israelíes, envalentonados
por su victoria sobre la población civil y la desunión
de las fuerzas árabes, se entregaron a toda clase de desmanes.
Los primeros en sacar ventaja de esta situación fueron
los habitantes de los kibbutz. El vandalismo, los robos
y los desmantelamientos de casas redujeron muchos pueblos a paredes
desnudas [19]. En las ciudades era distinto. En general
las casas no se destruían pero los saqueos eran igual
de sistemáticos. El ejército, los jefes del Mapai,
partido gobernante, y los ladrones improvisados se juntaron en
este frenesí de pillaje [20].
Después de junio de
1948 la destrucción de pueblos pasó a ser una política
oficial. Yosef Weitz, del Fondo Nacional Judío, recomendaba
la demolición de pueblos a gran escala sobre todo los
que no sirvieran para alojar a inmigrantes judíos. También
después de esta fecha el Fondo Nacional Judío ordenó
destruir 12 pueblos [21] mientras el ejército,
en su avance, destruía otros, evidentemente sin ninguna
necesidad militar. Como sabía que eso era un crimen de
guerra -el recuerdo de la segunda guerra mundial aún estaba
reciente- Ben Gurión se cuidaba mucho de impartir órdenes
de destrucción por escrito. Delegaba ese cometido en otros:
el Fondo Nacional Judío, la Agencia Judía, el ejército...
Fue más lejos aún. Notificó al ejército
que estaba "prohibido destruir, incendiar, expulsar [...]
salvo durante el combate"[22]. Nadie se preocupó
de precisar el sentido de estas palabras. De todos modos, tampoco
obedeció nadie esta orden de Ben Gurión ni se dio
el caso de que alguien fuera juzgado por haberla incumplido o
por haber cometido crímenes de guerra, en especial matanzas
[23]. En mayo de 1949 el servicio de Obras Públicas
retiró los escombros de 41 pueblos [24]. Las palas
excavadoras pasaron primero por el corredor de Jerusalén
y la llanura del sur. Se conservaron algunas construcciones de
piedra en buen estado para aprovecharlas en el futuro, y también
las mezquitas, las iglesias y los santuarios dañados,
aunque sólo se autorizó la reparación de
las primeras [25]. Con esta limpieza brutal del paisaje
palestino muchos objetos y restos valiosos se perdieron, fueron
robados o destruidos [26].
Las destrucciones continuaron
durante las décadas de 1950 y 1960. En octubre de 1966
Israel ejecutó un plan de "nivelación de pueblos"
en Galilea [27].
Después de la guerra
de 1967 Israel conquistó toda Palestina, el Sinaí
(Egipto) y el Golán (Siria). Los israelíes, sin
freno alguno, pues ya no temían las sanciones internacionales,
se dedicaron a destruir los pueblos árabes en todo el
territorio. Los monumentos árabes o islámicos que
carecían de interés para Israel fueron destruidos,
como el Kawkab al-Hawa de Cesarea, cuando no les adjudicaron
una falsa identidad histórica israelí, como en
al-Madi o en Ain Hawd [28].
Situación
actual de los pueblos
Las armas y las excavadoras
arrasaron el paisaje. ¿Hasta qué punto? Entre 1987
y 1990 Ghazi Falah [29] dirigió un estudio de campo
sobre 418 pueblos. Los resultados se recogen en la tabla 4. Como
señala Falah, el 67,2% de las destrucciones de pueblos
obedecían a tres criterios. En unos lugares se hicieron
plantaciones, sobre todo de limoneros; en otros se construyeron
estanques de piscicultura; otros acabaron siendo escombreras.
En los montes las casas eran de piedra, más difíciles
de derribar, y algunas tenían un valor histórico.
En el llano y la costa, en cambio, eran de adobe, fáciles
de destruir y además se hallaban en zonas densamente pobladas
de judíos. El gran enemigo de los israelíes en
su destrucción del paisaje palestino es la chumbera: rebrota
con facilidad y es muy difícil de erradicar. Todavía
se pueden ver chumberas entre las rocas y en los bosques que
plantó el Fondo Nacional Judío para disimular los
emplazamientos de los pueblos. Los visitantes palestinos a menudo
reconocen estos emplazamientos por las chumberas, testigos vivos
de al- Nakba. Resulta paradójico que las plantaciones
destinadas a ocultar los emplazamientos de los pueblos destruidos
protejan las construcciones, como las paredes, que aún
se tienen de pie, e impidan que las excavadoras completen su
obra destructora.
El 33% restante de pueblos
parcialmente destruidos tienen una distribución irregular
según la geografía y la topografía. Las
casas intactas pueden ser las que se encuentran en mejor estado
o fuera de los límites del pueblo. Algunas habían
sido ocupadas antes de 1948 y luego abandonadas. Las mejores
casas se conservaron y a veces se remozaron o ampliaron, como
sucedió con las mansiones ciudadanas, que alcanzaban precios
de venta elevados precisamente por ser de "estilo árabe".
En cuanto a los edificios religiosos y de valor cultural, o bien
se conservaban -sobre todo si se podía inventar para ellos
un origen histórico israelí- o bien se abandonaban.
Falah y Benvenisti [30] han hecho estudios al respecto.
Por una
repoblación de los pueblos destruidos
En el aspecto demográfico,
55 años de exilio para los palestinos y de colonización
judía no han cambiado mucho las cosas en Palestina. Esta
afirmación puede parecer sorprendente, pues el
número de judíos se ha multiplicado por ocho. En
efecto, el crecimiento y la inmigración, a partes iguales,
han hecho pasar la población judía de 600.000 a
5 millones.
Aunque los israelíes
han conquistado y desalojado Palestina prefieren vivir agrupados
en un medio urbano, con todas las comodidades modernas, bien
abastecidos. Las zonas donde se concentran son más o menos
las mismas que en 1948.
Hoy en día el 77% de
los israelíes viven en el 15% del territorio israelí
[31] y el 21% viven en las que fueran ciudades palestinas,
o "ciudades de desarrollo" donde el nivel de vida es
bajo. Pobladas de judíos orientales y rusos de inmigración
reciente, las ciudades de desarrollo adolecen de unas condiciones
económicas deficientes y un paro elevado. Luego está
el 2% restante, los habitantes de los kibbutz y los moshav,
unos 160.000 israelíes que controlan, con el ejército,
el 85% del territorio de Israel. Aunque la clase dirigente israelí
salió de los kibbutz, hoy están en plena
decadencia, tanto ideológica como económica. Las
tierras palestinas que antaño les adjudicaron están
en venta. Lo que hace tan sólo una década parecería
inconcebible hoy es casi una realidad. Las fincas palestinas
expoliadas en 1948 que habían pasado a pertenecer "para
siempre" al "pueblo judío, dondequiera que esté",
se están vendiendo como bienes raíces a cualquier
comprador, siempre que sea judío. Pero la desaparición
de los kibbutz no supone una pérdida para la sociedad
israelí en términos económicos o demográficos
ya que su contribución agrícola total al producto
interior bruto no pasa del 2%. Pero esta desaparición
podría tener un significado enorme: la reparación
de las pérdidas sufridas por los palestinos en 1948 y
así por fin prevalecería la paz.
Si examinamos ahora los emplazamientos
de los pueblos vacíos, veremos que el 90% lo siguen estando.
Sus antiguos habitantes podrían volver y reconstruir sus
casas. ¿Qué ha sido del 10% restante, es decir,
aquellos que de uno u otro modo se han visto implicados en la
colonización judía? Son 57 pueblos de un total
de 531. En cada uno de los distritos de San Juan de Acre, Nazaret,
Safad y Tiberíades sólo hay un pueblo "afectado".
En los sectores de fuerte concentración judía,
por supuesto, hay más pueblos "afectados". Son
12 en el distrito de Haifa, 9 en el de Ramleh, 6 en el de Gaza,
8 en el de Tulkarem, 5 en el de Jerusalén y 13 en el de
Jaffa. En términos de densidad de población judía
hay 38 pueblos en una zona de densidad muy alta, 5 en una zona
de densidad mediana y 14 en una zona de densidad baja. Cuarenta
y nueve pueblos están en zona judía y 8 en zona
palestina. La mayoría de estos pueblos (43 de 57) se encuentran
en tierras árabes, 9 en tierras donde los judíos
poseen parcelas indivisas y 5 en tierras concedidas por el gobierno.
El regreso de los palestinos a estos pueblos no acarrearía
el desalojo de los judíos, a diferencia de lo ocurrido
con los palestinos en 1948.
¿Se ha construido en
los pueblos palestinos "afectados"? De 57 pueblos,
34 se han reconstruido por completo -9 en el distrito de Jaffa,
7 en el de Tulkarem, 5 en el de Haifa y otros 5 en el de Jerusalén.
Las mayores dificultades se presentan en los pueblos que suman
dos desventajas: en su terreno se han construido edificios nuevos
y están enclavados en zonas de elevada densidad judía.
En esta situación se encuentran 24 pueblos, tan sólo
el 5% de los que se han despoblado a partir de 1948. Dicho de
otra forma: todos los refugiados palestinos excepto el 10% podrían
regresar sin dificultad a sus pueblos. Las zonas más delicadas
son el distrito de Jaffa, rodeado de suburbios de Tel Aviv y
con 110.607 palestinos desterrados (según el censo de
1998), y el distrito de Jerusalén, pero en este caso no
por la densidad de la población judía, sino por
su estatuto especial. En este distrito los palestinos desterrados
ascienden a 45.703. En total suman 156.310 refugiados palestinos
-el 3% del censo total- para los que sería preciso hallar
una solución especial.
Notas:
1. Nur Masalha,
Expulsion of the Palestinians: The Concept of "Transfer"
in Zionist Political Thought, 1882-1948, The Institute for
Palestine Studies, Washington DC, 1992; Nur Masalha, A Land
Without People: Israel, Transfer and the Palestinians, 1949-1996,
Faber and Faber, Londres, 1997; Nur Masalha, Imperial Israel
and the Palestinians: The Politics a Expansion, Pluto Press,
Londres, 2000.
2. Meron Benvenisti, Sacred Landscape: The Buried History
of the Holy Land since 1948, University of California Press,
2000, pp.: 69 y 134.
3. S. H. Abu Sitta, The Palestinian Nakba 1948: The Register
of Depopulated Localities in Palestine, The Palestinian Return
Centre, Londres, 2000, pp.: 16-20.
4. Tom Segev, 1949, TheFirst Israelis, Henry Bolt, Nueva
York, 1998, pp.: 68-91. El autor de las notas, el escritor judío
Moshé Shilansky, afirma: "Todos sucumbieron a la
codicia. Individuos, grupos, comunidades, hombres, mujeres y
niños, todos y todas se desenfrenaron. Puertas, ventanas,
dinteles, ladrillos, tejas, baratijas, piezas de máquinas...".
Véase también David Ben Gurion, WarDiary,
en las fechas del 10 de febrero, 1 de junio y 15 de julio de
1948.
5. Meron Benvenisti, op. cit. , pág. 165; Benny
Morris, The Birth of the Palestinian Refugee Problem, 1947-1949,
Cambridge University Press, 1989; Michael Palumbo, The Palestinian
Catastrophe, Londres, 1987.
6. Benny Morris, op. cit., pp.: 171-174; Benny Morris,
1948 and After, Clarendon Press, Oxford, 1990, pp.: 175-183.
7. S. Abu Sitta, Confiscation of the Palestinian Refugees'
Property and the Denial of Access to Private Property, memorándum
presentado al comité de derechos sociales, económicos
y culturales de Naciones Unidas, sesión BADIL, 14 de noviembre
de 2000, Ginebra. Véanse también John Quigley,
Palestine and Israel: A Challenge to Justice, Durham,
1990, y George E. Bisharat, "Land, Law and Legitimacy in
Israel and the Occupied Territories", The American University
Law Review, vol. 43, pp.: 467-591.
8. Meron Benvenisti, op. cit., pág. 122.
9. Ibid., pág. 134.
10. Ibid., pág. 130.
11. Ibid., pág. 135-137.
12. Ibid., pág. 102.
13. Ibid., pág. 111.
14. Ibid., pág. 139.
15. Ibid., pp.: 139-140.
16. Benny Morris dedica un capítulo a este asunto, 1948
and After, op. Cit., capág. 6, pp.: 173-190.
17. Véanse los pormenores de las matanzas y sus fechas
en la obra de Abu Sitta citada más arriba en la nota 3.
18. Meron Benvenisti, op. cit., pág. 153.
19. Ibid., pág. 166.
20. Tom Segev, op. cit, pág. 69.
21. Meron Benvenisti, op. cit., pág. 166.
22. Ibid., pág. 150.
23. Benny Morris escribe: "Andando el tiempo, la publicación
de nuevos documentos, entrevistas a testigos o protagonistas
directos han revelado las matanzas de civiles árabes y
prisioneros de guerra de los israelíes [...]. Las peores
atrocidades, las más sanguinarias, se cometieron sin duda
alguna durante la guerra de independencia de 1948 [...]. No hubo
ni un solo soldado u oficial judío castigado por participar
en ellas. [...]. Con la suficiente perspectiva, resulta evidente
que lo que se produjo en Palestina en 1948 fue una suerte de
limpieza étnica perpetrada por los judíos en las
zonas árabes". Véase Benny Morris, "The
Arab-Israeli War", pp.: 28-37, en Roy Gutman y David
Rieff, eds., Crimes of War, W. W. Norton, Nueva
York, 1999.
24. Meron Benvenisti, op. cit , pág. 167.
25. Véase David Ratner y Jalal Bana, "Forgotten Mosques
Set for Renaissance", Haaretz, 31 de diciembre de
2000, y Larry Derfner, "Where are the Mosques of 1948",
Jerusalem Post, 22 de mayo de 2001.
26. Véase Trude y Moshe Dothan, People of the Sea:
The Search for the Philistines, Macmillan, 1992. Según
los autores: "Muchos objetos fueron a parar a la colección
privada [de Moshé Dayan] ". Dayan era un ladrón
empedernido de objetos de valor y "estaba bien relacionado
con los marchantes de antigüedades" (pp.: 202-203).
Otro soldado israelí que se hacía pasar por arqueólogo,
Yigal Yadin, robó muchos objetos e inventó la "teoría"
de Masada, hoy muy desacreditada. Las obras de cimentación
de las construcciones israelíes, aunque sólo profundizaran
un metro, sacaron a la luz y destruyeron muchos restos valiosos.
Los Dothan cuentan que trataron de impedir la destrucción
de vestigios históricos en Tell Mura, cerca de Ashdod,
durante las obras de la carretera del puerto nuevo (pág.
121). Después de 1967 hubo una afluencia masiva de objetos
excavados ilegalmente en Cisjordania (pág. 199).
27. Meron Benvenisti, op. cit, pág. 168.
28. Ibid., pág. 170.
29. Ghazi Falah, "The 1948 Israeli-Palestinian War and its
Aftermath: The Transformation and De-Signification of Palestine's
Cultural Landscape", Annals of the Association of American
Geographers, junio de 1996, vol. 86, n.º 2.
30. Véase Falah, op. cit., pp.: 274 y 277; y Meron
Benvenisti, op. cit., pp.: 287-289 y 208.
31. Para la distribución detallada de los judíos
en Israel, véanse Abu Sitta, "The Return of the Refugees
is the Realistic Solution", Conferencia Internacional de
las Naciones Unidas sobre los refugiados palestinos, Unesco,
París, 26-27 de abril de 2000; S. Abu Sitta, "Between
Domestication and Resettlement: The Battle of Spurious Scholarship",
Al-Hayat (en árabe), Londres, 6 de agosto de 1997,
pág. 7; Abu Sitta, "The Feasability of the Right
of Return", en The Palestinian Exodus, capág.
7, a cargo de Ghada Karmi y Eugene Kotran, Ithaca, Londres, 1999,
pp.: 171-196, y www.arts.mcgill.ca/mepp/prrn/papers/abusitta.html. Véanse también
Abu Sitta, "The Return of the Refugees: The Key of Peace",
en el vínculo www.arts.mcgill.ca/mepp/prrn/ papers/abu-sitta
|