Testimonios
e Informe del Centro del Observatorio de la Ocupación
en Bagdad
Matanza en al-Qaim,
otra Faluya desconocida
Imán Ahmad
Jamas *
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca) 7 de junio de 2004
Centro del Observatorio de la Ocupación en Bagdad (Iraq),
1 de junio de 2004
Traducción para CSCAweb de Sinfo Fernández Navarro
"Este,
Malik, -Mayid nos mostraba una lista de 47 nombres-, era disminuido
mental. Tenía 51 años, le dispararon en la pierna,
gritaba pidiendo ayuda y entonces le dispararon en el pecho.
Este, Abdul Hai Farhan, estaba saliendo de la mezquita con las
manos levantadas cuando le dispararon en el cuello. Mahmud Shakir
Salih, al tratar de ayudarle le dispararon e hirieron en el abdomen.
Nos pidieron ayuda y no pudimos hacer nada. Murieron desangrados.
Hubo muchos discapacitados que murieron el 17 de abril".
El informe
del Centro del Observatorio de la Ocupación en Bagdad
que presentamos a continuación y la aportación
de testimonios que incluye dan cuenta de uno más de los
episodios de ataques indiscriminados de las fuerzas de ocupación
estadounidenses en Iraq contra población civil de aldeas
y ciudades del país. Al-Qaim, una pequeña localidad
rural al norte de Iraq, sufrió los días 17 al 19
de abril de 2004 una incursión militar por parte de las
tropas de ocupación que habría causado la muerte
de al menos cinco soldados estadounidenses y más de cien
iraquíes [1]. Los hechos que narra este informe no trascendieron
entonces porque los duros combates que en las mismas fechas se
estaban desarrollando en Faluya entre los combatientes de la
resistencia y los marines estadounidenses acapararon entonces
toda la atención mediática [2].
Sin embargo,
cuando el Centro del Observatorio de la Ocupación investigaba
el bombardeo estadounidenses por tierra y aire del pasado 18
de mayo que causó la muerte de 45 personas mientras disfrutaban
de una boda popular en la aldea próxima de Mugrldib (transcrito
también Makr al-Deeb) [3], se desveló que un mes
antes al-Qaim había sido atacada indiscriminadamente en
una contundente operación militar contra población
civil y contra los propios efectivos de la policía iraquí
de la localidad.
Los hechos
aquí narrados ponen en evidencia no solo la brutalidad
de las prácticas militares estadounidenses, que reproducen
las mismas tácticas que el ejército israelí
practica en Palestina, sino que el bombardeo contra la mencionada
boda un mes después podría haberse llevado a cabo
como represalia del ejército estadounidense por lo sucedido
un mes antes en al-Qiam. [CSCAweb]
El pasado mes de abril fue
el mes de Faluya: todas las agencias de los medios de comunicación
informaron sobre la batalla que tenía lugar en esa ciudad.
En cambio, sólo apareció un corto subtítulo
en la lista de noticias del 17 de abril que indicaba que se habían
producido combates en al-Qaim, a 420 kilómetros al oeste
de Bagdad, que una patrulla estadounidense había sido
atacada y que habían muerto entre siete y nueve soldados.
Al día siguiente hubo un breve reportaje que mostraba
las calles vacías de una pequeña ciudad rural iraquí.
La noticia se olvidó velozmente.
Cuando fuimos hasta al-Qaim
para averiguar lo que había sucedido en la masacre de
la boda del 18 de mayo [en Mugrldib], todo el mundo, incluso
los funcionarios, comentaba lo que había ocurrido allí
mismo el 17 de abril. La gente estaba indignada porque más
de cien personas habían sido asesinadas; pero lo que más
les hería era que la mayoría habían sido
niños, mujeres y ancianos que podían haberse salvado
si se les hubiera podido prestar ayuda médica inmediata,
así como el hecho de que muchos de ellos habían
sido asesinados dentro de sus casas. La amargura era el sentimiento
común y compartido. El Dr. Hamdi al-Alusi, director del
hospital, nos dijo que el 17 de abril había sido el día
más miserable de su vida.
Testimonio
de Hamdi al-Alusi, director del hospital
-Dr. Hamdi al-Alusi: Estuve recibiendo llamadas de socorro
durante 24 horas, las ambulancias estaban preparadas para acudir
pero las tropas estadounidenses nos lo impidieron. Yo mismo fui
a hablar con ellos, envié a varios doctores y siempre
nos dieron una negativa por respuesta. Incluso nos amenazaron
diciendo que si alguna ambulancia se atrevía a salir del
hospital le dispararían y matarían al conductor.
Y así lo hicieron con una -puede verla en el garaje-,
hiriendo al conductor en el cuello. Pedimos ayuda al Creciente
Rojo, al alcalde, a la policía, a los oficiales médicos,
pero hasta pasadas 24 horas no nos permitieron movernos y prestar
auxilios y aún así tan sólo a niños
y mujeres, no a los hombres, cualquiera que fuera su edad. Se
nos murió un niño de 14 años; no nos permitieron
rescatarle. Muchos heridos murieron desangrados.
-Imán Jamas: ¿A
cuantas personas mataron?
-Dr. Hamdi al-Alusi: Entre
70 y 100 personas.
-Imán Jamás:
¿No sabe el número exacto?
-Dr. Hamdi al-Alusi: No,
ese fue uno de nuestros mayores problemas. Pasadas 24 horas,
los estadounidenses nos permitieron atender a los heridos y enterrar
a los muertos, pero las familias se habían apresurado
a enterrar a sus muertos porque temían que los combates
estallaran de nuevo. Muchos de ellos habían sido enterrados
en el jardín de sus casas. Una de las mujeres, que estaba
embarazada, y a la que habían disparado en la cabeza,
se estuvo desangrando y cuando enviamos por ella para que la
trataran en Hit, una ciudad cercana, se nos murió en el
camino. En la actualidad nuestro hospital está arrasado.
El 18 de abril, después de permitirnos ayudar a los heridos,
muchos vehículos blindados estadounidenses entraron en
el hospital; querían ver a los heridos. Les dije que lo
sentía profundamente pero que no era posible porque muchos
de los heridos habían muerto en las últimas 24
horas. Entonces reunieron a los empleados del hospital, incluidos
los doctores y los especialistas, les tumbaron en el suelo, boca
abajo, y les registraron por todas partes sin dar explicaciones.
-Imán Jamas: ¿Qué
hizo usted?
-Dr. Hamdi al-Alusi: Escribí
protestando a los oficiales médicos y todavía estoy
esperando la respuesta. Pero esa no fue la única humillación
con la que nos obsequiaron. El 20 de abril [los soldados estadounidenses]
volvieron y me dijeron que querían a la Dra. Laman. Ella
es ginecóloga. Querían llevársela para interrogarla
en las oficinas de aduanas [de la frontera con Siria] que utilizan
como base militar. Me negué a menos que yo la acompañara
y les dije que iríamos en ambulancia, no en un vehículo
militar [estadounidense]. Accedieron. Tuvimos que esperar 90
minutos. Entonces nos llevaron en tres [vehículos multirruedas
blindados] Humvees hasta otra base a 40 kilómetros
de al-Qaim, donde nos ataron las manos y nos cubrieron las cabezas
con sendos sacos. Cuando protesté nos dijeron que era
necesario hacerlo así. Dijeron que la Dra. Laman estaba
acusada de ayudar a una persona herida. Les dije que yo, como
doctor, la hubiera sancionado si ella no hubiera ayudado a un
herido: "Somos médicos; ayudamos a las personas sin
importarnos quiénes son", afrimé. Les dije
que yo mismo había atendido a un soldado irlandés
en 1991 que está ahora sano y salvo en su casa; que ayudé
a decenas de soldados iraníes en la guerra entre Iraq
e Irán. Esas son las reglas y ellos las conocen bien.
Testimonio
de Mayad Mijlif, administrativo del hospital
El Sr. Mayad Mijlif, el ayudante
administrativo, confirmó lo que nos decía el doctor.
De camino al departamento administrativo fuimos a comprobar los
nombres, edades y sexo de las víctimas, Mayad señaló
la verja que había en la parte sur del hospital diciendo:
"[...] Durante el combate
encontramos el cuerpo de un hombre que había sido lanzado
allí metido en un saco de plástico. No le habían
disparado, pero tenía hematomas en los ojos y la boca
que estaban muy hinchados. Había marcas de cigarrillos
apagados en el pecho y en la espalda. Y también algo extraño,
una estrella azul de seis puntas dibujada en su hombro derecho
por un bolígrafo o un sello".
-Imán Jamas: ¿Una
estrella de David?, ¿por qué?
-Sr. Mayad: No sé,
tenemos fotos y vídeo, los médicos nos han dicho
que ha muerto hace tan solo una hora. Pero no era la primera
vez que encontrábamos un cuerpo lanzado cerca del hospital.
Hallamos también el cuerpo de Akram Hannush Yaqub al-Rawi,
un funcionario en excedencia de 45 años que trabajaba
en una gasolinera. Antes de que encontráramos su cuerpo
había estado arrestado durante una semana en la base estadounidense
de Kilo 22. Dos detenidos más en la misma base
dijeron que habían visto a Akram allí en una celda
con las manos atadas colgando del techo, que suplicaba agua y
que se negaban a dársela. Las marcas de sus muñecas
eran muy evidentes. Enviamos el cuerpo al hospital forense en
Ramadi.
Posteriormente, esa tarde,
llamamos también a la comisaría para preguntar
por lo ocurrido el 17 de abril y nos dieron cita para el día
siguiente. Alegaron que estaban muy ocupados porque acababan
de encontrar los cuerpos descompuestos de cuatro hombres y que
estaban intentando reconocerlos. Hacía menos de un mes
que les habían matado.
En el departamento administrativo
nos dieron una lista de víctimas; la mayoría con
disparos en la cabeza, pecho y abdomen:
"[...] Este, Malik, -Mayid
nos mostraba una lista de 47 nombres-, era disminuido mental.
Tenía 51 años, le dispararon en la pierna, gritaba
pidiendo ayuda y entonces le dispararon en el pecho. Este, Abdul
Hai Farhan, estaba saliendo de la mezquita con las manos levantadas
cuando le dispararon en el cuello. Mahmud Shakir Salih, al tratar
de ayudarle le dispararon e hirieron en el abdomen. Nos pidieron
ayuda y no pudimos hacer nada. Tratamos de ayudarles por teléfono,
diciéndoles lo que debían hacer para contener la
hemorragia; presionar las heridas, vendarlas, pero no conseguimos
nada. Murieron desangrados. Hubo muchos discapacitados que murieron
el 17 de abril. Homeidi Letlut, le llamamos Hleil, tenía
una sola pierna, y Sabah, que era sordomudo, ambos murieron también."
Había muchos agujeros
de bala en las paredes del hospital. "Nos han disparado
muchas veces", explicó Mayid, "en una ocasión,
dispararon a un médico que llegaba para hacer el turno
de noche. El 17 de abril dispararon cientos de balas contra el
hospital. Un hombre que estaba sentado en esta camilla esperando
que le hicieran una radiografía recibió seis balas
y murió en pocas horas".
-Imán Jamas: ¿Había
sido declarado el Estado de sitio?
-Sr. Mayad: No, era
un día normal. Yo envié a mis hijos al colegio.
Una de nuestras empleadas, Nahla Kurdi, fue también herida
cuando iba de camino a su trabajo. También dispararon
a una niña de nueve años.
-Imán Jamas: ¿Qué
es lo que ocurría?
-Sr. Mayad: No lo sé
exactamente. Dijeron que la base estadounidense instalada en
las oficinas de aduanas había sido atacada. Está
a unos dos kilómetros de la ciudad. Pero los estadounidenses
empezaron a disparar por las calles contra todo. Incluso llegaron
a atacar la comisaría (como nos había dicho su
director, el teniente coronal Imad).
Testimonio
de Yidr Abdul Hamid, recepcionista del Hospital
"[...] También
dispararon a dos pastores que estaban en la puerta del hospital
y que querían llenar de agua el depósito de su
camión. Traté de rescatarles pero los estadounidenses
me detuvieron hasta que el Dr. Hamdi les envió una carta
en inglés. Rescatar a los heridos del 18 de abril fue
la cosa más complicada que he hecho en mi vida. Había
un vehículo blindado cada 50 metros. Querían matar
a Abdul Rahim Zabba, de 45 años, que estaba desangrándose
tras haber sido herido en su casa, y habían matado ya
a su hijo Anmar, de 10 años. Nos detuvieron otra vez cuando
tratamos de rescatar a una mujer de 35 años y a un niño
de 12. Durante ese día tuvimos 45 heridos. Cuando fuimos
a Karabla, a 8 km. de al-Qaim para tratar de conseguir sangre,
nos pararon y dijeron que estábamos ayudando a los terroristas.
Les contesté que podían acompañarme y asegurarse
de que yo sólo trataba de conseguir sangre para ayudar
a una mujer."
Hamid continuó relatándonos
las historias de Husa, la mujer de Riyab, y de Betul, su hermana,
que murieron en su casa por los disparos de un francotirador;
la de un teniente coronel de policía, Yamil, al que disparó
otro francotirador, y la de Ahmad, que trató de ayudarle
y al que dispararon en la cabeza en su casa; la de los dos hijos
de Fazi, a los que dispararon en el interior de su casa y se
desangraron hasta morir.
Jaleif al-Salmani
Jaleif al-Salmani es un hombre
de cuarenta y pocos años que perdió la mano derecha
en 1987 cuando era soldado en la guerra de Irán. A su
mujer, Esaf Ghazai Herbi, de 30 años, le dispararon el
17 de abril por la tarde en su casa. Una madre de nueve criaturas,
embarazada de seis meses. En al-Qaim, como en muchas otras zonas
de Iraq, la gente construye el baño fuera de la casa,
en el jardín. Esaf iba desde el baño al interior
de su casa cuando un francotirador estadounidense que estaba
escondido en la segunda planta de la casa vecina le disparó
en la cabeza. Aún hay muchos agujeros en la pared junto
a la que le dispararon. Jaleif estaba en el mercado con su hijo
mayor Imad, de 14 años, vendiendo una oveja que su mujer
había matado. Uno de los vecinos de la casa de al lado
saltó la valla y llevó a Esaf dentro. Estaba inconsciente
y sangraba. Llamó al hospital muchas veces sólo
para que le dijeran que no podían ir a ayudarle, que las
tropas estadounidenses se lo impedían. No fue sino hasta
el mediodía del día siguiente cuando una ambulancia
pudo llegar para ayudar a Esaf. Murió con su bebé
camino del hospital. Cuando preguntamos a Ammar, de 18 meses,
el hijo menor de Esaf, dónde estaba su madre, nos dijo
"Bush la mató". Jaleif está furioso,
"¿qué voy a hacer ahora?. Si ésta es
la democracia que nos prometieron, no la queremos".
Hamdiya
Abid Mhawis, madre de familia
La puerta de la casa de al
lado es la de Fleiyh Abid Hommadi, de cincuenta y pico años,
empleado en la gasolinera. Fleiyh recibió un disparó
en el pecho cuando salió de su casa al jardín para
rescatar a Esaf. Murió inmediatamente en la terraza. Parece
que el mismo francotirador que mató a Esaf disparó
también a Fleiyh porque las balas procedían de
la misma dirección, a la derecha de ambas casas. De nuevo
vimos que la valla del jardín estaba llena de agujeros
de bala. Hamdiya Abid Mhawis, su mujer, estaba poniéndose
un velo negro cuando salía para reunirse con nosotros.
Lloraba. Pero después de un rato, al contar la historia
de la muerte de su marido, se indignó y se quitó
el velo. Hamdiya tiene 13 hijos, ocho niñas y cicno niños;
el mayor acaba de marcharse voluntario para luchar con las fuerzas
de la resistencia.
"[...] Cuando le dispararon
estaba intentando ayudar a nuestra vecina, le arrastramos hasta
el vestíbulo, tratamos de hacer algo, pero se nos murió.
Le enterramos temporalmente durante cinco días en el jardín.
El no tenía nada que ver con la resistencia; de hecho,
los estadounidenses les dieron un papel en que ponía que
Fleyh era un buen hombre, entonces ¿por qué le
mataron?. Disparan por todas partes, todos los cristales de nuestras
ventanas están rotos y estamos aterrados, durante este
último año hemos vivido continuamente aterrados.
¿Es ésta la libertad que nos prometieron?. Han
destrozado a mi familia, ¿Qué clase de seres son?
¿Por qué nos matan de esta manera? ¿Qué
les hicieron una mujer embarazada y mi marido? ¿Por qué
nos humillan hasta dentro de nuestras casas? Quiero preguntarle
a Bush por qué nos está haciendo todo esto. ¿Aceptarían
los estadounidenses que alguien les hiciera lo mismo a ellos?"
Abdul Rahman
Mijlif Mohamad, 35 años, ferroviario
Abdul Rahman Mijlif Mohamad,
de 35 años, es maquinista de tren y vive cerca de
la estación. Estaba en casa cuando la zona fue asaltada
después del terrible bombardeo del 17 de abril. Se le
sacó fuera de la casa; los soldados estaban registrándola
cuando oyó la noticia de que su hermano, un trabajador
de aduanas, había sido arrestado.
"[...]Yo sé por
qué le arrestaron, su único problema es su nombre,
Sadam, y además él nunca ha participado en ningún
acto de violencia. Mi madre se desmayó cuando oyó
la noticia, yo estaba ocupado intentando ayudarla cuando tuve
otra llamada para decirme que a mi padre le había disparado
un francotirador y que yacía en la calle, sin nadie que
pudiera ayudarle. Mi padre, de 65 años, es guarda en la
estación de ferrocarril. No sé por qué abandonó
la estación, quizá estaba intentando ayudar a alguien
o sólo trataba de volver a casa tras escuchar que había
sido asaltada y mi hermano arrestado. No pude recuperar el cuerpo
de mi padre hasta el día siguiente; tenía muchos
disparos en el pecho. Le enterramos en el jardín. No entiendo
por qué le dispararon, era viejo y estaba desarmado, pero
ellos disparan a todo el mundo. Incluso dispararon a un niño
de 10 años, Anmar Rahim Zabba, que se asomó a la
puerta de su casa para mirar los aviones. Mi hermano está
aún en Abu Guraib, no encontraron nada en nuestra casa,
pero su nombre es para ellos un problema."
Ahmed y
Yamil, teniente coronel de la policía iraquí
La historia más extraña
es la de Ahmed y su primo Yamil, que era teniente coronel de
policía y a quien los estadounidenses conocían.
Yamil salió de su casa el 17 de abril por la tarde para
ver a su primo que vive en la puerta de al lado. Un francotirador
estadounidense le disparó en el hombro izquierdo, en la
pierna y en el costado. Cayó al suelo en medio de la calle
y empezó a llamar pidiendo ayuda. Nadie podía ayudarle
aunque la calle no tenía más de cinco metros de
ancho. Su primo Ahmed, que tiene una tienda de ultramarinos,
le lanzó una manguera y fue arrastrándole hasta
la casa. Entonces los estadounidenses llegaron hasta allí
y registraron la casa.
Se dieron cuenta de que era
un oficial de policía. Les pidió que le ayudaran
pero se negaron y se marcharon. La familia intentó llamar
a una ambulancia para que le ayudaran pero fue imposible conseguirla.
Después de un rato, otro grupo de tropas estadounidenses
se acercó a la zona y vio la sangre que cubría
la calle y que llegaba hasta la casa de Ahmed. Rompieron la puerta
e irrumpieron dentro. Ahmed les mostró la tarjeta de identidad
de Yamil pero fue inútil: dispararon a Ahmed en el pecho
que cayó muerto en el acto. Registraron la casa pero no
encontraron nada. Se marcharon. Yamil permaneció desangrándose
hasta el día siguiente; murió al amanecer.
Fazi Dgheiym,
jubilado
Fazi Dgheiym es un funcionario
jubilado de unos sesenta años y era uno de los hombres
más tristes que he visto en mi vida. Sólo contestó
a mi pregunta como muestra de respeto, aunque hubiera preferido
no hablar. Fazi perdió a dos de sus hijos, Ghazuan, de
20 años, y Sufian, de 23, al mismo tiempo dentro de su
casa. En la tarde del 17 de abril el tiroteo se detuvo durante
un rato. Por curiosidad, Sufian se asomó a la puerta para
echar un vistazo a la calle y entonces un francotirador le disparó
en el pecho, en el lado izquierdo. Su hermano Ghazuan estaba
lavando el coche en el garaje cuando vio que su hermano se desplomaba
en el suelo. Fue corriendo para auxiliarle y entonces un helicóptero
le disparó a él en el muslo. Un tercer hermano,
Marwan, llegó asimismo corriendo al ver la situación
de sus hermanos y también le dispararon pero solo perdió
un dedo de la mano. Fazi trató de obtener ayuda del hospital
y del Creciente Rojo pero fue inútil: aquel día
nadie podía moverse por las calles de al-Qaim.
Fazi tuvo que contemplar cómo
sus hijos se desangraban en dos horas hasta morir frente a su
madre y toda la familia. Ghazuan murió primero, tras 90
minutos, porque el helicóptero le había disparado
en la aorta. Sufian murió después de dos horas.
Los cuerpos tuvieron que permanecer en la casa hasta la mañana
siguiente, en que el padre los enterró de forma temporal
en el jardín. Cuando pasaron dos días, fueron enterrados
adecuadamente en el cementerio. "Eso no es libertad -dijo
Fazi con amargura-. Eso es nazismo".
Riya Nawaf,
alcalde de al-Qaim
Riya Nawaf, alcalde de al-Qaim,
nos contó cómo se las arregló para llegar
a un acuerdo con los estadounidenses en el segundo día
de los combates para que permitieran que las ambulancias pudieran
trasladarse para recoger a los heridos, enterrar a los muertos
y para que compensaran a los civiles.
-Imán Jamas: Mucha
gente dice que los estadounidenses no dan compensaciones por
nada ni por nadie.
-Riya Nawaf: Es verdad.
Anteriormente al mes de abril tuvimos otro tipo de soldados que
no eran marines. Abrieron una oficina de reclamaciones y dijeron
a la gente que presentaran sus demandas y la gente lo hizo [4].
La gente preparó todos los documentos que les solicitaban,
pero los estadounidenses compensaron sólo a unos pocos,
siete u ocho entre cientos de casos: asesinatos, heridos, propiedades
dañadas, dinero, oro, joyas y documentos robados y rechazaron
devolver lo que se reclamaba. Cuando esas tropas se marcharon
en abril se llevaron todo con ellos, incluidas las reclamaciones
y los documentos sobre los casos. Preguntamos a los soldados
que están ahora qué iba a pasar con todo eso y
nos dijeron que ellos no tenían por qué hacer nada
sobre hechos de los que no eran responsables. Los iraquíes
no pueden comprender esta situación, para ellos todos
son soldados estadounidenses.
-Imán Jamas: ¿Quiénes
eran los últimos soldados?, ¿de qué clase?
- Riya Nawaf: No lo
sé, les llamamos sólo Fuerzas de la Coalición,
no sabemos en qué brigada o en qué batallón
están. Lo que no entiendo es por qué destrozan
y rompen cosas y dicen que nos compensarán. En muchos
casos, las compensaciones son sólo simbólicas.
En otras ni siquiera admiten que hayan cometido una falta.
Hace poco tiempo apareció
una noticia en televisión informando de que las fuerzas
de policía de al-Qaim habían dimitido en grupo.
Para nosotros esa noticia no constituyó ninguna sorpresa,
la esperábamos. Cuando les visitamos unos días
antes pudimos comprobar lo frustrados que se sentían.
Les habían tratado peor incluso que al hospital. Las dos
únicas comisarías en al-Qaim y Rummana, a pocos
kilómetros una de otra, fueron asaltadas, destrozadas
sus puertas, confiscadas las armas y robado el dinero. Incluso
se les prohibió que se movieran, igual que en el caso
de las ambulancias, y les amenazaron con dispararles si salían
de la comisaría. Las tropas estadounidenses dispararon
contra un teniente coronel de policía [iraquí],
Yamil (al que nos hemos referido antes). Rechazaron ayudarle
aunque reconocieron su tarjeta de identidad. Le dejaron desangrarse
hasta morir y mataron al hombre que trataba de ayudarle. Otros
tres oficiales [iraquíes] fueron arrestados hace seis
meses, el capitán Judeiyr, el teniente Rad y el teniente
Yeiri. No se sabe por qué fueron arrestados, por qué
tienen prohibidas las visitas o cualquier otro derecho, sienten
que no merecen ese trato y que podrían cuidar de la seguridad
con la mitad del personal que tienen ahora, si los estadounidenses
les dieran tan solo una oportunidad.
Notas de
CSCAweb:
1. Sobre esta
batalla informó CSCAweb en el 'Diario de la resistencia'
del 17 de abril. Véase: Diario de la resistencia
- Abril de 2004
2. Véase en CSCAweb: Carlos Varea: Sobre los sucesos
de Faluya: 'Una derrota múltiple para EEUU' | Declaración
del CSCA: Con Faluya, con el pueblo iraquí. Retirada inmediata
de todas las tropas extranjeras de Iraq - Declaración
del International Action Center | Ibrahim Alloush: Diez lecciones
estratégicas de la experiencia de Faluya | Sinfo Fernández:
Tras los sucesos de Faluya. Soldados, mercenarios y empresarios:
La privatización de la guerra avanza en el Iraq ocupado
3. Véase en CSCAweb: Iman Ahmad Jamas: Boda de sangre
en Mugrldib: Testimonios e Informe del Centro del Observatorio
de la Ocupación en Bagdad - El Pentágono admitió
haber atacado la aldea de Mugrldib, quizás una represalia
premeditada
4. Véase en CSCAweb: Informe: "Violaciones de
derechos humanos y demandas relacionadas con las operaciones
militares de EEUU en Iraq"
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