Lo que Sharón no pudo
ver
Víctor de
Currea Lugo*
Semana.com
(revista colombiana) / CSCAweb: 18-12-06
"(...)
la política de bloqueo no dió sus frutos y la Unión
Europea, mediante un mecanismo (Temporary International Mechanism)
reabrió la ayuda a los palestinos. La Unión Europea
trata así de mantener cierta legitimidad frente a los
palestinos y un pie en el conflicto, pero como teme poner el
pie de una política exterior clara, entonces prioriza
el de la ayuda humanitaria reducida al arroz y desconectada de
los derechos humanos. Palestina es el único caso donde
la comunidad internacional decide castigar a los ocupados, para
beneficio de los ocupantes, por haber realizado un proceso democrático
en vez de optar por el terror. La ayuda humanitaria que se necesita
en Palestina no es el resultado de un tsunami, sino de una ocupación
a la que la comunidad internacional contribuye con un bloqueo
económico."
Desde la muerte política
de Ariel Sharón han sucedido varios hechos novedosos en
Palestina y una dinámica que permanece. Lo más
relevante: el triunfo electoral de Hamas, el triunfo de Kadima
en Israel, las medidas de la comunidad internacional contra Hamas,
la guerra contra Hezbollah, la confrontación entre palestinos
y la "reocupación" de Gaza.
El triunfo
de Hamas
Lo más importante del
triunfo electoral de Hamas (enero de 2006) es la transparencia
del proceso electoral, con un 78% de participación, a
pesar de las medidas de restricción impuestas por Israel
para votar. Este triunfo no niega el debate sobre la construcción
de un Estado laico palestino (que no está en la agenda
de Hamas), ni el debate sobre terrorismo, para algunos "única
causa del conflicto" y tema del cual ya otros han escrito.
La pregunta es: ¿cómo es posible que una mayoría
abrumadora vote a un grupo presentado en la prensa como terrorista
y calificado como tal por la Unión Europea? ¿por
qué Al Fatah pierde? ¿Por qué los palestinos
votaron a Hamas a pesar de las amenazas de Israel, Estados Unidos
y Europa? Porque Hamas incluye en su agenda lo que los palestinos
claman: un Estado social y la lucha contra la ocupación.
Y esos puntos son centrales en la agenda palestina y no otros.
Porque tales amenazas no asustan a los palestinos acostumbrados
a la violencia israelí.
Los palestinos escogen a Hamas
porque, esencialmente, la ocupación israelí no
sería menos si hubieran votado a Fatah. Al Fatah pierde
en parte por sus prácticas corruptas, además por
la desaparición de Arafat, figura que generaba consenso.
Incluso el líder de la nueva guardia de Fatah en prisión,
Marwan Barguti, pidió perdón por los errores de
Fatah. Quien realmente perdió fue la vieja guardia de
Fatah encabezada por el actual presidente Abu Mazen. Los palestinos
votaron a Hamas porque no eran Fatah, por tanto es erróneo
esperar, por parte de la Unión Europea, que un partido
elegido entre otras cosas por no ser Fatah se porte como éste
una vez se ha hecho con el gobierno.
Hamas gana por su constante proceso de construcción de
bienestar en Palestina y por su postura mantenida frente a la
ocupación. No hubo engaño por parte de Hamas a
nadie. Esto no quiere decir que todo el que luche contra la ocupación
es siempre justo (basta mirar la situación de las mujeres
en las poblaciones bajo el control de Hamas) pero sí es
justo luchar contra la ocupación.
La paz no se afectó
con el triunfo de Hamas porque no había ningún
proceso en curso, salvo la tregua unilateral del mismo Hamas
y la Hoja de Ruta que solo algunos de manera perversa o ingenua
mencionan con esperanza.
Pero el triunfo electoral de
Hamas trajo consigo una vergonzosa confrontación entre
Fatah y Hamas, mostrando los problemas internos de la sociedad
palestina para contar con mecanismos de negociación no
violentos. Tal confrontación se selló, provisionalmente,
con un acuerdo conocido como el "plan de los prisioneros"
(27 de junio de 2006). Sharón no hubiera visto el triunfo
de Hamas en su real dimensión porque, como muchos israelíes,
cree firmemente que la mejor manera de doblegar a los palestinos
es la violencia.
Kadima al
poder
El triunfo de Kadima en las
elecciones israelíes (marzo de 2006) es la última
victoria de Sharón, pues más que por el poco carisma
de Ehud Olmert, la gente votó a la memoria de quien fuera
su líder tanto militar como político, de lo que
Olmert no puede presumir.
El debate sobre las diferentes
opciones políticas en Israel es relevante para los israelíes
pero no para los palestinos y, por tanto, quien ganara en tales
elecciones poco o nada cambiaría la ocupación que
no es una política de gobierno sino de Estado y frente
a la cual hay unanimidad entre los políticos israelíes.
Por ejemplo, no hay un solo partido israelí que disienta
del muro o que haya disentido de la guerra contra Hezbollah.
El debate interno que afecta a la población israelí
es sobre el incremento de la pobreza y el desmantelamiento del
estado social.
El ganador Olmert anunció
que iba a definir de manera unilateral las fronteras entre Israel
y lo que sería Palestina, acelerando la construcción
del muro, ratificando la no renuncia a los territorios hoy ocupados
por los ilegales asentamientos, prescindiendo del derecho internacional,
proponiendo un retiro parcial de algunos asentamientos no significativos
para entonces consolidar el resto, manteniendo un régimen
de control en Gaza. La sociedad israelí en vez de ver
el triunfo de Hamas como un rechazo a la ocupación y establecer
una mirada crítica, confirmó en las urnas su apoyo
a la ocupación.
El bloqueo
a Hamas
La Unión Europea juega
en el mejor de los casos al juego de "dos partes iguales":
definir el conflicto como un enfrentamiento entre dos partes
que la verdad no son ni social, económica, política
ni militarmente comparables, cuando se trata de un conflicto
basado en una ocupación militar con el apoyo de los Estados
Unidos, y una población ocupada desde 1967.
En el peor de los casos, la
Unión Europea considera a Israel como un Estado democrático
y amenazado, y a Hamas como un grupo terrorista, ecuación
compartida obviamente por Israel y por los Estados Unidos, cuando
lo ideal sería solo una solución basada en el derecho
internacional.
Hamas ganó, pero una
cosa es ganar y otra es gobernar. En su intento por gobernar,
no gozó de un tiempo de prueba sino que rápidamente
recibió tres condiciones por parte de los integrantes
del Cuarteto: a) la aplicación del derecho internacional,
incluyendo incorrectamente en éste a los Acuerdos de Oslo
que precisamente no tuvieron en cuenta los derechos de los palestinos;
b) el reconocimiento de Israel, sin que este reconozca a su vez
a Palestina y c) el cese de la violencia.
El problema es que, ciñéndonos
al derecho internacional, la violencia de la resistencia (no
así el terrorismo) es legal mientras que la violencia
del ocupante, que la Unión Europea no pide que se detenga
de la misma manera, es ilegal. Incluso la elección de
Hamas puede leerse como un voto de castigo al proceso de Oslo.
Es difícil demandar el respeto al derecho internacional
cuando no se garantiza la protección debida a los derechos
de los civiles palestinos.
La Unión Europea y demás
donantes suspendieron la ayuda financiera para quebrar el gobierno
de Hamas, empresa a la que Israel se sumó desde antes
bloqueando la transferencia de impuestos de los palestinos debidos
a sus exportaciones y que pertenecen a la Autoridad Palestina.
Incluso, Israel retuvo el dinero para las ONG humanitarias. Donantes
que antes contribuían con casi el 50% del presupuesto
del Ministerio de Salud repentinamente retiraron sus ayudas.
La falta de capacidad de pago del nuevo gobierno ha mellado su
prestigio y ha generado caos dentro de los trabajadores estatales.
Pero la política de
bloqueo no dió sus frutos y la Unión Europea, mediante
un mecanismo (Temporary International Mechanism) reabrió
la ayuda a los palestinos. La Unión Europea trata así
de mantener cierta legitimidad frente a los palestinos y un pie
en el conflicto, pero como teme poner el pie de una política
exterior clara, entonces prioriza el de la ayuda humanitaria
reducida al arroz y desconectada de los derechos humanos. Palestina
es el único caso donde la comunidad internacional decide
castigar a los ocupados, para beneficio de los ocupantes, por
haber realizado un proceso democrático en vez de optar
por el terror. La ayuda humanitaria que se necesita en Palestina
no es el resultado de un tsunami, sino de una ocupación
a la que la comunidad internacional contribuye con un bloqueo
económico.
La guerra
contra Hezbollah: la mirada palestina
Hace tres años, en Ramallah,
un líder palestino me dijo "nuestra única
esperanza es Hezbollah". Decenas de resoluciones de las
Naciones Unidas que exigen la retirada israelí de los
territorios ocupados duermen en los escritorios, pero bastó
una sola resolución y dos semanas para garantizar el retiro
de las tropas sirias del Líbano.
En los últimos meses,
Israel detuvo ilegalmente a la dirigencia de Hamas (28 parlamentarios
y 8 ministros en junio de 2006), atacó Gaza por aire,
tierra y mar, matando una familia entera en las playas de Gaza
(9 de junio) ante el silencio del mundo que veía en vivo
y en directo tal masacre. Un legítimo acto de guerra de
la resistencia palestina a una base militar israelí, y
la detención de un prisionero, generó una respuesta
desproporcionada y un castigo colectivo a Gaza. Desde finales
de junio hasta hoy, cientos de palestinos han sido asesinados
o heridos.
En este marco, Hezbollah, cruza
la frontera y ataca al ejército israelí, capturando
dos prisioneros y exigiendo la liberación de los casi
diez mil prisioneros árabes, muchos de ellos sin cargos
y sin garantías judiciales. Pero esta es la causa inmediata
de la guerra, la causa última es la ocupación de
los Altos del Golán: como dice el escritor israelí
Gideon Levy "si Israel hubiera devuelto los Altos del Golán
y firmado un tratado de paz con Siria oportunamente, esta guerra
no hubiera sucedido".
Israel perdió: no recuperó
sus soldados, perdió más de 140 en combate, mostró
su incapacidad para detener los cohetes de Hezbollah, aceptó
la negociación como camino para la liberación de
sus soldados, fracasó en su capacidad de brindar adecuada
protección y ayuda humanitaria a su propia población
y, lo más doloroso para el sionismo, acabó el mito
del ejército invencible.
Es innegable el asesinato de
civiles en forma indiscriminada, así como el sembrado
masivo con "bombas racimo" en zonas urbanas libanesas.
Según la ONU, Israel arrojó más de 100.000
bombas de este tipo en las últimas 72 horas de la guerra
cuando ya se sabía que habría un acuerdo de paz.
En total, se calcula que Israel arrojó en el sur del Líbano
1 millón 300 mil bombas de fragmentación, contrarias
al derecho internacional humanitario. Como dijo el jefe de una
unidad militar israelí "lo que hicimos fue demente
y monstruoso: cubrimos ciudades enteras con bombas racimo".
Más allá de lo
dogmáticamente religioso, políticamente desacertado
y militarmente irresponsable de las acciones de Hezbollah, lo
cierto es que Hezbollah ha sido prácticamente la única
organización no palestina que ha peleado por los palestinos.
Los palestinos no son una real prioridad ni para las Naciones
Unidas, ni para la Unión Europea. Los países árabes
tampoco han mostrado un fuerte compromiso por la causa palestina,
no más allá del de querer ser los "dueños"
de tal causa. Los dirigentes del mundo árabe, no sólo
no han confrontado debidamente la ocupación sino que han
terminado por aceptar la situación, como es el triste
papel de Egipto.
Es cierto que, en el caso del
Líbano, las condiciones de vida de los palestinos en los
campos de refugiados distan de un trato digno, viviendo graves
limitaciones de libertad de movimiento y restricciones en el
acceso a un trabajo, pero eso no restó apoyo a Hezbollah.
Hezbollah tiene su propia agenda, que no es una organización
exclusivamente pro palestina, y que ha cometido actos de terror,
pero ninguna de estas consideraciones modifica el hecho de que
muchos palestinos perciben en ellos la esperanza.
La confrontación
entre palestinos
Palestina volvió a ser
noticia por los choques armados entre Hamas y Fatah, que se han
enfrascado en una confrontación que desvía la atención
sobre la terrible ocupación israelí. En un fin
de semana de septiembre, hubo una docena de muertos y medio centenar
de heridos en la confrontación interna, en la que sin
duda habría un ganador: Israel.
La actual crisis en Gaza tiene
un origen inmediato indiscutible: las elecciones palestinas de
enero. Esa es la principal causa de la situación, más
que el muro, la demolición de casas y los asesinatos de
palestinos, los escándalos de corrupción, más
que la infiltración de los servicios israelíes
en los grupos palestinos. La novedad es el uso de los mecanismos
democráticos por parte de Hamas. Los demás hechos
ya existían sin que hubieran precipitado la situación
actual. La unidad palestina no es solo un problema de cómo
gobernar sino, aún más importante, cómo
enfrentar la ocupación
La "reocupación"
de Gaza
Escribo "reocupación"
porque Gaza no ha dejado de estar ocupada. El Plan de Desconexión
no significó un retroceso de la política de asentamientos
sino su ratificación. Una ocupación termina cuando
el poder ocupante no ejerce más control sobre el territorio
ocupado. La ocupación en Palestina no es sólo la
colonización ilegal de territorios mediante el sistema
de asentamientos, por tanto el fin de tal sistema no es el fin
de la ocupación, pero el fin de la ocupación necesariamente
pasa por el desmantelamiento de tal sistema.
Durante el 2006 Gaza ha estado
sometida al control de sus fronteras y a las restricciones a
las vidas de los civiles. Israel bombardeó la única
planta eléctrica, realizó numerosas incursiones
militares, conjugó los asesinatos selectivos y las invasiones
militares masivas, destruyó casas, asesinó en los
últimos cinco meses más de 300 civiles, atacó
puentes y sedes civiles del gobierno palestino, destruyó
cultivos e impidió el tránsito de personas y de
mercancía y de dinero, de y hacia Gaza. Un dato ilustra
las condiciones: de una lista de 473 medicamentos esenciales,
116 estaban prácticamente agotadas en Cisjordania y 80
en Gaza. La pobreza en Gaza pasó de 39% en 2000 a 79%
en abril de 2006.
Hoy día, hay 1,3 millones
de personas encerradas en una gran prisión llamada Gaza,
los donantes se retiran; las ONG humanitarias no pueden trabajar
adecuadamente; la Unión Europea y demás donantes
no defienden los derechos de los palestinos; Israel mantiene
la ocupación y las Naciones Unidas miran para otro lado.
Nuevo escenario
Esas son pues las cosas que
Sharón no pudo ver. Amos Oz recordaba el credo de Sharón:
"lo que no se puede hacer con la fuerza se puede hacer con
más fuerza" y eso es la consigna de sus seguidores.
El nuevo escenario no es del todo nuevo: la ocupación
se mantiene, la violencia contra los palestinos se mantiene,
la doble moral de la comunidad internacional se mantiene. Las
diferencias son que ya no está en el escenario político
ni Sharón, ni Arafat, Hamas está en el gobierno
y Hezbollah rompió el mito del ejército israelí.
No es mucho pero tampoco es poco.
Lo que se ve venir es más
de lo mismo: el control israelí de los territorios ocupados,
los rituales de las conferencias internacionales, más
palestinos asesinados, casas demolidas y el avance imparable
del muro a pesar de la Corte Internacional de Justicia. Los asentamientos
siguen su crecimiento a pesar del derecho internacional, ocupando
no sólo más territorio en Cisjordania sino consolidando
la anexión de facto de Jerusalén. Hamas, por su
parte, se mantiene en su posición de respuesta ante las
agresiones israelíes: "Si Israel no permite a los
palestinos vivir en paz, dignidad e integridad nacional, Israel
tampoco podrá disfrutar de estos mismos derechos".
La dinámica no puede
explicarse solo por nombres como Arafat o Sharón. El discurso
anti-árabe es profundo en la sociedad israelí:
el 68% de judíos rechazarían vivir en el mismo
edificio que un árabe y la mitad de los judíos
israelíes expresan miedo o incomodidad cuando oyen gente
hablando árabe.
El fracaso de la democracia,
como el del derecho, empuja la situación a tres posibles
escenarios: a) una negociación directa Hamas-Israel, improbable,
menos aún después de la herida en el orgullo israelí
propinada por Hezbollah, b) una tercera Intifada, deseada por
algunos de Hamas pero difícil dado el cansancio del mismo
pueblo palestino, c) la perpetuación del Status Quo. De
estas tres puede surgir una combinación de pasos adelante
y atrás que, sin llevar a ningún puerto, finalmente
perpetúan la ocupación. Una cuarta opción
sería el avance del proyecto de España, Francia
e Italia por lanzar un nuevo plan, pero tal anuncio parece más
un titular sin contenido que una propuesta innovadora.
La comunidad internacional
continúa en la misma lógica de auto-reducirse a
un papel de ONG humanitaria antes que a un sujeto de derecho
internacional con derecho y deber de exigir el respeto a los
derechos humanos de los palestinos.
No bastó la desaparición
política de Sharón para que se diera el fin de
la ocupación. Han desaparecido Ben Gurion, Moshé
Dayan y Golda Meir, sin que la situación palestina haya
cambiado porque el problema no es de las personas en el poder
sino de la naturaleza sionista de Israel: un eje político
y religioso para el pueblo judío, naturaleza que, por
definición, es incompatible con la democracia y con un
lugar para el pueblo palestino, dígase lo que se diga.
Se sigue confundiendo, pues,
la acción política con la ayuda humanitaria, la
crisis de aplicación del derecho internacional con la
crisis humanitaria, las prioridades de los beneficiarios con
las necesidades de los donantes, la neutralidad con la cobardía,
la resistencia con el terrorismo, el derecho internacional con
los Acuerdos de Oslo, y el antisionismo con el antisemitismo.
PD: Sí, ya sé,
el tema del terrorismo, no lo desconozco, sólo que preciso
dos cosas que sobrepasan el alcance de este artículo:
uno, resistencia es diferente de terrorismo, diferencia que puede
y debe hacerse basándose en el derecho internacional aceptado
por todas las naciones y, dos, quien no acepte hablar de ocupación
en Palestina no tiene derecho de hablar de terrorismo.
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