La lección de Hizbulá
Alberto Cruz
CSCAweb,
14 de julio de 2006
"Es
evidente que la situación ahora da un vuelco considerable.
Israel ha vuelto a invadir Líbano y la comunidad internacional
no sabe aún cómo reaccionar. Mientras tanto, Hizbulá
se va a ganar un nuevo reconocimiento, tanto de suníes
como shiíes, al ser la única organización
árabe que vuelve a poner contra las cuerdas al estado
hebreo. Y pone de manifiesto que mientras una organización
mantenga intacta su voluntad de lucha contra la ocupación
y expansionismo de Israel, ningún plan imperialista de
reordenamiento estratégico de la zona tendrá éxito".
Europa se suele sorprender
a menudo cuando estallan ciertas crisis que no están dentro
de lo "políticamente correcto". Si Israel viola
el derecho internacional reiteradamente con, entre otras cosas,
el castigo colectivo a la población de Gaza (pongamos
por caso el artículo 33 de la IV Convención de
Ginebra, que establece que "el poder ocupante no puede
utilizar los castigos colectivos contra la población civil")
nos limitaremos a llamadas a la calma, a la cordura y sandeces
similares. ¿Alguien se acuerda de la resolución
del Tribunal de Justicia de La Haya contra el muro del apartheid
levantado por Israel? ¿Algún gobierno ha reclamado
a Israel su derribo, tal y como proclamaba la citada resolución?
No. Ahora bien, si los combatientes palestinos capturan en una
operación militar a un soldado israelí se producirá
un rasgado general de vestiduras exigiendo su liberación
sin condiciones aunque durante años estén languideciendo
en las cárceles israelíes miles de palestinos y
otros ciudadanos árabes sin que los bienpensantes europeos
hayan movido un dedo por ellos.
Gaza partida, bombardeada,
destruida en sus principales infraestructuras. Silencio. Ministros
y diputados elegidos democráticamente por el pueblo palestino
encarcelados por Israel. Silencio. Familias destrozadas bajo
las bombas de los "asesinatos selectivos" infame
lenguaje utilizado por los medios de comunicación siguiendo
la estela marcada por Javier Solana, hoy responsable de la política
exterior de la UE, cuando en su época de secretario general
de la OTAN acuñó otra expresión de infame
recuerdo, "daños colaterales", para referirse
a los bombardeos de puentes, trenes y casas en la guerra contra
Yugoslavia de 1999- en imágenes servidas por los informativos
a la hora de comer como parte del paisaje sin una pacata resolución
de la ONU, tan presta a sancionar a Irán, a Corea del
Norte o a quien sea menos a Israel.
Pero no es una crítica
sólo a Europa o a occidente en general. Los miserables
regímenes árabes esconden la cabeza cada vez que
se produce un ataque de los reseñados y, a lo sumo, firmarán
una declaración con la condena más firme y más
dura posible. Pura retórica que no pasará de ahí.
Ya se ha reclamado una reunión de urgencia de la Liga
Árabe para discutir el tema. Ni hablar de retirada de
embajadores (Egipto, Jordania, Mauritania tienen relaciones diplomáticas
plenas con Israel), de encargados de negocios (como es el caso
de Marruecos o Qatar) o del envío urgente del prometido
dinero con el que ayudar a las maltrechas arcas palestinas ante
la asfixia económica impuesta por Israel y el chantaje
europeo tras el triunfo, democrático, de Hamás.
El sufrimiento palestino no
cuenta, está dentro del guión. Y en eso llegó
Hizbulá. La organización que lideró, no
en exclusiva, pero sí con una hegemonía incuestionable
la lucha de liberación nacional libanesa contra la ocupación
israelí ha realizado una acción audaz y de consecuencias
imprevisibles: la captura de dos soldados israelíes y
la muerte de otros varios en el sur libanés. Una acción
reivindicada para poner encima de la mesa el tema de los presos,
palestinos y de otras nacionalidades, en cárceles israelíes.
Los precedentes
No es la primera vez que Hizbulá
realiza una operación de este tipo para lograr la liberación
de prisioneros. A primeros del año 2004, en el mes de
febrero, tras unas largas y laboriosas negociaciones entre Hizbulá
e Israel, en las que actuó como mediador y garante Alemania,
el movimiento político-militar logró la excarcelación
de 400 presos árabes a cambio de la entrega de un ex coronel
del ejército israelí y de los cadáveres
de tres soldados israelíes muertos en un ataque contra
el territorio ocupado de las granjas de la Shebaa (territorio
libanés cercano a la frontera con Siria). Entre los presos
había palestinos, libaneses y de otras nacionalidades.
Además, en el acuerdo se incluyó la entrega de
restos de guerrilleros palestinos y libaneses, muertos durante
los más de veinte años de ocupación israelí
del sur de Líbano. Esos guerrilleros pertenecían
a organizaciones laicas como el Partido Comunista Libanés,
Frente Popular para la Liberación de Palestina o Al Fatah,
entre otras.
Tampoco es la primera vez este
año que se producen combates entre Hizbulá y los
ocupantes israelíes. El pasado 28 de mayo un soldado de
Hizbulá y otro israelí murieron en un enfrentamiento
producido en las granjas de la Shebaa, concretamente en la localidad
de Yacub, a unos cinco kilómetros de las fronteras con
Siria. También hubo un lanzamiento de los famosos misiles
Katyusha contra el cuartel general del Ejército israelí
en la Alta Galilea, situado en la localidad de Sabed, en el interior
de las fronteras reconocidas al estado de Israel, aunque no está
claro si el responsable de su lanzamiento fue Hizbulá
o la Yijad Islámica, que actuaba en represalia de uno
de sus dirigentes muerto en atentado unos días antes.
Más allá de las
diferencias que se puedan tener con Hizbulá, hay que ver
a esta organización como un movimiento político-militar
legítimo y cuya lucha se constituye en un ejemplo a seguir.
Hizbulá, por utilizar una frase de Lenin, está
agudizando las contradicciones occidentales y árabes muy
hábilmente. Uno se puede imaginar las imágenes
de júbilo en los barrios shiíes de Beirut, los
más depauperados y, a buen seguro, en Gaza y otros lugares.
Y la desesperación de quienes, como el presidente de la
Autoridad Palestina siempre sumiso a los mandados occidentales-
o el dirigente libanés druso, Walid Jumblat, partidario
no sólo del desarme de Hizbulá sino de la invasión
de Siria por los Estados Unidos, se enfrentan ahora a una situación
en la que ya no tienen margen de maniobra alguno. Uno se puede
imaginar cómo los teléfonos están echando
humo mientras el Consejo de Seguridad de la ONU, y su secretario
general al frente, buscan cómo salir del atolladero y
sacar la cara, otra vez, a Israel. Pero esta vez la partida tiene
otras cartas.
Desde octubre de 2004 el Consejo
de Seguridad ha aprobado cuatro resoluciones en las que, junto
a la retirada Siria de Líbano y el desarme de las milicias
palestinas que protegen los campamentos de refugiados, se exige
la entrega de las armas de Hizbulá, algo a lo que se niega
esta organización mientras se mantengan las tropas israelíes
en las granjas de la Shebaa (1). Consciente la ONU de que no
es posible el desarme de Hizbulá por la fuerza, había
reclamado su integración en el ejército libanés
(2) y esta posibilidad había sido discutida el 8 de junio
durante la última reunión que los partidos libaneses
han mantenido para llegar a un acuerdo de gobernabilidad del
país y el fin de la presidencia de Emil Lahoud, considerado
pro-sirio y que públicamente ha dicho que Hizbulá
ejerce una "resistencia legítima" mientras haya
una parte del país ocupado por Israel. Lo mismo ha reconocido,
públicamente, el primer ministro Fouad Siniora, considerado
anti-sirio. Aquí se había llegado a un acuerdo
"de honor" para tratar con respeto a Hizbulá
y considerarlo como una fuerza importante dentro de la política
libanesa. En esa reunión hubo opiniones favorables a que,
una vez Hizbulá se integrase en el ejército libanés,
el sur del país contase con la presencia de fuerzas internacionales
para defender la frontera con Israel.
Sin embargo, en el último
mes se han producido dos hechos que ha pasado desapercibidos
en occidente y que han espoleado la situación actual:
por una parte, el supuesto envío de cohetes de medio alcance
desde Irán para reforzar la situación militar de
Hizbulá (3); por otra, el descubrimiento de una célula
del espionaje israelí en Líbano, responsable del
asesinato de dos altos dirigentes de Hizbulá y de otros
dos responsables políticos palestinos, uno de la Yihad
Islámica y otro del Frente Popular de Liberación
de Palestina-Comando General (4).
Quienes mantienen la primera
tesis creen que ese envío de cohetes sería una
parte de la "disuasión" iraní frente
a un posible ataque de Israel por el conflicto nuclear. Pero
olvidan que Hizbulá, aunque shií, es una organización
libanesa y que no se arriesgaría a perder el apoyo con
que cuenta dentro del país, no sólo entre los shíies,
por una cuestión que no es estrictamente libanesa aunque
se atacase a Israel. No obstante, en los últimos meses,
y sobre todo a raíz de la resolución 1559 y la
denominada "revolución roja" movilizaciones
de sectores antisirios-, se viene produciendo un enfrentamiento,
larvado aún, entre suníes y shiíes que ha
llevado a estos últimos a reforzar sus posiciones no sólo
en Beirut, sino en otras ciudades en las que son fuertes como
Sidón. En Líbano no hay un enfrentamiento sectario
al estilo iraquí, pero el radicalismo suní está
en auge en zonas como Trípoli y Akkar, donde parece que
Al Qaeda se está haciendo fuerte.
En cuanto a la segunda, el
descubrimiento de la red del Mossad, en la que se integraban
libaneses y palestinos, puso contra las cuerdas a los partidos
anti-sirios que, desde entonces (la detención de los espías
se produjo dos días después de la reunión
interpartidaria del 8 de junio), no han vuelto a insistir en
el desarme de Hizbolá.
Es evidente que la situación
ahora da un vuelco considerable. Israel ha vuelto a invadir Líbano
y la comunidad internacional no sabe aún cómo reaccionar.
Mientras tanto, Hizbulá se va a ganar un nuevo reconocimiento,
tanto de suníes como shiíes, al ser la única
organización árabe que vuelve a poner contra las
cuerdas al estado hebreo. Y pone de manifiesto que mientras una
organización mantenga intacta su voluntad de lucha contra
la ocupación y expansionismo de Israel, ningún
plan imperialista de reordenamiento estratégico de la
zona tendrá éxito.
Notas:
(1) Alberto
Cruz, "EEUU busca en Líbano recomponer su estrategia
para Oriente Medio", Rebelión, 10 de abril
de 2006.
(2) Alberto Cruz, "La ONU, otra vez, al servicio de EEUU
e Israel", Rebelión, 23 de mayo de 2006.
(3) Haaretz, 29 de mayo de 2006.
(4) Al-Bawaba, 10 de junio de 2006.
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