Turquía, Sahara e Israel
y la política (real) europea
Santiago González
Vallejo
CSCAweb
19 de agosto de 2005
Siguiendo
la pista del dinero es más fácil y transparente
averiguar el grado de cercanía al derecho y a la justicia
que las declaraciones políticas, los shows mediáticos
de las políticas europeas y de sus partes desagregadas.
Si los lemas tanto literarios
como filosóficos de "seguir la pista del dinero"
o "es la economía, estúpidos" son bastante
acertados para encontrar la verdadera línea de intereses
que han conducido a los sujetos en sus acciones, independientemente
de la mixtura de argumentaciones que los afectados proclamen
tanto para consumo propio como para mantener aparentemente argumentaciones
ante terceros, podremos clarificar con tres ejemplos la política
exterior europea en sus relaciones con Turquía, Sahara
e Israel y el trasfondo económico que modifican o respaldan
los presupuestos políticos. Todos ellos avalados y apoyados
por la 'diplomacia' española.
En el primer caso, el Acuerdo
Aduanero entre la Unión Europea y Turquía, una
de las varias condiciones necesarias imprescindibles para mantener
el anhelo de ese país en su integración en la UE,
con ratificación para su validez por los actuales veinticinco
miembros de la UE. La unión aduanera implica una ampliación
del mercado, una tabla de aranceles ante terceros comunes y un
libre intercambio comercial sin contingentes. No supone participar
de los presupuestos ni en la dirección política.
Sería a efectos prácticos, como una ampliación
de los países de la denominada EFTA, como Suiza, Noruega,
etc.
Los politólogos, aclaran,
que implícitamente Turquía ha reconocido la 'independencia',
'unidad' y 'gobierno' de Chipre. Este asunto es uno de los conflictos
no resueltos en la convivencia de los pueblos y cuya fórmula
de resolución explícitamente no está lograda.
Una vez lograda la firma de la Unión Aduanera, el Gobierno
de Chipre -socio de la UE- y demás airearon su visón
del Acuerdo con gran irritación del Gobierno turco que
se apresuró a desmentir su reconocimiento político
de ese Chipre y a mostrar -en una declaración- que excluye
esa lectura de su firma. Los juristas de la UE harán
un informe sobre la jerarquía jurídica de la firma
de un Tratado y una Declaración Pública y sacarán
las consecuencias sobre la validez final del Acuerdo; sobre el
grano y la paja de consumo externo e interno y Anthony Blair
-actual portavoz rotatorio europeo-ya ha declarado que la integración
turca de pleno derecho en la UE ha dado un paso real.
Lo mismo se podría hablar
del reciente Acuerdo de Pesca celebrado entre la UE y Marruecos.
La falta de sintonía había impedido acuerdos durante
años que sustituyeran a las prórrogas bilaterales
España-Marruecos. Destaca en éste la integración
de las aguas territoriales saharianas dentro del Acuerdo, si
bien para especies menores. Como lo firman el reino de Marruecos
y la todopoderosa UE, implícitamente ésta reconoce
que aquél puede firmar soberanamente sobre las riquezas
de aquellas aguas de las que no son, desde el punto de vista
del derecho internacional, administradores. Inmediatamente, un
tal Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España,
divulgador de los cambios de postura española en el conflicto
meses antes, escribe un artículo en El Mundo donde habla
de solidaridad con el pueblo saharaui y lo que se tercie. Pero,
previamente, ha sido adalid de ese Acuerdo de Pesca con todas
sus consecuencias, dejando en letra jurídica impresa el
giro de talante socialista donde dije digo, digo Diego.
Por último, la hipocresía
reiterativa del incumplimiento del texto del Acuerdo de Asociación
Israel con la UE. En su artículo segundo, se establece
que dicho Acuerdo se suspenderá si cualquiera de las partes
(Israel o la UE) viola los derechos humanos.
Si desde su misma firma, ya
había una ocupación militar, nuevos asentamientos
y se mantenía la expoliación de los recursos hídricos
y económicos de los Territorios palestinos o árabes,
todos los sucesos acaecidos no han hecho más que incrementar
cuantitativamente las violaciones. Aún cuando, tras los
sucesos de Yenin, el Parlamento Europeo solicitó a la
Comisión y Consejo europeos la suspensión del Acuerdo,
este último encabezado por el Ministro Joskha Fischer
rechazó esa posibilidad. Y el comercio o las donaciones
de armas continúan. Y además, los hacedores de
este Acuerdo han realizado un protocolo de suspensión
kafkiano que alarga plazos, recoge audiencias y dilata la puesta
en práctica. Pero, además, se anuncia un Acuerdo
de Vecindad UE-Israel que haría de ese Estado un socio
tan estrecho que lo único que le faltaría es sentarse
físicamente en las reuniones institucionales europeas.
Haciendo abstracción de la situación de ocupación.
Admitiendo que la resistencia palestina o árabe es una
violencia no admisible frente a la 'legal' institucional israelí.
Aplaudiendo que colonos sionistas abandonen Gaza y que contemporáneamente
se instalen colonos sionistas en Cisjordania o se expropien tierras
árabes (dentro de Israel). Los intereses económicos
junto a los ideológicos se entrecruzan y validan y retuercen
las argumentaciones. Y el Reino de España -refrendado
por el PP y el PSOE- firma en Jerusalén con Israel un
Acuerdo bilateral de contenido fiscal que acepta la legislación
de cada país en cuanto domicilio fiscal, etc. que implican
fácticamente la territorialidad israelí en Territorios
Ocupados.
Por lo tanto, siguiendo la
pista del dinero es más fácil y transparente averiguar
el grado de cercanía al derecho y a la justicia que las
declaraciones políticas, los shows mediáticos de
las políticas europeas y de sus partes desagregadas.
Ante ello, desarmada la mercadotecnia
del talante o del modelo político europeo se observa un
estrechamiento y paralelismo con la política imperial
estadounidense que, no por sabida, obliga a enfrentarse a ellas,
señalando la desnudez imperial de la reinona europea y
sus mocosos príncipes azules.
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