Nota publicada el martes 29 de junio en el diario Política de Jalapa, Ver.

 

 

Babel

Delito por leer a Marx

Javier Hernández Alpízar

Hoy que la derecha mexicana pone en juego sus facultades de manipulación, linchamiento mediático, terror inducido, acarreo, manejo de masas mediante  la alianza de empresarios como Lorenzo Servitje, de la Bimbo, grupos de la derecha fascista como el Muro, el Yunque, ProVida -por cierto nada pacifistas ni antiviolentos, pues han auspiciado golpizas a actores de teatro en escena, linchamientos que provocaron la muerte a mujeres que intentaban abortar y médicos que las auxiliaban, balaceras entre grupos neocristeros que engendraron mártires de la ultraderecha en la guerra de pistoleros entre los Tecos y el Yunque, etcétera- además de la hoguera atizada en pro de la pena de muerte por las televisoras de los Salinas Pliego y los Azcárraga Jean, sumados a la radio que pide a gritos represión y mano dura como Ferriz de Con y Ciro Gómez- Leyva, conviene recordar que los secuestros no son el fenómeno de violencia más grave en el país.

El fenómeno de violencia más grave en el país es la represión contra indígenas, campesinos, estudiantes, luchadores sociales, defensores de los derechos humanos, migrantes, periodistas y editores de medios de información: Recordemos los nombres de Acteal, Aguas Blancas, El Charco, El Bosque, Digna Ochoa, Griselda Tirado Evangelio, Pavel Noel, las más de 400 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez -cuyos gobernantes priistas y panistas jamás han sido tocados ni con el pétalo de un video por las televisoras oligopólicas-, además de muchos otros activistas, mexicanos que lucharon por un país más digno, del editor del semanario Zeta, Francisco Ortiz Franco, asesinado el martes pasado en Tijuana, Baja California, sin contar los muchísimos presos políticos y de conciencia. Más de 40 jóvenes detenidos, torturados y retenidos por delitos inventados, violando sus garantías constitucionales, por el gobierno panista de Jalisco.

El análisis no ha ido hasta la estructura criminal, que apenas enseña los colmillos cuando se halla que los secuestradores son policías o expolicías, o que los mismos encargados de la lucha antisecuestros en Morelos fueron simultáneamente jefes de bandas de secuestros. Sin duda, la postura supuestamente no violenta de la ultraderecha en el poder únicamente atiende al deseo de legitimar la cuestionada militarización del país, de las policías, de la seguridad pública, de las zonas indígenas y campesinas que resisten a megaproyectos financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.

El estado de Veracruz sabe de violencia y represión contra los más pobres, los indígenas de Zongolica y de la Huasteca, los grupos campesinos que piden libertad, autonomía y justicia, o que defienden el medio ambiente y el patrimonio cultural: Papantla, Coyutla, Sochiapa, Ixhuatlán de Madero, Álamo o Chiltoyac.

No obstante, hoy hablaremos de un caso en el vecino estado de Puebla, a propósito de la visita del comité Cerezo Contreras Puebla, que platicó con unos pocos jalapeños, precisamente los días previos a la marcha tan cacareada por los medios del oligopolio.

El video casero Semillas que romperán el cemento es breve e incluye los casos de los hermanos Cerezo y el de Erika Zamora, estremecedores ambos.

"Somos sueños interrumpidos", dicen, con fragmentos de algunos de los poemas escritos en el penal de máxima seguridad de La Palma, en Almoloya, Estado de México, sí ahí donde están Raúl Salinas de Gortari y Mario Aburto Martínez, donde se supondría que irían sólo capos del narco o grandes criminales mafiosos, pero tienen también a estudiantes acusados sin pruebas de "terrorismo".

El 13 de agosto de 2001 detuvieron a Antonio y Alejandro Cerezo Contreras aproximadamente a las 5 de la madrugada, elementos de la Policía Judicial Federal y soldados de Ejército Mexicano, todos con pasamontañas.

Alejandro es un estudiante del segundo semestre de economía en la UNAM, de tercer trimestre de sociología en la UAM Xochimilco, oyente en cursos impartidos por profesores como Andrés Barreda, Alberto Vargas Lozano, Bolívar Echeverría, Adolfo Sánchez Vázquez, Enrique Dussel y otros de los mejores maestros que imparten economía, filosofía, estética y ética en la Ciudad de México.

Alejandro toca la guitarra clásica, escribe poemas, practica montañismo y realizaba periódicos estudiantiles. Fue condenado a 13 años de cárcel, que actualmente, al igual que sus hermanos han sido reducidos -gracias a la presión de la sociedad organizada y a pronunciamientos de intelectuales como Alberto Híjar, Armando Bartra o Gilberto López y Rivas- a 7 años y medio, pese a que los delitos de "daño en propiedad ajena" y de "terrorismo" no les fueron probados. Los acusan, sin fundamento, de ser integrantes del EPR (Ejército Popular Revolucionario) pero su delito, además de ser estudiantes dedicados y hacer trabajo comunitario, es leer a Marx. Por leer a Marx los catalogaron como "de alta peligrosidad".

Héctor Cerezo Contreras participó de 1994 a 1995 en Busca AC, en trabajo comunitario ayudó en un proyecto para hacer hornos de pan y en proyectos de cría de conejos en comunidades indígenas. Participó, en el Colegio de Ciencias y Humanidades, en la huelga estudiantil del CGH. Participaba también en el comercio de café a precio justo, café producido por comunidades indígenas del Puebla. En la revista Revuelta, escribió con el seudónimo  Eduardo Praxelis.

Lo acusan de participar, junto con sus hermanos, en la instalación de un petardo que estalló en Banamex, tiene la misma condena que sus dos hermanos.

Antonio Cerezo Contreras de 24 años, estudia el cuarto semestre de filosofía en la UNAM, participó en el CCH en el colectivo Espartaco, que luchaba por el mejoramiento de los planes y programas de estudio de su bachillerato.

Practicaba lucha olímpica en la UNAM. También trabajó en Busca AC, que recibió financiamientos del INI y del INEA, y en revistas y publicaciones diversas. Por esos "delitos" está también en la cárcel. Todos ellos denunciaron haber sido torturados para obligarlos a autoinculparse.

Pablo Flores Alvarado es un indígena nahua, un campesino de Hidalgo que emigró a la ciudad de México a los 9 años, estudió sólo hasta quinto año de primaria. En los años noventa vivía de vender en las calles, en 1985 participó en las brigadas de solidaridad popular a los damnificados del terremoto en la ciudad de México. Lo condenaron a 10 años en Almoloya, actualmente la condena se ha reducido a 5 años.

En Almoloya y no en un penal más cercano a su ciudad, para mantenerlos aislados de sus amigos y familiares. Mucho tiempo los incomunicaron, incluso a veces han sido castigados con incomunicación otra vez, cuando cometen faltas a reglas del penal como prestarse un periódico. Sólo les permiten ingresar un libro por mes y la lectura de tres periódicos por semana, no les permiten prestárselos entre sí. Fotocopian y archivan todo material escrito o impreso que ingresan o egresan del penal. A los hermanos, solamente los puede visitar su hermana, pues su hermano teme que si los visita ya no lo dejen salir.

"Somos libres aunque nuestros cuerpos permanezcan aquí", han escrito. El 13 de agosto de 2001 los tres hermanos fueron detenidos en su domicilio, sin órdenes de arresto, los agentes llevaban sólo órdenes de cateo, saquearon todas sus pertenencias -discos, libros-, Pablo Flores Alvarado y Sergio Galicia fueron detenidos esa misma tarde.

El juez no halló elementos que probaran la autoría del atentado. Sin embargo los declaró presos por terrorismo. Sergio Galicia Max fue liberado. Los demás aún purgan el delito de soñar, de querer una utopía y de haber leído a un tal Marx.

¿Delitos de secuestro y de violencia en México? Aquí está un ejemplo. Y Guadalajara: ¿Quién castigará al gobernador y al encargado de la seguridad en Jalisco por detener arbitrariamente, torturar y mantener aún en prisión sin pruebas a tantos jóvenes?