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La Revolución Bolivariana: "o inventamos o erramos". Claves para leer el proceso de transformación social venezolano (I)


Dario Azzellini
Revista Herramienta / CEPRID
26 / XI /07


El proceso venezolano de transformación social es ampliamente desconocido en el exterior. Los medios se concentran principalmente en la persona de Chávez ignorando los amplios procesos de cambio y los movimientos emprendidos desde abajo. Las interrogantes que provocan dudas son muchas: ¿Hay realmente un proceso de transformación social en Venezuela? ¿Se está copiando el modelo cubano? ¿Como se puede confiar en Chávez que es un militar? ¿No es Chávez un autoritario? Y la mayoría de los que escriben y opinan lo hacen en base de informaciones que sacan de la prensa burguesa y sin averiguar lo que están repitiendo.

El siguiente ensayo quiere dar unas llaves para poder entender el proceso venezolano. Después de ver qué es el bolivarianismo y la construcción especifica de la izquierda venezolana, como también la historia del ejercito venezolano, quiero presentar un cuadro breve sobre los cambios sociales y económicos y concentrarme en los Consejos Comunales, que juntos a los modelos de cogestión y autogestión en las fábricas y empresas, son vistos como pilares del fortalecimiento del poder popular para la "conformación de un Estado Comunal" que vaya sustituyendo al Estado burgués.

La democracia excluyente pactada

Venezuela es uno de los primeros países latinoamericanos en el cual se derrumba completamente el sistema tradicional de partidos. Y eso cuando durante décadas, a partir de que en 1958 se derroca a la dictadura de Marcos Pérez Jímenez, la democracia pactada venezolana ha sido presentada por muchos académicos y políticos como ejemplar para América Latina. En realidad se trató de un "modelo burocrático-populista de administración del aparato estatal" (Ochoa/Rodríguez, 2003: 117) o un "sistema populista de conciliación de elites"[1], en el cual dos partidos -el formalmente socialdemócrata Acción Democrática (AD) y el social-cristiano COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente)- compartieron el poder. Los dos ocuparon de hecho todo el espacio institucional de interacción con el Estado y la vida social hasta que Hugo Chávez asumió la presidencia en 1999.

Ya antes de las elecciones del 1958 los líderes de los partidos burgueses AD, COPEI y la Unión Republicana Democrática (URD), excluyendo al Partido Comunista (PCV), que había tenido un papel fundamental en la lucha antidictatorial, se pusieron de acuerdo y firmaron el Pacto de Punto Fijo (PPF), un Programa Mínimo en el que se sentaron las bases de una democracia representativa pactada y la alianza con EEUU.[2] Se instauró un sistema político que no aceptó otros canales para demandas sociales, que no fuera a través de AD o COPEI. La renta petrolera se usaba para complacer a las clases altas y crear un modelo clientelista.

Al mismo tiempo, el PPF trajo como consecuencia la marginalización e ilegalización del PCV y la salida de un sector importante de AD, que conformó al Movimiento de Izquierda Revolucionara (MIR) como organización armada. Entre 1960 y 1962 se dan cuatro intentos de levantamiento de partes del ejército en coordinación con organizaciones de izquierda, guerrillas, el PCV y el MIR. Los movimientos armados venezolanos sin embargo fracasan tanto en el campo militar como en el político; no logran crear una base amplia o un arraigo en la población.

Después de una década de oro en los años '70, que le proporcionó al país entradas altas a causa de la crisis petrolera, a partir de la caída de los precios de petróleo a principios de los '80 empieza a sentirse una fuerte crisis económica. El PBI per cápita cae un 29% entre 1978 y 1989.[3] Con la aplicación del modelo neoliberal la pauperización alcanza a capas cada vez más amplias de la sociedad. El porcentaje de la población pobre aumentó de un 36% en el 1984 al 66% en el 1995, y el porcentaje de población en pobreza extrema en el mismo lapso se triplicó del 11 al 36% (Roberts, 2003: 80). En 1988 la situación para los pobres es dramática, la inflación ronda un 100%, hay desabastecimiento y especulación con alimentos, la población de escasos recursos ya no tiene para comer. Cuando el presidente Carlos Andrés Pérez en el 1989 implementa un programa de austeridad y de reajuste estructural siguiendo los lineamientos del FMI y se da un aumento de los precios de transporte el descontento acumulado se transforma el 27 de febrero en una rebelión popular conocida como El Caracazo. Los pobres empiezan a bajar de los cerros de Caracas hacia el centro saqueando todo lo que encuentran en su camino. La rebelión se extiende a casi todas las demás ciudades venezolanas. El gobierno da la orden a las fuerzas de represión y el Ejército de reprimir el levantamiento, lo que causa, según diferentes fuentes, entre 3.000 y 10.000 muertos.

El Caracazo es visto por gran parte de la población venezolana y por muchos autores como un punto de ruptura en la historia de Venezuela (Ellner, 2003:19; López Maya, 2003a: 102). Recurriendo al concepto de Foucault de la historia efectiva[4] Reinaldo Iturriza explica:

Si el 27F guarda alguna relación de familiaridad con junio de 1848, la Comuna de París, el Mayo Francés o el Cordobazo argentino, es en tanto sucesos que, habiendo trastocado drásticamente las relaciones de fuerza existentes, modificaron el curso de los acontecimientos históricos. (Iturriza, 2007: 5)

Empieza la declinación imparable del sistema puntofijista. El rechazo de la población, especialmente de los pobres, no se dirige solamente hacia los partidos tradicionales sino más bien al concepto la democracia representativa en general. Según Chávez los rangos medios del ejército, que fueron los que principalmente ejecutaron la masacre, esa fue "como un boomerang para la mayoría de ellos, que sintieron vergüenza de lo que habían hecho" (Blanco, 1998: 183). Los hechos aceleraron la convicción de que había que actuar rápido y parar al régimen. En febrero y en noviembre del 1992 se dieron dos intentos de levantamientos cívico-militares.

Cuando los jóvenes oficiales del ejército organizados en el Movimiento Bolivariano Revolucionario - 200 (MBR-200) intentan (en coordinación con organizaciones civiles y de base de izquierda) derrocar al responsable de la masacre, el presidente Carlos Andrés Pérez, el 4 de febrero, encuentran grandes simpatías en los movimientos sociales y la población empobrecida, sin necesidad de ulteriores explicaciones. Denis (2001: 31) nombra los siguientes motivos: Fueron oficiales jóvenes quienes lideraron el levantamiento. Igual que durante el Caracazo fue una base de clases sociales bajas que se rebeló con toda violencia en contra de una dirección deslegitimada y de manera totalmente antagonista, arriesgando todo, incluyendo la vida. Y su discurso no hablaba de orden sino de libertad, justicia y marginalización.

Cuando Chávez vio que el levantamiento había fracasado y habló 57 segundos por televisión pidiendo a sus compañeros bajar las armas y evitar más derrame de sangre, también agradeció su participación y asumió toda la responsabilidad del intento de golpe y de su fracaso, lo que causó admiración en un país acostumbrado a que nadie en la política durante décadas haya asumido la responsabilidad de sus actos. Además, declaró que el objetivo no había sido alcanzado "por ahora" y que el país definitivamente tenía que tomar otro rumbo; dejó en claro que el proyecto político del golpe seguía vigente. Así, de la noche a la mañana Chávez se volvió el símbolo del cambio para amplios estratos de la población y movimientos de base (Denis, 2001: 31; Hellinger, 2003: 49).

La movimientos sociales y las protestas, en muchos casos violentas, aumentan durante los años 1990 hasta que una alianza electoral amplia lleva a la presidencia a Chávez en diciembre del 1998.

El Bolivarianismo

El Bolivarianismo no tiene un marco teórico definido y de las declaraciones programaticas del gobierno o de algunas organizaciones políticas tampoco se puede deducir una estructura teórica (vg. Lander, 2004: 197-198). Hay que entender más bien al bolivarianismo como un work in progress. Bonilla-Molina y El Troudi denominan a las fuerzas de las cuales se nutre el proceso de la revolución bolivariana como corriente histórica por el cambio (2006: cap. 15). A esta pertenecen las más diferentes corrientes de izquierda e emancipadoras de las últimas décadas, que a partir de la crísis de los ‘80 se presentan con una nueva calidad:

En esa década (de los ochenta), que los neoliberales denominan perdida[5] es innegable que las dinámicas de confrontación contra la explotación y las injusticias generaron espacios de encuentro y desencuentro entre la desobediencia callejera al status quo y los núcleos conspirativos en las Fuerzas Armadas que venían levantando las banderas contra la corrupción, el nepotismo y la entrega de los intereses nacionales a los centros de capital internacional. El fruto de este empalme se vería años después con las fortalezas y debilidades de lo que hoy conocemos cómo revolución bolivariana. (Bonilla-Molina/El Troudi, 2006: cap. 15)

La idea fundamental del bolivarianismo está en partir de las diferentes experiencias de luchas emancipadoras locales, regionales, nacionales y continentales y de la propia historia de resistencia. Así que un elemento central es representado por el árbol de las tres raíces (término usado por primera vez en 1982 por parte del circulo que forma el MBR-200), que se refiere a Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. Esa orientación surge por primera vez a mediados de los ‘60. La izquierda revolucionaria empieza a postular la alianza y el levantamiento cívico-militar como vía venezolana a la revolución y varias corrientes empiezan a infiltrar el ejercito o reclutar militares de manera clandestina. Principalmente el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), que surge de una división en la guerrilla del PCV en 1965.[6]

El "árbol de las tres raíces" representa un símbolo de los valores del bolivarianismo y sus fundamentos. Simón Rodríguez (1769-1854), filósofo y maestro de Simón Bolívar representa la búsqueda de formas de organización social y política propias: "La América Española es Original; Originales han de ser sus instituciones y su gobierno: Y Originales sus medios de fundar uno y otro. O Inventamos o Erramos." (Rodríguez, cit. en Contreras, 1999: 112). Además representa la importancia de la formación. Simón Bolívar (1783-1830) representa a su vez la importancia de la independencia y soberanía, como también de la lucha para alcanzarlas. Y el general campesino de la guerra federal, Ezequiel Zamora (1817-1860), representa la importancia de la lucha por una sociedad más justa y democrática, que siguió después de la independencia. Zamora lideró varios levantamientos campesinos bajo los lemas: "tierras y hombres libres"; "elección popular" y "horror a la oligarquía" (López Maya, 1996: 146).

La derrota política y militar de la lucha armada en Venezuela llevó a que durante los ‘60 y ‘70 hubiera un debate muy crítico del concepto foquista, del autoritarismo de los partidos comunistas y de la simple transferencia de experiencias revolucionarias. Eso llevó a que las diferentes organizaciones empezaran a orientarse más a los movimientos sociales, la mayoría reconociendo la autonomía de los movimientos, y empezaran un trabajo poco visible durante muchos años. Alfonso Tovar, ex guerrillero del PCV y activista de la Fundación Cultural Simón Bolívar en el barrio 23 de Enero en Caracas explica: "El movimiento popular comienza a fortalecerse cuando el movimiento político comienza a entender que no hay que intervenir el movimiento si no más bien hay que facilitarle y darle los instrumentos para que el pueblo se organice" (Azzellini/Ressler, 2004).

El bolivarianismo toma también cada vez más fuerza dentro del mismo ejército. A partir de los ‘70 se forman grupos clandestinos y en 1982 nace el MBR-200 que llega a ser el grupo principal. Desde el principio está concebido como organización cívico-militar, apuntando a un levantamiento de esas características. Los dos intentos de golpe de 1992 se llevan a cabo junto a otras organizaciones de izquierda. Los rasgos fundamentales del proyecto político desarrollado por el gobierno bolivariano a partir de 1999 se encuentran ya en una carta que Chávez envió a otro militar un año después del intento de golpe fallido:

1) Un nuevo modelo filosófico-político coherente con los fundamentos ideológicos bolivariano-robinsoniano-zamorano
2) Un nuevo modelo de economía mixta solidaria con siete áreas de interacción bien definidas entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil
3) Un nuevo modelo de Estado Federal (...), con cinco poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Moral y Electoral (..)
4) Un sistema democrático en el que el pueblo sea protagónico y participativo
5) Un modo de vida solidario y un modelo de sociedad original, basado en la igualdad, la justicia y la libertad
6) "Un modelo distinto de relación civil-militar, basado en la integración y no en la dominación..." [7]

Una excelente sistematización de las corrientes que influyen en el bolivarianismo -aunque todavía ampliable, como hace notar el mismo autor- la da Denis (2007), dividiéndolas en tres categorías:

1. El ramal de las corrientes histórico-sociales:

* Corrientes del marxismo crítico: desarrolladas teóricamente entre nosotros por el guevarismo, el mariateguismo, el consejismo, historicismo y autonomismo europeo (Pannekoek, Gramsci, Negri, etcétera) y el surgimiento de los movimientos autónomos de base en el nivel obrero y popular.
* Corrientes de la teología de la liberación: desde Gustavo Gutiérrez, Frei Beto, como teóricos originales, hasta el desarrollo de todos los movimientos y colectivos cristianos de base, integraciones con movimientos guerrilleros.
* Corrientes del nacionalismo revolucionario: centradas en el renacimiento del pensamiento nacional-popular-revolucionario, inspirados básicamente en Bolívar y Martí, la revolución cubana, sandinista, movimientos de liberación nacional.
* Corrientes de resistencia indígena: aunque la más antigua entre nosotros realmente retoma su lugar a partir de los años sesenta; importancia de autores "anticivilizatorios" como Darcy Ribeiro, movimientos insurgentes indígenas -particularmente en Colombia-, desarrollo de las grandes organizaciones de resistencia indígena (Ecuador, Chile, México, Bolivia).
* Corrientes de resistencia negra: inicialmente hace explosión en los EEUU, luego se extiende sobre Brasil y el Caribe con expresiones civilistas y violentas; inspiraciones teóricas en autores como el martiniqués Aimé Cesaire.

2. El ramal insurreccional:

* Rebelión estudiantil del 87, sublevación popular del 27 de Febrero de 1989: nace en Venezuela la subversión social antisistema y antineoliberal.
* Rebelión del 4 de Febrero y 7 de Noviembre de 1992: se destapa la insurgencia militar bolivariana; primeros fenómenos de integración insurreccional cívico-militar.

3. El ramal profético (según Walter Benjamín son los acontecimientos políticos-sociales que quiebran la historia dominante y a la vez prefiguran los procesos históricos de liberación):

* Movimiento insurgente y guerrillero de los años ‘60 y ‘70: única guerra revolucionaria generalizada en el territorio nacional del siglo XX.
* Congreso Cultural de Cabimas (1973): se abre la visión de resistencias culturales como parte intrínseca de todo proceso revolucionario.
* Primeras expresiones del consejismo obrero y sindicalismo revolucionario, en los años ‘80: huelga textil, primeras tentativas de formación de consejos obreros en Sidor y Alcasa, sindicalismo revolucionario en Aragua y Carabobo, entre otras.
* Congreso Nacional Estudiantil (Mérida, 1985): matriz de encuentro de la rebelión estudiantil de los ‘80.
* Renacimiento del movimiento campesino: tomas de tierra en Yaracuy, en 1987.
* Asamblea de Barrios (Caracas, 1991-1993): inicio del asambleísmo popular y promoción de los principios de la democracia de la calle.
* Movimiento pedagógico: inicio en el país de una pedagogía libertaria sobre la clave de la democracia del saber, años ‘90; punto clímax: Constituyente Educativa (2000-2001).
* Proceso Popular Constituyente: desarrollo constitutivo del poder popular y de los poderes constituyentes de base (1995-…).
* Campaña y victoria electoral de Hugo Chávez (1998): se rompe el hilo histórico puntofijista.
* Asamblea Constituyente: primera concreción constitucional de una democracia participativa y protagónica (1999), nacimiento de la Quinta República.

En sus discursos actuales Chávez se refiere a amplias influencias políticas que van desde Jesús, pasando por Bolívar, Gramsci, Trotzky y Mao, llegando hasta Antonio Negri. Lo que a primera vista puede parecer un cóctel ideológico absurdo en verdad representa la amplitud de influencias políticas, sociales, culturales y hasta religiosas que nutren al bolivarianismo. Chávez no asume tanto el papel de dar una línea política sino más bien de abrir un marco político.

De esta multiplicidad deriva el extraordinario potencial revolucionario del chavismo. Porque la multiplicidad de sujetos implica la multiplicación de los frentes de lucha, la diversidad de estrategias puestas en marcha para luchar por la democratización radical de la sociedad venezolana, y su capacidad de movilización para defender el proceso revolucionario cuando éste ha estado en peligro. Son estas múltiples singularidades las que han salido por millones a las calles para restituir la democracia el 13 de abril de 2002. (Iturriza, 2007: 6)

Aunque con el pasar del tiempo el bolivarianismo se movió cada vez más hacia la izquierda y a partir del 2005 abiertamente socialista. Corrientes más nacionalistas, reformistas y socialdemócratas poco a poco han ido quedando al margen del bolivarianismo.

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Notas

[1] Rey, Juan Carlos (1991): "La democracia venezolana y la crisis del sistema populista de conciliación". En: Revista de Estudios Políticos, Nº 74. Madrid. Págs. 531-578. Citado en: Fernández Toro 2005: 306.
[2] Siguieron varios pactos más que fueron refinando el reparto del poder entre AD y Copei (URD fué desapareciendo con el tiempo).
[3] Angus Maddison (1995): Monitoring the World Economy, 1820-1992 (Paris: Development Centre of the Organisation for Economic Cooperation and Development). Tabla D-1d, pág. .203. Según Coppedge, 2002: 10.
[4] Foucault, Michel (1992): Nietzsche, la genealogía, la historia. En: La microfísica del poder, Madrid.
[5] Pero que desde la insumisión es vista como un momento de anclaje en el sueño por una revolución no dogmática y el establecimiento de bisagras para el cambio, entre colectivos e individualidades diversas.
[6] El PRV se declara marxista y seguidor de un bolivarianismo emancipador y revolucionario. Con el tiempo esa postura es adoptada también por otras organizaciones y otros movimientos.

* Dario Azzellini (1967) está estudiando un doctorado sobre "participación en Venezuela" en la Universidad Johann-Wolfgang-Goethe de Frankfurt, Alemania y la BUAP de Puebla México. Desde 1990 viaja frecuentemente entre Latinoamérica y Berlín, donde reside trabajando como autor, cineasta y politólogo. Realizó varios documentales y ha publicado varios libros y ensayos sobre Colombia, México, Venezuela, Italia y la privatización de la guerra; traducidos a diferentes idiomas. Este ensayo fue enviado por el autor a Herramienta, y es una versión ampliada y actualizada de un artículo que se publicó en la revista Bajo el Volcán, Puebla, México. Sitio web: www.azzellini.net