La fragilidad de los ecosistemas agrícolas chilenos, basados en la explotación intensiva y muchas veces irracional de los recursos naturales, particularmente los no renovables suelo y agua, y el monocultivo como estrategia de desarrollo, se ha puesto de manifiesto de manera dramática a partir de los daños ocasionados por las heladas en el sector agrícola, y que se han traducido a la fecha en 124 comunas bajo la categoría de emergencia agrícola, 29 de ellas también declaradas zonas de catástrofe.
Las heladas han ocasionado pérdidas irreparables en las cosechas de alimentos de esta temporada, y también pérdidas irreparables en la estructura productiva nacional.
La V Región (Zona de Valparaíso) es una prueba de la falta de políticas de desarrollo agrícola coherentes con las particularidades agroedafoclimáticas, en esta región se concentra el 60% de toda la producción nacional de palta Hass de exportación, y en las comunas de La Ligua, Cabildo y Petorca el 90% de la superficie cultivada se encuentra destinada a la producción de paltas.
Las estimaciones recientes señalan que las perdidas en paltos, frutal altamente sensible a las bajas temperaturas, sólo en la V Región, ascienden aproximadamente a 120 millones de dólares , sin considerar aquellas plantaciones que deben recuperarse y que no volverán a entrar en producción en los próximos tres años, este análisis no considera los efectos y repercusiones de las heladas en los empleos directos e indirectos, razón por la cual estas estimaciones iniciales de pérdidas carecen de toda certeza.
Hoy, las autoridades e instituciones agrícolas pertenecientes al sector público, han acudido con recursos a alivianar las pérdidas de los productores nacionales, sin embargo esta es también la oportunidad para discutir en profundidad acerca del modo de producción agrícola que el país necesita.
La implementación de políticas de desarrollo agrícola sustentables, necesariamente deben considerar la experiencia reciente, el monocultivo, el uso irracional de los recursos naturales, y los efectos provocados por las heladas, deben llevarnos a reflexionar acerca de la forma en que nos relacionamos con la naturaleza en el proceso de producción de bienes alimenticios.
En Chile la mirada neoliberal sobre la agricultura, considera a la misma como una simple actividad económica, que con capital y tecnología brinda beneficios a quienes invierten en ella, sin embargo la agricultura es un bien societario, ya que cumple con un rol social fundamental, producir alimentos, en esta dualidad de visiones, resulta imperioso conjugar una política de desarrollo agrícola que sea coherente con la preservación del patrimonio agroecológico, coherente con las necesidades de justicia social en los campos de chile, en especial con las mas de 250 mil familias campesinas, y también coherente con los intereses económicos de país.
Ha sido la dialéctica de la naturaleza quien ha dejado al descubierto la fragilidad del modelo productivo agrícola basado en la mono dependencia y en la sobreexplotación de los recursos naturales, es de esperar que transcurrido el tiempo y distribuidas las ayudas económicas en los más vulnerables del campo chileno, exista una reflexión critica acerca de las cosas importantes que hay que discutir en el sector agrícola chileno.
La implementación de una política nacional de biocombustibles, y a propósito de las alzas del pan, la formulación de una política nacional de transgénicos, y a propósito del uso racional de los recursos naturales, y muy a disgusto del actual ministro de agricultura, Sr. Álvaro Rojas, son temas que no se corresponden con las problemáticas reales que debemos abordar como país. Hoy, Chile necesita una “POLITICA DE DESARROLLO AGRÍCOLA” , y no continuar aplicando modelos de desarrollo que no se corresponden con nuestras necesidades y particularidades, eso, y pasadas las heladas, ha quedado en absoluta evidencia.
Rodrigo Mundaca es ingeniero agrónomo.
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