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TERRITORIOS / Latinoamérica

La globalización financiera de Brasil bajo el mandato de Lula

Daniela Magalhães / Leda Maria Paulani
Traducido por Mey Cage
Monthly Review /CEPRID
18 - VI - 07


François Chesnais ha definido tres etapas en el proceso de globalización financiera. La primera fue en los años 70, y él la llamó “internacionalización financiera indirecta de los sistemas nacionales cerrados”. Los países de Latinoamérica, incluyendo Brasil, tomaron parte en este proceso de atraer substanciales volúmenes de préstamos. La segunda etapa, de 1980 a 1985, empezó con la “dictadura de prestamistas” de Paul Volcker y el descubrimiento del neoliberalismo como la doctrina de la nueva era por Margaret Thatcher. Los países del centro, empezando por los Estados Unidos y Gran Bretaña, abrieron sus mercados financieros al liberalizar el flujo de capital internacional. La interrelación de los sistemas nacionales se volvió más directa e inmediata a través de las finanzas del mercado. En América Latina, la crisis de la deuda externa, explotó con el aumento de las tasas de interés (siguiendo el choque negativo de Volcker), y la deuda masiva contraída en el periodo anterior, mediada por el sistema bancario.1

De acuerdo a Chesnais, la última etapa empezó en 1986 con la interrelación acelerada de mercados financieros a través de la incorporación de países periféricos. En los años 90 empezaron la apertura y la desregulación de los mercados de acciones y bonos de los tan llamados Países Industrializados Recientemente y los del tercer mundo en general. Las medidas tomadas por los gobiernos de Collor/Itamar y Cardoso, fueron instrumentos de la economía brasileña, que le permitieron participar plenamente en el huracán financiero de la economía capitalista. La Administración de Luiz Inácio Lula de Silva ha perpetuado este proceso.

La naturaleza de la presencia internacional de nuestra economía articulada por la administración actual, ha probado que si hubo una “especialización” de Brasil durante los 15 años pasados, fue la capacidad de ofrecer atractivos beneficios al capital financiero internacional, una habilidad que fue adquiriendo gradualmente. En pocas palabras, no ha habido negocio alguno que haya insertado a Brasil en la economía mundial, sino las finanzas. Los esfuerzos del gobierno de Lula se han concentrado en consolidar la posición del país como proveedor de activos a bajo costo y como plataforma para la valorización financiera. Esta tendencia se ve claramente si seguimos la evolución de los pagos de intereses en la hoja de balance de pagos extranjeros: desde menos de 12 billones de dólares en 1990, a 21 billones de dólares en 2002 (durante el último año de Cardoso en el gobierno), y 29 billones en el 2005, quizá alcanzando los 35 billones de dólares en el 2006. La evolución de las inversiones de portafolio (la inversión paradigmática en esta última etapa de globalización financiera) ha sido muy clara: desde casi 400 millones de dólares en 1990, a 9.8 billones en 2002 y 12.5 billones en el 2005. Además de las medidas adoptadas a principios del 2006 para proveer incentivos de ventas de bonos brasileños entre no residentes, los gastos fácilmente alcanzaran la marca de los 15 billones de dólares este año.

Al contrario de la propaganda gubernamental, la maraña que resultó de este tipo de “presencia” de la economía internacional en aumento fue hacer el país más y no menos vulnerable. La presente evolución positiva de los movimientos de capital voluntarios no ha sido el resultado del choque extranjero positivo solamente. Ha habido también un factor interno en juego, el tipo de políticas monetarias y cambiarias articuladas durante el último periodo de Cardoso, y continuadas in toto por Lula. El problema con este tipo de política ha sido que ha creado un nuevo círculo en el que las consecuencias de las decisiones de los inversionistas generan su propia continuidad. El torrente de dólares que penetró la economía brasileña a través de las inversiones de portafolio, no llegó solamente después de las altas tasas de interés, sino también después de la apreciación de la moneda local, que luego aumentó los beneficios potenciales en la moneda internacional fuerte. La creciente entrada de moneda extranjera ha garantizado que el real brasileño continúe aumentando de valor, y que esto traiga las más grandes cantidades de moneda fuerte, representando un tipo de efervescencia especulativa centrada en el real. En pocas palabras, las expectativas generan decisiones que crean los resultados esperados – por ahora. Los mercados, al seguir la misma línea, han reforzado esta ola circular que parece perpetuarse a sí misma. Considerando la inestabilidad de los factores que alimentan este proceso (la liquidez abundante de los mercados internacionales), es obvio que cuando el proceso haya revertido el mismo mecanismo que ahora magnifica los “buenos resultados”, magnificaran también el desastre eventual –sin importar cuán buenos se vean los indicadores de vulnerabilidad externa.

Lula y su Partido de Trabajadores (PT) han sido los más intensos críticos de la política de Cardoso sobre las concesiones a intereses financieros. Sin embargo, una vez en el poder, Lula no tomó los pasos necesarios para sacar al país de la trampa. Al contrario, ha seguido con entusiasmo la vía que ya se había tomado, no solo siguiendo una política macroeconómica ultraconservadora, sino intensificando la apertura financiera de la economía. El se ha beneficiado de una suerte de “choque externo positivo”. Pero cuando el viento cambie, (ya empezó a virar en el 2006) su irresponsabilidad será más clara, y la casa de cartas en la que lo falso e indiferente del crecimiento del país que fue erigida bajo su administración, será aparente para todos.


La Evolución del Balance de Pagos Brasileño

La desfavorable situación internacional, que resultó de la crisis financiera global de 1997—99 (comúnmente conocida como la “Crisis Financiera Asiática”, pero que se extendió a América Latina y en particular a México, Brasil y Argentina) complicó enormemente el segundo periodo de Fernando Henrique Cardoso (1999—2002). Los vientos cambiaron para mejor en el comercio internacional y las finanzas desde el 2003 al 2005, los primeros tres años de la Administración de Lula. Teniendo en cuenta la continuidad en la política económica cara a cara con el gobierno anterior, nuestra hipótesis es que la benigna situación internacional, y no la política económica interna, fue el factor fundamental en la aparente mejoría de la situación externa de Brasil durante el periodo de Lula. Desde este ángulo es que se deben cuestionar las tesis comunes referentes a la reducción de la vulnerabilidad externa de Brasil.

La posición de la economía brasileña en los mercados internacionales ha experimentado indudablemente cambios importantes en los primeros tres años de la Administración de Lula. Esto se puede medir siguiendo la evolución de los dos principales ítems en la hoja del balance de pagos del periodo: el reporte de balance actual y el reporte de balance de capital y financiero. La red que resulta de las actuales transacciones de cuentas muestran un reflujo en aumento (el primero desde 1992) durante los primeros tres años, de 4.2 billones de dólares en 2003, 11.7 billones de dólares en 2004, 14.2 billones de dólares en 2005, basado en el aumento de intercambio de reflujos obtenidos desde el 2001 (aumentando de 13.1 billones de dólares en 2001 a 44.8 billones en 2005).

Al mismo tiempo, mientras el extra crecía en la cuenta corriente, la cuenta capital y financiera sufrió un déficit en el 2004 y 2005, reflejando el hecho de que Brasil estaba reduciendo sus pasivos financieros externos. Sin embargo, este déficit en el balance de cuentas de capital y finanzas, que puede sugerir, a primera vista que Brasil pasa de ser un deudor a una posición de otorgador de créditos en el mundo de la economía, se debe observar con cuidado extremo porque enmascara el comportamiento del capital dominado por dos dinamicas diferentes: el capital voluntario (movimientos de capital no regulados por el Fonfo Monetario Internacional) y las operaciones reguladas por el FMI. Las condiciones internacionales favorables aliviaron restricciones externas e hicieron posible el pago de todas las deudas al FMI entre el 2004 y 2005. En el 2005 las cuentas financieras y de capital fueron negativas por más de 9 billones de dólares. Sin embargo, el balance de capital voluntario mostró un exceso de 13.8 billones de dólares, basado en la inversión extranjera directa, así como las inversiones de portafolio –una realidad que se escondia en el total del balance de cuenta de capital y finanzas por los prontos pagos al FMI (registrada bajo el nombre de “operaciones reguladas”).

El comportamiento de las dos principales cuentas (la cuenta corriente y la de capital y finanzas) en el balance de pagos –reflejando la evolución de la presencia internacional durante este periodo – está asociada con “legados” del gobierno de Cardoso, como las fluctuantes tasas de cambio adoptadas después de la crisis cambiaria del 98 al 99, las devaluaciones en el 2001 y el 2002, y la intensificación de la apertura financiera. Estos cambios están muy relacionados a una situación internacional benigna de esos años en los frentes comerciales y financieros.2 Pero también reflejan la globalización financiera de la economía brasileña en vías que apuntan a estructuras continuas de vulnerabilidad externa. La economía brasileña sigue altamente vulnerable a movimientos volátiles en el capital financiero.


Liberalización Financiera

La presencia financiera durante la administración de Lula ha sido condicionada por tres factores principales: una amplia apertura financiera, un nuevo ciclo de liquidez en los mercados internacionales por los países periféricos, y una tasa de cambio fluctuante. La apertura financiera de Brasil tuvo inicios cautelosos a finales de los años 80, durante la administración de Sarney, pero se intensificó de manera decisiva durante las administraciones de Collor/Itamar y Cardoso. La administración de Lula le dio continuidad a todo este proceso usando los mismos anuncios que quienes le precedieron, a través de resoluciones y decisiones del Banco Central. Se les permitió por primera vez a las personas naturales y jurídicas (corporaciones) comprar moneda extranjera de manera ilimitada directamente desde los bancos (este tipo de operaciones estaban reguladas anteriormente por el Banco Central) para ser invertidas en el exterior.

En el caso de venta o cesación de inversiones extranjeras no seguía siendo obligatorio devolver los pasivos monetarios hechos por el país, y estos podían ser reinvertidos en el exterior libremente. Además, desde entonces cualquier individuo podía enviar dinero al exterior sin tener que operar a través de un expediente antiguo – las llamadas cuentas CC5 – que hacían más caros estos desembolsos. Los outflows del capital, se volvieron no solo mas simples, sino más económicos. El resultado final de estos cambios fue que era mucho más simple convertir reales a dólares y enviarlos al exterior. Al mismo tiempo, la administración de Lula extendió el tiempo en el que quienes exportan pueden mantener su moneda fuerte en el exterior, y más recientemente (mayo de 2006) anuncio que está estudiando la posibilidad de permitir a quienes exportan mantener en el exterior la moneda que ganaron por las exportaciones y que necesitan para importar (3).

Últimamente, como en febrero del 2006, se proveyó a los inversores extranjeros de incentivos fiscales para comprar bonos de deuda interna a través de la reducción de los impuestos. La medida, además, permite ofrecimientos públicos iniciales y la apertura de capital por compañías privadas. La abundante liquidez internacional y la intensificación de la apertura financiera en Brasil se combinaron para producir un inflow substancial de 13,8 billones de dólares en capital voluntario en el 2005.

A pesar de un aumento en los valores del dólar, la bolsa de valores brasileña ha seguido siendo la mas económica entre los países emergentes. Eso y la expectativa de una revaluación continua del real han atraído las inversiones extranjeras con la promesa de amplios beneficios en una moneda fuerte. Bajo estas circunstancias, es racional aumentar las advertencias sobre la naturaleza de este tipo de flujo circular, repetido con otros tipos de activos financieros. Esto es una característica normal de cualquier aumento en la especulación financiera. Pero tal círculo exitoso es casi seguro que se convierta en un círculo vicioso en las horas bajas.

Estos y otros cambios alteraron la composición de y agrandaron las deudas externas de la economía brasileña. Con el crecimiento de la inversión extranjera directa, y principalmente con el crecimiento de las inversiones de portafolio, las acciones de activos productivos y financieros pertenecientes a los no residentes aumentaron mientras que la soberana deuda externa perdió peso relativo. La revaluación continua del real y la altísima tasa de interés fueron críticas para este resultado, particularmente luego de la devaluación aguda de finales del 2002.


La Presencia Comercial

El periodo 2003 – 2005 fue, como hemos visto, uno de los más importantes a nivel comercial, produciendo resultados positivos en transaciones. Desde que ese periodo se haya caracterizado por un proceso continuo de revaluación del real se puede preguntar como y por qué los excedentes comerciales pasaron de 13'1 billones de dólares en el 2002, a 24'8 billones en 2003, 33'7 billones en 2004, y 44'8 billones en 2005. Un estudio de la UNCTAD muestra que los términos del intercambio no explican la evolución, ya que crecieron solo un 3% entre 2002 y 2004 (4). La explicación es la expansión del comercio internacional liderado por los Estados Unidos y China, los dos gigantes, y el aumentos del precio de los recursos naturales, crucial para la posición de exportador de Brasil, que constituyeron un “choque extranjero positivo” en la esfera comercial (un choque que también afecta, como hemos visto, la esfera financiera). De hecho, la recuperación del sector comercial brasileño empezó en 1999, luego de los años de déficit de Cardoso. Los cambios en las políticas monetarias luego de la crisis que colapsó abruptamente el real a principios de 1999 llevó a un incremento en las exportaciones entre 1999 y el 2002, particularmente en productos básicos y semi fabricados.

Todavía los resultados globales eran buenos, pero las exportaciones brasileñas han permanecido tecnológicamente atrasadas, y por lo tanto, no han sido dinámicas en términos del comercio internacional. Las exportaciones brasileñas están alimentadas por el sector agrario, la industria minera, hierro y por esos sectores en los que Brasil es competitivo por sus costes bajos y recursos naturales abundantes (5).

Las importaciones brasileñas se concentraron en productos de tecnología media y alta. La distribución de esos sectores en adquisiciones extranjeras quedaron estables en 60% entre el 2002 y el 2005. Estos sectores (electrónicos, de materiales eléctricos, químicos y farmacéuticos) han estado dominados por compañías transnacionales y no hubo substitución de importaciones luego de las devaluaciones. Tales substituciones habrían requerido de una coordinación estatal de la industria, ciencia, tecnología y de las políticas de comercio internacional.
Por lo tanto la conclusión general es que el patrón que gobierna la posición del comercio internacional de la economía brasileña no ha cambiado durante el gobierno de Lula. Ese patrón se consolidó en los años 90 a través de la apertura comercial, la revaluación de la moneda local en términos reales y nuevas estrategias por transnacionales (en el caso de Brasil, las sucursales locales actuaban mas como consumidoras del mercado local, en lugar de productoras para el mercado global). Ese proceso terminó en una especialización regresiva de la industria brasileña, una pérdida de capital y tecnología importantes en un sector intensivo, y simultáneamente, una diversificación y crecimiento de sectores tradicionales, basados en recursos naturales y trabajo.

El informe de la UNCTAD ha clasificado a los países en vía de desarrollo en cuatro grupos: países industriales maduros, como Corea y Taiwán, donde el crecimiento industrial ha descendido porque han alcanzado un alto nivel de industrialización; países de industrialización rápida, como China e India, que muestran altos niveles de inversión local, por sus políticas industriales y los incentivos para exportar; países con asentamientos industriales, como México, que muestra crecimiento en exportaciones industriales, pero falla en pocas inversiones, valor agregado y productividad total; y los países desindustrializados de economías con un declinamiento industrial en su GDP. Brasil se encuentra enmarcado en el último grupo, y la complacencia del gobierno de Lula con la situación y sus resultados en comercio internacional indican que el país pronto dejará atrás esa crítica etiqueta. De hecho, la dialéctica de la de industrialización y la globalización financiera constituyen la reciente experiencia económica de Brasil bajo el gobierno de Lula quien, desafortunadamente, ha perpetuado las mismas políticas básicas que sus predecesores. Cuando finalmente el viento vire, como debe ser, serán bastante obvias, las lamentables consecuencias de sus irresponsables políticas.


Notas

1) Introduction to F. Chesnais, ed., A Mundialização Financeira (São Paulo: Xamã, 1998).

2) El Análisis de la presencia financiera, precede al de la presencia comercial porque el nivel de apertura financiera y decisiones de inversión por gerentes de portafolio extranjero, tienen una influencia determinante en el comportamiento de las tasas de cambios nominales y reales, factores cruciales para la presencia comercial del país.

3)La excusa del gobierno para esa medida, es que existe un glut exceso de dólares en el mercado local, que puede llevar a la revaluación del real. Sin embargo, ese tipo de medida hace al país mucho más vulnerable externamente en el caso de un cambio de dirección de los vientos gentiles que todavía soplan en los mercados financieros internacionales (nadie sabe exactamente por cuánto tiempo). Mientras tanto, el Senado debatirá una ley to do away with, para escapar de cualquier obligación, abriendo así la vía para la apertura financiera final, que es la posibilidad de quedarse los beneficios de exportaciones en cuentas de dólares denominados en el sistema bancario local. Eso significaría que el inflow de moneda dura creado por las exportaciones estará subordinado a las mismas variables que rigen el flujo financiero: diferenciales entre tasas de interese locales e internacionales, expectativas de cambio en tasas de cambio, y riesgo de default. Así, el espacio de maniobra se reduciría y el Banco Central tendría problemas al stocking up las reservas internacionales.

4)UNCTAD, Trade & Development Report (Geneva, United Nations Conference on Trade & Development, September 2005), chap. 3.

5)The methodology adds up products from the Standard Internacional Trade Classification (SITC)

Daniela Magalhães Prates es profesora de Economía en la Universidad de Estado Campinas en São Paulo. Leda Maria Paulani enseña Economía en la Universidad de São Paulo y es Presidenta de la Sociedad Brasileña de Economía Política.

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