Chile: Abajo a la Izquierda
Amado Láscar
CEPRID
24 - XII -07
El resultado de la derrota de Allende es el triunfo de Pinochet, la derechización de Latinoamérica y la pérdida de la confianza del proletariado, movimientos campesinos, estudiantiles, indígenas, etc. El advenimiento del postmodernismo a que se refiere Lyotard donde señala la muerte de las grandes narrativas es básicamente la muerte de la confianza en los procesos alternativos de liberación “nacional”. El hombre nuevo fue abortado en las calles de Santiago de Chile y su cadáver floto por el río Mapocho hasta descomponerse en el Océano Pacífico [que calla, en vez de levantarse en maremotos ante la recurrente injusticia].
La Batalla de Chile de Patricio Guzmán muestra con una claridad solamente igualada por la ceguera producida por una ideología idealista izquierdista, que el problema de Allende fue confiar más en la institucionalidad elitista construida en el siglo XIX por Bello, Lastarria y Sarmiento que en el pueblo que no sólo lo apoyaba en su juego de “balance de poderes” sino que luchaba por su pan y por su vida. Allende muere y otros miles mueren pero la herencia tétrica del experimento queda tatuada en la actitud individualista y pasotista de las nuevas generaciones. Tanto es así que estamos viviendo un fenómeno que desde el romanticismo no emergía (sólo en la modorra colonial): los jóvenes son más viejos que los que fuimos jóvenes en los 60/ 70, no en sabiduría sino en decrepitud. La falta de proyecto colectivo es la causa principal de la apatía.
El periódico Azkintuwe señala que en las últimas elecciones presidenciales la zona mapuche voto por la derecha. Los observadores de “izquierda” de la elección boliviana están eufóricos porque triunfó Evo Morales, han buscado incluso dentro de las tradiciones Aymaras palabras para describir el acontecimiento: por primera vez en territorio Aymara el presidente es Aymara. Sin embargo Aymaras activistas como Juan Diego Rivera Tosi, o como en México el Sub comandante Marcos establecen una distancia con el proceso estatal de recambio boliviano. Así mismo podemos estar muy entusiasmados con la valentía de Chávez en Venezuela o la figura femenina de la Bachelet en Chile, pero el asunto de fondo es que dentro de estos procesos la institucionalidad del Estado nacional permanece intacta. El asunto no es si Fidel, Goulart, Allende, Chávez, la Bachelet, Morales, etc. son honestos o no. El problema no es la “traición” de Catello Branco, Pinochet, Bordaberry, sino que la estructura estatal incluyendo a las fuerzas armadas, fueron creadas deliberadamente para defender el Status Quo.
El problema es que mientras el pueblo entero no sea partícipe en el cambio y ese pueblo no respalde su posición con un fusil, cualquier intento por desarticular el sistema de explotación contra el ser humano y la naturaleza en general esta condenado al fracaso. La única posibilidad de Morales es desarticular al Estado, reforzar el poder de las comunidades, desintegrar el ejército y armar a los Aymaras.
El problema es complejo si perseveramos en el mito de la legitimidad del Estado nación y si con dudosa inocencia pensamos que el modelo moderno republicano alguna vez representó los intereses de los oprimidos y no sólo fue una herramienta novedosa y publicitada para instalar en el poder a la clase burguesa reemplazando los privilegios de la aristocracia agraria. El gran aporte del Zapatismo es que establece una “nueva forma” de hacer política donde si resucitaran los compañeros de los cordones industriales, la juventud de los colegios y universidades, los mapuche y otros grupos orgánicos, tendrían ahora una verdadera oportunidad de ser gobierno [no un gobierno mediatizado por la clase política parasitaria] sino un gobierno concreto, participativo donde valen los acuerdos tomados en la base. Cuando el Zapatismo crea la iniciativa “desde abajo y a la izquierda” lo que plantea es la construcción de un movimiento político y social levantado, organizado y comandado por los explotados. El transformar en fetiche el sistema secular elitista que promueve la democracia representativa, como se hace en Chile por una hegemonía que comparte la derecha con la izquierda, promueve la desmovilización y la pasividad política e ideológica. El fracaso de Allende no fue mala suerte, ni el soldado es pueblo con uniforme, ni los Estados Unidos han dejado de intervenir en los asuntos de Estados extranjeros. Sino que el fracaso de Allende fue que Allende fue un político, un líder de la izquierda, no un Zapata ni un Sandino,-constructores desde abajo- sino un buen hombre con más fe en el imaginario francés que en el de la pachamama. Amado Láscar. "Abajo a la Izquierda." Gato X Gato. Ed. Amado Lascar. Athens, Ohio: Editorial Poetas Antiimperialistas de América.
|