CAMPAÑA POR LA PAZ
COORDINACIÓN DE MADRID
ARGELIA: UNA GUERRA DE SOMBRAS
Han tenido que pasar más de seis años, producirse más de 100.000 víctimas y que el exterminio de aldeas y barrios enteros se sucedan cerca de la capital, Argel, para que la opinión pública y los medios de comunicación comenzaran a hacerse eco de nuevos testimonios de miembros de las diferentes fuerzas de seguridad argelinas que implican a diferentes componentes del Estado argelino de forma directa e indirecta en una serie de actos terroristas que hasta ahora eran explicados, en su totalidad, con la sencilla definición de "actos terroristas de los integristas argelinos" en el marco general de la lucha del Estado argelino "contra el terrorismo y el extremismo religioso".
Pero, ¿por qué ahora? Estos testimonios u otros muy parecidos y documentación suficiente ya existían en manos de la Comunidad Internacional y de organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional y la Federación Internacional de los Derechos Humanos desde 1993, 1994 y 1995. ¿Por qué no se han denunciado anteriormente clara y contundentemente las barbaridades cometidas contra la población civil: como los bombardeos con napalm de aldeas y bosques especialmente en la Kabilia, en el Oeste del país y alrededores de Argel que el ejército argelino viene efectuando desde 1994 como mínimo; la apertura de verdaderos campos de concentración en el Sahara argelino hasta un número de 13 donde fueron encarcelados, tras el golpe de estado en enero de 1992, una cifra de alrededor de 35.000 personas, la mayoría cargos electos del FIS y sus familiares, simpatizantes de este partido y dirigentes o simples sospechosos; la ejecución de unos doscientos presos políticos en las prisiones de Berrouaghia y Serkadji en Argel en 1995; los centenares de ejecuciones extrajudiciales, las miles de personas torturadas y desaparecidas ya desde Marzo de 1995. ¿Será acaso que los medios de comunicación, las instituciones, los partidos políticos están comenzando a reconocer, aunque sea en su subconsciente, que fue un gravísimo error no denunciar de forma clara y sin ambigüedades el golpe de estado de 1992 como fue un error mirar hacia otro lado durante seis años? Pero la historia no es para ser optimistas y menos la actitud adoptada por los países occidentales en las recientes cumbres del Foro del Mediterráneo celebrado en Mallorca y de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas celebrada en Ginebra y donde nuevamente no hubo ni una sola palabra a favor de la Paz y los Derechos Humanos en Argelia, pero sí un nuevo aval para el gobierno argelino "en su lucha contra el terrorismo", aunque el argumento de "la lucha contra el terrorismo y el extremismo religioso" no puede seguir engañando a nadie.
Por el contrario, la permanente violación de derechos humanos y la guerra sucia del régimen militar argelino contra la población civil, exigen hablar de terrorismo de Estado a gran escala y obligan a promover una verdadera alternativa de paz del paìs así como a la recuperación del libre ejercicio de las libertades por su poblaciòn, contemplar la depuración del proyecto de pacificación del país y la recuperación del libre ejercicio de las libertades por su población.
MISTIFICACIONES Y TOPICOS EN TORNO A ARGELIA
Un factor importante a tener en cuenta cuando hablamos de lo que está sucediendo en Argelia es la mistificación, el reduccionismo, las simplificaciones y los tópicos, algunos ya viejos, otros nuevos, que rodean el pasado y presente de este país y que deben ser superados si queremos entender algo. Hablemos de algunos de ellos:
La caracterización del régimen argelino actual como heredero de la revolución anticolonial y socialista y en consecuencia como régimen progresista, ha dado cierta carta blanca al régimen argelino durante estos años, al igual que sucedió al inicio del conflicto yugoslavo respecto a los serbios en ciertos sectores políticos. Los militares han sabido jugar muy bien esta baza para legitimar su injustificable política represiva y totalitaria.
La catalogación del actual conflicto que vive Argelia como el resultado del enfrentamiento entre demócratas e islamistas. Como resultado del anterior análisis esta afirmación también ha servido para justificar, mirar hacia otro lado y apoyar al régimen surgido e implantado tras el golpe de Estado de enero de 1992. Al igual que otros regímenes dictatoriales hicieron en su tiempo con el "peligro comunista", los militares argelinos han sabido jugar muy bien la baza del "peligro islamista" conocedores de la imagen que el Islam tiene en Europa, para manipular y conseguir apoyos exteriores sin ninguna contrapartida en avances democráticos y de defensa de los derechos humanos.
Pero el conflicto actual se debe al enfrentamiento entre democracia y dictadura, encontrándose juntos y en ambos bandos, personas y organizaciones que se denominan islamistas, laicos, socialistas o republicanos por encima de la supuesta división que enfrentaría a islamistas y demócratas. El drama del conflicto argelino es que ninguno de los actores armados actuales es claramente identificado ni asume sus responsabilidades en el horror, abriendo así la puerta a todo tipo de manipulaciones, siendo ahora mismo una guerra de sombras donde la única certeza es la muerte de civiles, de población campesina especialmente.
La simplificación, tergiversación y manipulación informativa realizada sobre el movimiento politico-religioso islamista argelino. Haría falta casi un único artículo para hablar de ello pero trataremos escuetamente algunos ejemplos. En primer lugar la confusión total a la hora de querer definir todo el islamismo político en su conjunto sin matices, mezclando los conceptos integrismo, fundamentalismo, islamismo para analizar por el contrario, la globalidad de un fenómeno político-social y su exponente más representativo como era el FIS.
Otro ejemplo importante lo encontramos en el tema del FIS, el poder y la violencia. Hay que recordar que este partido ejercía ya el poder aunque local cuando el golpe de estado de 1992, ya que en 1990 y de forma pacífica, acaparó la mayoría de las alcaldías de Argelia y que sus miembros, simpatizantes y familiares fueron las primeras víctimas de la guerra brutal desatada en Enero de 1992.
Cierto es que los líderes de este partido hicieron un llamamiento desde prisión a la resistencia armada una vez rota toda posibilidad de diálogo con los golpistas, a partir de abril de ese mismo año, si bien ya desde febrero algunos grupos armados habían comenzado a realizar atentados contra cuarteles y policías. Pero ante la crudeza y brutalidad que adquiere la represión militar y que tiene como principal víctima a la población civil, la guerrilla del FIS -el Ejército Islámico de Salvación- adoptará un código de conducta disciplinario hacia la población civil, código que exigirá sea cumplido por sus miembros en las acciones militares, para desmarcarse de las acciones del ejército y de los grupos paramilitares por un lado y por otro de los GIA. Así mismo, a través de sus portavoces parlamentarios en el exilio, el 1º de Febrero de 1994, el FIS reiteró su posición contra el terrorismo en una declaración contra la violencia donde hacía la distinción entre la lucha de resistencia y el terrorismo. No hay que olvidar, aunque nadie se digne recordarlo, que esta posición le ha costado a este partido el asesinato, por parte de los GIA, de numerosos responsables y miembros de su organización, "por traidores y colaboracionistas", al criticar asesinatos o pedir la negociación y el diálogo, grupos -los GIA- a los que reiteradamente y con especial insistencia después de 1994, el FIS ha venido denunciado a algunos de sus comandos de estar infiltrados por la terrorífica Seguridad Militar cuerpo del Ejército argelino pero con total autonomía de éste y con un general a su mando.
Ya en 1993 los GIA hicieron público un comunicado advirtiendo a los representantes del FIS en el exterior, que ellos eran independientes del partido islamista y no se sentían representados por éste, hecho que posteriormente sería ratificado por unas declaraciones de Rebah Kebir, miembro del Comité Ejecutivo en el exilio del FIS, a Radio France el 22/10/93 en las que reconocía que una cosa era la línea política del FIS y otra lo que sucedía dentro de Argelia, fuera de todo control en el movimiento islamista en general.
Es de señalar que los GIA, o al menos algunos de estos grupos, se han convertido en la expresión social de un pesimismo atroz que les ha conducido ha culpabilizar a la población argelina de la perpetuación del régimen militar. Sus comunicados son una larga lista de amenazas y prohibiciones hacia toda la población, incluida la simpatizante con un proyecto de sociedad islamista. Es la degeneración de un resultado de la historia, como es el recurso a las armas de una parte de la población frente al terror generalizado que el régimen instaura a partir de Enero de 1992 y que es hábilmente aprovechado por los militares argelinos para, por un lado legitimarse y por otro, desprestigiar a todo el movimiento político-religioso-islamista.
El supuesto apoyo del régimen al islamismo en los años 80, que tanto gusta a ciertos analistas desvelar, no fue más que una pura y simple instrumentalización, un intento de domesticar un fenómeno que comenzaba al menos una parte de él, a criticar el monopolio absoluto del partido únicosobre el poder político y económico. Muy lejos de cualquier posicionamiento favorable al islamismo político, son los años en que el régimen se debe enfrentar al primer conato serio de guerrilla islamista: el Movimiento Islamista Armado de Mustafa Buyali. Instrumentalización que el régimen hizo del supuesto "socialismo específico" para atraer las simpatías, aunque criticas, de los movimientos progresistas y situarse en la arena internacional durante la guerra fría, coliderando el bloque de países no alineados.
CAUSAS DEL CONFLICTO...
Podríamos decir que el conflicto que hoy sufre el pueblo argelino, es el resultado multicausal, básicamente de tres crisis: la identitaria, la política y la económica. Pero con especial énfasis en la crisis política derivada de la cuestión del poder, en la que han influido muchos factores durante la Argelia pos-colonial, que se pueden sintetizar en la configuración de un régimen autoritario -ya de forma clara y nítida- a partir de 1965, con un ejército represivo, una prensa controlada y una sociedad civil debilitada.
Crisis identitaria
Es imprescindible hablar del colonialismo francés que durante cerca de 150 años produjo directa e indirectamente alrededor de tres millones de víctimas, un millón y medio de ellas en el período que va de 1954 a 1962. Supuso la desestructuración individual y colectiva del pueblo argelino; su exterminio cultural se convirtió en objetivo de la metrópoli francesa para favorecer su dominación política y económica; todo ello bajo la fachada de eslóganes sobre los "valores universales de la humanidad, tales como la libertad, igualdad y fraternidad frente al oscurantismo y el subdesarrollo".
El resultado más característico y más duradero de esta colonización, fue la destrucción de tierras y el desarraigo colectivo, consecuencia del desplazamiento de miles de personas que se encontraron sin alternativa.
La consecuencia fue una mayor diferenciación social, la pérdida de la cohesión en torno a la tribu y al clan, el éxodo rural, la emigración a Europa, el desdoblamiento cultural... evidentes síntomas del fin de una sociedad tradicional.
En lo político, se institucionalizaba el régimen de Partido único y la concepción de las organizaciones de masas como correo de transmisión; en lo económico se impuso un modelo de modernidad occidental con fondo árabo-musulman que hacía de la industrialización, la prioridad del desarrollo y el caballo de batalla del régimen. Ello tuvo como consecuencia la negligencia de la agricultura, aun desde el intento de la reforma agraria y la autogestión, lo que condujo al éxodo rural y al hacinamiento de las poblaciones campesinas en las ciudades y polos industriales.
Se constituían, con un discurso oficial de autenticidad y de socialismo, unas élites occidentalizadas que invertían y consumían mientras la población sufría una imparable pauperización. Al mismo tiempo, se decretaba e impulsaba oficialmente la arabización, a la vez que las élites dirigentes enviaban a sus hijos a estudiar en los liceos franceses o al extranjero.
Podríamos decir que en el caso de Argelia, el socialismo de Estado y anteriormente el colonialismo, no pudo, no supo ¿o no quiso? transformar la sociedad argelina sin traumas e imposiciones.
El resultado es complejo y como diría Frantz Fanon:" la sociedad colonial ha vuelto loco al colonizado, pero yo añado que la descolonización ha hecho de él un esquizofrénico, porque el problema y el riesgo de la descolonización reside en la dificultad de transformar una sociedad ya trastornada por los útiles coloniales"..
Por otro lado, los intentos fracasados de laicización, (significativamente esta palabra no existe en árabe), de la sociedad durante la colonización francesa, dan paso en la Argelia de la pos-independencia, a una progresiva domesticación del Islam; esto significó que el Estado hizo de éste la religión oficial a condición de que quedara circunscrito en el ámbito social y cultural. Lo mismo sucede en cierta forma, como ya veremos posteriormente, con el carácter socialista del Estado
En el Magreb, la relación entre la cuestión colonial, identitaria y el grado de alienación cultural por un lado, y la implantación de los movimientos político-religiosos de orientación islamista por el otro, queda bien evidente en el caso de Argelia, por ello su importancia a la hora de acercarnos a las raíces del conflicto actual. En este sentido, la población, que ha mantenido sus valores y lazos tradicionales más arraigados, (en partes importantes de la Gran Kabilia y del Sahara entre kabiles, tuaregs y mozabitas), el fenómeno de los movimientos político-religiosos islamistas ha tenido menos implantación, sin por ello poder afirmar, como a veces se pretende inducir con indudable mala intención, que son poblaciones bereberes con poco rigor musulman y dejando entrever cierta contraposición entre el Islam, los movimientos islamistas y la cultura bereber (Amazight).
Crisis Política
En 1962 se produce la independencia. La creación de un verdadero Estado-Nación a imagen y semejanza de la concepción occidental no sería tarea fácil para los nuevos gobernantes. Ha de tenerse en cuenta que Argelia fue y sigue siendo, a pesar de más de 30 años de poder centralizado y autoritario, un país estructurado política y socialmente en función de dos actores fundamentales, originales y persistentes en toda sociedad árabe: por un lado la familia, el clan y la tribu, el tribalismo y la religión, y por otro las unidades culturales, de civilización; ello a todos los niveles, político, económico y social, por encima del Estado nacional, sea cual sea su concepción. Este es el cuello de botella por el que debemos hacer pasar todo análisis sobre cualquier acontecimiento pasado o presente en este país, las alianzas, fidelidades, enemistades, conflictos en el poder, etc.
En 1965 se produce el golpe militar dirigido por
un cuerpo especial del Ejército al mando del coronel Huari Bumedian.
La eliminación de toda disidencia es inmediata, se instaura el sistema
de Partido Unico, que será el FLN, y el control absoluto por
parte del Ejército del mismo partido y
consecuentemente de la vida política, económica
y social del país. En 1978 muere el presidente Bumedian y con la
desaparición del "hombre fuerte" del país se inician las
luchas internas de sucesión entre las diferentes corrientes del
régimen, repartidas entre el FLN y el Ejército a la vez que
se inicia una todavía incipiente crisis económica y social
que desembocará en la explosión social de octubre de 1988
abriendo una profunda crisis política que algunas voces del propio
régimen achacaran al inmovilismo, la corrupción y el autoritarismo
que consideran excesivo y ya innecesario, proponiendo importantes reformas
políticas. El régimen se tambalea política y económicamente
y la corrupción en las altas esferas del poder se extiende, las
luchas internas se agudizan y la presión de la calle aumenta. A
finales de 1988 se inicia un período de apertura política
encaminado a instaurar el multipartidismo con la legalización de
los partidos políticos, se reforma la Constitución, se instaura
la libertad de prensa, de manifestación, la sindicalización
etc,. Esta apertura es controlada y dirigida desde lamisma nomenklatura
aunque no toda ella esté de acuerdo, sobre todo por la gran expectativa
de movilización y de puesta en marcha de movimientos sociales que
dicha apertura genera en los numerosos sectores marginados de la sociedad
elitista.
En 1990 se celebran las primeras elecciones municipales libres que dan la victoria al movimiento político-religioso islamista que básicamente se aglutina en tornoal FIS. El FIS, un frente constituido por corrientes diversas, irrumpió en la escena electoral como expresión del islamismo político antirrégimen y portavoz de las demandas de justicia social. Apoyado por clases medias de cultura arabófona, aunque muchos de sus dirigentes sean bereberes y abanderado portavoz de amplios sectores populares excluidos, el FIS apareció como la alternativa de más calado social en las elecciones de 1990, entre los que postulaban el cambio político. Sus posibilidades de desplazar a la vieja élite militar-civil y su denuncia de privilegios le transformaron en "el enemigo" que el régimen necesitaba para justificar el golpe de Estado ante Occidente. Ese carácter reivindicativo, y no su especificidad religiosa, fue el origen de su ilegalización y de la feroz represión posterior.
En Diciembre de 1991 se celebran las elecciones legislativas a dos rondas que suponen una nueva victoria del FIS al borde de la mayoría absoluta.
En Enero de 1992 tiene lugar el golpe de estado militar y la suspensión del proceso electoral y de todo el proceso de reformas democráticas, lo que supone el fracaso y la frustración de la experiencia argelina de transición democrática y pacífica que integraba al islamismo político.
El nuevo gobierno instaurado realiza esfuerzos de
legitimización democrática mientras las luchas internas
se saldan con la destitución de Chadli Benyedid; el asesinato del
histórico y prestigioso miembro de la lucha Anticolonial, Budief,
traído por los militares de su exilio en Marruecos y nombrado presidente
del país tras el golpe para maquillar la dictadura militar; el asesinato
del antiguo responsable de los servicios de seguridad militar Kasdi Merbah
pasado a demócrata y dirigente de un partido político; el
asesinado del dirigente del ex-sindicato único UGTA Benhamuda muy
ligado
al actual presidente Liamin Zerual.
El esclarecimiento público de muchos de estos hechos oscuros, pasados y presentes, situaría la responsabilidad de cada cual en su sitio; el régimen es totalmente consciente de lo mal parado que saldría si se sentara en el banco de una justicia independiente, actualmente inexistente en Argelia. La continuación de las luchas internas entre los diferentes clanes militares que actúan como la mafia, de forma corporativista hacia fuera, pero brutalmente en la sombra, en su particular guerra subterránea por el poder absoluto, sobre todo económico, bloquea cualquier posibilidad de estabilidad política y ello no sería ajeno al fenómeno de las masacres recientes contra la población civil a las puertas de cuarteles y tropas del ejército.
El régimen aprovecha las reticencias que los islamistas en general suscitan entre una parte de la "oposición liberal" (resulta difícil adjetivar de liberal a quienes preconizan el exterminio de miles de personas) y entre la inmensa mayoría de los sectores privilegiados, para legitimar su poder y negarse a aceptar el juego político completamente abierto. Así lo demostró con su negativa a participar en los Acuerdos de Roma de Noviembre de 1995, donde toda la oposición real firmó una plataforma de mínimos democráticos para una salida política y pacífica al conflicto.
Por último es de señalar, aunque sólo sea de pasada, la importancia del factor demográfico, ya que éste ha jugado un papel fundamental en la modificación del panorama político-social con la llegada de una numerosa generación de jóvenes escolarizados que, detentando cierto monopolio del saber, se ve privada de él por una ética neopatriarcal y una sociedad que privilegia las relaciones jerárquicas verticales. El resultado es la frustración y alienación de los jóvenes titulados ante la limitada movilidad social. Las aspiraciones personales desembocan en la desilusión por las escasas posibilidades de ascensión social de acuerdo con la formación recibida y las expectativas que se han creado. La salida que encuentran en muchos casos es la emigración, o la integración en los diferentes cuerpos de seguridad, los paramilitares o en las organizaciones islamistas.
En consecuencia y como conclusión podemos afirmar que a los militares argelinos, verdaderos detentadores del poder, no les asusta el islamismo como fenómeno religioso, el FIS como movimiento religioso, sino las características de un movimiento político-social anti-sistema, rupturista, reivindicativo; prueba evidente de ello son los actuales ocho ministros del partido islamista Hamas en el gobierno de Zerual, partido representante de una parte de la burguesía nacional conservadora, expectante ante sus posibilidades de participar en el reparto de los recursos del país tras las recientes y próximas privatizaciones apoyadas por el FMI, y al que los militares han querido utilizar de sustituto domesticado del FIS.
Crisis económica
Las consecuencias de la opción de desarrollo escogido por los golpistas del 19 de junio de 1965 no han podido ser más desastrosas y dramáticas para la población argelina a todos los niveles y no sólo en el material. Aunque someramente, apuntaremos las principales características de esta opción para poder entender la crisis económica que arrastra Argelia y que ha contribuido de forma importante al actual conflicto.
Los militares justificaban su modelo de desarrollo en base a alcanzar la independencia económica, pero los resultados a corto plazo llevaron a una mayor dependencia exterior sobre todo en lo referente al equipamiento industrial de forma inmediata. La mayoría de los contratos de equipamientos se firmaron pues, con países capitalistas, a pesar de la Argelia de la "opción socialista". Lo mismo ocurrió con la dependencia financiera que contrajeron, para poder aguantar la desastrosa gestión de la renta petrolera. La gestión técnica de los complejos productivos siempre fue, y es en la actualidad, confiada a ingenieros europeos, mientras que su dirección recaía en manos de un cuerpo de altos funcionarios considerados como los privilegiados del régimen. Estos últimos constituiyaeronn una nueva élite con gran capacidad de presión sobre el poder, cuando no ligados a él directamente, (ostentando altos cargos en el partido único de antes, el FLN) hasta hoy día en el que se aglutinan entorno también del RND del presidente y ex-general Liamin Zerual.
Muy pronto este modelo se reveló inoperante e inadaptable a la idiosincrasia de la Argelia pos-colonial, generando nuevos males sociales, la pérdida de los valores culturales y colectivos locales en beneficio de valores culturales, producto de toda industrialización y urbanización salvaje ligados a Occidente (no hay que olvidar que la transferencia de modelos económicos y de tecnología conlleva la transferencia de un modelo cultural determinado), y en definitiva una mayor dependencia con la antigua metrópoli y las exigencias económicas de ésta.
Fundamentar el crecimiento económico en la
industrialización ocasionó el hundimiento de la agricultura
causando la dependencia alimentaria, el surgimiento de nuevos tipos de
relaciones sociales y económicas, el éxodo rural masivo con
el espejismo de la industria y la relegación a un segundo plano
de la política de pleno empleo, de una vivienda digna, de una alimentación
correcta.
ENERO 1992/ENERO 1998: ¡OBJETIVOS CUMPLIDOS !!!
El régimen argelino hoy, ha cumplido sobradamente la agenda política y sobre todo la económica, que las instituciones financieras internacionales y las instituciones políticas europeas le habían exigido tras el golpe de Estado de enero de 1992, a cambio de mirar hacia otro lado. Los resultados macroeconómicos son excelentes, mejores que nunca, y se ha estructurado una democracia vacía de contenido, y simplemente de fachada. Pero el precio pagado, no ya sólo por la población sino también como país y como Estado, ha sido altísimo. Hoy Argelia es una país dividido en "dos", una "Argelia útil" (la región del Sahara donde se encuentran los yacimientos de gas y petróleo y los barrios de la Argel residencial), controlada directamente por los militares argelinos, y la "otra Argelia", donde vive la mayoría de la población, rehén y víctima del fuego cruzado de múltiples actores armados, milicias paramilitares, grupos de autodefensa, bandas de delincuentes y grupos armados islamistas; rehén y víctima principal no ya sólo de las privatizaciones en lo económico, impuestas por el FMI y Banco Mundial, sino de la misma privatización de la guerra, con el resultado del surgimiento de una nueva casta, -¡por si no hubiera suficiente con los militares!- de verdaderos señores de la guerra, que han tomado posesión de determinados territorios del país con población incluida, (según la prensa argelina, habrían sido detenidos, recientemente, miembros de comandos paramilitares y autoridades locales implicados en masacres contra poblaciones, en un intento de desmarque, del gobierno argelino respecto de los sectores más recalcitrantes del régimen). Estos "señores" se sientan, literalmente, con sus armas en la mano, en las diferentes "instituciones democráticas que existen y funcionan y de las que emerge una clase política nueva y con vocación democrática", tal y como han definido diferentes personajes de la clase política española y europea que han visitado recientemente en Argelia a las instituciones políticas creadas por el régimen argelino, producto del fraude electoral y del terror; declaraciones, en definitiva, que no son sino una nuevo apoyo de cierta parte de nuestra clase política a los que, por el momento, salvaguardan de manera muy eficaz los intereses económicos en la región del FMI, del BM y de las empresas transnacionales.
La política de ajuste estructural, decretada por las instituciones financieras internacionales, ha impuesto una brutal solución neoliberal a una población desestruturada y sometida por la guerra y el Estado de excepción. La liquidación de sectores públicos productivos y la privatización de tierras, arroja un saldo dramático de paro y exclusión social, mientras que la privatización de la sanidad y de la enseñanza liquidan derechos populares tan ligados a la Argelia independiente como la conquista de la soberanía nacional en 1962.
Con la guerra civil, el estado de emergencia y la
suspensión de los derechos civiles, se está llevando a cabo
a marchas forzadas, otra guerra no declarada: el hundimiento de las
empresas públicas, saldadas al sector privado, el abandono de la
salud pública, la liberalización el comercio exterior
y la privatización de las fértiles tierras de la Mitidja,
región ésta, que se ha convertido en el teatro de salvajes
matanzas. De este modo es como se está cumpliendo la reestructuración
impuesta por el FMI. Sin la guerra de la sangre y el miedo, no podría
librarse la guerra de las privatizaciones.
Esta guerra era necesaria para cumplir con
el ajuste estructural y tener la bendición del BM y el FMI
UN NUEVO PASO EN LA GUERRA MEDIÁTICA
Tras un período breve de apertura democrática (1989-1991), el golpe de Estado de enero de 1992, convierte a la prensa en el rehén del poder, que pretende ponerla a su servicio. Si la mayoría de los cincuenta y siete periodistas asesinados fueron reivindicados por grupos armados, muchos de ellos murieron en circunstancias turbias por lo que sus colegas vieron la "mano del régimen" en su muerte. Se suman a ellos, otros periodistas desaparecidos tras haber sido interpelados por policías. Amnistía Internacional y Periodistas Sin Fronteras, tienen la macabra lista de los muertos y desaparecidos así como la descripción de las circunstancias.
Paralelamente a esos métodos expeditivos de liquidación, las autoridades argelinas han instaurado una férrea censura sobre toda la información que concierne a la guerra y han ideado todo un arsenal jurídico, hecho a la medida, y con el que el Ministerio del Interior puede acosar y perseguir a los periodistas, suspender y embargar diarios y semanarios. A todo ello se añade un chantaje mezquino contra los periódicos que no siguen la "correcta línea" gracias al monopolio del Estado sobre la impresión y la importación de papel. Otra forma de chantaje es la prohibición de publicidad de las empresas en los periódicos "indeseables".
En cuanto a la prensa extranjera y la libre circulación de periodistas, el gobierno argelino les impide la entrada en el país, denegándo sistemáticamente los visados. De esta manera, al tener controlada la situación en todos los frentes internos, - con una oposición real dividida o eliminada, una resistencia armada rendida, en tregua o criminalizada, una prensa a su servicio, instrumentalizada o silenciada mediante la represión- el régimen argelino sólo ha sido inquietado, en los últimos tiempos, por las contundentes denuncias que en la opinión pública internacional han aparecido, implicándole una vez más, pero con mayor eco, en la responsabilidad directa o indirecta de recientes masacres, con centenares de víctimas y por algún que otro gesto más simbólico que otra cosa de la Unión Europea y de los Estados Unidos.
Es por ello que el gobierno argelino ha efectuado un giro de 180° en su actitud de "apertura comunicativa", en su estrategia mediática, dando un paso más en lo que domina la información como instrumento de guerra; ahora ya no sólo son bienvenidos los "amigos de Argelia", dirigentes políticos europeos supuestamente progresistas, intelectuales como André Glucksman y Bernard Henry Levy, siempre dispuestos a dar la razón a Samuel Huntington en su teoría del conflicto civilizacional, "ante el peligro islamista y por la consiguiente cruzada". El gobierno argelino ha inventado de esta manera la visita guiada a una guerra en sentido único donde no existe el otro, el ausente, que simplemente es un terrorista sin rostro, sin historia.
"Es necesario corregir la imagen que se está
transmitiendo de Argelia en el extranjero, una imagen a menudo falsa, manipulada
a favor de los intereses políticos internos y externos. Porque la
promoción de una buena imagen de Argelia en el extranjero sufre
de una falta de estrategia (...), de unas relaciones complementarias y
de un encuentro aguerrido, la puesta en funcionamiento de una agencia de
comunicación exterior con el objetivo de producir y de proyectar
la verdadera imagen del país en los planos político,
económico, comercial, cultural y turístico
es una necesidad"... Estas son las palabras, más que ilustrativas,
del presidente Liamin Zeroual Jefe de Estado, en una orden dictada el pasado
13 de Noviembre. Los dirigentes argelinos han comprendido que si bien la
opinión pública interior les importa poco, era imperativo
reconducir la estrategia mediática en el extranjero ante la nueva
situación.
Otra arma en esta guerra mediática es la utilización de las mujeres como tema propagandístico. La operación consiste en presentar a la opinión pública occidental, la lucha y la situación de las mujeres como problema en sí, obviando su dimensión política. Las mujeres en Argelia, han sido vanguardia en la lucha -baste con recordar a las muyahidat en el maquis contra el colonialismo- y posteriormente en los años 80 en sus combates contra el Código de la Familia finalmente adoptado en 1984 y que hace de las mujeres menores legales, elevando a ley la desigual juríca y arrebatándoles los derechos de ciudadanía.
La lucha por la democracia con movilizaciones en la calle -incluso cuando el derecho de manifestación no estaba reconocido y cualquier expresión fuera del partido único estaba prohibida- ha sido una constante. Y, en oposición al sensacionalismo barato y al carácter unidimensional agitado por el régimen -con el apoyo de algunas organizaciones de mujeres argelinas y europeas radicalizadas al uso occidental- está el combate cotidiano de las mujeres que mantiene una doble vía. La de los movimientos "modernistas", y la de las mujeres islamistas que "luchan también ellas a su manera, utilizando sus propios esquemas de representación contra su condición de oprimidas. Desde que la violencia viste de luto diariamente a Argelia, los asesinos de mujeres, las violaciones y los secuestros, cuyo primer responsable es la situación caótica en la que se encuentra el país, se imputan fácilmente al islamismo como ideología. El empleo propagandista que hace el Poder(...) de los degollamientos y de las violaciones no puede ocultar que al mismo timpo ha declarado la guerra contra una parte de la población compuesta también de mujeres..." para decirlo con palabras de Salima Ghezali, directora del periódico La Nación.
La realidad es mucho más compleja y dolorosa que la que presenta el reduccionismo que se propaga desde las instancias del poder y los intereses espúreos de otros grupos.
Ya, prácticamente ningún dirigente político europeo apoya la constitución de una comisión de investigación internacional sobre la violación de los derechos humanos en Argelia. Ninguno critica el rechazo de Argel a toda la ayuda humanitaria a los centenares de víctimas. Es más, casi ninguno, a pesar de los fraudes generalizados, constatados y públicos, cuestionan el "progreso de la democracia".
Una vez más, la Liga Argelina por los Derechos Humanos, las asociaciones de defensa de los derechos humanos, las Campañas internacionales de solidaridad, así como la responsable de los Derechos Humanos para las Naciones Unidas, se han vuelto a quedar solos.
Mientras todos ellos siguen teniendo prohibida su entrada en Argelia, las puertas se entreabren, bajo condiciones draconianas, para los intelectuales de renombre y para los diputados europeos.
Los beneficios para el régimen de estas idas
y venidas no se han hecho esperar. Austria ha decidido la reapertura de
su embajada en Argel. El ministro de asuntos exteriores argelino visitó
Londres, París y Madrid, todos prestos a dar un nuevo impulso en
sus relaciones con Argelia. A finales del mes de julio de este año,
también el gobierno italiano dio un paso más en la normalización
de las relaciones con el gobierno argelino.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Podemos afirmar que lo sucedido estos último años en Argelia nos debería llevar a plantear una reflexión sobre lo ocurrido en el curso de este período para llegar a algunas conclusiones:
Nos parece que aquellos que llaman a la defensa de
la democracia con métodos autoritarios no pueden exhibir el carnet
de demócratas, sean éstos hombres y mujeres argelinas o de
cualquier otro lado del mundo.
Podemos decir que no juegan limpio, ni pueden hablar
en nombre de la democracia, aquellos que minimizan o quieren hacer olvidar
el golpe de Estado brutal de 1992, los más de 100.000 muertos, los
campos de encarcelamiento, la brutal represión de las fuerzas del
ejército y de sus milicias a sueldo, y los testimonios recogidos
por Amnistía Internacional la FIDH, la Human Right Watch,
Reporteros Sin Franteras y otros organismos que involucran a las diferentes
fuerzas de seguridad argelina en la guerra sucia y la represión
en Argelia. Hoy, en este país existe una minoría totalitaria
laica, que al igual que algunos islamistas con la ley islámica,
hacen del laicismo un dogma que imponen a toda la sociedad argelina
y que justifica el papel de los militares argelinos como salvaguarda de
los valores democráticos universales, aceptando cerrar los ojos
sobre los fundamentos antidemocráticos en que se apoyan y reduciendo
la democracia a la lucha contra el terrorismo por encima de derechos humanos
y sociales, de libertades de prensa, asociación o sindicales para
la mayoría de la población.
Por otro lado hay que superar la argucia que consiste en plantearse la hipótesis sobre las consecuencias dramáticas que hubiera entrañado el triunfo del FIS con mayoría absoluta en las elecciones generales de 1991, para minimizar y justificar lo que está ocurriendo catalogándolo de mal menor.
Se trata por el contrario de trabajar sobre los hechos que enmascaran a un régimen autoritario, responsable de haber llevado al país a una situación sin salida y al empobrecimiento y saqueo de su propio pueblo. Sin olvidar FMI, Banco Mundial y transnacionales que, mientras el horror se extiende y crece, sus negocios en el país lo hacen en la misma proporción, avalando y dando nuevos créditos al gobierno argelino a cambio del libre saqueo de sus riquezas y recursos.
Este es el marco general en el que hay que situar los acontecimientos actuales que vive hoy Argelia; pero hay más, ésta es una guerra total e interesadamente mediatizada... Se dice que en toda guerra la verdad es la primera asesinada y en el caso de Argelia es la confirmación más evidente por eso es indispensable que se esclarezca toda la verdad, aunque no nos guste sus evidencias, no ya de las últimas matanzas sino sobre los miles de desaparecidos, de ejecuciones extrajudiciales, del empleo de napalm.. la verdad sobre todas, absolutamente todas las violaciones de los derechos humanos generalizadas tras el golpe de Estado enero de 1992.
Es necesaria la apertura del campo mediático y el levantamiento de todas las regulaciones que impiden el libre flujo de información e ideas. Durante todos estos años la censura y la manipulación de la información decretadas por las autoridades por razones de seguridad, han impedido sistemáticamente el acceso al país a los medios de comunicación extranjeros y restringido seriamente a aquellos que se encuentran establecidos en el país, incluidos los de nacionalidad argelina, esta política en materia informativa ha contribuido decisivamente a la confusión creada sobre la compleja realidad que vive Argelia, levantando un verdadero muro de silencio sobre las violaciones de los derechos humanos que se producen allí.
Después de seis años de guerra civil no declarada, se impone una salida democrática al autoritarismo militar que permita al pueblo el pleno ejercicio de su soberanía. Esto podrá lograrse únicamente a partir de una negociación plural sin exclusiones, que permita la participación de todas aquellas fuerzas ilegalizadas o marginalizadas, que se interesen realmente en alcanzar la paz. Para el logro de este objetivo, se precisa la búsqueda de fórmulas consensuadas que signifiquen un compromiso real para todas y cada una de las fuerzas que participen en el proceso, cuestión que siempre ha sido soslayada en las tapas precedentes de la historia argelina.
Como complemento necesario para el logro de la justicia social, es preciso poner freno al incremento de la miseria y a la profundización del neocolonialismo, derivadas en gran medida del seguimiento estricto de las medidas orientadas por las grandes transnacionales que son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Asimismo, la Campaña por la Paz en Argelia se pronuncia en contra de toda propuesta de acción para una intervención armada internacional, así como contra toda forma de injerencia externa, incluida la venta de armas y de alta tecnología para uso militar en apoyo al actual gobierno, que contribuyen de hecho a complicar aún más la difícil situación del país y significan una flagrante violación de su soberanía.
Teniendo en cuenta los acontecimientos de los últimos
años, se precisa la constitución de una comisión independiente
que, de forma coordinada con las organizaciones argelinas de derechos humanos,
investigue y arroje luz sobre la verdadera naturaleza de la violencia y
las violaciones de los derechos humanos a la vez que establezca responsabilidades.
No obstante, la Campaña por la Paz
en Argelia considera que la guerra, la miseria, el déficit democrático
y la manipulación informativa no son irreversibles, menos aún
en un país que libró una heroica guerra de liberación
nacional que los llevó a obtener su independencia en 1962 y que
constituye una verdadera potencia económica en el Magreb.
Corresponde en primer lugar a toda la sociedad argelina la búsqueda
de soluciones para poner fin a la violencia y a la guerra que destruye
al país.
(Este texto ha sido elaborado por las CAMPAÑAS
POR LA PAZ EN ARGELIA DE CATALUÑA, MADRID Y NAVARRA. Sirve de prefacio
al libro que se publicará en este último trimestre de 1998
sobre Argelia).
Intervención
de ABDENOUR ALI YAHIA,
PRESIDENTE DE LA LIGA DE DEFENSA
DE LOS DERECHOS HUMANOS DE ARGELIA, (LDDHA) EN LAS JORNADAS ORGANIZADAS
EN FEBRERO DE 1998 POR LA CAMPAÑA
POR LA PAZ EN ARGELIA.
(Parte de este texto fue publicado por el diario
EL Mundo en la página de opinión de su edición del
sábado 21 de febrero).
ARGELIA: DERECHOS HUMANOS, PAZ Y DEMOCRACIA. POR
UNA SOLUCION PLURAL
PARA UNA SOCIEDAD PLURAL
La situación general que vive Argelia se caracteriza por una crisis multidimensional, política, económica, social y cultural, y una crisis de confianza de los gobernados hacia los gobernantes.
Se agudiza la violencia, se profundiza la ruptura entre el poder y la gran mayoría de los argelinos, se agranda la herida entre los ciudadanos y en este contexto de violencia política, de recesión económica y de tensión social, Argelia no es un país bien dirigido.
La vida política se parece a un iceberg con nueve de sus 10 partes sumergidas, sepultadas bajo el secreto y marcadas con el sello del recuerdo de la soberanía nacional.
Nada es más difícil para un sistema
político que ha estado viviendo bajo el secreto y la opacidad que
actuar con transparencia. Argelia no tiene tradición de poder compartido,
ni cultura del compromiso. Nunca ha aceptado la alternancia, que es la
base de la democracia. Por ello, acusa un déficit democrático
y el pueblo argelino, única fuente legitimadora del poder, está
situado al margen de la democracia.
La primera violencia, portadora de graves consecuencias
para el pasado, el presente y el futuro del país, fue el golpe de
Estado de enero de 1992: provocó la destitución del presidente
de la República, la disolución de la Asamblea Nacional Popular,
y la anulación de un proceso electoral que estaba cuestionando un
sistema político totalitario, que se ha mantenido y se mantiene
en el poder gracias al control policíaco de la población,
a la delación generalizada y a la represión de la oposición.
El poder tiene pues una enorme responsabilidad en
los trágicos acontecimientos que está viviendo Argelia desde
ese Golpe de Estado de 1992
EL DESPLIEGUE REPRESIVO
Dos partes están implicadas en los asesinatos de civiles. El poder y sus aliados -los erradicadores y la prensa- responsabilizan de todos los asesinatos de civiles a los islamistas. Para estos últimos, los mandatarios del régimen son los que utilizan los atentados para desacreditarles.
Antes de la crisis, la propaganda del Frente Islámico de Salvación (FIS), se había ganado a la población. El FIS obtuvo una avalancha de votos -4,5 millones- en las elecciones locales de 1990 y 3.260.000 con 188 escaños (frente a los 25 del FFS y a los 15 del FLN) en la primera vuelta de las legislativas de 1991.
La población se hizo cómplice gradualmente de los grupos armados integristas, que se dotaron de instrumentos materiales y psicológicos por convicción o miedo, por elección o por obligación. El Gobierno sostiene que estos grupos armados se han ganado el apoyo de parte de la población mediante el terror, los asesinatos y las matanzas, la destrucción del patrimonio nacional y las bombas. En congruencia con ello, el poder cree que hay que imponerse a la población con los mismos métodos: mediante el terror, la represión feroz y por medio de un terrorismo de Estado que aplica castigos colectivos y tiene derecho de vida y muerte sobre todos y cada uno.
El objetivo de la guerra es la población a la que hay que someter, sojuzgar y arrrancársela a los grupos armados islamistas, poniéndola entre dos fuegos y controlándola, con 200.000 milicianos, el Ejército, la policía y los guardias municipales. El miedo es el elemento fundamental de la guerra psicológica. La población tiene que dar la espalda a los grupos integristas, incapaces de asegurar su protección, y tiene que dejar de ser -según la teoría de Mao Zedong del "pez en el agua"- el agua del pez.
Para los grupos armados islamistas, el poder ha hecho bascular a favor suyo a una parte de la población, con el terror, los campos de concentración, los encarcelamientos masivos, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura, los secuestros, la corrupción y las elecciones prefabricadas. Con el terror es como se la atrae para la causa.
La siniestra y macabra contabilidad de esta guerra (imposible de establecer en su totalidad habida cuenta de la censura que amordaza toda la información relativa a las fuerzas de seguridad) arroja, a pesar de todo, más de 120.000 muertos, la mayoría de ellos jóvenes argelinos de los barrios populares del las ciudades, detenidos en sus domicilios y ejecutados de manera expeditiva o masacrados.
También existen grupos armados autónomos y ocultos que, teleguiados por clanes del poder actúan en secreto y siembran el terror y la muerte sin que se pueda por ello incriminar a la institución militar oficial de estas masacres.
El clima de inseguridad y de violencia favorece el
bandidismo, la criminalidad de derecho común, en particular los
robos y rackets a industriales, comerciantes y ciudadanos en general. Numerosos
casos, muchos de los cuales han pasado por los tribunales, son la prueba
de las amenazas dirigidas por escrito o por teléfono, en nombre
de grupos islamistas, y que procedían de bandidos que actúan
individualmente o en grupo.
Ultimamente la situación se está deteriorando
aún más. El poder ya no asume su primera misión que
consiste en la protección de las personas y de los bienes, y no
interviene cuando se producen masacres colectivas que provocan el éxodo
rural en aumento desde el verano de 1997. ¿Por qué
las fuerzas de seguridad no intervienen rápidamente cuando se están
cometiendo crímenes contra la humanidad, con frecuencia en un radio
de 3 a 5 kilómetros dentro de su ámbito de intervención?.
Se trata pues de no asistencia a pueblo en peligro.
La violación de las libertades, en particular aquellas relacionadas con el secreto de la correspondencia, las escuchas telefónicas, y la grabación clandestina, son ahora moneda corriente. A cualquier persona relevante que ejerza una responsabilidad en la oposición política o en la sociedad civil, le es imposible mantener una conversación libre en un piso, en un despacho, o en un vehículo, sin tener que encender una radio o un televisor para impedir que se grabe lo que se está hablando en voz baja.
El Estado de emergencia impuesto el 9 de febrero de 1992, sigue vigente a pesar de ser ilegal. Pero ha hecho posible la implantación de una política represiva que ha permitido al poder fabricar en serie miles de acusaciones por delito de opinión e intervenir en los campos de concentración del Sáhara donde, con temperaturas rayanas en los 50°, están privados de libertad ciudadanos argelinos encarcelados por simple decisión administrativa al margen de cualquier procedimiento judicial.
Con la esclavitud y la pena de muerte, la tortura es una de las plagas más graves de la humanidad. La lucha contra la tortura, está a la orden del día en Argelia desde hace 10 años. (1988-1998). Los numerosos testimonios enviados a la Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos, expresan la angustia, el dolor y el desamparo de las víctimas, de sus familiares y sus abogados. No se trata de casos de tortura aislados sino de una práctica administrativa sistematizada, contra miles de víctimas y practicada por los servicios de seguridad que dependen directamente, tanto de la autoridad militar como de la civil.
La tortura se ha convertido en una parte integrante de los interrogatorios a los que ha sustituido o a los que acompaña. Se ha utilizado para obtener informaciones, pero también como castigo o medida de intimidación para reclutar confidentes. Pero en Argelia ello no es ni un problema nacional, ni un problema político, ya que no ha suscitado ninguna reflexión ni provocado debate alguno en la prensa que, por regla general, no sólo ha silenciado el tema sino que ha sido complaciente con el poder.
Las tres armas para luchar por los miles de desaparecidos son: la verdad sobre lo sucedido (secuestros extrajudiciales de las víctimas en su domicilio, en el lugar de trabajo o en los locales de la policía, donde se les convoca legalmente); la fuerza del Derecho y la voluntad de perseverar para desvelar la verdad, toda la verdad.
Los derechos humanos son universales. Los derechos del hombre no tienen fronteras geográficas o políticas, ni tampoco es válido el argumento de no injerencia en los asuntos internos de los Estados por el mero hecho de que son parte integrante de las relaciones internacionales y de que desempeñan un papel importante en la calidad y la importancia de las relaciones entre los Estados. Los sufrimientos humanos tienen transcendencia universal y el poder argelino no puede erigirse en "propietario" de aquellos inflige a sus ciudadanos. El poder pretende ocultar el no respeto a los derechos de las personas para evitar la condena internacional. La Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos pide la constitución de una comisión de encuesta integrada por personas de ámbito nacional e internacional para que se haga la luz sobre las masacres y los crímenes contra la humanidad e se identificar a los autores y a los responsables de las mismas.
Los países europeos interpretan por otro lado
el derecho de asilo
de manera cada vez más restrictiva y adoptan
medidas disuasorias y represivas en contradicción con los acuerdos
internacionales.
Los gobiernos europeos tienen que negarse a extraditar
o a expulsar hacia Argelia a los refugiados políticos so pena de
convertirse en cómplices de la suerte que les espera a la vuelta:
la tortura y con frecuencia la muerte.
LA PAZ ES LA PRIORIDAD NACIONAL
Los argelinos han perdido la confianza en la capacidad del gobierno para sacar al país de la crisis. Cada vez son más numerosos los que rechazan la vía de la fatalidad, de la resignación y de la dimisión. Defienden por el contrario, en un clima político caracterizado por la violencia, el terror y la exclusión, la causa de la paz sin la cual la democracia, la estabilidad política y la paz social son imposibles.
No hay solución militar a la crisis que es ante todo política: tiene que resolverse con el diálogo y la participación de todas las fuerzas políticas y sociales que condenan la violencia y que orientan su actividad en la búsqueda de la paz.
La Plataforma del Contrato Nacional, cuya densidad
y riqueza cualquiera puede apreciar, y firmada en Roma en enero de 1995
por siete partidos políticos de la oposición y la Liga de
Defensa de los Derechos Humanos, es la alternativa a la estra
tegia de despliegue represivo, el paso obligatorio
para llegar a un diálogo que pueda pesar sobre los acontecimientos,
poner fin a la efusión de sangre y recuperar la paz civil.
Ante la situación alarmante del país, algunas personalidades han lanzado un llamamiento por la paz en Argel, con el respaldo de la gran mayoría de los argelinos. Los firmantes de este llamamiento por la paz apoyan todas las iniciativas que permitan acabar con el derramamiento de sangre, y creen las condiciones de un diálogo nacional para una solución nacional de la crisis. Se ha dado un primer paso con la tregua unilateral. Los demás tiene que quedarse para llegan a la paz civil. Medidas como la liberación de presos políticos, la vuelta de los exiliados, el levantamiento del estado de excepción, el respeto de los derechos humanos, la apertura del campo político y mediático, la solidaridad con todas las víctimas de la tragedia nacional, serían de una trascendencia política importante y abrirían la vía para la paz civil y la reconciliación nacional.
Invocar la internacionalización de la crisis
y pedir la injerencia extranjera son dos cosas muy diferentes. Pero el
poder alimenta deliberadamente la crisis. Los argelinos rechazan toda interferencia
extranjera. La solución del a crisis sólo puede ser obra
de los argelinos y tiene que realizarse en Argelia. El engranaje de la
internacionalización se desencadenó con el ajuste económico
impuesto por el FMI y el Banco Mundial. El poder ha llamado a observadores
internacionales para que controlen la autenticidad de las elecciones. La
cuestión de la seguridad desborda las fronteras del país,
ya que el Gobierno ha planteado el tema del terrorismo en todas las instancias
internacionales.
Argelia es miembro de la comunidad internacional
y ha ratificado 23 acuerdos internacionales relativos a los derechos humanos.
Por consiguiente, la presencia de una comisión internacional de
investigación no supone ningún complot político ni
mediático para desacreditar o demonizar al poder. La solidaridad
internacional con todas las víctimas de la tragedia argelina, sin
exclusiones, conducirá paso a paso hacia la paz, no la paz de los
cementerios, sino a la paz para vivir.
LOS DESAFÍOS
DE LA ONU EN ARGELIA
A petición del secretario general de Naciones Unidas, una delegación presidida por Mario Soares y compuesta por Simone Veil, I.K. Gujral, Abdel Karim Kabariti, Donald McHenry y Amos Wako se desplazará mañana a Argelia para realizar una "misión informativa" de unos 15 días. Como miembros del Comité Internacional por la Paz, la Democracia y los Derechos Humanos en Argelia, recientemente creado en París, no podemos por menos que alegrarnos por esta iniciativa y esperamos vivamente que aporte luz sobre una situación compleja, confusa y oscura y que, al mismo tiempo, contribuya a que la paz civil vuelva a Argelia.
El Gobierno argelino no ha querido esta misión y le ha prometido un "acceso libre y total" a todas las fuentes de información. No dudamos de que sus miembros podrán reunirse con representantes de las fuerzas vivas de la naciónl Los diferentes ministros les explicarán que hoy en Argelia se vive con normalidad, aunque exista todavía un "terrorismo residual". Les indicarán que su erradicación se ve dificultada por la excesiva tolerancia de los gobiernos occidentales hacia los grupos islamistas clandestinos que utilizan sus países como bases de apoyo al terrorismo en Argelia. E insistirán en la urgencia de una mejor coordinación antiterrorista internacional. Y todos subrayarán que esta realidad no debe ocultar el buen funcionamiento de las nuevas "instituciones democráticas", ni la libertad de expresión de la "prensa independiente".
Ello será confirmado por la gran mayoría de los representantes del Parlamento y del Senado, así como por los redactores jefe de los diferentes medios de comunicación, que no dejarán de recalcar la libertad de expresión de la que dan muestras a diario. El presidente del Observatorio Nacional de los Derechos Humanos (ONDH, estrechamente vinculado al presidente de la República), Kamel Rezzag Bara, reconocerá la existencia de "atropellos y abusos" por parte de las fuerzas del orden, pero explicará que tienen un carácter limitado y son perseguidos y castigados de forma sistemática por la Justicia, lo cual corroborarán los miembros del Consejo General del Poder Judicial, quienes subrayarán su función de garantes de la independencia de los magistrados.
La delegación se reunirá por último con representantes de la "sociedad civil": asociaciones de mujeres, de personal sanitario, de militantes para la resolución del problema de la vivienda , de sindicalistas de la UGTA (Unión General de Trabajadores de Argelia)...Seguramente quedará impresionada por su libertad a la hora de hablar, incluso para criticar al poder, y por su valor ante los dramas provocados por el terrorismo islamista y ante las dificultades de la vida cotidiana.
Si los miembros de la misión de la ONU se limitan a estas reuniones, abandonarán Argelia con la impresión de que, aunque el país vive todavía horas difíciles, está en camino hacia una verdadera democracia, como testimonian la mayoría de sus interlocutores. Y, sin embargo esta "democracia vigilada" por el "poder real", según los términos utilizados por los argelinos para referirse a los jefes del ejército sólo concierne a una pequeña fracción de la sociedad. Si la delegación desea "conocer toda la realidad de la situación argelina en todas sus dimensiones", como le instó a hacer Abdalá Baali, embajador argelino ante la ONU, invitamos a sus miembros a tomárselo al pie de la letra y ampliar sus investigaciones.
Le invitamos, por ejemplo, a reunirse, sin la presencia de testigos, con los abogados de las víctimas de "atropellos y abusos" de las fuerzas del orden, que podrán contactar a través del Sindicato Nacional de Abogados presidido por Mahmud Jelili, o la Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos, bajo la presidencia de Ali Yahia Abdenur. Les hablarán de juicios dictaminados por los tribunales basándose sólo en confesiones arrancadas bajo tortura, de violaciones sistemáticas de los derechos a la defensa y de ejecuciones extrajudiciales que se han convertido en moneda corriente.
Les invitamos a reunirse, sin testigos con los representantes del Sindicato Nacional de la Magistratura que reclaman la derogación del decreto ejecutivo del 24 de octubre de 1992 -que prácticamente ha anulado la independencia de los jueces- y que se oponen al reciente proyecto de ley sobre el estatuto de la magistratura, que agravará aún más esta situación.
Les invitamos a reunirse, sin testigos, con los representantes de los miles de familias que buscan a sus parientes "desaparecidos", secuestrados por miembros de las fuerzas de seguridad o de las milicias armadas por el poder.
Les invitamos a reunirse, sin testigos, con los periodistas de los órganos de prensa "suspendidos" o prohibidos.
Estamos convencidos de que tales testimonios les ayudarán a interrogar con precisión a sus interlocutores oficiales acerca de denuncias realizadas desde hace varios años por las organizaciones de defensa de los derechos humanos, planteándose en especial las siguientes preguntas:
-¿Por qué el ejército argelino que, según los términos de la Constitución, no desempeña ningún papel político, ocupa según observadores fidedignos un lugar tan decisivo en el sistema político, imponiendo sus preferentes -abiertamente o no- en cada momento importante?
-¿De qué garantías se ha dotado el Estado para que la represión del terrorismo se realice dentro del respeto de los convenios y pactos internacionales sobre derechos sobre derechos humanos ratificados por Argelia?
-¿Es posible visitar los 14 centros de detenciones de la región de Argel considerados centros de tortura por la Federación Internacional de los Derechos Humanos?
-¿Es cierto que hay actualmente 18.000 presos políticos acusados del "actos terrorista"? ¿En qué condiciones fueron juzgados y condenados?
-¿Sigue todavía en vigor la orden ministerial del 7 de junio de 1994 que prohibe a los medios de comunicación difundir información sobre la "situación relativa a la seguridad pública" que no sean los "comunicados oficiales" del Ministerio del Interior? ¿Es exacto que hay unos "comités de lectura" del Ministerio del Interior presentes en las tres imprentas públicas que imprimen los diarios de Argel?
-¿Por qué durante las masacres acaecidas entre el verano de 1997 y comienzos de 1998, las fuerzas del orden no intervinieron, cuando algunas de sus unidades se encontraban estacionadas en las proximidades? ¿Se emprendieron investigación en relación con los testimonios recogidos por ONGs de defensa de los derechos humanos, según las cuales los grupos armados que masacran a civiles actúan en ocasiones de forma concertada con algunas unidades de las fuerzas de seguridad o con el consentimiento de éstas?
-¿Es cierto, como indicó el primer ministro Ahmed Ouyahia, que existen 5.000 "grupos de legítima defensa" (GLD) cuyo estatuto está definido en la ley de 4 de enero de 1997 ¿Es compatible su existencia, desde 1994, con el Pacto Internacional relativo a los derechos civiles y políticos de la ONU, ratificado por el Estado argelino en 1989? ¿Es cierto que dichos GLD participan en acciones ofensivas con las fuerzas de seguridad? ¿En virtud de qué textos legales?
-¿Qué acciones emprendió el ONDH ante las 1.928 peticiones de localización de personas desaparecidas que reconoció haber recibido entre 1994 y 1996? ¿Recibió con posteridad nuevas peticiones? En caso afirmativo, ¿cuántas y qué acciones emprendió?
Esperamos vivamente que la delegación pueda obtener respuestas sinceras a estas preguntas y a todas aquellas que juzgue útil plantear. A nuestro parecer, de ello depende la credibilidad y la eficacia de su misión: hay que intentarlo todo para evitar que el pueblo argelino se vea aún más abocado a la desesperación por considerar que la comunidad internacional sólo interviene para fortalecer el statu quo. También esperamos que esta visita no sea utilizada para eximir una vez más al Estado argelino de sus compromisos de cooperación con las instancias oportunas de Naciones Unidas, compromisos vinculados a los tratados internacionales que él mismo ratificó. Es particularmente urgente que el Gobierno conceda a los dos enviados espaciales de la ONU, encargados de investigar las ejecuciones extrajudiciales y la tortura, la autorización para desplazarse a Argelia para realizar averiguaciones, algo que llevan esperando desde 1993.
Sólo unas medidas aperturistas basadas en el respeto a los derechos humanos y las libertades democráticas pueden permitir la vuelta de la paz y la marginación de los extremistas, condiciones indispensables para el progreso de Argelia y la estabilidad de la región: esperamos que logren que este mensaje sea escuchado.
Firman también este artículo, Mohamed Harbi, Fatiha Talahit y Tasadit Yacín (Argelia) Werner Ruf (Alemania), Patrick Baudouin, Pierre Bourdieu, Francois Gese y Pierre Vidal-Naquet (Francia), Gema Martín Muñoz (España), Anna Bozzo (Italia) George Joffé (Reino Unido) e Inga Brandell (Suecia), en nombre del Comité Internacional por la Paz y los Derechos Humanos en Argelia.
20 de julio de 1998