INTERNET COMO MADUREZ
DEL CAPITALISMO
- Publicado en revista Ajoblanco nº 6 -
Internet está destinada a convertirse en el auténtico
cerebro del sistema. Ya desde sus inicios (mediados de los años
sesenta) los protocolos de red que constituyen sus huesos, llamados TCP/IP,
fueron diseñados y apoyados por el Departamento de Defensa de los
EEUU a través de la Agencia federal ARPA (Advanced Research Projects
Agency) para asegurar la operatividad de una red ante un eventual ataque
soviético que destruyese alguno de los ordenadores que la integrasen.
La proliferación de posibilidades ha provocado un gran interés
social y comercial sobre el fenómeno Internet. Frecuentemente se
habla del poder de la comunicación en nuestra cultura actual.
El término 'aldea global' aparece una y otra vez en terturlias radiofónicas
y artículos de opinión, término que haría referencia
a una nueva Atlántida planetaria donde tod@s podríamos incidir
sobre la evolución de dicha sociedad, una especie de democracia
de base articulada tecnológicamente. En círculos académicos
también se intenta rentabilizar este tipo de conceptos, pretendiendo
conciliar las teorías de la comunicación con nuevos estudios
sobre la conciencia, lo que desemboca en utopías idílicas
donde la conciencia individual se unifica en una conciencia colectiva superior
-casi en el ámbito de lo sublime-. Se trata de un optimismo tan
exagerado que casi huele a reverso de un milenarismo catastrofista.
Las grandes infraestructuras han sido siempre la forma de tirar del
carro de un sistema económico voraz de desarrollo y crecimiento:
pantanos, autopistas, centrales nucleares... y ahora se trata de las 'autopistas
de la información'; ellas supondrían ese tirón que
la economía necesita. Pero no sólo eso, Internet representará
la gran oportunidad de lucro de nuestra época, negocios millonarios
esperan agazapados la implementación de mecanismos seguros de transferencia
dineraria electrónica. La encriptación y la privacidad en
la red son, por tanto, las piedras angulares para un nuevo salto cualitativo
en la dinámica del capital. Quien haya visitado el web de Netscape
habrá observado como la versión más segura de su popular
navegador está sólo disponible -siguiendo la legislación
de los EEUU- para ciudadan@s de ese país, asegurándose así
un buen puesto de salida en esta singular carrera. Una vez que la seguridad
de la red se consolide, las posibilidades de acumulación y de especulación
se multiplicarán; el capitalismo, tal como lo conocemos ahora, está
sólo en su forma embrionaria.
Esa inmaterialidad absurda de la economía occidental (que nos
sorprende, cuando por ejemplo se destruyen excedentes alimentarios para
preservar mercados), espera su medio propicio para el gran despegue: la
inmaterialidad y agilidad de los impulsos eléctricos a través
de las redes de comunicación para beneficio de especuladores y sus
clanes de rapiña.
El ordenador personal, el módem, no son más que cachorros
del sistema que necesita cada vez más beneficios para sobrevivir.
Y nuestra perspectiva es la de siempre: resistencia por una vida auténtica
¡Obligad@s como en las guerrillas a utilizar las armas! -en este
caso las telemáticas- que no son nuestras, sino las del explotador,
aquel que se ha empeñado en ser nuestro enemigo porque sin nuestras
vidas no es posible la suya. Y utilizamos sus armas buscando resquicios
en la selva, donde vivir como herman@s y mirarnos a los ojos, compartir
el trabajo que nos de la tierra y amarnos. Sólo se trata de eso,
estamos condenad@s a la victoria, abramos junt@s espacios de comunidad
en la selva virtual.