La factura de la guerra de
EEUU contra Iraq
2 de diciembre de 2002.
Nota informativa, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
El coste económico
de la guerra contra Iraq y de su futura reconstrucción
-al menos 200 mil millones de dólares- fuerza a Washington
a recabar los apoyos internacionales a la campaña bélica
para repercutir en ellos el grueso de los gastos de la invasión
y ocupación de Iraq.
Los primeros informes económicos no oficiales sobre
el coste de la invasión y ocupación de Iraq por
parte de EEUU estiman que serán necesarios al menos 200
mil millones de dólares para hacer frente a los gastos
directos de la guerra y, sobre todo, de la reconstrucción
de Iraq tras la ocupación militar por parte de EEUU [1].
La Guerra del Golfo de 1991 derivó un gasto militar
directo de 80 mil millones dólares (dólares de
2002). En esa ocasión, la Administración Bush I
consiguió hacer recaer la mayor parte de los pagos de
la guerra a países extranjeros -principalmente a Arabia
Saudí, Kuwait, Alemania y Japón- afrontando EEUU
un pago máximo de 7.000 millones de dólares, es
decir menos del 12% del total de los costes militares derivados
de su instigada campaña militar "Tormenta del Desierto".
A los 80 mil millones hay que sumar los costes indirectos que
ascendieron a unos 500 mil millones de dólares, mucho
más que el grueso del gasto oficial estrictamente militar
[2].
A diferencia de 1991, al presupuesto estimado para las operaciones
militares de la prevista guerra contra Iraq hay que añadir
el coste derivado de la denominada "reconstrucción
del país" en cuyo proyecto Washington incluye el
mantenimiento de una fuerte y duradera presencia militar estadounidense
en Iraq en el marco de su ocupación indefinida de este
país.
Los gastos exclusivamente militares, es decir, de la guerra
que incluyen el despliegue de 250.000 tropas estadounidenses-
podrían alcanzar la cifra de 60 mil millones de dólares.
Según los expertos del Comité Presupuestario del
Congreso de EEUU, aunque esta cifra es menor a la de la Primera
Guerra del Golfo, el presupuesto deberá casi cuadruplicarse
en esta ocasión, habida cuenta de los gastos derivados
de la posterior ocupación de Iraq.
Los cálculos de los expertos económicos-militares
de la Institución estadounidense Brookings, estiman que
el coste anual del mantenimiento de la ocupación militar
de Iraq supondrá a EEUU entre 15 mil millones y 20 mil
millones de dólares, cifra que se incrementará
hasta 50 mil millones ó 100 mil millones si la ocupación
se mantiene sin fecha límite. Estas cantidades no reflejan
el coste real del despliegue y del mantenimiento de una fuerza
militar extranjera en Iraq tras su ocupación "fuerza
de estabilización"- pues están calculados
considerando que EEUU obtenga el compromiso de posibles aliados
internacionales para su guerra contra Iraq que deberán
hacer frente al grueso del coste de la ocupación del
país más de dos tercios del total. [3]
.
Las previsiones de la Administración Bush de que sea
el propio país, Iraq, quien pague los gastos derivados
de su propia invasión y ocupación a través
del incremento de la renta del petróleo iraquí
no podrán realizarse sino a medio plazo ya que la devastación
provocada en este país por la guerra de 1991 y por doce
años de embargo requiere que todas sus infraestructuras
-especialmente las relacionadas con el sector de la extracción
y producción del petróleo- sean renovadas también
a un alto precio, pues la alta y media tecnología de la
que dependen para su funcionamiento ha sido destruida o dañada
en su mayor parte.
Las exigencias económicas se unen a las estratégicas
para que el plan de la Administración Bush sobre el futuro
de Iraq sea "estratégicamente viable". Habida
cuenta de la debilitada situación económica de
EEUU y del alto coste financiero de su campaña contra
Iraq, la Administración Bush está presionando por
todos los medios a los gobiernos de países proclives a
participar en una fuerza internacional para que -con mandato
de NNUU o sin él- además de ceder sus territorios
e instalaciones para las operaciones bélicas de la guerra,
asuman la carga financiera de la misma y de la postguerra. Los
intentos de la Administración Bush de aglutinar una fuerza
militar internacional suficiente para la fase posterior a la
posible caída de Bagdad en manos del ejército de
EEUU, están orientados a evitar al máximo que los
gastos de la posguerra recaigan en las arcas estadounidenses,
sin tener, por ello, que ceder el control ni la hegemonía
de EEUU en el futuro de Iraq.
La negativa de países como Arabia Saudí a participar
en la guerra contra Iraq excluye no solo la falta de su apoyo
logístico y militar a la guerra de EEUU contra Iraq sino
también y muy significativamente, poder contar con las
cuantiosas aportaciones económicas derivadas de la posguerra
en Iraq. En 1991, Arabia Saudí debió de pagar directamente
a EEUU más de 16.8 mil millones de dólares por
la operación Tormenta del Desierto. Estos gastos
no incluyen los servicios no militares que el régimen
saudí prestó a EEUU y a la coalición internacional,
tales como el alojamiento y la repatriación de kuwaitíes
exiliados, el aprovisionamiento de gasolina, transporte, alojamiento
y mantenimiento de las tropas de la coalición internacional
y las operaciones de limpieza medioambiental [4].
Ello explica que las presiones contra Arabia Saudí
por negarse a participar en esta nueva iniciativa bélica
hayan dejado de ser estrictamente diplomáticas y políticas
por parte de la Administración Bush y hayan pasado a cubrir
una ofensiva mediática que pretende desenmascarar abiertamente
al gobierno saudí a través de la búsqueda
de conexiones de miembros de la familia real y el gobierno saudí
con las redes financieras del islamismo radical internacional-
para provocar su debilitamiento máximo e incluso, de no
producirse una modificación en la postura oficial del
régimen saudí sobre la guerra, su caída
y la transformación política del país [5].
Cambio de postura alemán
A pesar de mantener su compromiso electoral de no participar
en la guerra de EEUU contra Iraq, el canciller Gerhard Schroeder
ha anunciado que el gobierno alemán permitirá utilizar
las bases de EEUU en Alemania para lanzar las operaciones militares
contra Iraq y garantizará al ejército estadounidense
y a los posibles aliados de la OTAN que intervengan en la guerra
la utilización sin restricciones del especio aéreo
alemán para las operaciones bélicas [6].
Esta decisión, que forma parte de la estrategia alemana
de recuperar las relaciones con la Administración Bush
deterioradas como consecuencia de su posición formal contraria
a la intervención militar en Iraq, es la respuesta alemana
a la solicitud que en la última semana ha hecho EEUU a
diversos países para valorar las contribuciones que están
dispuestos a hacer en la campaña bélica contra
Iraq [7]. En el caso alemán, la posición
del gobierno de Schoroeder y la negativa rotunda a participar
en la iniciativa de la guerra condujo en semanas previas a la
evaluación legal, por parte de representantes legales
de la Administración Bush, de la competencia alemana para
negar el uso de las bases estadounidenses que albergan a más
de 70.000 miembros del ejército de EEUU en su suelo, además
de equipamiento militar. Al parecer, el acuerdo de cooperación
militar estadounidense-alemán prevé la capacidad
del gobierno de Alemania para bloquear el uso de tales instalaciones
militares por EEUU.
Además de permitir el uso de las bases militares, Schroeder
ha anunciado que la petición cursada por EEUU de permitir
la utilización de una unidad alemana de vehículos
armados para detección de agentes nucleares, químicos
y biológicos que Alemania tiene ubicada en Kuwait será
aceptada "en el marco de la operación Libertad
Duradera -denominación de las operaciones militares
lanzadas por EEUU en Afganistán- ; no facilitaremos más
recursos de los que he mencionado". Respecto al resto de
peticiones de EEUU -entre otras, asistencia financiera y material
para la reconstrucción de Iraq tras la guerra- el canciller
alemán ha la reiterado que es un error asumir que la guerra
se producirá indefectiblemente; "esperamos que no
habrá necesidad de una intervención militar y esa
es la meta política del gobierno alemán",
aunque añade "el país deberá ser reconstruido".[8]
.
La oposición alemana han exigido al gobierno de Schroeder
que haga pública la lista de los requisitos solicitados
por la Administración Bush y que sea sometida a un debate
parlamentario.
Duración de la guerra y posibles
escenarios
De acuerdo con el Centro de Estudios Estratégicos e
Internacionales de Washington [9], la guerra contra Iraq
podría desarrollarse en tres posibles escenarios. El más
favorable de los tres, cuya probabilidad se estima entre un 40%
y un 50%, sería aquel en el que se la victoria de EEUU
y de sus posibles aliados- tuviera lugar entre cuatro y
seis semanas y sin que se viese afectado el suministro de petróleo
por parte de Arabia Saudí principalmente. En estas condiciones,
el fin de la campaña militar propiamente abriría
paso para una rebaja considerable del precio del crudo estimulando
la economía de EEUU.
El segundo escenario -el menos favorable para los intereses
de Washington- incluye que la guerra se prolongue de tres a seis
meses, causando daños a gran escala en las instalaciones
petrolíferas iraquíes, así como una fuerte
reacción internacional, protestas de NNUU, la retirada
del apoyo de países como Turquía o de países
árabes, la expresión pública de los movimientos
internacionales contra la guerra y, especialmente, la irrupción
de conflictos y movilizaciones masivas en todo Oriente Medio,
incluyendo la intensificación de la Intifada palestina
o la intervención de Israel en la guerra, además
de la oposición de la población iraquí a
la intervención de EEUU y la hostilidad árabe,
incluida la no cooperación de Arabia Saudí para
seguir suministrando petróleo al mercado internacional.
Las posibilidades de esta opción oscilan entre el un 5%
y un 10%.
Un escenario intermedio, con posibilidades del 30% al 40%,
extendería la guerra a tres meses e incluiría daños
a las instalaciones petrolíferas y la prolongación
de la guerra urbana por una inesperada capacidad de defensa iraquí.
Igualmente, este escenario contempla la pasividad de Arabia Saudí
en el suministro petrolífero aunque no su cancelación,
cuyos retrasos podrían generar problemas políticos
a EEUU por parte de los países occidentales.
Cualquiera de estas dos últimas posibilidades tendrá,
según los expertos estadounidenses "serios efectos
adversos" para la economía estadounidense lo que
conducirá probablemente a una gran recesión económica
internacional.
Notas:
1. Según
William Nordhaus, profesor de economía en la Universidad
de Yale, recogido en The Washington Post, 1 de diciembre
de 2002.
2. Ibíd.
3. Ibíd.
4. Según Chas Freeman, ex embajador de EEUU en Arabia
Saudí, citado en Ibíd.
5. Véase CSCAweb: EEUU intensifica sus preparativos para
la intervención contra Iraq, mientras presiona a los Estados
árabes para que apoyen la guerra
6. The Guardian, 27 de noviembre de 2002
7. Véase CSCAweb: EEUU intensifica sus preparativos para
la intervención contra Iraq, mientras presiona a los Estados
árabes para que apoyen la guerra
8. The Guardian, 27 de noviembre de 2002, op. cit.
9. Anthony H. Cordesman: "An attack on Iraq: the Military,
Political and Economic Consequences", Centre for Strategic
and International Studies, Washington, 11 de noviembre de
2002, www.csis.org/...backgroundcord.pdf
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