18/98+

Olatz Altuna, Ima Berriozabal, Mirian Kanpos, Marta Perez, Teresa Toda (*)

Nos vemos el 18

Han pasado ya casi tres meses desde el inicio formal de la vista oral por el sumario 18/98. Tres meses que, aunque han contenido relativamente pocas sesiones de juicio, han dado mucho de sí para dejar aún más a la vista las auténticas raíces de éste y los demás sumarios del macroproceso.

Más allá de las anécdotas y las frases pronunciadas por la presidenta del tribunal, lo que se ve es una gran chapuza jurídica con objetivos políticos. Lo grave es que, en el fondo, a la Audiencia Nacional y a quienes la mantienen les da igual que lo sea, con tal de que el juicio se haga. Aunque desde el tribunal se reconozca que las diligencias "están fatal", se sigue adelante. Sólo cuestiones que son de auténtico escándalo, como la incorporación tardía y desordenada de las diligencias 75/89, han obligado a suspender la vista oral.

Pero por debajo de ello hay mucho más.

La Audiencia Nacional está mostrando como nunca sus características de tribunal de excepción, aplicables no sólo al 18/98, sino a los miles de sumarios que ha tenido y tiene entre manos. Es una instancia judicial donde lo que diga el Tribunal de Estrasburgo "no interesa". Donde las razones de abogadas y abogados defensores son "tácticas dilatorias", aunque al final haya que interrumpir el juicio durante un mes, y no por culpa de la defensa precisamente. Un tribunal que no quiere oír las razones de las personas procesadas -alegando que las y los jueces deciden qué es o no es derecho a la defensa-, que tramita euro-órdenes, encarcela "preventivamente" durante años y desvía los ojos ante la tortura, poco margen deja a la confianza en la justicia. Estamos, además, ante un tribunal que desconoce y desprecia totalmente la procedencia, el origen, la trayectoria laboral, política, social? de las personas a las que ha sentado ante sí, y por tanto, desconoce sus actividades y aspiraciones, precisamente por lo que las acusa. Ignora también la historia, costumbres, realidad política y latido vital del país de donde provienen, Euskal Herria. Ese tribunal ratifica cada día su actitud respecto a estas personas imponiéndoles la obligación de desplazarse semanalmente durante tres días a Madrid por un tiempo que nadie se atreve a precisar, pero que no bajará de siete u ocho meses más, con enormes costos económicos y gran desgaste personal y laboral.

En Euskal Herria, la Audiencia Nacional se está deslegitimando solita cada día que pasa, aunque aún tenga demasiada capacidad de condicionar nuestros asuntos, tanto colectivos como personales. Goza de un poder otorgado por un Estado que ha reconvertido así uno de los monstruos del franquismo, el Tribunal de Orden Público, dejándolo en esencia prácticamente igual que hace 30 años.

No podemos olvidar en ningún momento que, desde su inicio, el sumario 18/98 ha supuesto la vulneración de derechos individuales y colectivos, y que esa vulneración se sigue produciendo. Entre los primeros, podemos citar el derecho a la intimidad -con detenciones publicitadas al máximo-, o a la integridad física -se ha torturado a varias de las personas detenidas-. Entre los colectivos, que son también individuales, están la libertad de expresión, de información, ideológica, de disidencia, de manifestación u organización política. Hoy en día esos derechos siguen en suspenso directamente para una gran parte de la población e indirectamente para toda la sociedad vasca. Ejemplos abundan en las últimas semanas.

Frente a ello, hay cada vez más voces que reaccionan ante este estado de cosas. Hay mucha solidaridad personal y humana que se manifiesta en múltiples formas: una palabra de ánimo en el monte o por la calle, la compra de uno o más bonos, la incredulidad ante lo que está pasando, el interés genuino por cómo nos las arreglamos en este caos, la preocupación por nuestra situación laboral y económica, la pregunta de qué se puede hacer para echar una mano? Hay solidaridad organizada, en grupos de apoyo a personas imputadas o en torno a la Plataforma 18/98+; está también el respaldo de agentes políticos, sindicales y sociales, incluido el de personas individuales de organizaciones que como tales no se posicionan, y otras muchas conocidas en diversos ámbitos de la vida de nuestro país.

Por nuestra parte, tenemos mucho que agradecer a todas esas personas y entidades. Junto a ello, es cierto que desearíamos, y solicitamos, una implicación efectiva, más allá de las declaraciones, de las instituciones que una y otra vez insisten en que nos representan a todas y todos.

Pero necesitamos también otro tipo de amparo, más potente aún, el de esa mayoría de la sociedad vasca que ya ha dado su veredicto contrario al 18/98 y los demás macroprocesos políticos. Hay que hacer visible todo ese caudal. La Plataforma 18/98+ propone una forma para ello: la manifestación convocada para el próximo 18 de febrero en Bilbo. Da 17 razones para asistir, y propone que cada una, cada uno, piense cuál es su razón, la decimoctava, para vernos en Bilbo. Es un llamamiento importante, porque con el silencio compartido tras una pancarta contundente (eskubide zibil eta politikoen alde, epaiketa guztiak eten!) hay que traspasar los oídos sordos de la Audiencia Nacional y de sus protectores políticos. En manos del Estado y Gobierno españoles está la desactivación efectiva de ese tribunal de excepción; en las nuestras, hacerlo imprescindible.

(*) Procesadas en las diversas piezas del sumario 18/98.